Las características del fascismo y el origen del fascismo italiano


En este episodio de la serie dedicada a la Historia de 4º de ESO se aborda, dentro del contexto de la crisis de las democracias, el auge de los fascismos. El vídeo comienza con sus características y orígenes, para pasar finalmente a desarrollar el fascismo en la Italia de Mussolini.

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ESTRUCTURA DEL VÍDEO:

  • 0:00. Introducción.
  • 0:15. Las características del fascismo.
  • 4:03. Benito Mussolini y el fascismo italiano.
  • 5:51. La Marcha sobre Roma.
  • 6:47. La construcción de la dictadura fascista.

BIBLIOGRAFÍA:

  1. Historia Contemporánea; Javier Paredes – Ariel.
  2. Las clases privilegiadas en el Antiguo Régimen; Antonio Domínguez Ortiz – Akal.
  3. Historia 4º de ESO – Santillana.
  4. Historia del Mundo Contemporáneo – Oxford.

DIAPOSITIVAS DEL VÍDEO:

Unidad 8. El periodo de entreguerras


DEFINICIONES UTILIZADAS EN EL OCTAVO TEMA DE 4º DE ESO. EN ESTA UNIDAD SE ABORDAN LAS CONSECUENCIAS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y DE LA REVOLUCIÓN RUSA, ASÍ COMO LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA DEL CAPITALISMO. TAMBIÉN HAY UN APARTADO DEDICADO AL AUGE DEL FASCISMO Y LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA.

Acciones: títulos o participaciones de una empresa que poseen un determinado valor en el mercado.

Anschluss: unión de Alemania y Austria bajo el régimen político de Adolf Hitler. Esta medida, llevada a cabo en 1938, no recibió respuesta por parte de las potencias vencedoras de la I Guerra Mundial, a pesar de ir en contra de lo estipulado en el Tratado de Versalles.

Antisemitismo: hostilidad hacia las minorías judías. El prejuicio racista data de principios del siglo XVIII, cuando un grupo de escritores alemanes utilizó los conceptos lingüísticos “semítico” y “ario” como términos raciales, y comenzaron a considerar a los judíos como miembros de una raza diferenciada e inferior. A partir de 1881 surgieron los primeros partidos políticos antisemitas en Alemania y Austria-Hungría, y a principios del siglo XX se practicó también una política antisemita en Francia y Rusia.

Autarquía: política del Estado que pretende bastarse con sus propios recursos y evitar, en lo posible, las importaciones.

Corporativismo: doctrina política y social que defiende la intervención del Estado en la solución de conflictos laborales, mediante la creación de corporaciones profesionales que agrupan a trabajadores y empresarios.

Crack de 1929: acontecimiento histórico que marcó el inicio de la Gran Depresión. Su origen ha de buscarse en la venta masiva de acciones y la sobrevaloración de las mismas, así como la facilidad de crédito a los nuevos inversores. Esta burbuja estalló en octubre de 1929.

Cultura de masas: conjunto de producciones culturales difundidas por los medios de comunicación (prensa, cine, radio, televisión…). De forma más general, se da este nombre a un tipo de cultura popular de baja calidad.

Deflación: política practicada por los países para reducir al máximo la tasa de inflación y mejorar su competitividad en los mercados. Se lleva a cabo mediante la revalorización de la moneda, la restricción de créditos la subida de impuestos y el descenso del gasto público, los salarios y los precios.

Depresión económica: fenómeno de larga duración que se caracteriza por el descenso de la actividad productiva y comercial. Las depresiones son parte integrante de los ciclos económicos, comunes en las sociedades capitalistas industriales. Cuando la oferta del sistema productivo es superior a la demanda, se produce un descenso en los ritmos de crecimiento de la producción, una bajada de precios y salarios y una aumento del desempleo.

Divisa: moneda o valores de un país extranjero. La entrada de divisas a un territorio se produce por la venta de productos (comercio exterior) o por los ingresos procedentes del turismo.

Espartaquistas: grupo de socialistas radicales alemanes que, en 1918, fundaron el Partido Comunista de Alemania (KPD). Al año siguiente protagonizaron una tentativa revolucionaria que fue aplastada y tuvo como principal consecuencia el asesinato de dos de sus principales representantes, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht.

