La toma del poder II: dos objetivos de la revolución legal


 En primer término, Adolf Hitler logró que el presidente Paul von Hindenburg decretase las disposiciones de excepción del 4 y del 28 de febrero; limitación de la libertad de prensa y asamblea, y derogación de la totalidad de las libertades constitucionales respectivamente. Además, estas también estipulaban la intervención del gobierno central en los länder por cuestiones de seguridad.

En segundo lugar, los nazis se sirvieron del propio Reichstag para lograr que este librase al ejecutivo del control del legislativo. De esta manera, a modo de primer intento, se convocaron elecciones con carácter de plebiscito para el 5 de marzo. Sin embargo, el gobierno no alcanzó los resultados esperados. Aunque poseía mayoría absoluta, no obtenía los dos tercios necesarios para la reforma constitucional. Fue entonces cuando Adolf Hitler se decidió a intentarlo por otra vía: la búsqueda de apoyos y la eliminación de los posibles obstáculos políticos.

En primer lugar, inició la persecución de los comunistas del KPD; justificada por el incendio del Reichstag perpetrado, supuestamente, por miembros de este grupo político. Así narra estos hechos uno de los miembros del partido comunista:

(A. Koestler, La escritura invisible) “…en la noche del incendio del Reichstag, cuando Goering asestó un golpe mortal al Partido Comunista alemán, los grupos se dispersaron y toda aquella estructura tan elaborada se disolvió en el Reich (…) Pocos meses después todo había terminado. Nuestro largo adiestramiento para la conspiración y los preparativos, que duraron años, para tal emergencia, se manifestaron en unas pocas horas totalmente inútiles. Thälmann, el jefe del partido, y la mayor parte de sus lugartenientes fueron descubiertos en sus escondites, tan cuidadosamente preparados, y arrestados en los primeros días de la catástrofe. El Comité Central tuvo que emigrar. Una larga noche caía sobre Alemania”.

Sin embargo, las consecuencias del incendio del Reichstag no sólo afectaron a los activistas y simpatizantes del KPD, el conjunto de la población alemana tuvo que acostumbrarse a un mayor control del Estado, a una constante presencia de este en su existencia cotidiana:

(Sebastian Haffner, Historia de un alemán) “Han sido pocos los acontecimientos históricos actuales que me he perdido por completo, como el incendio del Reichstag (…) No fue hasta el día siguiente cuando leí en el periódico que el Reichstag estaba ardiendo. Hasta el mediodía no tuve noticias de las detenciones. Más o menos al mismo tiempo fue publicada la disposición de Hindenburg que anulaba la libertad de expresión y el secreto postal y telefónico de los ciudadanos y, a cambio, otorgaba a la policía pleno derecho a efectuar registros domiciliarios, incautaciones y arrestos”.

El segundo objetivo de Hitler fue lograr el apoyo de la derecha a la reforma constitucional, que se plasmó en los actos del día de Potsdam: una capitulación vergonzosa de los nacionalistas y los conservadores que constituyó, en opinión de Sebastian Haffner, una auténtica traición al electorado:

(Sebastian Haffner, Historia de un alemán) “…la traición cobarde de los dirigentes de todos los partidos y organizaciones en quienes confió el cincuenta y seis por ciento de los alemanes que votó contra los nazis el 5 de marzo de 1933 (…) La traición fue total, generalizada y sin excepción, desde la izquierda hasta la derecha”.

Por último, los nacionalsocialistas trataron por todos los medios de silenciar a las formaciones católicas, que actuaron bajo la presión del concordato que Alemania firmaba en esos días con la Santa Sede.

Así pues, el 23 de marzo de 1933, los nacionalsocialistas lograron su objetivo: que el Reichstag sancionara la ley de plenos poderes por cuatro años. Así lo narró, como una gran victoria para el pueblo alemán, el diario oficial nacionalsocialista…

(Völkischer Beobachter, 23 de marzo de 1933) “…los deseos del pueblo alemán colmados: el Parlamento entrega el poder a Adolf Hitler (…) revancha histórica de Hitler sobre los hombres de noviembre. Día memorable para el Reichstag alemán. Capitulación del sistema parlamentario a favor de una nueva Alemania”.

…y de ésta otra manera, como un paso más hacia el inminente Estado totalitario de partido único, lo vieron los socialdemócratas:

(O. Wels, portavoz del partido socialdemócrata) “…jamás en la historia del Reichstag alemán, desde que éste existe, se han visto excluidos de los asuntos públicos los representantes nacionales en tal medida como sucede ahora. Y esta exclusión aumentará más todavía si se aprueba la nueva ley de concesión de plenos poderes”.

Ésta iniciativa, aprobada sin apenas oposición, confirmaba la desaparición del parlamento como órgano legislativo y de control. Además, la ley llegó a prorrogarse tres veces consecutivas, es decir, duró los doce años del Reich.

Bibliografía:

[1] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[2] Historia de un alemán; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2006.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] El mundo de ayer. Memorias de un europeo; Stefan Zweig – Barcelona – El Acantilado – 2002.

[5] Hitler: una biografía; Joachim Fest – Barcelona – Planeta – 2005.

[6] Historia social del Tercer Reich; Richard Grundberger – Madrid – Ariel – 1999.

[7] La escritura invisible; Arthur Koestler – Madrid – Debate – 2000.

