Representa una línea del tiempo desde 1931 hasta 1939, situando en ella los principales acontecimientos históricos


OCTOGÉSIMO TERCER ESTÁNDAR DEL TEMARIO QUE, DE ACUERDO CON LO ESTIPULADO POR LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN DE CASTILLA Y LEÓN, PODRÁ SER OBJETO DE EXAMEN EN LA EBAU, ANTIGUA SELECTIVIDAD.

1931 II – Gobierno del almirante Aznar.
1931 IV – Elecciones municipales del 12 de abril.
1931 IV – Proclamación de la Segunda República.
1931 V – Restablecimiento de la Generalitat de Cataluña.
1931 VI – Decretos de Azaña para reformar el Ejército.
1931 VI – Elecciones a Cortes Constituyentes.
1931 XII – Promulgación de la Constitución republicana.
1931 XII – Alcalá Zamora es nombrado presidente de la República.
1931 XII – Comienzo del Bienio Progresista: gobierno de Manuel Azaña.
1932 VIII – Sublevación del general Sanjurjo.
1932 IX – Se aprueba el Estatuto de Cataluña.
1932 IX – Ley de Reforma Agraria.
1932 IX – Françesc Maciá es nombrado presidente de la Generalitat.
1933 I – Revueltas campesinas: sucesos de Casas Viejas.
1933 III – Fundación de la CEDA.
1933 X – Fundación de Falange.
1933 X – Dimisión de Manuel Azaña.
1933 XI – Gobierno de Martínez Barrio.
1933 XI – Elecciones generales.
1933 XII – Comienzo del Bienio Radical-Cedista.
1933 XII – Gobierno de Alejandro Lerroux.
1934 I – Lluis Companys es nombrado presidente de la Generalitat.
1934 X – Revolución de octubre.
1934 X – El Gobierno suspende el Estatuto de Cataluña.
1935 IX – Nueva Ley Agraria.
1935 X – Escándalo del “estraperlo”.
1935 X – Dimisión de Alejandro Lerroux.
1936 II – Elecciones del Frente Popular.
1936 II – Restablecimiento de la Generalitat.
1936 V – Gobierno de Casares Quiroga.
1936 VI – Se restablece la Ley de Reforma Agraria de 1932.
1936 VI – Se aprueba el Estatuto de Galicia.
1936 VII – Asesinato del teniente Castillo y de Calvo Sotelo.
1936 VII – Comienzo de la Guerra Civil.
1936 VII – Gobierno de Martínez Barrio.
1936 VII – Gobierno de José Giral.
1936 VII – Se forma de Junta de Defensa Nacional en Burgos.
1936 VIII – Se constituye el Comité Internacional de No Intervención.
1936 IX – Gobierno de Largo Caballero.
1936 X – Franco es nombrado “jefe del Gobierno del Estado español”.
1936 XI – El gobierno republicano se traslada a Valencia
1936 XI – Se crea la Junta de Defensa en Madrid: comienza la batalla de Madrid.
1937 III – Comienzo de la Campaña del País Vasco.
1937 IV – Decreto de Unificación: Falange Tradicionalista de las JONS.
1937 IV – Bombardeo de Guernica.
1937 V – Enfrentamiento en Barcelona entre los anarquistas, POUM y PCE.
1937 V – Gobierno de Juan Negrín.
1937 XII Ofensiva sobre Teruel.
1938 II – Primer Gobierno de Franco.
1938 II – Se aprueba el Fuero del Trabajo.
1938 IV – El ejército franquista llega al Mediterráneo.
1938 VII – Batalla del Ebro.
1938 XII – Ofensiva franquista en Cataluña.
1939 II – Ocupación de Cataluña.
1939 II – Ley de Responsabilidades Políticas.
1939 III – Golpe de Estado del coronel Casado y de Julián Besteiro.
1939 III – El ejército franquista entra en Madrid.
1939 IV – Finaliza la Guerra Civil.

Introducción al nacionalsocialismo


Este vídeo mezcla imágenes de «El triunfo de la voluntad» de la directora Leni Riefenstahl, con «Carmina Burana» del compositor Carl Orff. En concreto, las imágenes son de la celebración del Día del Partido en Nüremberg del año 1934, mientras que la música se compuso entre 1935 y 1936. Me he decidido a mezclar ambos trabajos para introducir la parte del temario referida al régimen nazi. En concreto, una vez visualizado en el aula, suelo hacer referencia a las siguientes cuestiones: el papel del líder, la obsesión de Hitler por el orden y la geometría, la puesta en escena, el culto a la muerte y la cuestión de los símbolos. Mi experiencia es que, después de ver estos cinco minutos y discutir los puntos a los que he hecho referencia, los alumnos afrontan de una manera distinta el estudio del tema.

 

La vida política británica durante el periodo de entreguerras


El Reino Unido entró, desde los años veinte, en una “dulce decadencia” que se confirmó al finalizar la II Guerra Mundial.

La conflictividad social no fue tan grave como en el continente: ni comunistas ni fascistas tuvieron un desarrollo significativo en el mapa político británico. Sólo se sucedieron cuatro jefes de Gobierno y seis equipos ministeriales, siendo la firma del Estatuto de Westminster (1931), que constituía la Commonwealth, uno de los principales acontecimiento.

Los problemas fundamentales del país eran la política económica y la posición ante el problema irlandés.

La situación económica se complico con los efectos de la “Gran Depresión». El desempleo se disparó a 2,5 millones de parados en 1930. La crisis obligó a constituir un Gobierno de unidad nacional, presidido por MacDonald con liberales y conservadores. En 1935, el Reino Unido había superado ya los efectos más negativos de la crisis económica.