Etnia: grupo humano que presenta ciertas afinidades somáticas, lingüísticas o culturales y que, generalmente, habita en un espacio geográfico determinado.

Fascismo: régimen político que gobernó Italia entre 1922 y 1945. También se conoce con ese nombre al movimiento que lo originó y a su ideología. En un sentido amplio, se aplica a todos los regímenes totalitarios que se inspiran en el modelo italiano para enfrentarse al avance del socialista y de la democracia.

Frente popular: coalición de partidos de centro-izquierda para oponerse al fascismo en la década de 1930. El más conocido fue el Frente Popular francés, que estuvo en el poder entre junio de 1936 y octubre de 1938.

Gestapo: policía secreta del Estado nacionalsocialista creada por Goering en 1933 para controlar, combatir y eliminar a todos los opositores al régimen hitleriano. Dependía del Ministerio de Interior y era un cuerpo paramilitar independiente del ejército regular.

Leyes de Núremberg: medidas antisemitas promulgadas en esa ciudad alemana en septiembre de 1935 durante el congreso del NSDAP. Por medio de ellas se privaba a los judíos de derechos cívicos y se prohibían los matrimonios entre alemanes y semitas.

Liquidez: facilidad de conversión en dinero efectivo.

Marcha sobre Roma: expresión utilizada por los fascistas italianos para referirse a la forma en que Mussolini accedió al poder en el año 1922. La petición del rey Víctor Manuel III para que formara gobierno fue precedida por la amenaza de los fascistas de ocupar Roma. Mussolini marchó sobre la ciudad con 25.000 “camisas negras”, que fueron transportados en ferrocarril y realizaron un desfile por las calles romanas.

New Deal: término inglés que en castellano significa “nuevo trato”, con el que se denomina al conjunto de reformas sociales y económicas llevadas a cabo por la administración del presidente norteamericano F. D. Roosevelt para afrontar los efectos de la Gran Depresión.

NSDAP: partido nazi, de ideología anticapitalista, antimarxista, antidemocrática y ultranacionalista, liderado por Adolf Hitler. Pretendía devolver a Alemania el orgullo perdido tras la firma del Tratado de Versalles.

Pacto de Locarno: acuerdo alcanzado en 1925 en esa ciudad suiza entre los representantes de Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia y Bélgica para disminuir la tensión internacional. Lo más destacado del acuerdo fue garantizar las fronteras de la época entre Alemania, Francia y Bélgica.

Pangermanismo: doctrina que pretende la unidad de todos los pueblos alemanes en un solo Estado mediante la expansión territorial y la expulsión de los extranjeros.

Política de apaciguamiento: tolerancia del Reino Unido y Francia al expansionismo fascista para tratar de evitar el estallido de una nueva guerra a finales de la década de 1930.

República de Weimar: régimen político alemán tras la I Guerra Mundial, entre 1919 y 1933. La ciudad de Weimar, patria de los poetas alemanes Goethe y Schiller, fue elegida para redactar en ella la nueva Constitución de Alemania.

SA: fuerzas paramilitares del partido nacionalsocialista que se distinguían por su camisa parda. Hitler ordenó asesinar a sus líderes en “la noche de los cuchillos largos”.

Seguridad Colectiva: principio básico de la Sociedad de Naciones, según el cual la seguridad de cada uno de los países miembros estaba garantizada por los demás.

Sudetes: región en la frontera entre Checoslovaquia y Polonia habitada por población de lengua alemana. Su anexión por la Alemania nacionalsocialista en 1938 fue aceptada por Italia, Reino Unido y Francia en la Conferencia de Múnich.

Tratados de Letrán: acuerdos firmados en 1929 entre la Santa Sede y Mussolini por los que se constituía la Ciudad Estado del Vaticano y se ponía fin a las diferencias entre la Iglesia Católica y el Reino de Italia.

Tratado de Rapallo: acuerdo entre Alemania y la URSS firmado en abril de 1922. Por medio de él se restablecían las relaciones diplomáticas entre ambos estados y se renunciaba a las reclamaciones económicas, comprometiéndose a cooperar mutuamente. Supuso el fin del aislamiento de ambas potencias.