La toma del poder I: la revolución legal


Con el nombramiento de Adolf Hitler como canciller alemán dio comienzo el proceso revolucionario nacionalsocialista. Un fenómeno lento, aunque eficaz, realizado en todo momento desde la más estricta legalidad: los nazis utilizaron para destruir la República las mismas armas que esta ponía a su disposición.

(G. Benn, Double vie) “Por lo que a mí respecta, y también a otros muchos, debimos de pensar que el nuevo gobierno se había hecho cargo del ejecutivo legalmente; no había nada que objetar. Quien había nombrado a este nuevo gobierno era el presidente del Reich, elegido por el pueblo; además no era totalitario, al menos en su composición… El Reichstag subsistía, la prensa seguía apareciendo, los sindicatos obreros funcionaban todavía…”

Tal como indica en el fragmento anterior Gottfried Benn, nada cambió en Alemania durante los primeros días del gobierno de Adolf Hitler. Todo continuaba como hasta entonces: el líder nacionalsocialista no era más que el cuarto canciller del experimento presidencialista de Paul von Hindenburg. Los alemanes no tenían nada que temer, el sistema se mantenía en pie.

Sin embargo, esa aparente continuidad, ese respeto al orden establecido, escondía tras de sí la destrucción del sistema. Adolf Hitler se proponía llevar a cabo una revolución lenta, una revolución legal, es decir, eliminar la República utilizando los medios que la Constitución ponía a su alcance. Así define Sebastian Haffner este “respeto” de la legalidad:

(Sebastian Haffner, Historia de un alemán) “¿En qué consiste una revolución? Los expertos en Derecho político afirman lo siguiente: una revolución consiste en alterar una Constitución a través de medios no previstos por ella. Si nos atenemos a una definición tan escueta, la revolución nazi de marzo de 1933 no fue tal, pues todo transcurrió dentro de la más estricta legalidad, a través de los medios que sí estaban previstos por la Constitución”.

Bibliografía:

[1] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[2] Historia de un alemán; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2006.

[3] Double vie; Gottfried Benn – París – Minuit – 1954.

[4] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[5] El mundo de ayer. Memorias de un europeo; Stefan Zweig – Barcelona – El Acantilado – 2002.

[6] Hitler: una biografía; Joachim Fest – Barcelona – Planeta – 2005.

[7] Historia social del Tercer Reich; Richard Grundberger – Madrid – Ariel – 1999.

El Tercer Reich


Los siguientes artículos están dedicados al Tercer Reich. Este bloque se inserta dentro de un grupo más amplio que, emulando a Stefan Zweig, he titulado El mundo de ayer. Les dejo con la cita introductoria que he sacado del citado autor:

(Stefan Zweig, El mundo de ayer) “En la lengua en que la había escrito y en la tierra en que mis libros se habían granjeado la amistad de millones de lectores, mi obra literaria fue reducida a cenizas”.

La toma del poder I: la revolución legal
La toma del poder II: dos objetivos de la revolución legal
La toma del poder III: tercer objetivo de la revolución legal
La toma del poder IV: problemas de la segunda revolución
La consolidación del nacionalsocialismo I: la propaganda
La consolidación del nacionalsocialismo II: la represión
La consolidación del nacionalsocialismo III: la nueva cultura alemana
La consolidación del nacionalsocialismo IV: la destrucción y construcción cultural
La consolidación del nacionalsocialismo V: la reacción de la intelectualidad
La consolidación del nacionalsocialismo VI: la reforma integral de la educación
La consolidación del nacionalsocialismo VII: las Juventudes Hitlerianas
La consolidación del nacionalsocialismo VIII: la política racial antisemita
La consolidación del nacionalsocialismo IX: la política económica
La consolidación del nacionalsocialismo X: el objetivo del desempleo
La consolidación del nacionalsocialismo XI: la recuperación económica
La consolidación del nacionalsocialismo XII: la integración social
La política exterior I: del revisionismo a la transgresión
La política exterior II: nacimiento y muerte del Frente de Stresa
La política exterior III: de la crisis Blomberg-Fritsch al pacto germano-soviético
La política exterior IV: el 1 de septiembre de 1939
La política exterior V: la Guerra Nacionalsocialista

Bibliografía:

[1] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[2] Historia de un alemán; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2006.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] El mundo de ayer. Memorias de un europeo; Stefan Zweig – Barcelona – El Acantilado – 2002.

[5] Hitler: una biografía; Joachim Fest – Barcelona – Planeta – 2005.

[6] Historia social del Tercer Reich; Richard Grundberger – Madrid – Ariel – 1999.

Breve resumen de la II revolución industrial


Antes de abordar la complicada cuestión de la segunda revolución industrial, es necesario concretar ciertos aspectos terminológicos.

En primer lugar hemos de resolver si se trata de una revolución –ruptura brusca- o de una evolución –consecuencia del desarrollo paulatino-. Quizás habría que hablar más bien de una convivencia entre ambas en lugar de una contraposición, ya que, aunque su irrupción fue de tipo revolucionario, sus variables se desarrollaron lentamente.

En segundo término abordaremos el problema de la periodización. Generalmente se suele situar la segunda revolución industrial entre 1870 y 1914, correspondiendo la primera fecha a la completa finalización de la etapa industrializadora anterior, y la segunda al comienzo de la Gran Guerra.

