La crisis del sistema liberal italiano y el ascenso del fascismo


La I Guerra Mundial, en la que Italia participó del lado de la Triple Entente, agravó las tensiones nacionales, sociales y políticas del régimen liberal italiano. Los tratados de paz de 1919 no habían concedido a Italia las promesas territoriales que los aliados le habían hecho en 1915 por le Tratado de Londres. La sensación de una “victoria mutilada” provocó la indignación de los sectores nacionalistas.

En este ambiente de exaltado nacionalismo, los arditti, jóvenes excombatientes ultranacionalistas, dirigidos por el poeta D´Annunzio, ocuparon Fiume en 1919. No obstante, ante la falta de apoyo del gobierno italiano, se vieron obligados a abandonarla en 1921.

Pronto Mussolini supo capitalizar a favor del naciente fascismo esa sensación de frustración general contra los políticos italianos. La crisis económica, precedida por una grave crisis inflacionista, sumió a la economía italiana en graves dificultades a raíz de la reconversión posbélica de 1920-1921. La agitación social tuvo su origen en el alza del coste de la vida y el número de parados.

Esta situación afectó especialmente al proletariado y al campesinado.

En 1920 se produjo la ocupación de fábricas por los obreros y de tierras por los campesinos, cuyos ánimos estaban exaltados por las noticias que llegaban de Rusia. La crisis del viejo sistema de monarquía constitucional y liberal basado en el turno entre los partidos tradicionales: conservadores y liberales.

Las causas del desmoronamiento del sistema fueron:

  • El auge de los socialistas, a los que empezaba a resultar difícil excluir de los centros de poder.
  • El rechazo de los católicos al régimen liberal como consecuencia de la llamada “cuestión romana”.
  • Las luchas y divisiones en el seno de los partidos tradicionales.

 

El movimiento fascista, aún minoritario en los años 1919-1920, tomó la iniciativa a finales de 1920, para llegar al poder en 1922. En 1920 aparece ya como una fuerza al servicio del orden y se beneficia de numerosas complicidades.

Las squadre d’ azione y los fasci di combattimento actuaban en toda Italia destruyendo los locales de los partidos y sindicatos, así como atacando los municipios de mayoría socialista.

El gobierno, en lugar de mantener una actitud firme en defensa de la ley, disolvió las corporaciones municipales, con lo que las acciones fascistas quedaban legalizadas. Con la ayuda financiera de la patronal y de los grandes propietarios, los fascistas entraron en el Parlamento con 36 diputados en las elecciones de 1921.

Mussolini transformó su organización en un movimiento de masas, el Partido Nacional Fascista, que en 1922 contaba con más de 300.000 miembros. La mayoría procedían de las clases medias, aunque también había representantes del proletariado y del campesinado.

Ante la incapacidad de los partidos políticos y del gobierno para formar un frente común contra la marea fascista, los sindicatos convocaron una huelga general en agosto de 1922.

La contundente actuación de los fascistas los presentó, ante buena parte de la sociedad italiana, como la antesala de una revolución de corte bolchevique. Los fascistas, por tanto, aparecían como la alternativa a la inestabilidad social y política que llevaba irremediablemente a una revolución de izquierdas.

En octubre de 1922, Mussolini reunió en Nápoles al Consejo del Partido Nacional Fascista, que comenzó los preparativos de la “marcha sobre Roma”. El objetivo de esta era reclamar abiertamente el poder.

Al rey Víctor Manuel III, impresionado por la movilización fascista, temeroso de los socialistas y decepcionado por los partidos tradiciones, le pareció buena solución. Además, la presión de la patronal y del ejército, que le expuso su temor al estallido de una guerra civil, hizo el resto.

El 29 de octubre, el rey de Italia confiaba a Mussolini la formación de un nuevo gobierno.

Introducción al fascismo


Los años que siguieron a la Gran Guerra estuvieron marcados por el predominio de la filosofía vitalista.