Totalitarismo: régimen político en el que el Estado ejerce una fuerte intervención en todos los aspectos de la vida del país y un grupo o partido político concentra la totalidad de los poderes estatales y no permite la actuación de otros partidos.

Unidad 7. El periodo de entreguerras


DEFINICIONES UTILIZADAS EN EL SÉPTIMO TEMA DE 1º DE BACHILLERATO. EN ESTA UNIDAD SE ABORDAN LAS CONSECUENCIAS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y de LA REVOLUCIÓN RUSA, ASÍ COMO LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA DEL CAPITALISMO. TAMBIÉN HAY UN APARTADO DEDICADO AL AUGE DEL FASCISMO Y LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA.

Acciones: títulos o participaciones de una empresa que poseen un determinado valor en el mercado.

Anschluss: unión de Alemania y Austria bajo el régimen político de Adolf Hitler. Esta medida, llevada a cabo en 1938, no recibió respuesta por parte de las potencias vencedoras de la I Guerra Mundial, a pesar de ir en contra de lo estipulado en el Tratado de Versalles.

Antisemitismo: hostilidad hacia las minorías judías. El prejuicio racista data de principios del siglo XVIII, cuando un grupo de escritores alemanes utilizó los conceptos lingüísticos “semítico” y “ario” como términos raciales, y comenzaron a considerar a los judíos como miembros de una raza diferenciada e inferior. A partir de 1881 surgieron los primeros partidos políticos antisemitas en Alemania y Austria-Hungría, y a principios del siglo XX se practicó también una política antisemita en Francia y Rusia.

Autarquía: política del Estado que pretende bastarse con sus propios recursos y evitar, en lo posible, las importaciones.

Corporativismo: doctrina política y social que defiende la intervención del Estado en la solución de conflictos laborales, mediante la creación de corporaciones profesionales que agrupan a trabajadores y empresarios.

Crack de 1929: acontecimiento histórico que marcó el inicio de la Gran Depresión. Su origen ha de buscarse en la venta masiva de acciones y la sobrevaloración de las mismas, así como la facilidad de crédito a los nuevos inversores. Esta burbuja estalló en octubre de 1929.

Cultura de masas: conjunto de producciones culturales difundidas por los medios de comunicación (prensa, cine, radio, televisión…). De forma más general, se da este nombre a un tipo de cultura popular de baja calidad.

Deflación: política practicada por los países para reducir al máximo la tasa de inflación y mejorar su competitividad en los mercados. Se lleva a cabo mediante la revalorización de la moneda, la restricción de créditos la subida de impuestos y el descenso del gasto público, los salarios y los precios.

Depresión económica: fenómeno de larga duración que se caracteriza por el descenso de la actividad productiva y comercial. Las depresiones son parte integrante de los ciclos económicos, comunes en las sociedades capitalistas industriales. Cuando la oferta del sistema productivo es superior a la demanda, se produce un descenso en los ritmos de crecimiento de la producción, una bajada de precios y salarios y una aumento del desempleo.

Divisa: moneda o valores de un país extranjero. La entrada de divisas a un territorio se produce por la venta de productos (comercio exterior) o por los ingresos procedentes del turismo.

Espartaquistas: grupo de socialistas radicales alemanes que, en 1918, fundaron el Partido Comunista de Alemania (KPD). Al año siguiente protagonizaron una tentativa revolucionaria que fue aplastada y tuvo como principal consecuencia el asesinato de dos de sus principales representantes, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht.

Etnia: grupo humano que presenta ciertas afinidades somáticas, lingüísticas o culturales y que, generalmente, habita en un espacio geográfico determinado.

Fascismo: régimen político que gobernó Italia entre 1922 y 1945. También se conoce con ese nombre al movimiento que lo originó y a su ideología. En un sentido amplio, se aplica a todos los regímenes totalitarios que se inspiran en el modelo italiano para enfrentarse al avance del socialista y de la democracia.

Frente popular: coalición de partidos de centro-izquierda para oponerse al fascismo en la década de 1930. El más conocido fue el Frente Popular francés, que estuvo en el poder entre junio de 1936 y octubre de 1938.

Gestapo: policía secreta del Estado nacionalsocialista creada por Goering en 1933 para controlar, combatir y eliminar a todos los opositores al régimen hitleriano. Dependía del Ministerio de Interior y era un cuerpo paramilitar independiente del ejército regular.