Es esta una etapa que presenta las siguientes diferencias con respecto al primer periodo:

  • Se dieron transformaciones en las fuentes de energía, los transportes, el tipo de industrias, y el modelo financiero.
  • Gran Bretaña perdió su supremacía en favor de los EE.UU. y Alemania. Además, el crecimiento económico francés hizo que esta nación se acercase notablemente también al nivel de los británicos.
  • En relación con la característica hay que situar la complejidad y diversidad de las fuentes de innovación y progreso. No fue, como en la primera mitad del XIX, Inglaterra el foco de las nuevas técnicas, sino que todas las grandes potencias económicas tendieron a innovar.

En lo que se refiere a los límites espaciales de la segunda revolución industrial, es necesario, en primer lugar, distinguir tres estratos: regional, nacional e internacional.

De esta manera, dentro de cada uno de ellos podemos encontrar grandes disparidades: notables diferencias en el grado de industrialización. Aunque si atendemos exclusivamente al nivel internacional, entonces hemos de hablar de un proceso que se centró en Europa, EE.UU. y Japón.

La aparición del gran capitalismo

Durante el periodo que engloba la segunda revolución industrial, se asistió a un proceso de integración de la economía mundial. Este estuvo, en cierta medida, marcado por la asimetría en las relaciones económicas entre los distintos países: unos exportaban materias primas, y otros productos manufacturados.

Entre las causas de este proceso de integración económica destacaron la liberalización de los intercambios y de los movimientos de capitales, el desarrollo del patrón oro internacional, y el crecimiento en el volumen de los intercambios.

A su vez, a modo de consecuencia, cabe destacar la modificación de las corriente de intercambio, que perjudicaron a los británicos en favor de norteamericanos, alemanes y japoneses. También aparecieron nuevos productos y las estructuras empresariales fueron modificadas tanto en su estructura –aparición de las primeras multinacionales- como en su modo de producción.

Los cambios en la organización empresarial y en la producción

Además de a un proceso integrador, se asistió a una reestructuración empresarial, a una mecanización de los procesos productivos –aparición de nueva maquinaria industrial-, y a la estandarización de los productos.

En lo relativo al primer aspecto, hay que destacar la búsqueda por parte de los empresarios de una mayor dimensión empresarial y capacidad productiva.

Así, para la consecución de este fin, se tomaron las siguientes medidas: aumento de los capitales invertidos, organización más rigurosa del trabajo, y concentraciones y fusiones empresariales.

En lo que respecta a la estandarización de la producción es interesante señalar cuatro aspectos del proceso:

  • Permitió la reducción de los costes de fabricación.
  • Favoreció el crecimiento de la demanda, ya que la reducción de los precios permitió el acceso de más población a esos mercados.
  • Se especializó la producción.
  • Hizo posible la producción en serie y el desarrollo del modelo de partes intercambiables.

Las consecuencias del cambio

Hasta el año 1896 la economía fue afectada por la segunda revolución industrial de la siguiente forma:

  • Se produjo una crisis de superproducción en las ramas fundamentales de la economía: metalurgia y ferrocarril.
  • Existencia de una enorme competencia entre el hierro y el acero; marcada por la doble utilización de estos materiales, no superada hasta que se impuso el segundo.
  • En lo que se refiere a la agricultura, destacó la explotación acelerada de inmensas zonas vírgenes en América. Esto, unido al desarrollo de los transportes, situó a los productos agrícolas americanos a un precio muy bajo. Las consecuencias de estos hechos en Europa no se hicieron esperar: las naciones que no aplicaron políticas proteccionistas vieron como su agricultura se arruinaba.
El periodo justo anterior a la Gran Guerra se caracterizó por el receso de esa crisis. Es decir, se vivió un periodo de crecimiento económico sostenido y de fomento del comercio.

Además, en esos años aparecieron nuevas formas empresariales –concentraciones industriales: trust y cárteles- y financieras. También se generalizó el crédito, que adoptó nuevas formas. Así, los bancos se vincularon a las grandes empresas, a las que financiaban, y en cuyo gobierno participaban.

El arte gótico


Clase pensada para alumnos de 2º de ESO dentro de una experiencia de flipped learning. En este vídeo se explican las principales características del arte gótico, así como los elementos arquitectónicos de ese estilo. La información sobre el arte medieval se complementa con un primer vídeo dedicado al arte románico.

 

Las ventajas del itinerario libre y abierto


En el primer artículo de esta bitácora plantee los rasgos fundamentales del modelo que pretendo implantar en la asignatura de Historia del Mundo Contemporáneo para el curso 2016-2017. Inicié la explicación desarrollando la idea de itinerario libre y abierto, usando como ejemplo los libros de la colección Elige tu propia aventura. Y, a continuación, relacioné esa forma de llevar la materia con un modo concreto de realizar los exámenes.

El objetivo de este segundo texto es mostrar las ventajas de un sistema que compagina contenidos obligatorios con otros de libre elección.

Ahora bien, debo recordar que me muevo en un plano teórico: aún no he puesto en práctica este modelo. Precisamente esta bitácora tiene como objeto dar testimonio de los problemas, aciertos, fracasos y descubrimientos que puedan producirse en el proceso de implantación de un itinerario libre y abierto.