Después de cuatro años de conflicto, el racionalismo fue perdiendo adeptos de manera alarmante; se acusaba a la Razón de haber conducido a la humanidad hacia la catástrofe.
Al mismo tiempo, la filosofía de Nietzche, con el superhombre como bandera, fue imponiendo una cultura de desprecio a la inteligencia y exaltación de la fuerza.

En ese ambiente se fueron forjando los movimientos antidemocráticos. Buena parte de las naciones pensaron que los postulados del liberalismo estaban en crisis, que eran anticuados.

Muchas fueron las que durante el periodo de entreguerras asumieron un nuevo orden basado en el autoritarismo de rasgos fascistas:

  • España bajo Primo de Rivera y Francisco Franco.
  • Portugal con los regímenes de Gomes da Costa y Salazar.
  • La Polonia del mariscal Pilsudski.
  • Grecia con Venizelos.
  • Yugoslavia con el monarca autoritario Alejandro I.
  • Hungría bajo Gömbös.
  • Austria con el régimen de Dollfuss.
  • Rumania con Carol II, y Bulgaria bajo Boris III.

No obstante, los dos estados que alcanzaron mayor perfección en la construcción del estado totalitario fueron la Italia de Benito Mussolini y el Reich alemán de Adolf Hitler.
En ocasiones estos regímenes se apoyaban en grupos políticos con una sólida y jerarquizada estructura.

 

Este era el caso del NSDAP en Alemania, del partido fascista en Italia y, en menor medida, de FET en España. Estos grupos, además de por una ideología empapada de vitalismo e irracionalismo, se basaban en:

  • Los postulados sobre la comunidad nacional -subordinación del individuo al colectivo- del movimiento volkisch.
  • El darwinismo racial; de ahí la proliferación de las organizaciones racistas dentro de estos estados.
  • En la figura del dictador como guía del pueblo.

En el auge de los fascismos, podemos distinguir tres tipos de factores: psicológicos, económicos e ideológicos. En el primero de ellos se encontraría el cansancio de la población ante los esfuerzos y sacrificios que les exigió una dura guerra de cuatro años de duración.

Además, esta se asoció con el liberalismos y fue tildada de guerra capitalista e imperialista, con el consiguiente desprestigio de este sistema. Dentro de las consecuencias económicas de la guerra cabe destacar las siguientes:

  • Una mayor concentración de poderes en manos del estado.
  • La militarización de varios aspectos de la vida civil.
  • La crispación generada por las crisis económicas y de subsistencia.
  • El ascenso de las potencias extraeuropeas, los EE.UU. y el Japón.

Entre los factores ideológico-políticos se encontrarían:

  • El desprestigio de la democracia.
  • El temor a la expansión de la revolución bolchevique.
  • El miedo a los abusos del capitalismo.

Introducción al nacionalsocialismo


Este vídeo mezcla imágenes de “El triunfo de la voluntad” de la directora Leni Riefenstahl, con “Carmina Burana” del compositor Carl Orff. En concreto, las imágenes son de la celebración del Día del Partido en Nüremberg del año 1934, mientras que la música se compuso entre 1935 y 1936. Me he decidido a mezclar ambos trabajos para introducir la parte del temario referida al régimen nazi. En concreto, una vez visualizado en el aula, suelo hacer referencia a las siguientes cuestiones: el papel del líder, la obsesión de Hitler por el orden y la geometría, la puesta en escena, el culto a la muerte y la cuestión de los símbolos. Mi experiencia es que, después de ver estos cinco minutos y discutir los puntos a los que he hecho referencia, los alumnos afrontan de una manera distinta el estudio del tema.

 

Las economías planificadas y la Gran Depresión


Otra forma de intervencionismo estatal fue la planificación económica, que sólo era posible aplicar en los Estados totalitarios.