Leyes de Núremberg: medidas antisemitas promulgadas en esa ciudad alemana en septiembre de 1935 durante el congreso del NSDAP. Por medio de ellas se privaba a los judíos de derechos cívicos y se prohibían los matrimonios entre alemanes y semitas.

Liquidez: facilidad de conversión en dinero efectivo.

Marcha sobre Roma: expresión utilizada por los fascistas italianos para referirse a la forma en que Mussolini accedió al poder en el año 1922. La petición del rey Víctor Manuel III para que formara gobierno fue precedida por la amenaza de los fascistas de ocupar Roma. Mussolini marchó sobre la ciudad con 25.000 “camisas negras”, que fueron transportados en ferrocarril y realizaron un desfile por las calles romanas.

New Deal: término inglés que en castellano significa “nuevo trato”, con el que se denomina al conjunto de reformas sociales y económicas llevadas a cabo por la administración del presidente norteamericano F. D. Roosevelt para afrontar los efectos de la Gran Depresión.

NSDAP: partido nazi, de ideología anticapitalista, antimarxista, antidemocrática y ultranacionalista, liderado por Adolf Hitler. Pretendía devolver a Alemania el orgullo perdido tras la firma del Tratado de Versalles.

Pacto de Locarno: acuerdo alcanzado en 1925 en esa ciudad suiza entre los representantes de Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia y Bélgica para disminuir la tensión internacional. Lo más destacado del acuerdo fue garantizar las fronteras de la época entre Alemania, Francia y Bélgica.

Pangermanismo: doctrina que pretende la unidad de todos los pueblos alemanes en un solo Estado mediante la expansión territorial y la expulsión de los extranjeros.

Política de apaciguamiento: tolerancia del Reino Unido y Francia al expansionismo fascista para tratar de evitar el estallido de una nueva guerra a finales de la década de 1930.

República de Weimar: régimen político alemán tras la I Guerra Mundial, entre 1919 y 1933. La ciudad de Weimar, patria de los poetas alemanes Goethe y Schiller, fue elegida para redactar en ella la nueva Constitución de Alemania.

SA: fuerzas paramilitares del partido nacionalsocialista que se distinguían por su camisa parda. Hitler ordenó asesinar a sus líderes en “la noche de los cuchillos largos”.

Seguridad Colectiva: principio básico de la Sociedad de Naciones, según el cual la seguridad de cada uno de los países miembros estaba garantizada por los demás.

Sudetes: región en la frontera entre Checoslovaquia y Polonia habitada por población de lengua alemana. Su anexión por la Alemania nacionalsocialista en 1938 fue aceptada por Italia, Reino Unido y Francia en la Conferencia de Múnich.

Tratados de Letrán: acuerdos firmados en 1929 entre la Santa Sede y Mussolini por los que se constituía la Ciudad Estado del Vaticano y se ponía fin a las diferencias entre la Iglesia Católica y el Reino de Italia.

Tratado de Rapallo: acuerdo entre Alemania y la URSS firmado en abril de 1922. Por medio de él se restablecían las relaciones diplomáticas entre ambos estados y se renunciaba a las reclamaciones económicas, comprometiéndose a cooperar mutuamente. Supuso el fin del aislamiento de ambas potencias.

Totalitarismo: régimen político en el que el Estado ejerce una fuerte intervención en todos los aspectos de la vida del país y un grupo o partido político concentra la totalidad de los poderes estatales y no permite la actuación de otros partidos.

 

El estado fascista italiano


El partido fascista, a pesar de su creciente influencia, fue despojado de poder político. Se convirtió en un mero órgano burocrático de propaganda y encuadramiento de las masas. El poder residía solo en el Duce, Mussolini, asistido por el Gran Consejo Fascista que, desde 1928, era el órgano constitucional supremo que decidía la composición de la Cámara.

