La Revolución de 1905

En 1917 se inició en Rusia un proceso revolucionario de importantes repercusiones políticas y económicas, tanto a nivel doméstico, como internacional. En febrero de ese año las huelgas, manifestaciones y protestas obligaron a la dinastía Romanov abandonaba el poder. El antiguo régimen zarista pasaba a convertirse entonces en una república de carácter democrático. Sin embargo, en octubre de 1917, los bolcheviques protagonizaron una insurrección de tipo comunista contra el gobierno provisional. En este vídeo se repasan las principales fuerzas de oposición al régimen zarista. Las restantes clases estarán dedicadas a una introducción al tema, las causas del fenómeno revolucionario, las fuerzas de oposición al zarismo, los sucesos de febrero de 1917, la evolución de la República Rusa y la Revolución de Octubre. Además, este repaso incluye vídeos sobre los primeros decretos del gobierno bolchevique, la construcción del régimen soviético, la Guerra Civil, el Comunismo de Guerra, la NEP, la fundación de la URSS y el ascenso de Stalin.

 

La Revolución de Octubre


Ante tal situación, los bolcheviques propugnaron la insurrección armada como única vía posible para derrocar al gobierno provisional y consolidar el poder de los soviets.

Por primera vez consiguieron que el soviet de Petrogrado, presidido por Trotski, y el de Moscú apoyasen sus planes. La insurrección quedó definitivamente fijada para el 25 de octubre (7 de noviembre en el calendario occidental) con el fin de hacerla coincidir con la apertura del Segundo Congreso de los Soviets de toda Rusia.

El levantamiento comenzó la noche del día 24 en Petrogrado bajo la dirección del comité militar revolucionario, que en pocas hora controló toda la ciudad y ocupó el Palacio de Invierno. Todos los miembros del gobierno, con excepción de Kerenski, que consiguió huir, fueron detenidos.

En la tarde del día 25, el Congreso de los Soviets destituyó al gobierno provisional y aprobó la formación del Consejo de Comisarios del Pueblo. Este, presidido por Lenin y formado en su mayoría por bolcheviques, se convirtió en el órgano representativo del primer gobierno obrero y campesino.

El Congreso adoptó con rapidez las primeras medidas revolucionarias:

  • Se promulgó un decreto en el que se proponía a todos los pueblos y gobierno beligerantes que establecieran negociaciones inmediatas para alcanzar una paz justa y democrática.
  • Una delegación rusa inició en Brest-Litovsk negociaciones con Alemania, cuyo resultado fue un tratado de paz que comportó unas pérdidas territoriales enormes para Rusia.
  • Ucrania, Polonia, Finlandia, Letonia, Lituania, Estonia, Besarabia, Armenia y algunos enclaves del Cáucaso.
  • Se firmó un decreto sobre la tierra confiscando las propiedades de la Corona, la nobleza y la Iglesia, que se entregaban a los soviets para ser repartidas entre los campesinos.
  • Se estableció un decreto sobre las nacionalidades en el que se reconocía a los diferentes pueblos del Imperio, así como su derecho a la autodeterminación.
  • Finalmente, se estableció el control obrero sobre las empresas de más de cinco trabajadores y se nacionalizó la banca.

Las fuerzas de oposición al zarismo


En 1917 se inició en Rusia un proceso revolucionario de importantes repercusiones políticas y económicas, tanto a nivel doméstico, como internacional. En febrero de ese año las huelgas, manifestaciones y protestas obligaron a la dinastía Romanov abandonaba el poder. El antiguo régimen zarista pasaba a convertirse entonces en una república de carácter democrático. Sin embargo, en octubre de 1917, los bolcheviques protagonizaron una insurrección de tipo comunista contra el gobierno provisional. En este vídeo se repasan las principales fuerzas de oposición al régimen zarista. Las restantes clases estarán dedicadas a una introducción al tema, las causas del fenómeno revolucionario, la Revolución de 1905, los sucesos de febrero de 1917, la evolución de la República Rusa y la Revolución de Octubre. Además, este repaso incluye vídeos sobre los primeros decretos del gobierno bolchevique, la construcción del régimen soviético, la Guerra Civil, el Comunismo de Guerra, la NEP, la fundación de la URSS y el ascenso de Stalin.