La Rusia soviética, la Alemania nazi y la Italia fascista los pusieron en marcha para incrementar la producción. Su crecimiento fue espectacular, en parte por la inversión acelerada en equipamiento militar.

En el caso de Alemania, al poco de subir Hitler al poder, se suspendieron los pagos de las reparaciones de guerra. Además, se pactaron medidas económicas con los industriales y banqueros alemanes, favoreciendo la concentración empresarial y las grandes inversiones estatales.

Se prohibió importar y se impuso una política autárquica, aplicándose un proteccionismo a ultranza. Las compras al extranjero se realizaban mediante “marcos bloqueados”: divisas que sólo servían para comprar en Alemania.

 

Se estableció un control sobre la producción agrícola para que no descendieran los precios, al tiempo que se potenciaba la industria con el rearme y las obras públicas.

Cuando Hitler llegó al poder, Alemania contaba con cerca de seis millones de parados; en 1934 sólo eran dos millones y medio y en 1936 no había paro. No obstante, sin su política armamentística no hubiera alcanzado esos resultados: Alemania se dirigía a otra guerra de escala mundial.

Los esfuerzos por superar la recesión


Las primeras medidas se centraron en políticas económicas deflacionistas: reducir el crédito y el dinero. Sin embargo, esto rebajó también la demanda, por lo que los gobiernos acabaron optando por la intervención económica.

Las propuestas de John M. Keynes

J. M Keynes defendía la necesidad de estimular la demanda para que esta tirase de la producción. Esto exigía que los gobiernos incrementasen el gasto público, aumentara la circulación monetaria y devaluaran la moneda.

Para ello, el Estado debía invertir en obras públicas: vías de comunicación, obras hidráulicas… que aumentarían la demanda de cemento, hierro, acero y maquinaria.
Estas obras exigirían, además, abundante mano de obra. Por tanto, si bien es verdad que estas medidas producirían inflación, también estimularían la inversión y la recuperación económica.

Su aplicación práctica: el New Deal

Desde 1933 el presidente de los Estados Unidos, F. D. Roosevelt, impulsó una política económica intervencionista en la línea del economista Keynes: se denominó New Deal. Se elaboró un ambicioso plan de obras públicas, se implantaron subsidios de paro, salarios mínimos, jornada laboral máxima…

 

También se devaluó el dólar para fomentar las exportaciones y se reformaron el sistema bancario y el bursátil para evitar desastres como el de 1929. Por último, se limitó la producción agrícola e industrial para que no cayeran los precios.

El New Deal produjo una cierta reactivación pero las inversiones privadas no llegaron a sustituir a las públicas. El paro descendió, aunque se mantuvo muy por encima de las cifras de 1928. Supuso un gran cambio en la economía: Se sustituía el Estado no intervencionista por el Estado interesado en el control de los negocios, que establecía seguridad social y buscaba la redistribución de la riqueza.

Sin embargo, solo la nueva guerra en Europa logró reactivar definitivamente la economía.

La Gran Depresión y sus consecuencias


Las consecuencias más profundas fueron la larga duración de la crisis y su trascendencia universal.

Además, el aumento del paro redujo la demanda, y los efectos negativos de la sobreproducción se dispararon: cierres de empresas, paro, reducción de la demanda… Desde el punto de vista social, el paro acentuó los antagonismos sociales y las acciones reivindicativas de los sindicatos.

Se incrementó la propaganda y el crecimiento de los partidos comunistas y, como reacción, amplios sectores sociales se acercaron a los movimientos fascistas. Las ideas se radicalizaron y se volvió a la desconfianza y a los recelos surgidos a raíz del Tratado de Versalles y las reparaciones de guerra asociadas a él.

 

Se produjo un retorno al proteccionismo, pues cada país intentó resolver sus problemas de sobreproducción mediante la protección de sus mercados internos con altas tasas aduaneras.

El espíritu de reconciliación de posguerra se había roto: cada país optó por su mejor solución individual, aunque fuera armamentística, y se emprendió el camino hacia la guerra.