Además, el Gran Consejo Fascista poseía la atribución de nombrar al sucesor del Duce, aunque supeditado al dictador. Simultáneamente a la instauración del Estado totalitario fascista, que aspiraba a controlar todas las organizaciones y actividades sociales italianas, se instituyó:

  • Un sistema corporativo en las relaciones laborales a través de la Carta del Trabajo (1927).
  • El encuadramiento de las masas, especialmente la juventud, en organizaciones fascistas.
  • Los Balillas y Grupos Universitarios Fascistas para los más jóvenes y para los adultos la Opera Nazionale Dopolaboro.
  • La reforma de la enseñanza, con fines propagandísticos e ideológicos, a través de la reforma escolar Gentile (1923) y la creación del Instituto Fascista de Cultura y la Academia de Italia.
  • Un control de todas las artes puestas al servicio del Estado, del que debían exaltar su grandeza y pervivencia en comparación con la degeneración del arte burgués y de las vanguardias.

 

Desde el punto de vista económico, el Estado totalitario corporativo italiano inauguró una política intervencionista en la economía.

A raíz de la crisis de 1929 se emprendió un programa de autarquía con el objetivo de reducir las importaciones, fortalecer la propia moneda y aumentar la producción. Para ello se acometió lo que el propio Mussolini denominó como “las grandes batallas”. La del trigo fue una de las más significativas y consistió en evitar las importaciones aumentando la producción mediante la extensión de las zonas cultivadas. El régimen fascista inició, a su vez, un ambicioso programa de obras públicas y un relanzamiento de la industria militar.

Las economías planificadas y la Gran Depresión


Otra forma de intervencionismo estatal fue la planificación económica, que sólo era posible aplicar en los Estados totalitarios.

La Rusia soviética, la Alemania nazi y la Italia fascista los pusieron en marcha para incrementar la producción. Su crecimiento fue espectacular, en parte por la inversión acelerada en equipamiento militar.

En el caso de Alemania, al poco de subir Hitler al poder, se suspendieron los pagos de las reparaciones de guerra. Además, se pactaron medidas económicas con los industriales y banqueros alemanes, favoreciendo la concentración empresarial y las grandes inversiones estatales.

Se prohibió importar y se impuso una política autárquica, aplicándose un proteccionismo a ultranza. Las compras al extranjero se realizaban mediante “marcos bloqueados”: divisas que sólo servían para comprar en Alemania.

 

Se estableció un control sobre la producción agrícola para que no descendieran los precios, al tiempo que se potenciaba la industria con el rearme y las obras públicas.

Cuando Hitler llegó al poder, Alemania contaba con cerca de seis millones de parados; en 1934 sólo eran dos millones y medio y en 1936 no había paro. No obstante, sin su política armamentística no hubiera alcanzado esos resultados: Alemania se dirigía a otra guerra de escala mundial.

Las características del fascismo


Al término de la Primera de Primera Guerra Mundial, las potencias occidentales trataron de retornar a la normalidad anterior a 1914. Sin embargo, las consecuencias del conflicto dieron lugar a la crisis de postguerra, que se prolongó hasta mediados de la siguiente década. Una vez superados, en apariencia, los desequilibrios económicos, los países occidentales vivieron un periodo de crecimiento que conocemos con el nombre de “los felices años veinte”. Esa prosperidad tocó a su fin en 1929, con el crack bursátil que desembocó en la Gran Depresión. A partir de entonces el mundo fue, poco a poco, caminando hacia un segundo conflicto general.

En este vídeo se resumen los principales rasgos de la ideología fascista. En las siguientes clases se completa esta información con una introducción al periodo y material dedicado la crisis de postguerra en su conjunto, la inflación y el desempleo, las reparaciones de guerra y la deuda, la crisis de la democracia, los felices años veinte, las relaciones internacionales en ese periodo, la cultura de masas, el camino hacia la Depresión, el crack de 1929, las consecuencias del crack bursátil, la expansión de la Depresión, el New Deal, el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán (primera parte y segunda parte).

 

La consolidación del nacionalsocialismo III: la nueva cultura alemana


El peso de la Cámara Cultural del Reich, presidida por J. Goebbels, en lo que a la unificación cultural se refiere fue fundamental. Además, a esta, dividida en siete subcámaras, debían pertenecer todos los profesionales de los distintos campos culturales.