Elige tu propia aventura

Como ya he explicado anteriormente, los itinerarios libres y abiertos tienen dos grandes elementos:

  • Una parte de la materia obligatoria y común a todo el alumnado que, al término del curso académico, nos permitirá garantizar que tienen los conocimientos históricos básicos para todo estudiante de 1º de Bachillerato.
  • Un porcentaje de contenidos optativos que los alumnos elegirán según sus preferencias, gustos o necesidades. Este segundo grupo, como no podía ser de otro modo, se basa en la parte obligatoria.

En definitiva, según vayan avanzando por los apartados obligatorios, la asignatura les irá ofreciendo una serie de itinerarios opcionales que les permitan profundizar en algunos elementos de los aspectos comunes. Los alumnos podrán tomar uno de esos caminos o continuar por la ruta central; eso sí, al llegar a su destino final deben demostrar que han completado un porcentaje mínimo de la parte opcional. Es decir, están obligados a “desviarse” de la parte obligatoria en algún momento.

Este modelo tiene, a mi entender, tres grandes ventajas:

1. La asignatura se hace más llevadera para los alumnos, pues pueden centrarse en las cuestiones que más les atraen.

Como docentes, en no pocas ocasiones, habremos tenido que frenar su curiosidad porque se salía de los límites del temario y era necesario seguir avanzando para cumplir con la temporalización.

Un itinerario libre y abierto, unido al modelo flipped classroom, es la mejor solución a ambos problemas: ellos pueden detenerse en los aspectos que decidan, mientras que el profesor, al dejar la explicación grabada, está más libre en el aula para atender a las necesidades de los estudiantes y asesorarles en su elección.

2. Al escoger buena parte de los contenidos, pasan a ser protagonistas de un porcentaje grande de su aprendizaje.

Un itinerario libre y abierto facilita el tránsito de un rol pasivo a otro activo por parte del alumnado. En definitiva, estamos dando respuesta a una de las grandes carencias del sistema educativo: la falta de iniciativa y el “pasotismo” de los adolescentes. Dos fenómenos cuya responsabilidad nos empeñamos en achacarles a ellos, pero en los que probablemente tengamos mucha culpa los adultos.

3. La existencia de varios itinerarios enriquece al conjunto de la clase a través del intercambio de ideas entre los alumnos.

De hecho, al margen de las interacciones que se puedan desarrollar en el aula mientras profundizan en la ruta escogida, está previsto que algunos de ellos presenten sus avances ante el resto. Esto no permite únicamente que unos participen de los descubrimientos de otros, sino que los ponentes desarrollen algo tan importante –y tan marginado en nuestro sistema educativo- como la expresión oral.

Ahora bien, quizá lo más importante es que no se sacrifica, en ningún caso, el conocimiento global.

Los alumnos pueden ampliar materia en los aspectos que más les atraen, pero el hecho de que sea imprescindible aprobar la parte obligatoria en los exámenes, evita una especialización excesiva o peligrosa. La visión de conjunto de un determinado periodo histórico no está en riesgo.

Desarrolla tu propio ensayo histórico

La segunda ventaja tiene que ver con la capacidad del alumnado para construir un texto coherente, estructurado y, al mismo tiempo, creativo.

En la primera entrada de esta bitácora señalé que una parte del examen consistiría en desarrollar un tema a partir de los contenidos libremente elegidos. No se trata de repetir en este epígrafe lo escrito entonces, pero es conveniente remarcar que esos párrafos han de salir de su pluma, no de su memoria.

En definitiva, los alumnos deben desarrollar un ensayo basado en su itinerario personal. Un texto que, además de datos históricos, puede contener referencias a obras literarias, películas, esculturas, pinturas, composiciones musicales u otras manifestaciones artísticas que guarden relación con la temática.

Además, se les animará a establecer relaciones entre ese aspecto de la historia y el mundo actual.

Por supuesto, la elaboración de su creación, de esta especie de collage, no puede ser caótica. Se les pedirá cierta coherencia interna y una estructura más o menos clara para el conjunto del texto ¿Demasiado para unos alumnos de 1º de Bachillerato? Es posible, de ahí que el profesor deba ser comprensivo a la hora de evaluar su trabajo. Ahora bien ¿os imagináis qué pasaría si les enseñáramos a trabajar así?

La «primavera de los pueblos» y sus antecedentes


Después de las revoluciones de 1820 y 1830 comenzó a gestarse en Europa un nuevo movimiento revolucionario que conocemos con el nombre de “la primavera de los pueblos”.

Este fenómeno, si bien no se manifestó hasta 1848, tuvo antecedentes claros en los sucesos políticos británicos y franceses de la década anterior.

Además de la influencia ejercida por estos dos países, cabe destacar también el debilitamiento de los postulados del Congreso de Viena y la desaparición de la Alianza que los sostenía.

La reforma constitucional británica

El reinado de Jorge IV (1820-1830) de Inglaterra se caracterizó por sus avances en los campos político y económico. Claro ejemplo de esto fue la reducción de las tarifas aduaneras y la liberalizaron de las antiguas Actas de Navegación. Además, se preparó también la reforma de la Cámara de los Comunes, que se llevó a cabo en el siguiente reinado.