El problema irlandés, donde una mayoría católica deseaba la independencia del Reino Unido, se arrastraba desde el siglo XIX. En 1918 se reconoció el principio de la libre determinación de las nacionalidades, reavivándose los afanes independentistas. El Gobierno británico, sin embargo, se negó a concederla.

Los independentistas se organizaron en un partido, el Sinn Féin (Nosotros Solos), y una milicia, el IRA (Irish Republic Army), cada vez más numerosa y activa. Tras diversas vicisitudes e intentonas armadas independentistas, en 1921 el primer ministro Lloyd George dividió la isla en dos.

En el norte, el Ulster, con mayoría anglicana, se mantenía como parte del Reino Unido. En las provincias del sur se creó un República independiente en calidad de dominio. Posteriormente rompería los lazos con Gran Bretaña y pasó a llamarse República de Irlanda o Eire.

A su vez, declaró que su territorio comprendía toda la isla, aunque sus leyes no podrían aplicarse, de momento, en el Ulster.

La política exterior II: nacimiento y muerte del Frente de Stresa


La reacción de las potencias europeas ante estos hechos fue la formación del Frente de Stresa (14 abril 1935), integrado por Francia, Gran Bretaña e Italia. Sin embargó, su condena se mostró ineficaz debido a la escasa fidelidad de sus componentes:

  • Gran Bretaña llegó a un acuerdo naval con Alemania (18 de junio). Este, a pesar de que recalcaba la superioridad británica, suponía un reconocimiento del rearme alemán.
  • El ataque italiano a Abisinia facilitó el acercamiento entre Benito Mussolini y Adolf Hitler, que acabaron por constituir el eje Roma-Berlín (1 de noviembre). Además, este se vio reforzado por la coincidencia de ambas potencias en su política exterior: Guerra Civil Española y tendencia anticomunista, plasmada en el Pacto Anti-Komintern del que también formaba parte Japón.

Bibliografía:

[1] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[2] Historia de un alemán; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2006.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] El mundo de ayer. Memorias de un europeo; Stefan Zweig – Barcelona – El Acantilado – 2002.

[5] Hitler: una biografía; Joachim Fest – Barcelona – Planeta – 2005.

[6] Historia social del Tercer Reich; Richard Grundberger – Madrid – Ariel – 1999.

La política exterior I: del revisionismo a la transgresión


Desde un principio, la conquista del “espacio vital” constituyó, por una cuestión de prestigio, uno de los fundamentos en la consolidación del régimen nacionalsocialista y en la preparación para una economía de guerra. Las rupturas de los tratados de posguerra eran vistas como victorias por parte de la Comunidad Nacional, que las secundaba mediante los sucesivos plebiscitos. Además, el Lebensraum constituía un paso necesario para el definitivo enfrentamiento con la Unión Soviética y, por tanto, la liquidación de la cuestión judía.

Las primeras manifestaciones del discurso revisionista alemán fueron las siguientes:

1. Abandono de la Conferencia de Desarme y salida de la Sociedad de Naciones el 14 de octubre de 1933:

(Adolf Hitler, discurso ante el Reichstag) “No formaremos parte de la Sociedad de Naciones, porque no creemos que sea una institución al servicio del derecho, sino más bien una organización para la defensa de la injusticia del Tratado de Versalles (…) Nos retiramos de la SDN porque, conforme a su origen y sus obligaciones, nos han negado el derecho a la igualdad de armamento y, por consiguiente, a la igualdad en la defensa”.

Con estas palabras, respaldadas ampliamente por el pueblo alemán, los nacionalsocialistas expusieron al resto de las naciones sus exigencias: querían pasar a formar parte del grupo de las grandes naciones, y tanto Versalles como la Sociedad de Naciones representaban un obstáculo en ls consecución de este fin.

2. Firma de acuerdos bilaterales.

3. Reincorporación del Sarre a la soberanía alemana (enero de 1935).

Las facilidades dadas por parte de las grandes potencias, la falta de respuesta de estas, envalentonaron a los nacionalsocialistas, que procedieron a pasar de la revisión de Versalles a su transgresión:

  • Creación de un ejército del aire –Luftwaffe– y restablecimiento del servicio militar obligatorio -organización de la Wehrmacht-.
  • Ocupación militar de Renania 7 marzo 1936.

Bibliografía:

[1] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[2] Historia de un alemán; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2006.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] El mundo de ayer. Memorias de un europeo; Stefan Zweig – Barcelona – El Acantilado – 2002.

[5] Hitler: una biografía; Joachim Fest – Barcelona – Planeta – 2005.

[6] Historia social del Tercer Reich; Richard Grundberger – Madrid – Ariel – 1999.

La consolidación del nacionalsocialismo X: el 0bjetivo del desempleo


Hacia 1938 el gobierno del Reich alcanzó finalmente su objetivo de acabar con el desempleo; y todo esto a pesar del crecimiento de la población activa durante esos años. Para llevar a cabo esa tarea, a lo largo de los cinco años anteriores se desarrollaron cuatro mecanismos:

  • Se les negó la inscripción en las oficinas de empleo a los funcionarios despedidos por razones políticas.
  • Se favoreció el abandono por parte de la mujer del mercado laboral mediante bonos, incentivos, préstamos y subsidios matrimoniales y maternales.
  • Se inscribió a los jóvenes en los Servicios de Trabajo del Reich.
  • Se reinstauró el servicio militar para los jóvenes desde marzo de 1935.