(Sebastian Haffner, Historia de un alemán) “A la mañana siguiente el periódico trajo este titular: «Convivencias para pasantes». Todos los pasantes que estuviesen preparando el segundo examen de Estado serían convocados una vez concluida la parte escrita para asistir a unos encuentros en los cuales, además de realizar entrenamientos militares y mantener una sana convivencia, recibirían una formación ideológica y se prepararían para hacer frente a su futuro como jueces de la nación alemana”.

Con el fin de ampliar su control sobre la sociedad alemana el régimen nacionalsocialista estableció que todos los trabajadores del Reich debían suscribirse a asociaciones profesionales que, realmente, dependían del partido. Además, mediante la agrupación de los miembros de cada profesión en organizaciones de trabajadores, se lograba adoctrinarles de una manera más sencilla. El ejemplo que Sebastian Haffner nos narra en el fragmento anterior es tan solo un ejemplo de ese interés del Estado por formar ideológicamente a sus trabajadores.

Bibliografía:

[1] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[2] Historia de un alemán; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2006.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] El mundo de ayer. Memorias de un europeo; Stefan Zweig – Barcelona – El Acantilado – 2002.

[5] Hitler: una biografía; Joachim Fest – Barcelona – Planeta – 2005.

[6] Historia social del Tercer Reich; Richard Grundberger – Madrid – Ariel – 1999.

La consolidación del nacionalsocialismo II: la represión


Los órganos represivos del Reich tenían como fin último luchar contra toda lo que amenazaba a la Comunidad Nacional. De esta manera, dentro del III Reich, podemos distinguir tres aparatos de represión:

Aparato judicial. En primer lugar, sólo se reconocía como miembro de la Comunidad Nacional, es decir, ciudadano y poseedor de derechos, a aquel que apoyaba al gobierno. Además, se abolió la independencia del poder judicial, convirtiéndose el Führer en juez supremo de la nación. Así narra Sebastian Haffner la entrada de las SA en el tribunal donde él trabajaba como pasante, todo un símbolo del fin de la autonomía judicial:

(Sebastian Haffner, Historia de un alemán) “«Alguien rompió el silencio mantenido: Las SA» (…) Al parecer casi todas las reuniones se habían suspendido. Los jueces se habían quitado la toga y habían salido del edificio en actitud humilde y civilizada, bajando por una escalera franqueada por filas de miembros de la SA. Sólo en la sala de abogados se había producido un altercado”.

Aparato policial. Bien por medio de las SA, de las SS -a partir de 1934- o de la Gestapo se ejecutaba una doble función represora: perseguir el delito político y llevar a los autores ante un tribunal; y combatir a los posibles enemigos del régimen de manera preventiva, incluso recluyéndolos en campos de concentración. Para ilustrar mejor el primero de estos aspectos volvamos con Historia de un alemán de Sebastian Haffner:

«Tienen permiso para irse a casa» contestó, y casi retrocedí bruscamente al escuchar el tono tan amenazante con el que había hablado, lento, gélido y malicioso. Lo miré a la cara y volví a retroceder bruscamente (…) ya no era un rostro humano en absoluto, sino más bien la cara de un cocodrilo. Había visto el rostro de las SS”.

De la segunda nos habla Ernst Weiss en El testigo ocular:

“Desde que H. era canciller, Führer del partido y dictador del Reich, había en todo el país campos de concentración en antiguas fábricas, en barracones militares abandonados, en fortalezas abandonadas y en ruinas (…) Los campos se instalaron como «necesidad del Estado» bajo un motivo muy humano: se quería proteger de la cólera justa del pueblo a las personas que antes de la «toma del poder del partido» se habían hecho impopulares (…) para ingresar en estos campos no hacía falta ninguna decisión judicial, bastaba la policía. No había defensor porque no había acusación. Los campos estaban rodeados de alambradas que conducían potentes corrientes eléctricas que causaban la muerte de inmediato. Estaban rodeados de muros y protegidos por ametralladoras; una torre de vigilancia permitía tener un control constante del campo”.

La población alemana. La denuncia no constituyó un hecho aislado dentro de la Alemania nacionalsocialista; los afines al régimen participaban de ella. Esto posibilitaba un amplio control sobre la sociedad y la privacidad de las personas. Así, la población formaba parte del régimen: se vigilaba a sí misma como bien trata de expresar Bertolt Brech en este fragmento de La cruz de tiza:

“No se puede. A mí no. Si alguien me confía algo, va listo. Sé cual es mi deber de camarada y, si mi propia madre me susurra algo al oído sobre el aumento del precio de la margarina o algo así, me iría enseguida a la sede de la Sección. Denunciaría a mi propio hermano si murmurase del Servicio de Trabajo Voluntario”.