 

La dualidad de poderes: Duma y soviets (febrero-octubre de 1917)


El gobierno provisional, presidido en un primer momento por el liberal Lvov y más tarde por Kerenski, estaba dominado por los partidos burgueses, agrupados en torno al Partido Kadet.

El nuevo gobierno se encargó, sobre todo, de crear un régimen parlamentario capaz de dar eficacia y estabilidad al Estado. Una de las primeras decisiones que tomó fue cumplir los compromisos exteriores y continuar la guerra, proponiendo, a la vez, unas reformas interiores para alcanzar la victoria militar.

En un principio, el gobierno provisional contaba con el apoyo de los soviets y de todos los partidos políticos, incluso el bolchevique. Fue la vuelta de Lenin del exilio lo que dio un giro radical a la situación.

Lenin defendió que la revolución no se podía mantener dentro de los límites estrictamente burgueses y que era necesario continuar avanzando hasta situar a los obreros en el poder.

En un artículo conocido con el nombre de Tesis de Abril, defendió la necesidad de impedir la consolidación del poder burgués y de lanzarse inmediatamente a la revolución proletaria. A su vez, hizo un llamamiento en favor de la inmediata salida de la guerra y se mostró partidario de retirar el apoyo al gobierno provisional.

El objetivo de los bolcheviques no era, por tanto, la construcción de un sistema parlamentario, sino la creación de un República de Soviets de diputados obreros y campesinos. Lenin vio claramente que la originalidad de la situación consistía en la existencia de una dualidad de poderes.

Un poder burgués, representado por el gobierno provisional, y un poder obrero en manos de los soviets.

La fuerza en la calle era de los soviets, por eso si retiraban su apoyo al gobierno, este se hundiría y aquellos se convertirían en el único poder de Rusia. Convencido de la necesidad de tomar el poder, Lenin lanzó la consigna “todo el poder para los soviets”, un grito que se convirtió en todo un programa de acción revolucionaria.

En el verano de 1917, la situación del pueblo ruso no había mejorado apenas: la guerra continuaba causando muchos problemas y persistía el hambre. Durante todo el mes de julio las manifestaciones se sucedieron por todo el Imperio, siendo reprimidas duramente por el ejército, mientras el gobierno acusaba a los bolcheviques de incitar al pueblo a la violencia.

Se inició también una persecución sistemática contra el partido bolchevique: Pravda fue clausurado y Lenin tuvo que volver al exilio.

Mientras, todo el Imperio se desorganizaba de nuevo:

  • En el campo, los campesinos ocupaban las tierras y se las repartían.
  • En las ciudades muchas fábricas se declaraban en huelga.
  • En el frente los soldados desertaban y no obedecían a sus oficiales.

Además, en agosto aumentó la inestabilidad política con la insurrección contrarrevolucionaria del general Kornilov, que sólo pudo ser frenada con la intervención de los obreros armados y las milicias bolcheviques.

Las causas de la Revolución Rusa


En 1917 se inició en Rusia un proceso revolucionario de importantes repercusiones políticas y económicas, tanto a nivel doméstico, como internacional. En febrero de ese año las huelgas, manifestaciones y protestas obligaron a la dinastía Romanov abandonaba el poder. El antiguo régimen zarista pasaba a convertirse entonces en una república de carácter democrático. Sin embargo, en octubre de 1917, los bolcheviques protagonizaron una insurrección de tipo comunista contra el gobierno provisional. Este vídeo aborda las causas del proceso revolucionario, haciendo especial hincapié en las condiciones de vida de la población civil. Las restantes clases estarán dedicadas a una introducción al tema, las fuerzas de oposición política, la Revolución de 1905, los sucesos de febrero de 1917, la evolución de la República Rusa y la Revolución de Octubre. Además, este repaso incluye vídeos sobre los primeros decretos del gobierno bolchevique, la construcción del régimen soviético, la Guerra Civil, el Comunismo de Guerra, la NEP, la fundación de la URSS y el ascenso de Stalin.