(Denis de Rougemont, Diario de Alemania) “Ciertamente, había que combatir el paro, pero, en la práctica, los muchachos que acaban de terminar el bachillerato se ven obligados a hacer seis meses de campo de trabajo, dos años de servicio militar, y a veces un año de Lehrakademie antes de entrar en la Universidad…”.

Bibliografía:

[1] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[2] Historia de un alemán; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2006.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] El mundo de ayer. Memorias de un europeo; Stefan Zweig – Barcelona – El Acantilado – 2002.

[5] Hitler: una biografía; Joachim Fest – Barcelona – Planeta – 2005.

[6] Historia social del Tercer Reich; Richard Grundberger – Madrid – Ariel – 1999.

[7] Diario de Alemania; Denis de Rougemont – Buenos Aires – Colección Sur – 1939.

La consolidación del nacionalsocialismo VIII: la política racial antisemita


La exclusión de los judíos de la Comunidad Nacional fue uno de los fundamentos de la ideología nazi. Estos eran portadores de ideas peligrosas -marxismo, democracia, internacionalismo…-, y por lo tanto eran parásitos muy dañinos para la comunidad. Se procedió a la sistemática persecución de este grupo, que estuvo siempre supeditada a la marcha de la política interior y exterior del Reich. En 1939, desde su exilio británico, Stefan Zweig nos describe la situación de los judíos en los territorios nazis, y la evolución del proceso de persecución:

(Stefan Zweig, El mundo de ayer) “Semana tras semana, mes tras mes, llegaban cada vez más refugiados, que parecían cada vez más pobres y más angustiados que los que les habían precedido. Los primeros, los que habían salido de Alemania con más premura, aún habían podido salvar la ropa, las maletas y los enseres de la casa y muchos incluso algún dinero. Pero cuanto más tiempo habían confiado en Alemania, cuanto más les había costado desprenderse de su amada patria, más severamente habían sido castigados. Primero les quitaron la profesión, les prohibieron la entrada en los teatros, cines y museos, y a los investigadores, el acceso a las bibliotecas: seguían allí por fidelidad o pereza, por cobardía u orgullo. Preferían ser humillados en su patria a humillarse como pordioseros en el extranjero. Luego se les privó del personal de servicio y se les quitó las radios y los teléfonos de las viviendas; después, las viviendas mismas; a continuación se les obligó a llevar pegada la estrella de David, para que todo el mundo los reconociera, los evitara y escarneciera en la calle como a leprosos, expulsados y proscritos”.

Podemos distinguir dos grandes fases dentro de la persecución racial: primero discriminación y exclusión, y después desaparición y exterminio. Sin embargo, procederemos al estudio cronológico de la misma sin detenernos a clasificar en que fase hemos de encuadrar cada hecho:

1933. Boicot a su negocios, jubilación forzosa de funcionariado semita, limitación del porcentaje escolar y universitario correspondiente a este grupo. Así anunciaba el boicot a los negocioa judíos el diario oficial del partido…

(Völkischer Beobachter, 30 de marzo de 1933) “El 1 de abril, al toque de las diez, empieza el boicot a todos los negocios, médicos y abogados judíos. Los judíos han declarado la guerra a 65 millones de personas, ahora van a ser golpeados donde más les duele”.

…y así lo vivió Sebastian Haffner:

(Sebastian Haffner, Historia de un alemán) “El primer acto intimidatorio fue el boicot impuesto a los judíos el primero de abril de 1933 (…) En los días siguientes se tomaron medidas complementarias: todos los negocios arios debían despedir a los empleados judíos. A continuación: todos los negocios judíos debían hacer lo propio. Sus dueños estaban obligados a seguir pagando los sueldos y salarios de sus empleados arios mientras los negocios permaneciesen cerrados a causa del boicot. Dichos propietarios tenían que retirarse totalmente y solicitar la presencia de gerentes arios… Al mismo tiempo comenzó la campaña informativa contra los judíos”.

1935. Exclusión de la oficialidad y del servicio militar, y disposiciones de Nuremberg (negación de la ciudadanía y prohibición de los matrimonios mixtos).

1938. Expulsión de las actividades económicas –incluía la confiscación de estos bienes-, arrestos masivos durante la noche del 9 al 10 de noviembre –Noche de los cristales rotos-, e internamiento en campos de concentración.

Este amplia represión escondía un triple objetivo:

  • Avivar el clima psicológico de lucha.
  • Excluir a los judíos de la esfera económica.
  • Nutrir las arcas del Estado.

En definitiva, el problema de la pureza racial, y especialmente la cuestión del antisemitismo, fue uno de los pilares básicos de la ideología nacionalsocialista. Sin embargo, pronto fueron conscientes los líderes nazis de que este objetivo tenía que ser llevado a cabo de manera progresiva, por medio de pequeñas medidas que pudieran ser digeridas por la sociedad sin levantar grandes protestas. Así arrancó un proceso que, a base de agresiones bien calculadas, acabó llevando a los judíos a los campos de exterminio.

Bibliografía:

[1] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[2] Historia de un alemán; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2006.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] El mundo de ayer. Memorias de un europeo; Stefan Zweig – Barcelona – El Acantilado – 2002.

[5] Hitler: una biografía; Joachim Fest – Barcelona – Planeta – 2005.

[6] Historia social del Tercer Reich; Richard Grundberger – Madrid – Ariel – 1999.

La dictadura franquista (1939-1975)

1. Introducción.

La historia política de España durante el periodo 1939-1975 presenta una característica constante: la dictadura personal del general Francisco Franco. Si analizamos el poder que se le otorgaba, comprobaremos que este poseía el alto mando supremo del Ejército y los dos poderes políticos básicos: legislativo y ejecutivo. De esta forma, Franco podía hacer las leyes, aprobarlas, promulgarlas y, al mismo tiempo, controlar su aplicación.