Carlos X tomó la herencia de su antecesor en lo referente a las reformas. Sin embargo, parece que las repercusiones que en la opinión pública tuvieron los sucesos acaecidos en Francia, paralizaron momentáneamente esa política. Fueron justamente la presión popular y división dentro del partido conservador, que en ese momento ocupaba el poder, los responsables de que desaparecieran esas precauciones del monarca y de la aristocracia británica.

Así, tras ocupar el gobierno, los whigs comenzaron el proceso de reforma de la Cámara de los Comunes. Esta, tras vencer la oposición de la Cámara de los Lores, fue aprobada el 4 de junio 1832, y tuvo como principales consecuencias el aumento del electorado -de 500.000 a 800.000 electores- y la redistribución de los distritos electorales.

Mediante la reforma de la Cámara de los Comunes, el gobierno británico logró apaciguar durante un tiempo la presión social en torno a la democratización de la vida política. Sin embargo, a finales de la década de 1830, retomando estas mismas reivindicaciones, surgió el movimiento cartista. Sus propuestas llegaron a la Cámara en 1842, pero fueron rechazadas.

La Francia de Luis Felipe de Orleans

Tras ser proclamado soberano en 1830, Luis Felipe de Orleáns estableció una monarquía basada en los postulados revolucionarios, entre los que destaca la soberanía nacional. Además, el catolicismo pasó de ser la religión oficial de reino, a convertirse en la de la mayoría de los franceses; en consecuencia, se firmó un nuevo Concordato con Roma. Otro aspecto a destacar fue la restauración de la bandera tricolor y de la milicia nacional.

El reinado de Luis Felipe se caracterizó por el predominio burgués, tanto en el ámbito económico como en el político -los principales cargos fueron ocupados por miembros de esta clase social-, y por la marginación a la que se vio sometida la vieja nobleza.

El nuevo régimen francés se fue consolidando a pesar de los golpes que recibía tanto de la derecha como de la izquierda. Sin embargo, surgió progresivamente un movimiento favorable al sufragio universal, que al ser ignorado por el monarca, se fue asociando poco a poco con la idea de república.

Las revoluciones de 1848

La creciente agitación política a finales de la década de 1840 se vio agravada por el malestar económico creado por la crisis económica de 1846.

De esta manera, dos años después, se extendió por buena parte de Europa una nueva oleada revolucionaria basada, no solo en la clásica contraposición liberalismo-absolutismo, sino en las divisiones dentro de los liberales, que dará lugar a las corrientes de carácter democrático y socialista.

Entre las principales características de las revoluciones de 1848 cabe destacar:

  • La relativización de la fecha de 1848, ya que hay brotes revolucionarios anteriores.
  • La ausencia de grandes líderes que dieran coherencia a los movimientos.
  • El predominio de los ideales liberales y nacionalistas, pero con un toque socialista.
  • El protagonismo de los grupos acomodados como instigadores, pero con cierta presencia popular.
  • Su éxito limitado; proclamación de la República francesa, introducción de regímenes constitucionales en Piamonte y Prusia, abolición del régimen señorial en Austria y Hungría.
La revuelta de París del 22 febrero de 1848, que contempló el enfrentamiento entre las tropas reales y los republicanos, provocó la abdicación de Luis Felipe en su nieto. Sin embargo, este no es aceptado por los revolucionarios, que establecen un gobierno provisional bajo el mando de Lamartine.

Este, que contaba con el respaldo de orleanistas, bonapartistas, republicanos y socialistas, proclamó la república el día 25 del mismo mes febrero. Se abría así una nueva etapa en la historia de Francia, que en un primer momento estuvo caracterizada por las medidas democratizadoras y de carácter social.

Ante el temor a la actuación internacional, Lamartine redactó el “Manifiesto a Europa” (5 de marzo), documento en el que defendía la soberanía popular y el derecho de toda nación a decidir sobre su forma de gobierno.

Además, se cuidó mucho de poner de relieve sus intenciones pacíficas. Sin embargo, la conmoción se extendió rápidamente por el Continente: 27 de febrero Baden, marzo Hesse, Baviera, Hannover, Sajonia, Prusia, Austria…

La Europa de la Restauración y los congresos


Con la derrota napoleónica de 1815 se firmó el Primer Tratado de París.

En ese momento se buscaba, no una paz que oprimiese a los vencidos con múltiples cláusulas y sanciones, sino otra que mostrase la buena voluntad de los vencedores. Además, ante la necesidad de reestructurar el mapa territorial e ideológico europeo, se anunció la convocatoria de un congreso.

El Congreso de Viena

Bajo la dirección del ministro austríaco Metternich, se reunieron en Viena los representantes, diplomáticos, ministros e, incluso, monarcas de los estados vencedores.

En un principio se estableció que, a pesar de la presencia de varios reinos, las decisiones solo podían ser tomadas por los países de la Cuádruple Alianza (Austria, Inglaterra, Prusia y Rusia).

Sin embargo, con una hábil jugada política, Talleyrand consiguió incluir a España, Francia, Portugal y Suecia. Además, con el fin de evitar las sesiones plenarias, se crearon diez comités independientes, cuyas decisiones tenían que ser aprobadas por la asamblea general.

La reorganización territorial de Europa

El centro de las discusiones entre las grandes potencias fue el problema territorial, centrado en las cuestión polaca y sajona. Los rusos defendían que el primer territorio se incorporase a sus dominios, mientras que el segundo se incorporaría a Prusia; sin embargo, Austria e Inglaterra mostraron su disconformidad.