La crisis de 1929: segunda parte


Cuando los estadounidenses dejaron de comprar, los europeos y los países productores de materias primas se quedaron sin su mejor y casi único cliente. Del mismo modo, los capitales estadounidenses se retiraron de Europa y la reconstrucción de posguerra se vino abajo.

Alemania fue el país más afectado y, en menos medida, también lo sufrieron Austria, Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia.

El hundimiento germano también arrastró a Francia, que no pudo recibir las reparaciones de guerra.

Los países exigieron la transformación en oro de sus divisas en libras esterlinas. El Reino Unido no pudo hacer frente a esta masiva conversión y en 1932 abandonó la paridad libra-oro. El precio de la libra cayó en un 30% y los Estados que conservaban esta moneda como reserva se arruinaron.

De este modo, los “dominios británicos”, los países escandinavos, Portugal, Egipto…, unos treinta en total, se vieron afectados por la crisis. Sin capital y sin mercados, la recesión se extendía por todo el mundo. Sólo Japón logró evitar los efectos catastróficos de la crisis, aunque su producción se estancó.

La URSS, que vivía en una política económica autárquica de planes quinquenales, mantuvo su crecimiento.

La crisis de 1929: primera parte


La superproducción

En Estados Unidos se produjo un espectacular crecimiento de la producción durante los años veinte debido a la renovación técnica y a la racionalización del trabajo (taylorismo).
En consecuencia, la oferta comenzó a ser, de modo alarmante, muy superior a la demanda.

En 1926 los precios se estancaron y, como consecuencia, los beneficios también. Como la producción siguió creciendo y el mercado estaba saturado, se originó un abundante stock de productos no vendidos.

Esto trajo consigo una caída generalizada de los precios, especialmente agrícolas (trigo, algodón, café…) y la ruina de los productores y distribuidores.

La especulación en la Bolsa

A partir de 1926, los beneficios de las empresas dejaron de crecer y las inversiones se dirigieron a la Bolsa. Este aumento de la demanda de acciones produjo una subida artificial de las cotizaciones, con independencia del valor real de las empresas. Incluso se solicitaron créditos a los bancos para comprar más acciones.

Así, el 3 de septiembre de 1929 fue el día de mayor volumen de negocios de la Bolsa de Nueva York.

El crack bursátil y la extensión de la crisis

La crisis de 1929 comenzó con la caída de la Bolsa de Nueva York. Su rapidez y amplitud se entienden porque la especulación se había construido sobre la confianza; cuando esta se convirtió en inseguridad, la catástrofe estuvo servida.

El jueves negro (24 de octubre de 1929) se inició el proceso: al faltar seguridad todos quisieron vender sus acciones para recuperar su dinero, por lo que el precio de este aumentó.

La oferta de valores fue tan grande que las cotizaciones cayeron. Esto ocasionó que todos quisieran vender cuanto antes, unos para evitar pérdidas y otros para disponer de efectivo con el que poder pagar sus préstamos.

Las cotizaciones cayeron todavía más a lo largo de la jornada. Ese día salieron a la venta cerca de 13 millones de acciones, muchas de ellas a precios irrisorios. En los días siguientes aumentó la venta masiva de acciones.

Los bancos más fuertes intentaron comprar las acciones para frenar la quiebra, pero el proceso parecía no tener fin.

De la Bolsa a la banca

Los bancos fueron los primeros afectados, ya que habían concedido créditos para invertir en Bolsa y la ruina de los inversores impidió su devolución. Además, la desconfianza hizo que los clientes quisieran recuperar sus depósitos por temor a las quiebras.

La conjunción de estas fuerzas negativas hizo que 5.000 bancos norteamericanos quebraran entre 1929 y 1932.