A lo largo del periodo 1939-1975, Franco gobernó el país de acuerdo con sus peculiares ideas políticas:

– En primer lugar, tenía una obsesión propia de su formación militar: el mantenimiento del orden público.

– A esto habría que añadir un nacionalismo español exacerbado , del cual derivaba una concepción absolutamente unitaria y centralista del Estado español.

– Creía, además, en un catolicismo tradicional muy arraigado, en el cual debía basarse todo el sistema de valores de la sociedad española.

– Finalmente, hemos de destacar su militancia anticomunista, que serviría, a su vez, de motivación para el alzamiento de 1936.

En un periodo que duró casi cuarenta años, el país experimentó importantes cambios en todos los aspectos: político, cultural, social y económico. Analizando estos cambios, podemos dividir la época franquista en varias etapas:

– Etapa “azul” o fascista (1939-1943).

– Etapa de transición: del inmovilismo a las grandes transformaciones (1944-1957).

– Etapa de gran desarrollo económico y social (1958-1970).

– Etapa de crisis política del régimen (1971-1975).

2. La evolución interna del régimen.

Etapa “azul” o fascista (1939-1943).

La fuerza política dominante durante el primer periodo fue la Falange, que tenía muchas similitudes con los otros partidos fascistas europeos. El 19 de abril de 1937, Franco había decretado la unificación en un solo partido de falangistas y requetés, formando FET y de las JONS. La nueva fuerza política tenía que convertirse en algo parecido al partido único típico de los regímenes fascistas.

El nuevo partido proporcionó la ideología básica del régimen franquista y una parte importante de su personal político en el periodo 1939-1943. Con todo, hay que advertir que la nueva Falange perdió su autonomía política. Así, al finalizar la Guerra Civil, Franco controlaba FET de las JONS, prueba de ello es que situase al frente a su cuñado, Ramón Serrano Suñer.

Las ideas de Falange se convirtieron en la base de la ideología política que el régimen franquista difundió por toda España en el periodo 1939-1943. Dos documentos resumen la ideología franquista en esta etapa: los 27 Puntos de Falange, elaborado en 1934 como programa del partido, y el Fuero del Trabajo, de 1938.

Además, se hacía uso frecuente de las manifestaciones y los signos externos típicos de todos los regímenes fascistas: concentraciones de masas, uniformes, gestos, eslóganes… A partir de 1943, toda esa liturgia fascista se fue evaporando a medida que los aliados empezaron a perfilarse como vencedores de la II Guerra Mundial.

El nuevo Estado español creado por Franco era rígidamente unitario y centralizado. Desparecieron los Estatutos de Autonomía aprobados por la República, y cualquier decisión política tenía que salir del Consejo de Ministros, presidido por el propio Franco.

Al terminar la guerra se extendió por todo el país el sistema de represión instaurado durante la contienda en la zona ocupada por los sublevados. Los tribunales militares continuaron juzgando y condenando a los acusados de toda clase de delitos políticos. La legislación que se aplicaba en esos caso era la Ley de Responsabilidades Políticas de 1939.

Los tribunales militares dictaban sentencias que acarreaban a los condenados penas de cárcel o condenas a muerte. El número de ejecuciones realizadas en todo el territorio español en la posguerra no ha sido evaluado con exactitud, pero los historiadores las sitúan entre las 30.000 y las 50.000.

En lo que se refiere a las penas de cárcel, se considera que en abril de 1939 ya eran 100.000 las personas encarceladas. Esta cifra ascendía a 270.000 a finales de ese año.

En el periodo 1939-1943, la política social del régimen franquista fue dirigida por los falangistas, que aspiraban a aplicar sus teorías nacionalsindicalistas.

Al terminar la Guerra Civil, el Gobierno tuvo que emprender inmediatamente la reconstrucción económica del país. La situación era muy difícil, ya que los niveles de producción de 1939 eran muy inferiores a los de 1935.

El Gobierno de Franco programó una política económica autárquica basada en un rígido control de la actividad económica por parte del Estado y en la reducción radical de los intercambios económicos.

En el periodo  1939-1946, los resultados de esta política económica fueron absolutamente negativos. Pronto se pudo comprobar que la idea en que se basaba el sistema era solamente un eslogan propagandístico muy alejado de la triste realidad. Ni la producción industrial ni la agraria lograron alcanzar los niveles de producción de 1935 hasta los años 50.

Los falangistas se limitaron a regular, a su manera, las relaciones entre los empresarios y los trabajadores. En primer lugar, se suprimieron los sindicatos obreros y el Gobierno creó unos sindicatos verticales de los que formaban parte tanto empresarios como trabajadores. Todos estos nuevos sindicatos constituían la Central Nacional Sindicalista (CNS), controlada rígidamente por el Gobierno a través del ministros Delegado de Sindicatos.

En esta etapa, el Gobierno fijaba, por decreto, el valor de los salarios en cada rama de la producción. Además, los trabajadores no podían declararse en huelga, que era siempre ilegal. Por su parte, los empresarios tenían muchas dificultades para despedir a sus empleados.

A partir de 1941 el ministro de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco, un falangista de la etapa anterior a 1936, empezó a desarrollar un sistema de seguridad social. Así se creó el Seguro Obligatorio de Enfermedad (1943) y, en años posteriores, los seguros de invalidez, accidentes laborales, paro y vejez. Esta primera etapa de creación de la Seguridad Social se alargó hasta 1957.

Del inmovilismo a las primeras transformaciones (1944-1957).