Ante la falta de acuerdo las relaciones entre los vencedores se deterioraron notablemente, e incluso llegó a estar cerca el estallido de una nueva guerra. No obstante, el pacto de apoyo mutuo entre Francia, Austria e Inglaterra, al que más tarde se unieron Baviera, Hannover y los Países Bajos, logró que Prusia y Rusia dieran marcha atrás y aceptaran una solución intermedia.

Así, el 9 junio 1815 se firmaban los 121 artículos del acta final, cuyas principales conclusiones eran las siguientes:
  • Reparto de Polonia entre Prusia, Rusia y Austria.
  • Reorganización de los Estados alemanes; se decidió no restaurar el Imperio, sino formar una nueva Confederación Germánica, compuesta por 34 príncipes y 4 ciudades libres, dirigida por una Dieta presidida por Austria. Además Sajonia fue restablecida, aunque tuvo que ceder buena parte de sus territorios a Prusia. Suecia perdió sus territorios alemanes, es decir, Pomerania, que pasó también a Prusia.
  • Reorganización de los Estados italianos; el reino lombardo-veneciano se incorporó a Austria, mientras que los Habsburgo lograban colocar a miembros de su familia en Toscana, Parma y Módena. Al reino de Cerdeña, formado antes de la guerra por la propia isla, Piamonte, Saboya y Niza, se sumó Liguria. Por su parte, Nápoles era recuperada por los Borbones, que también situaban a otro miembro de la familia en Lucca.
  • Norte de Europa; Suecia, perdió Finlandia a favor de Rusia y Pomerania, que fue anexionada por Prusia. Sin embargo, se hizo con Noruega en detrimento de Dinamarca, que recibió algunos territorios alemanes a modo de compensación.
  • Reconocimiento internacional de la neutralidad de Suiza, cuyas fronteras quedaron delimitadas.

La Cuádruple Alianza y las revoluciones de 1820

Tras las guerras napoleónica, los monarcas y emperadores vencedores se plantearon la posibilidad de formar un organismo de carácter supranacional que permitiera organizar el orden internacional mediante un sistema de conferencias. Con este objetivo nació la Cuádruple Alianza, que fijó el sistema de conferencias y el de las grandes potencias, que se mantuvo hasta la Gran Guerra.

La divergencia de criterios dentro de la Alianza favoreció la propagación de las revoluciones de 1820. Estas se desarrollaron principalmente en los países mediterráneos, aunque también surgieron tentativas en Francia, Austria, Rusia e Iberoamérica.

Como ya se indicó más arriba, la reacción de la Alianza fue lenta, y estuvo cargada de complicaciones. No obstante, para las intervenciones en Italia y en los Balcanes no fue difícil llegar a un consenso.

Los problemas surgieron con el caso ibérico, ya que Inglaterra, a causa de la independencia de las colonias españolas, se mostraba favorable a la nueva situación del antiguo Imperio hispánico, que le beneficiaba desde el punto de vista comercial. Finalmente, los franceses actuaron en España con dos condiciones: no intervenir en Portugal y no ayudar a España a recuperar sus colonias.

A partir de 1823 la Alianza perdió fuerza, ya que cada potencia velaba más por sus intereses que por los de la coalición. Así, dos años después, se celebró la última conferencia de este organismo.

La revolución francesa de 1830

La monarquía francesa de Carlos X había significado, con respeto a la de su antecesor –Luis XVIII-, una regresión.

De esta forma, pronto se produjo el choque entre la asamblea y el primer ministro, el reaccionario Polignac. En esta situación, el monarca, en un acto propio del absolutismo, suspendió la libertad de prensa, disolvió la cámara, y reformó la ley electoral.

A estos hechos siguieron las protestas de los periodistas, estudiantes, obreros, y algunos diputados, que protagonizaron tres jornadas de barricadas en julio de 1830. Esta revuelta fue tomando, poco a poco, un carácter revolucionario y republicano, que lleno de intranquilidad a los monárquicos.

Así, con el fin de salvar la institución monárquica, en agosto, mediante una hábil maniobra de Thiers, Luis Felipe de Orleans fue proclamado rey. Su entronización del de Orleans supuso la aceptación de los postulados del liberalismo y de la soberanía nacional.

En consecuencia, se reformó la Carta Otorgada para darle un sentido liberal, se suprimió la censura de la prensa, y se amplió la base electoral.

Durante dos años Francia mantuvo una orientación revolucionaria, de apoyo a otros procesos similares en otros países, y de medidas radicales en el interior. Sin embargo, a partir de 1832, el reinado de Luis Felipe tomó un rumbo más conservador, distanciándose así el régimen de la revolución.

El nacimiento del movimiento obrero


Todo lo referente al factor trabajo en época tardofeudal –precios y salarios principalmente- estaba establecido. Por tanto, resultaba sumamente difícil llegar a controlarlo. Sin embargo, esa rigidez del sistema económico del Antiguo Régimen chocaba de frente con el liberalismo económico, según el cual todos los factores de producción –trabajo, propiedad y capital- debían estar liberalizados.

Desde finales del siglo XVIII, los liberales tendieron a transformar las relaciones laborales para adecuarlas a su ideología. Se procedió a reubicar al Estado en su nuevo papel: defensor de la libertad de mercado. Por otro lado, como el mercado se regía por criterios armónicos, todo lo que fijase era justo, porque también era libre.