De la banca al comercio, a la industria y a la agricultura

Sin bancos no hay créditos para la industria, el comercio y el campo. Sin recursos económicos -o a un precio muy elevado- para invertir o para facilitar los intercambios comerciales, comenzaron a acumularse los productos sin vender, cayendo más los precios y los beneficios. Esto obligó al cierre de empresas e incrementó notablemente el desempleo.

El problema del desempleo se agudizó: en 1932 los parados en los EE.UU. ascendían a 13 millones; en Alemania eran 6 millones y en el Reino Unido más de 3 millones. A estas cifras habría que añadir los agricultores, que no podían ni vender ni comprar nada por el descenso de los precios agrícolas.

Quizlet en el aula de informática


Sin lugar a dudas, de las actividades que suelo desarrollar a partir de Quizlet, esta es la más sencilla de organizar. Siempre y cuando, claro está, se cuente con un aula de informática en la que los ordenadores e internet funcionen adecuadamente. También es necesario tener elaborados los cuestionarios de la unidad o unidades didácticas que se vayan a trabajar.

Podríamos decir que es un “entrenamiento” para los restantes juegos que hacemos utilizando Quizlet como base (La lucha por el tronoEl juego de los 5 reinosLa carrera contra el tiempo…), pues no hacen otra cosa que practicar frente al ordenador utilizando cualquiera de las modalidades que ofrece el programa:

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Durante los primeros veinte minutos de clase, los alumnos son libres de practicar con cualquiera de estas seis opciones. Es bueno tener en cuenta que para alguna de ellas es necesario utilizar los auriculares, por lo tanto hay que avisar el día antes de esa posibilidad. De igual modo, deben saber que pasado ese tiempo tendrá lugar una actividad común con puntos de la nota en juego.

A partir de ahí, el resto del tiempo en el aula se dedica, a partes iguales, a las modalidades “Combinar” y “Probar”. La primera se llevará a cabo de forma individual y se premiará de alguna manera a la persona que consiga juntas los términos en el menor tiempo posible.

Para desarrollar la actividad “Probar” es necesario organizar al alumnado en grupos de tres personas. Al respecto, con el fin de evitar demasiado movimiento en el aula de informática, recomiendo realizar esa operación el día anterior, así como generar equipos equilibrados.

Una vez los tres estén sentados delante de un ordenador, Quizlet generará automáticamente una prueba que incluya unir preguntas y respuestas, cuestionario tipo test, y verdadero o falso. Los alumnos de cada grupo deben ponerse de acuerdo para contestar y, como el programa las corrige automáticamente, obtienen un porcentaje de aciertos.

 

A partir de ahí, el primer equipo que llegue al 80% de aciertos, recibe algún tipo de premio. Esa operación se repite con los primeros en llegar al 90% y al 100%.

 

El nacionalsocialismo alemán: segunda parte


Al término de la Primera de Primera Guerra Mundial, las potencias occidentales trataron de retornar a la normalidad anterior a 1914. Sin embargo, las consecuencias del conflicto dieron lugar a la crisis de postguerra, que se prolongó hasta mediados de la siguiente década. Una vez superados, en apariencia, los desequilibrios económicos, los países occidentales vivieron un periodo de crecimiento que conocemos con el nombre de “los felices años veinte”. Esa prosperidad tocó a su fin en 1929, con el crack bursátil que desembocó en la Gran Depresión. A partir de entonces el mundo fue, poco a poco, caminando hacia un segundo conflicto general.

En este vídeo se explican los principales acontecimientos de la Alemania nazi previos a la Segunda Guerra Mundial. En las siguientes clases se completa esta información con una introducción al periodo y material dedicado la crisis de postguerra en su conjunto, la inflación y el desempleo, las reparaciones de guerra y la deuda, la crisis de la democracia, los felices años veinte, las relaciones internacionales en ese periodo, la cultura de masas, el camino hacia la Depresión, el crack de 1929, las consecuencias del crack bursátil, la expansión de la Depresión, el New Deal, las características del fascismo, el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán (primera parte).