A partir de 1943 el régimen franquista se apresuró a arrinconar todos los signos políticos fascistas que lo habían caracterizado desde 1939. Esta “desfascistización” hubiera podido desembocar en un sistema político similar al que se estaba imponiendo en la Europa Occidental. Sin embargo, eso no fue posible porque Franco seguía manteniendo su firme oposición a la democracia liberal.

En 1945, el régimen sufrió una serie de retoques –operación de maquillaje-, destinados a demostrar que se respetaban los derechos políticos propios de los sistemas democráticos. El resultado final fue la creación de una especie de híbrido político que recibió el nombre de “democracia orgánica”.

Por otra, para que quedara bien claro cuál era el tipo de democracia que tenían los españoles, se publicó en 1958 un documento, la Ley de Principios del Movimiento. En ella se definían claramente las bases políticas del sistema franquista.

Desde 1943 algunos grupos monárquicos españoles empezaron a actuar. Se trataba de partidarios de don Juan de Borbón que había heredado de su padre, el rey Alfonso XIII, los derechos a la Corona de España. Tras varios desencuentros, donde destaca el Manifiesto de Lausana hecho público por don Juan, en marzo de 1948, se pactó que el príncipe Juan Carlos se trasladara a España para continuar sus estudios.

Un año antes, en julio de 1947, el Gobierno había sometido a referéndum la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, que fue aprobada.

Entre 1943 y 1951 se produjeron pocas modificaciones en el panorama de miseria que había caracterizado la etapa anterior. Las estadísticas reflejan un estancamiento de la renta nacional, que no logró alcanzar los niveles de 1935.

En los años siguientes la situación económica del país experimentaría un leve mejora. Esta fue consecuencia, en gran medida, de la fundación del INI y la llegada de la ayuda norteamericana logró acabar con la situación de miseria que vivía el país.

La gran transformación del país (1958-1970).

Las dificultades que, a partir de 1956, se fueron acumulando en el campo de la economía provocaron otra modificación en la política económica del régimen franquista.

De esta manera, a partir de 1957, un grupo de nuevos ministros, los llamados tecnócratas, tomaron en sus manos el control de la política económica de España. A lo largo de la década de 1960 los políticos tecnócratas serán los encargados de dirigir la economía del país.

Franco había formado en 1957 un nuevo Gobierno en el cual dos personalidades destacadas de este grupo ocuparon dos carteras básicas en el área económica. Estas fueron la de Comercio, desempeñada por Alberto Ullastres, y la de Hacienda, a cuyo frente se situó a Mariano Navarro Rubio.

Los nuevos ministros elaboraron un Plan de estabilización Económica, que consideraban imprescindible para asentar sobre una base sólida el proceso de crecimiento económico que se quería iniciar.

El Plan de Estabilización fue aprobado por el Gobierno el 21 de julio de 1959. Mediante este decreto se impusieron una serie de medidas básicas para orientar la economía del país, entre las que destacaban:

– Reducción del excesivo gasto estatal; esto implicó restricciones en la concesión de créditos y congelación de los salarios.

– Desaparición progresiva de los controles del Gobierno sobre las actividades económicas.

– Apertura de la economía española a los mercados exteriores aumentando las facilidades para la realización de exportaciones.

La finalidad última de esta operación de política económica era poner en contacto la economía española con la internacional.

Como consecuencia de estas medidas, a lo largo de los años 60, la economía española entró en una etapa de fuerte crecimiento. Este fue más notable en algunas regiones del país, las denominadas regiones industriales: el País Vasco, Cataluña y Valencia. A su vez, algunas ciudades como Madrid, Burgos, Valladolid, Zaragoza, Vigo, La Coruña, Huelva y Sevilla se convirtieron en importantes núcleos de desarrollo.

En el periodo 1957-1970 la población española pasó de 29.784.019 habitantes a 34.032.801.vEn diez años el aumento de población había sido superior al que se había registrado en los veinte transcurridos entre 1940 y 1960, evaluado en sólo dos millones. Semejante modificación del ritmo de crecimiento demográfico fue debido, básicamente, a la disminución de los índices de mortalidad.

La segunda característica demográfica de este periodo fue la gran movilidad de la población.vLas migraciones de los años 60 resultaron verdaderamente espectaculares. Se trataba, en primer lugar, de la emigración de los trabajadores que se trasladaron a los distintos países de Europa Occidental. Entre 1963 y 1973 salieron de España casi un millón de personas que iban a trabajar a Francia, Alemania y Suiza.

Pero el fenómeno más impresionante al respecto fue el de las migraciones internas.vEstas pusieron en movimiento una gran cantidad de españoles que abandonaban su región de origen para ir a establecerse en zonas industrializadas.

El crecimiento de los años 60 provocó una profunda transformación de la sociedad española, que pasó de ser predominantemente rural a convertirse en urbana en apenas dos décadas. La urbanización de buena parte de la población fue una consecuencia de la modificación de la actividad económica.

Una sociedad urbanizada suele ser, normalmente, una sociedad más alfabetizada que una sociedad rural. Efectivamente, a lo largo de los años 60 el nivel educativo de la población española se fue aproximando al de los otros países de la Europa Occidental.

La crisis del régimen franquista (1971-1975).

A lo largo de esta etapa se sucedieron tres Gobiernos que tuvieron que afrontar los problemas propios de un sistema que cada vez encontraba más dificultades para mantener la vida política del país dentro del marco del régimen.

En la formación del primero de ellos, consecuencia de la implicación de varios ministros en el “caso Matesa”, destaca la figura del almirante Carrero Blanco, nombrado vicepresidente. La importancia de este nombramiento residía no sólo en el cargo, sino en los poderes que adquiría como consecuencia del deterioro de la salud del general Franco.