Llevando esta última idea al campo de las relaciones laborales, no cabe duda de que resulta sumamente injusta. Así, con el objetivo de luchar contra estas injusticias, nacieron las asociaciones obreras.

Estas, aunque de hecho siguieron existiendo, fueron prohibidas en un primer momento. Los parlamentos liberales consideraban que las asociaciones obreras la libertad del empresario, y que, por tanto, atacaban directamente al mercado de igual modo que en su momento habían hecho los gremios.

Más adelante, a finales del siglo XIX, llegaron a ser legalizadas, y consiguieron que los Estados comenzasen a intervenir en contra esas injusticias.

La protesta obrera toma forma política: el Cartismo

Hasta 1830 la tendencia preponderante del obrerismo inglés reducía sus proyectos a mejoras exclusivamente laborales. Sin embargo, hacia esa fecha la miseria de las clases obreras inclinó a los líderes hacia posturas más precisas de reforma política.

En 1831, durante la campaña sobre la reforma electoral, Lovett reclamó el sufragio universal, argumentando que la clase obrera producía la mayoría de la riqueza del país y sólo gozaba de una ínfima parte.

En 1838 fue redactado un documento histórico, la “Carta”, en el que se pedía, entre otras cosas, el sufragio universal y la supresión del certificado de propiedad para ser miembro del parlamento. Dentro de este movimiento cartista podemos distinguir dos tendencias:

  • Los moderados (Lovett y Owen) ponían el acento en las cuestiones económicas, postulando la organización de cooperativas de producción y la supresión de los intermediarios.
  • Los violentos (O´Connor y O´Brien) eran la tendencia más popular, y se inclinaban por los mítines y huelgas de carácter violento.

Finalmente, el Congreso cartista celebrado en 1839 optó por la segunda postura. Esto trajo consigo el comienzo de las actuaciones represivas por parte del gobierno inglés. Esto fue seguido del enfrentamiento entre violentos y moderados, que acabó por desbaratar toda opción de triunfo.

La I Internacional

Dos procesos contribuyeron de manera decisiva a la aparición de una organización internacional del movimiento: la conciencia obrera de que, en todas las naciones, los problemas de la clase trabajadora eran similares; y la experiencia de que la acción esporádica de las masas debía ser sustituida por una actividad organizada.

Por fin, tras numerosos contactos entre británicos y franceses, se convocó la primera reunión en Londres (28 de septiembre de 1864), a la que asistieron representantes de las trade unions inglesas, franceses de diversas tendencias, y numerosos políticos y líderes obreros de otras nacionalidades.

El grupo era excesivamente heterogéneo, pero, a pesar de eso, se logró formar un comité que elaborara los estatutos. Sin duda, el papel de Marx en la redacción de este documento fue fundamental, pudiendo resumirse su aportación en tres puntos:

  • Defensa de que la Internacional no debía abolir las asociaciones nacionales, sino potenciar su actividad a escala mundial.
  • Creencia en que la emancipación de la clase obrera sería única y exclusivamente labor de los trabajadores.
  • Afirmación de que sin lucha por el poder político no habría emancipación.

El debilitamiento y disolución de la Primera Internacional se debió más a las disensiones internas que a la persecución externa. Los choques entre socialistas marxistas y anarquistas fueron creciendo en violencia, hasta que en el Congreso celebrado en La Haya (1872) estos últimos fueron expulsados de la A.I.T.

La II Internacional

En los últimos años del siglo XIX, ante el importante desarrollo del movimiento obrero, muchos sectores del mismo comenzaron a pensar en reinstaurar una organización supranacional que relacionase a los nacientes partidos obreros y sindicales de carácter nacional.

De esta manera, en el verano de 1889 los principales líderes y representantes del movimiento obrero reinstauraban, con una reunión en París, la Internacional. En estas reuniones se acordó la estructura de la nueva organización –de carácter flexible- y, con el fin de mantener la cohesión, la convocatoria de sucesivos congresos. Además, otras de las cuestiones que ocuparon estos congresos fueron:

  • El debate en torno a las versiones ortodoxas y revisionistas del pensamiento de Marx.
  • La toma de posición ante los problemas de la época: colonialismo y conflictos bélicos a escala mundial.
  • La posibilidad de participar en gobiernos de coalición con partidos de la izquierda burguesa.
La disolución de la Segunda Internacional vino marcada por dos hechos: la Gran Guerra y la Revolución Soviética. El primer suceso supuso la victoria del nacionalismo sobre la solidaridad obrera, mientras que del segundo surgió la Tercera Internacional o Internacional Comunista.

Alea iacta est


Con esta entrada inicio el cuaderno de bitácora que, a imitación de otros docentes blogueros, voy a realizar de mi experiencia flipped classroom en la Historia del Mundo Contemporáneo de 1º de Bachillerato. Por delante esperan nueve meses en los que narraré las peripecias de mis dos grupos del IES Juan Martín el Empecinado de Aranda de Duero (Burgos).

#Flipdebate: buscando ideas entre docentes

Antes de explicar cómo voy a llevar a cabo esa tarea, he de referirme a los contenidos y participantes de los debates que tuvieron lugar en Twitter durante la segunda mitad del mes de agosto. Sin duda, abusando de la amabilidad y la buena disposición de otros profesores, lancé a la red de los 140 caracteres varias preguntas sobre su forma de aplicar el modelo de la clase invertida.