La Primera Guerra Mundial y las revoluciones rusas


En 1914, el Imperio Ruso entró en la I Guerra Mundial al lado de Francia y Gran Bretaña. El conflicto bélico fue, una vez más, la chispa que desencadenó el movimiento revolucionario que, esta vez, habría de poner fin al zarismo.

La revolución de 1917 se produjo en dos fases:

  • La primera, en febrero, tuvo un carácter liberal y burgués, convirtiendo al Imperio Ruso en una monarquía parlamentaria.
  • La segunda, en octubre, tuvo un carácter socialista y proletario, dando lugar a la primera república socialista del mundo.

Las consecuencias de la I Guerra Mundial para el movimiento revolucionario.

La guerra abocó a la mayoría de la población a unas condiciones de vida miserables. La mayor parte de la industria se transformó en industria de guerra y con ello las necesidades básicas de la población quedaron desatendidas.

A consecuencia de la leva, la falta de mano de obra en el campo redujo la producción agrícola y muchos campesinos se negaron a entregar las cosechas. Los precios subieron con rapidez y la capacidad adquisitiva de los asalariados disminuyó vertiginosamente. La falta de materias primas hizo que las fábricas cerrasen, los que provocó que el paro y la conflictividad social aumentase.

En el plano político, la guerra provocó la desintegración del Estado zarista. Los funcionarios estatales se mostraban descontentos porque el descenso de sus salarios era muy superior al del resto de los sectores sociales.

Además, el desastre militar socavó la autoridad y provocó una situación de descontento entre los soldados y entre una población que veía, espantada, como crecía el número de muertos en el frente.

Con esta situación, las intrigas y los complots en la corte eran continuos, sobre todo aprovechando las largas ausencias del zar mientras visitaba el frente.

Los asuntos políticos quedaron en manos de la zarina, que hacía y deshacía a su antojo bajo la influencia de un extraño personaje, el monje Rasputín. La falta de autoridad y el desbarajuste de la corte estimularon la oposición de la Duma, donde la mayoría de los diputados se unieron para criticar la incapacidad de los ministros y la familia real.

Cada día crecía el convencimiento de que para salvar al país era necesario prescindir de los Romanov e implantar un verdadero sistema parlamentario.

La Rusia de los zares: una industrialización muy localizada


La abolición de la servidumbre había dado lugar a un aumento de la mano de obra disponible para la industria.

Sin embargo, la agricultura no estaba lo suficientemente desarrollada como para poder aportar el capital que el proceso industrializador exigía. Así, la Rusia zarista tuvo que recurrir a inversiones extranjeras procedentes, fundamentalmente, de Francia, Gran Bretaña, Bélgica y Alemania.

El resultado fue una industrialización muy rápida: entre 1890 y 1900, la producción industrial se duplicó y Rusia se convirtió en la quinta potencia industrial del mundo. Ahora bien, la industrialización rusa presentaba unas particularidades bien definidas:

  • En primer lugar, la concentración geográfica en unas zonas determinadas del Imperio: San Petersburgo, Moscú, Ucrania y Polonia.
  • En segundo lugar, el gigantismo, ya que más de la mitad de los obreros trabajaban en empresas de más de 500 trabajadores.
  • En tercer lugar, la dependencia financiera: en 1914 casi un tercio de las sociedades por acciones estaban en manos de capitales foráneos.

La industrialización potenció el crecimiento del proletariado y hacia 1900 había ya casi tres millones de obreros. A pesar de que numéricamente era poco importante, el proletariado tenía una considerable fuerza social en las regiones industriales como consecuencia de la gran concentración empresarial.