En esta situación, Carrero Blanco era el hombre encargado de mantener en pie el espíritu y las formas del sistema franquista.

No obstante, el empeoramiento de la salud de Franco parece que fue el elemento determinante de la operación política que se realizó en junio de 1973. Por primera vez, Franco abandonó la jefatura del Gobierno, entregándosela al almirante Carrero Blanco. Este empezó su actuación excluyendo de su Gobierno a las personalidades del ejecutivo anterior que se habían manifestado partidarias de la transformación del sistema.

Sin embargo, los proyectos de Franco y de Carrero fueron truncados por un atentado, reivindicado por ETA, que costó la vida al almirante el día 20 de diciembre de 1973.

Después de la muerte de Carrero, la única preocupación de Franco, incapaz ya de elaborar nuevas estrategias políticas, parecía ser el mantenimiento del orden público. Así se explica que nombrara jefe de Gobierno a Carlos Arias Navarro, que había sido ministro de la Gobernación en el Gobierno presidido por Carrero Blanco.

El Gobierno de Arias Navarro se encontró con problemas cada vez más graves, a lo que se añadía que la salud de Franco empeoraba. Finalmente, en la madrugada el 20 de noviembre de 1975, el general Francisco Franco moría en Madrid.

3. La política exterior.

La política internacional del periodo 1939-1943.

Al comienzo de la II Guerra Mundial, como consecuencia del apoyo germano-italiano recibido durante la Guerra Civil, el Gobierno español empezó a recibir presiones de ambos países, que le pedían alguna clase de apoyo.

En un primer momento, el ministro español de Asuntos Exteriores, Juan Beigbeder, pudo mantener la neutralidad. Pero pronto la presión de Alemania le obligó a para a la no beligerancia. A partir de ese momento se fueron imponiendo, en el Gobierno español, los partidarios de adoptar una actitud más favorable hacia el Gobierno alemán.

En octubre de 1940 Serrano Suñer sustituyó a Beigbeder al frente de Exteriores, iniciándose así una etapa de colaboración con Alemania que se alargó hasta 1943. Al parecer Hitler contaba con la intervención española en la guerra para realizar un proyecto militar: el cierre del estrecho de Gibraltar a los barcos británicos. Sin embargo, la entrevista entre Hitler y Franco, celebrada en Hendaya en octubre de 1940, no dio los resultados que el Führer esperaba.

Cuando en 1941 se produjo el ataque alemán a la URSS, Franco vio la oportunidad de ofrecer su apoyo a Alemania. Se creó un cuerpo de voluntarios españoles, la División Azul, para ir a luchar al frente ruso al lado de los alemanes.

Sin embargo, en otoño de 1942 la situación militar de Alemania empezó a deteriorarse. A partir de ese momento el Gobierno español inició, tímidamente, su distanciamiento de los alemanes. En septiembre de 1943 Serrano Suñer fue sustituido por el conde de Jordana al frente de Exteriores. A su vez, se retornó a la situación diplomática de neutralidad, mientras los combatientes de la División Azul volvían a España.

El bloqueo internacional del régimen franquista (1945-1948).

La victoria de los aliados sobre Alemania, Italia y Japón desencadenó una fuerte oposición internacional contra los gobiernos que habían ofrecido algún tipo de apoyo a los vencidos.

Esta oposición internacional se abatió, entre 1946 y 1948, sobre el régimen político español. La ofensiva empezó en enero de 1946, con una nota oficial de los gobiernos de los EE.UU., Gran Bretaña y Francia, en la que se rechazaba la legitimidad del régimen español. A su vez, en el documento se manifestaba la esperanza de que la oposición interior al régimen lograra cambiar el sistema político de España.

Esta declaración se vio confirmada solemnemente en la ONU cuando, el 13 de diciembre de 1946, la Asamblea General condenó el régimen español. También se recomendaba a los países miembros retirar su embajada de Madrid.

La presión internacional adoptó pronto un nuevo aspecto: el bloqueo económico. Sólo algunas excepciones, como la Argentina gobernada por el general Perón, dieron un pequeño respiro a la economía española al proporcionarle el trigo que necesitaba urgentemente.

Franco reaccionó con dureza ante esta ofensiva internacional. La propaganda franquista, que adoptó tonos de un nacionalismo exaltado, supo presentar esta presión como un atentado intolerable a la dignidad y a la soberanía del pueblo español. Una gran manifestación, convocada en Madrid en diciembre de 1946, representó el punto culminante de esta campaña propagandística.

La Guerra Fría y el viraje de la política internacional (1948-1955).

A partir de 1948, la situación internacional dio un vuelco espectacular: empezó la Guerra Fría, con los EE.UU. y la URSS como protagonistas. Por este motivo, a partir de ese año, la política exterior norteamericana se basó en un anticomunismo radical, siendo su objetivo conseguir aliados seguros.

El régimen español fue integrándose en el bando de los países liderados por los EE.UU. y, poco a poco, se fueron sucediendo una serie de hechos significativos:

– En octubre de 1950 la ONU levantaba su veto contra el régimen político español.

– En el año 1951 España empezaba a integrarse en algunos organismos dependientes de la ONU, empezando por la FAO.

– En 1953 se firmaban los acuerdos entre el gobierno español y el de EE.UU.

– Finalmente, en el año 1955 España ingresaba en la ONU como miembro de pleno derecho.

4. La oposición al Régimen.

Conflictos y reivindicaciones.