Debo reconocer que, además de aprender bastante con las respuestas, me pareció una forma muy útil de intercambiar experiencias.

Cuestiones como la duración de los vídeos, la forma de compaginar estos con las explicaciones teóricas en el aula, el recurso a aplicaciones educativas o las ventajas de usar plataformas fueron algunos de los temas tratados. De ahí he extraído algunas ideas que tomarán forma en mi asignatura de 1º de Bachillerato. Otras no las he podido incluir, pero es bastante probable que haga uso de ellas en otros cursos.

Sirvan, por tanto, estas líneas para agradecer su colaboración a docentes como @virgicapil, @teachermsisabel, @vialap69, @juanfisicahr, @manueljesusF, @Juanmaprofe74, @cunahalicarnaso, @profesor_jesus, @dchicapardo, @dantethx70, @CuevasAlv, @jlred1978, @acalvoserrano, @carmonamaqueda, @martingvalle, @MPiedadOrozco, @VivesEstefania, @lc_pastor, @caotico27, @SansPatxo, @AlfredoPrietoMa, @eneko_fc, @raulmirandal, @ManelTrenchs, @pailar15, @PatxoPB, @ManoliFM y @jesusvelez84 entre otros.

Un itinerario libre y abierto

¿Recordáis Elige tu propia aventura? Eran libros en los que, al llegar a un punto determinado, la novela se interrumpía y te ofrecía varias alternativas; es decir, te invitaba a asumir un rol activo en la trama. Una vez tomada la decisión, debías ir a la página donde el texto continuaba según lo escogido. Pues bien, ese es el modelo de experiencia flipped que seguiré este curso.

Me explico. Al comenzar un apartado del temario, los alumnos deberán visualizar un vídeo breve –no más de 7 minutos- y de carácter obligatorio. Será este el que les abrirá las puertas a que escojan su propio itinerario de aprendizaje. Es decir, al terminar la explicación les daré la opción de profundizar en las partes del temario que más les atraigan, ya sea a través de nuevos vídeos o textos que publicaré en este mismo blog.

A todo esto hay que añadir la posibilidad de que, por su cuenta, busquen información en la red, libros, novelas, películas…

De esta manera, se enfrentarán a unos contenidos mínimos obligatorios y, al mismo tiempo, podrán diseñar un itinerario acorde a sus preferencias. El objetivo final es que todos tengan esos conocimientos comunes enriquecidos por cierta especialización escogida voluntariamente. En definitiva, el temario tendrá una parte común y otra libre y abierta.

Esta es, a grandes rasgos, la idea de este curso flipped abierto o de libre configuración. Evidentemente, esto tiene una serie de aplicaciones prácticas que, para evitar alargarme en esta entrada, no voy a plasmar aquí. Mi única intención, por ahora, es explicar la filosofía basada en Elige tu propia aventura. Ahora bien, entiendo que hay una cuestión en la que si debo detenerme: la forma de evaluar este modelo.

Cómo evaluar en un itinerario abierto

Una vez expuesta la dinámica de la asignatura, es bastante probable que más de uno se pregunte cómo voy a examinar a unos estudiantes que han seguido distintos itinerarios en su aprendizaje. La actitud, los trabajos, el cuaderno… no parece que presenten grandes problemas a la hora aplicar este modelo. Sin embargo, no sucede lo mismo con las pruebas escritas.

Me consta que algunos docentes han empezado a eliminar los exámenes de sus asignaturas. Es una decisión respetable siempre que esté bien fundamentada, pero en mi caso los tiros van por otro lado. Como indicaba más arriba, el alumnado se enfrenta a unos contenidos comunes y a otros de libre elección. Pues bien, lo lógico es que las pruebas de evaluación vayan en esa línea.

En concreto, mis estudiantes deberán superar una parte del contenido obligatorio que será igual para todos. Si no obtienen un 50% de la nota de ese apartado, de poco les valdrá lo que saquen en el resto del examen: es condición sine qua non aprobar la parte común.

Después elegirán y redactarán un texto relacionado con el itinerario que han seguido. Es decir, la segunda parte del examen la ponen ellos ¿Fácil? Daré dos razones para justificar que no lo es:
  • Teniendo en cuenta que la idea de los itinerarios está pensada para que profundicen en determinados aspectos de la asignatura, los textos no podrán centrarse en cuestiones generales o temas tratados de manera superficial.
  • La libertad que se les ha otorgado a la hora de concretar su aprendizaje, debe plasmarse también en esas redacciones. Se procurará no copiar la estructura de los apuntes, vídeos o material que se pueda encontrar en la red. A su vez, se valorará positivamente la referencia a obras literarias, películas, obras de arte, artículos de actualidad… que guarden relación con la temática escogida. En definitiva, ha de ser un texto propio y, en la medida de lo posible, creativo.

En fin, pienso que por hoy es bastante. En los próximos días, aprovechando que aún no han empezado las clases, trataré de resolver en esta bitácora las dudas u objeciones que otros docentes me transmitan al leer estos párrafos. En el caso de no haberlas, dedicaré una entrada a explicar las ventajas –de momento solo teóricas- que le veo a este modelo.