En algunas ciudades, como San Petersburgo, los obreros representaban el 50% de la población.

Las condiciones laborales y salariales eran extremadamente duras:

  • Jornada de trabajo de 12 horas.
  • Salarios muy bajos que disminuían con la edad.
  • Un porcentaje muy elevado de mano de obra infantil y femenina.
  • Viviendas miserables…

A todo ello habría que añadir la ausencia de derechos sindicales, en concreto del derecho a la huelga, y la escasa legislación laboral que dejaba a los obreros indefensos frente a la arbitrariedad de la patronal. En estas circunstancias, no es extraño que la conflictividad social fuese muy elevada y que, de día en día, las revueltas obreras aumentasen.

La Rusia de los zares: una agricultura tradicional


A lo largo del siglo XIX, el campo ruso vivió prácticamente al margen de las transformaciones agrícolas que se habían producido en otros Estados europeos.

La aristocracia concentraba en sus manos la mayor parte de la tierra y el campesinado vivía, hasta bien entrado el siglo, en un régimen de servidumbre feudal.

Una parte importante de los siervos estaba sometida a unos fuertes lazos de servidumbre, que comportaban la ausencia de libertad personal y la obligación de realizar prestaciones y pagar impuestos en metálico.

En las comunidades campesinas, los cabezas de familia formaban el la mir. Asamblea de la comunidad rural que se encargaba de distribuir periódicamente entre sus miembros las tierras de cultivo cedidas por el señor.

Las duras condiciones de vida que debían soportar los campesinos provocaron que el Imperio se viese afectado, con relativa frecuencia, por revueltas agrarias.

Finalmente, estas obligaron al zar Alejandro II (1855-1881) a promulgar la abolición de la servidumbre en 1861. Se establecía sí la libertad personal de los siervos, que dejaban de estar ligados a la tierra, y su igualdad civil. Las tierras quedaron divididas en dos partes: una la conservaba el antiguo señor y la otra se entregaba en usufructo a los campesinos.

El decreto, sin embargo, decepcionó a los campesinos, que se veían obligados a endeudarse si querían rescatar unas tierras a un precio, a menudo, superior al real. Como resultado de las reformas surgió una nueva burguesía agraria, los kulaks, iniciándose así un nuevo proceso de diferenciación social.

Paralelamente, el pago del rescate y la fuerte presión fiscal hicieron aumentar el número de campesinos pobres, que recibían el nombre de mujiks. Muchos de ellos, sin tierras y endeudados, emigraron a las ciudades en busca de trabajo en las industrias que comenzaban a crearse. Otros se quedaron en el campo soportando unas condiciones de vida miserables.

La propiedad de la tierra continuaba, de esta manera, siendo la gran reivindicación de los campesinos rusos.

Las fases del conflicto: el año decisivo


La situación en los frente no varió apenas, si bien los franceses sufrieron 100.000 bajas en una ofensiva sin resultados. A esto ha de añadirse la derrota italiana en Caporetto, con el consiguiente retroceso 140 km. del frente hacia el sur.

Sin embargo, el año 1917 fue decisivo por dos acontecimientos: la Revolución Rusa y la entrada en la guerra de los EE.UU.

La retirada de Rusia.

La situación militar y económica de Rusia era desastrosa a comienzos de 1917. Así, en febrero una revolución democrática acabó con el régimen zarista. Más tarde, el 25 de octubre, los bolcheviques tomaron el poder e iniciaron conversaciones de paz.

El 3 de marzo de 1918 se firmó la Paz de Brest-Litovsk entre Rusia y Alemania, con enormes pérdidas territoriales para los rusos. Los alemanes ya podían concentrar sus fuerzas en el frente occidental.

Causas de la entrada de Estados Unidos en la guerra.

EE.UU. se había proclamado neutral, pero autorizó la concesión de préstamos a Francia y Reino Unido para que compraran material de guerra, alimentos y materias primas en su territorio. La victoria alemana hubiera impedido el pago de esas deudas, por lo que los americanos tenían razones de peso para desear lo contrario.