A lo largo de los años 60 se fue extendiendo entre los estudiantes universitarios un fuerte movimiento de oposición política al régimen franquista. A principios de la década, los dirigentes del SEU, que era el sindicato oficial de los universitarios, aceptaron que algunos de sus cargos fueran elegidos por los estudiantes. Pronto se pudo comprobar que resultaban elegidos los estudiantes más críticos con el régimen franquista.

El paso siguiente de este movimiento de contestación en la Universidad fue el rechazo del SEU y el inicio de los incidentes dentro de los recintos universitarios a partir del año 1962. En 1965 ya se concretó, en las Universidades de Madrid y de Barcelona, el intento de crear un Sindicato Democrático de Estudiantes. Este hecho marcaría el inicio de un periodo de agitación endémica en la Universidad.

Fuera del ámbito universitario cabe destacar los movimientos contestatarios protagonizados por los trabajadores. La tímida apertura del Gobierno que, desde 1954, había autorizado la elección de representantes sindicales por parte de los trabajadores, tuvo como consecuencia la rápida transformación de panorama sindical.

En 1958 el Gobierno promulgó la Ley de Convenios Colectivos, por la cual se aceptaba claramente que la negociación sobre salarios y condiciones de trabajo la realizarían: Los representantes de los trabajadores, aún encuadrados dentro del sindicato oficial, junto con los empresarios. Pero a partir de ese momento, cada una de las negociaciones, una para cada sector, empezó a ir acompañada de una oleada de conflictos.

En septiembre de 1962 se aprobó la Ley de Conflictos Colectivos. En ella se aceptaba, por primera vez, que pudieran existir en España huelgas que no fueran ilegales, aunque se tomaron las precauciones para restringirlas al máximo.

Durante la huelga de 1962 se produjeron una serie de hechos que iban a modificar a fondo el panorama sindical del país. Para organizarla se habían creado en algunas poblaciones unas comisiones de obreros encargadas de dirigir el proceso. Una vez finalizada la huelga, alguna de estas comisiones no se disolvieron, llegando a formar con el tiempo Comisiones Obreras (1964).

A lo largo de la década siguiente la agitación iniciada en los años 60 no sólo no se redujo, sino que fue en aumento. En la Universidad los conflictos se convirtieron en algo endémico. Se trataban siempre de problemas de raíz política que degeneraban en una agitación permanente. El Gobierno ya no sabía cómo atajarla; la medida más frecuente consistía en mantener cerradas las aulas universitarias durante largos periodos de tiempo.

Por su parte, el movimiento de reivindicación de los trabajadores, dirigido normalmente por CCOO, iba también en aumento. Las huelgas, que raramente podían ser consideradas legales, acarrearon en 1968 la pérdida de 4,5 millones de jornadas de trabajo, para ascender, en 1974, a 44 millones.

Los grupos políticos de la oposición.

A partir de 1960 algunas personalidades de ideología liberal y democratacristiana que residían en España, empezaron a manifestar su oposición al régimen franquista. Además, se declaraban partidarios de la implantación de un régimen de democracia liberal parlamentaria en España. Algunas de estas personalidades –Gil Robles, Álvarez de Miranda, Joaquín Satrústegui– se reunieron en Munich (junio de 1962) con miembros de la oposición que estaban exiliados. El Gobierno llamó a esta reunión “El Contubernio de Munich”.

Dentro de la ideología socialista existían grupos y tendencias muy variados:

Dionisio Ridruejo, un falangista de los primeros tiempos, fundó en esa época un grupo, Acción Democrática, de tendencia socialdemócrata.

– La dirección del PSOE seguía establecida en el exilio, pero en el interior del país se organizaban grupos de militantes que, con el paso del tiempo, adquirieron más importancia.

– En Cataluña existía un grupo de ideología socialista, el MSC (Moviment Socialista de Catalunya) que había sido creado en el Sur de Francia en el año 1945.

En los años 60 los comunistas se agrupaban en el PCE (Partido Comunista Español). Este partido, dirigido desde el exilio por personalidades nuevas, como su secretario general Santiago Carrillo, realizó en este periodo una constante labor de penetración en la sociedad. Ya en la década de 1950 habían modificado su mensaje: abandonaron la Guerra Civil y la revancha para embarcarse en un proyecto de reconciliación nacional.

No obstante, a partir de 1973, surgieron a la izquierda del PCE grupos radicalizados que preconizaban la lucha armada y practicaban el terrorismo (fenómeno similar al alemán o al italiano). Entre estos destacaban FRAP (Frente Revolucionario Antifascista Patriótico) y los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre).

Los comunistas catalanes de esa época se agruparon, a su vez, en el PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya), totalmente controlado por el PCE.

En el País Vasco subsistía el PNV como máximo representante de la ideología nacionalista. Su dirección estaba en el exilio, donde mantenía el Gobierno vasco.

A partir de 1959 algunos grupos de jóvenes nacionalistas comenzaron a distanciarse del PNV por considerarlo demasiado moderado. De estos grupos iba a surgir ETA (Euzkadi Ta Askatasuna: Euskadi Patria y Libertad) en 1962. Los miembros de ETA se inclinaron por una ideología socialista y, a partir de 1968, iniciaron la “lucha armada” contra el Estado español.

5. Conclusiones.

En la década de 1960, se produjo en España una profunda transformación económica y social. El país que, en 1939, era predominantemente rural y agrario, se convirtió en urbano e industrial durante ese periodo.

El principal motor del cambio fue el proceso de industrialización, que produjo un aumento de la producción industrial y del número de trabajadores del sector secundario. Estos trabajadores procedían en buena parte del mundo rural y acudían a las ciudades más industrializadas con el fin de mejorar su nivel de vida.