Por su parte, Sebastian Haffner narra en Historia de un alemán una experiencia personal que describe muy bien ese ambiente social de delación.

“«Me temo que no es muy consciente de que hoy día las personas como usted representan un peligro latente para el Estado, y que éste tiene el derecho y el deber de tomar las medidas correspondientes, a más tardar en el momento en que uno de ustedes se atreva a llegar al punto de oponer una resistencia abierta» Esto fue lo que dijo lenta y juiciosamente, al estilo de un comentario del Código Civil. Mientras, me clavaba una mirada de acero en los ojos. «¿Así que usted tiene la intención de denunciarme a la Gestapo como enemigo público?» Fue más o menos entonces cuando Von Hagen y Hirsch se echaron a reír, tratando de que todo quedase en una broma. Sin embargo, esta vez Holz les desbarató los planes. En voz baja y premeditada dijo: «Confieso que llevo algún tiempo preguntándome si no es ésa mi obligación»”.

Bibliografía:

[1] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[2] Historia de un alemán; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2006.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] El mundo de ayer. Memorias de un europeo; Stefan Zweig – Barcelona – El Acantilado – 2002.

[5] Hitler: una biografía; Joachim Fest – Barcelona – Planeta – 2005.

[6] Historia social del Tercer Reich; Richard Grundberger – Madrid – Ariel – 1999.

[7] El testigo ocular; Ernst weiss – Madrid – Siruela – 2003.

Los judíos y la sociedad II

Inglaterra no conocía ni las masas judías ni la pobreza judía, puesto que había admitido a los judíos siglos después de su expulsión en la Edad Media; los judíos portugueses que se instalaron en Inglaterra en el siglo XVIII eran ricos y cultos. Sólo al final del siglo XIX, cuando los pogromos en Rusia  dieron paso a las modernas emigraciones, penetró en Londres la pobreza judía y, junto con esta, la diferencia entre las masas judías y sus hermanos acomodados. En la época de Disraeli, la cuestión judía, en su forma continental, resultaba completamente desconocida, porque en Inglaterra sólo vivían judíos gratos al estado. En otras palabras, los “judíos de excepción” no eran conscientes de ser excepciones como sus hermanos continentales. Cuando Disraeli despreciaba la “perniciosa doctrina de los tiempos modernos, la igualdad natural de los hombres”, seguía conscientemente los pasos de Burke, que había “preferido los derechos de un inglés a los derechos del hombre”, pero ignoraba la situación presente entonces en la que los derechos de todos habían sido reemplazados por los derechos de unos pocos.

Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, p. 146-147.

Los judíos y la sociedad I

Bejamin Disraeli, cuyo principal interés en la vida fue su carrera como lord Beaconsfield, se distinguía por dos cosas: en primer lugar, por la dádiva de los dioses que los modernos llaman banalmente suerte y que en otros períodos reverenciaban como una diosa llamada Fortuna, y, en segundo lugar, más íntima y maravillosamente relacionada con la Fortuna de lo que pudiera explicarse, por su grande y despreocupada inocencia de mente y de imaginación que hace imposible clasificarlo como advenedizo, aunque nunca pensó seriamente en nada que no fuera su carrera. Su inocencia le hacía advertir lo estúpido que hubiera sido sentirse un déclassé y también que era mucho más interesante para él y para los demás, además de mucho más útil para su carrera, acentuar su condición de judío “vistiéndose de un modo diferente, peinando sus cabellos con extravagancia y adoptando formas excéntricas de expresión y lenguaje”. Se preocupó más apasionadamente y más descaradamente que cualquier otro intelectual judío de ser admitido en círculos cada vez más elevados de la sociedad; fue el único entre ellos que descubrió el secreto de preservar la suerte, ese milagro natural del estado de paria, y que supo desde el principio que no había que humillarse para “remontarse desde lo alto hasta lo más alto”.

Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, p. 144-145.