Sin embargo, el factor que decidió la intervención de los EE.UU. no fue ese, sino la guerra submarina desatada por Alemania en respuesta al bloqueo naval británico. Se trataba de hundir cualquier barco que se dirigiera a los puertos británicos. De esta manera se buscaba paralizar la economía británica, lo que le obligaría a firmar la paz.

Pero el hundimiento del buque norteamericano “Lusitania” en mayo de 1915, decidió la entrada de estos en la guerra.

La intervención de los Estados Unidos y sus consecuencias.

El 6 de abril Estados Unidos declaró la guerra a Alemania, poniendo su enorme potencial industrial al servicio de la guerra. Sin embargo, su ejército era reducido, y no existía servicio militar obligatorio.

Tardaron 15 meses en reclutar, entrenar y transportar un ejército a Europa, un tiempo extra para que Alemania intentase alcanzar por última vez la victoria.

Las protestas en el interior de los países beligerantes.

En 1917 se rompieron las retaguardias. Entre los socialistas aumentaron en número aquellos contrarios a la guerra, que empezaron a protagonizar manifestaciones y huelgas. En las ciudades, el empeoramiento del nivel de vida incrementó la conflictividad social.

En abril y mayo los obreros británicos y alemanes de las fábricas de armas fueron a la huelga y se celebraron violentas manifestaciones en Milán.

El Mundo de Ayer


En esta sección de Historia en Comentarios trato de ofrecer un repaso a la Historia europea de la primera mitad del siglo XX; o más bien desde la Primera hasta la Segunda Guerra Mundial, pasando por el llamado periodo de entreguerras y la revolución bolchevique.

Una cita de Stefan Zweig, extraída de El mundo de ayer. Memorias de un Europeo, nos sirve de introducción. Los escritos de este y otros hombres que vivieron todos esos sucesos nos acompañarán en nuestro “viaje”, cuya finalidad no es otra que descubrir a las personas de la época.

He dividido esta sección en cinco apartados: la Gran Guerrael mundo de postguerrael periodo de entreguerrasla experiencia soviética y el Tercer Reich. Les dejo con Stefan Zweig:

“Jamás me he dado tanta importancia como para sentir la tentación de contar a otros la historia de mi vida. Han tenido que pasar muchas cosas –acontecimientos, catástrofes y pruebas-, muchísimas más de lo que suele corresponderle a una misma generación, para que yo encontrara valor suficiente como para concebir un libro que tenga mi propio “yo” como protagonista o, mejor dicho, como centro (…) aunque, a decir verdad, tampoco será mi destino el tema de mi narración, sino el de toda una generación, la nuestra, la única que ha cargado con el peso del destino, como, seguramente, ninguna otra en la Historia (…) Tres veces me han arrebatado la casa y la existencia, me han separado de mi vida anterior y de mi pasado, y con dramática vehemencia me han arrojado al vacío, en ese “no sé adónde ir” que ya me resulta tan familiar.

(…) Cuando pronuncio de una tirada “mi vida”, maquinalmente me pregunto: “¿Cuál de ellas?” ¿La de antes de la guerra? ¿De la primera guerra o de la segunda? ¿O la vida de hoy? Otras veces me sorprendo a mí mismo diciendo “mi casa”, para descubrir en seguida que no sé a cuál de ellas me refiero: si a la de Bath o a la de Salzburgo, o, tal vez, al caserón paterno de Viena (…) En conversaciones con amigos más jóvenes, cada vez que les cuento episodios de la época anterior a la Primera Guerra me doy cuenta, por sus preguntas estupefactas, de hasta qué punto lo que para mí sigue siendo una realidad evidente, para ellos se ha convertido en histórico o inimaginable. Y el secreto instinto que mora dentro de mi ser les da la razón: se han destruido todos los puentes entre nuestro Hoy, nuestro Ayer y nuestro Anteayer».