En paralelo a esta transformación económica, empezaron a surgir reivindicaciones sociales y posturas críticas en los sectores obreros y en el mundo universitario.

Al mismo tiempo, el propio régimen franquista, incapaz de adaptarse a los cambios que se estaban produciendo, encontraba cada vez más dificultades para ser aceptado.

En el periodo comprendido entre 1969 y 1975, el franquismo vivió una larga agonía, provocada por la evolución económica, social y cultural del país, así como por los deseos de apertura política que mostraba la población. Al mismo tiempo, la salud del dictador se deterioraba a marchas forzadas: era evidente que, sin la presencia de su arquitecto y cabeza omnipresente, era imposible mantener el régimen.

Así, la muerte del general Franco puso fin a una dictadura que a lo largo de la última década había mostrado claros síntomas de agotamiento: se abría la puerta a un periodo de transición a la democracia.

Los historiadores y el cine

Seamos francos y admitámoslo: los films históricos molestan y preocupan a los historiadores profesionales, lo vienen haciendo desde hace mucho tiempo. Veamos las palabras del profesor Louis Gottschalk de la Universidad de Chicago, en 1935, al presidente de la Metro-Goldwyn-Mayer: «Si el arte cinematográfico va a inspirarse tan a menudo en el pasado, debe adecuarse a los patrones y al alto ideal de rigor exigido en la ciencia histórica. Ningún film histórico debería ser exhibido sin que un historiador de valía haya tenido la oportunidad de revisarlo antes».

¿Cómo calificar esta carta? ¿Enternecedora? ¿Una ventana que nos permite vislumbrar el ingenuo mundo que imaginaba que Hollywood podía preocuparse por un «alto ideal»? Pero si esta actitud parece anticuada, su propuesta no. Aún hay muchos historiadores que afirman o piensan lo mismo. «Dadnos a los historiadores la oportunidad de criticar o revisar los guiones y seguro que la pantalla nos ofrecerá mejores relatos históricos.

Robert A. Rosenstone, El pasado en imágenes. El desafío del cine a nuestra idea de la historia, p. 43.

Un techo y cuatro paredes donde cobijarse


Una vez agotado el ámbito de la alimentación, el libro aborda otro de los aspectos fundamentales para las personas de la época: ¿dónde dormir? La vivienda, y más en concreto las dificultades económicas de los desempleados para costearse una, es la cuestión que trata Díez Espinosa en el último epígrafe de este tercer capítulo. Así nos narra el autor las dificultades de algunos personajes de El día del juicio en torno a esta cuestión: “Además, los Trent no eran los únicos inquilinos que habían dejado de pagarle la renta. También los O´Connell, del tercer piso, estaban en dificultades y llevaban ya tres meses sin pagar un centavo a Lonigan. El señor O´Connell había sido siempre un hombre serio y puntual en los pagos, pero las cosas iban mal en sus negocios y había perdido casi todos sus bienes (…) Por ingrata que fuera la decisión, Martin Lonigan debía comunicar a los Trent y a los O´Connell que abandonaran inmediatamente el inmueble”.

Las páginas dedicadas al “¿dónde dormir?” están divididas en tres apartados: Entre el desahucio y el hacinamiento; La arquitectura del desempleo: colonias, campamentos y hoovervilles; y Las rutas de los sin techo. En el segundo de ellos encontramos un cuadro de George Orwell con algunas anotaciones relativas a viviendas del norte de Inglaterra. En concreto son los hogares que se describen son los siguientes: casa en Greenough´s Row (Wigan), casa en la calle Peel (Barnsley), casa en Thomas Street (Sheffield), y casa en Mapplewell (pequeño pueblo minero). En el epígrafe dedicado a los sin techo encontramos una fotografía con el siguiente pie de foto: “Una cuerda garantiza la estabilidad y el descanso nocturno de los desempleados”. En ella podemos ver a cinco hombres dormidos cuyas respectivas cabezas descansan, dependiendo del caso, en el hombro de un compañero o en una cuerda.

En el ámbito literario, hemos de destacar las referencias a El día del juicio, de James T. Farrell; El camino a Wigan Pier y Sin blanca en París y Londres, de George Orwell; Adios a Berlín, de Christopher Isherwood; ¿Y ahora qué?, de Hans Fallada; La peste parda. Viaje por la Alemania nazi, de Daniel Guérin; La muchacha de seda artificial, de Irmgard Keun; Las uvas de la ira, de John Steinbeck; Los buenos camaradas, de John Boynton Priestley; y Waiting for Nothing, de Tom Kromer. Tras esta enumeración de obras y autores, coincidirán conmigo en calificar de sorprendente el control que el autor tiene sobre el mundo de la novela de entreguerras. Sin embargo, la riqueza documental de estas páginas no termina ahí: abundan las referencias a estudios teóricos y a obras cinematográficas. Dentro del primer grupo nos encontramos con The Tenant Movemente in New Cork City 1904-1984, trabajo de R. Lawson publicado en Rutgers University Press; The Tenements of Chicago 1908-1935, de Edith Abbot y Sophonisba Preston Breckinridge para la University of Chicago Press; La Gran Depresión, de Jen Heffer; La crise des societés impériales. Allemagne, France, Grande-Bretagne 1900-1940 de Christophe Charle; Von drei Millionen drei; y La democracia en Alemania. Historia y perspectivas. En lo que se refiere al cine, cabe destacar Our Daily Bread de King Vidor, y Kuhle Wampe de Slatan Dudow.

Bibliografía:

[1] El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 2006.