Ahora que termina el curso, creo que es buen momento para reflexionar sobre la experiencia flipped learning que he desarrollado en los últimos cinco meses. Por ese motivo, presento aquí un artículo sobre el alumnado, que será el primero de varios textos que iré publicando a lo largo de este mes.
Antes de empezar a explicar qué ha supuesto para los estudiantes la irrupción de la “clase del revés” en su día a día, es preciso aclarar una cuestión: esta entrada se escribe desde el punto de vista del profesor; es decir, recoge únicamente mi percepción. Más adelante, cuando haya realizado la encuesta docente, estaré en situación de escribir un artículo con sus opiniones.
El primer aspecto a tener en cuenta es la recepción que tuvo entre el alumnado, allá por el mes de febrero, mi propuesta de cambio:
Como es de suponer, la primera reacción fue de sorpresa, cierta incredulidad y, por qué no decirlo, una ligera sensación de que al profesor “se le había ido la pinza”. Ahora bien, como estaba convencido de la necesidad de implantar el método flipped learning, nada de eso me detuvo. Mis estudiantes percibieron entonces que iba en serio y que no había vuelta atrás, así que aceptaron mi propuesta.
Es interesante señalar que los más reticentes al cambio fueron los estudiantes con mejores calificaciones. Puede parecer curioso, pero tiene su lógica: como les va bien en el sistema tradicional, temen perder esa situación privilegiada con el nuevo modelo. Evidentemente, eso no sucede pues, como leí recientemente en un entrevista a Jonatham Bergmann, los buenos alumnos sacan buenas notas con cualquier sistema.
En segundo lugar, compararé los resultados obtenidos en el último examen antes de pasar al modelo flipped learning con uno de los que he realizado a lo largo del tercer trimestre:
Como se puede observar en las imágenes que adjunto, la diferencia entre uno y otro es de 1.15 puntos de media a favor del nuevo sistema. Puedo asegurar que esa mejoría se observa también en las restantes pruebas realizadas desde el mes de febrero.
*Puede que las bajas calificaciones de ambas estadísticas sorprendan a los lectores. Al respecto hay que señalar el bajo nivel de esos grupos de 2º de ESO. Esto no se refleja únicamente en las notas de Ciencias Sociales, sino también en las demás asignaturas.
Por tanto, al menos en mi caso, el cambio ha contribuido a la subida de las calificaciones. Ahora bien, es necesario señalar que eso no ha afectado igual a todos los grupos de alumnos:
- Como comentaba más arriba, los resultados de los buenos estudiantes apenas han cambiado. Si con el modelo tradicional sus notas estaban por encima del 7, con flipped learning apenas han subido 0.5 su media.
- Los alumnos que estaban antes entre el 3 y el 6 son los que experimentan una mayor mejoría. En concreto, los miembros de este grupo suben más de 1.5 puntos su media.
- Por último, los resultados académicos de aquellos que estaban por debajo del 3 apenas varían.
Es necesario señalar que, durante el segundo trimestre, la mejoría de este último grupo se situó entre 1 y 1.5 puntos. Sin embargo, esa tendencia se truncó cuando muchos de ellos decidieron que el curso próximo dejarían la secundaria para hacer una Formación Profesional Básica.
Una vez descrita su reacción inicial y los resultados académicos obtenidos, dedicaré la parte final del artículo a abordar otros aspectos relacionados con los cambios experimentados en el campo de la motivación.
Desde mi punto de vista, el modelo de la “clase del revés” ha contribuido a convertir las Ciencias Sociales de 2º de ESO en una asignatura más llevadera para los alumnos. Esto se debe, tanto al papel activo que los estudiantes adquieren en el aula, como al carácter lúdico –gamificación– de algunas de las tareas realizadas. Y, lo más importante: no ha ido en perjuicio de su aprendizaje, sino todo lo contrario.
Además, el modelo flipped learning me ha permitido desarrollar una serie de actividades en el aula que, de no haber “despejado” la explicación a YouTube, jamás hubiera podido hacer por falta de tiempo.
Terminaré con algo anecdótico: los alumnos de 13 y 14 años perciben al profesor como un Youtuber.
Quizá sea por la edad o por las nuevas tendencias de entretenimiento que se han generado en torno a internet, pero es la realidad. Con independencia de la mejoría experimentada y de que las clases sean más amenas, mis estudiantes no terminan de comprender qué es el modelo flipped learning.
Entienden que, por el hecho de subir vídeos a YouTube, mi objetivo es ganar dinero con eso y convertirme en alguien con muchos suscriptores. La verdad, aunque siempre se agradece que tus vídeos tengan muchas visualizaciones, mi objetivo –y el de todos los profesores que grabamos nuestras lecciones- está bastante alejado de eso.
No sé si les pasará a otros docentes que utilicen la metodología de la “clase del revés”, pero a mí me cuesta horrores explicar a mis alumnos que el éxito no está en el número de suscriptores, sino en las satisfacciones que me da esta manera de trabajar y esa subida de 1.15 puntos en sus medias.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...