Las razones soviéticas


¿Por qué los bolcheviques prefirieron llegar a un paupérrimo acuerdo con la marginada Alemania en lugar de aceptar la mano de los poderes occidentales? La versión soviética de Rapallo la explica así Sebastián Haffner: “Si Rusia hubiera mordido el anzuelo de las reparaciones alemanas y se hubiera unido a las potencias occidentales, Alemania también hubiera tenido que integrarse en esa impresionante coalición; por su parte, en esa estructura paneuropea inamovible, la Rusia bolchevique hubiera sido un cuerpo extraño aislado, y probablemente habría vuelto a caer tarde o temprano en el remolino del capitalismo. Mientras la Rusia soviética, debilitada por las guerras mundial y civil, estuviera rodeada de estados capitalistas, no le quedaba más remedio que aprovechar las diferencias nacionales entre ellas. Y para ello tendría que aprovecharse de la rivalidad entre la potencia más débil, vencida e insatisfecha, y las más fuertes, victoriosas y satisfechas; no al revés. Y esa potencia era Alemania”.

Los dirigentes rusos se percataron, al menos parcialmente, de que la ayuda que les ofrecía Lloyd George escondía una trampa –puede que mortal- para la revolución rusa y mundial. Tal vez no eran conscientes de la magnitud de la misma, pero la intuían. Además, la propia debilidad de los alemanes les convertía en un aliado más atractivo a ojos de los soviéticos. Una vez más, los diablos se veían atraídos el uno hacia el otro.

Bibliografía:

[1] El pacto con el diablo; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2007.

[2] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] Sociedad y cultura en la República de Weimar: el fracaso de una ilusión; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 1996.

El diálogo entre los dos diablos


En la parte final del capítulo Sebastián Haffner nos explica el porqué del acuerdo germano-soviético –antinatural e imprevisto- alcanzado en Rapallo. La razón de fondo es la misma que en otras ocasiones anteriores y posteriores: la lucha de ambos –cada uno por su lado- contra las potencias occidentales y el sistema internacional impuesto por Versalles. En este artículo abordaremos los motivos de Alemania y, en el siguiente, los de Rusia.

“Está bien, sois bolcheviques. Eso es asunto vuestro. Esta bien, queréis importar el bolchevismo entre nosotros. Eso ya sabremos evitarlo. Vosotros gobernáis en vuestro país como os gusta y nosotros gobernamos en el nuestro como nos gusta. ¿Entendido? Pero por lo demás, ¿acaso las potencias occidentales, que intentaron derrocaros con ayuda de los blancos, no son vuestro más peligroso enemigo? También lo son para nosotros. Por otro lado, ¿acaso no os salvamos de los blancos? Pues bien, ¿queréis construir un Ejército Rojo? Os podemos ayudar, si nos dais la oportunidad de probar en vuestro país las armas que nos ha prohibido Occidente. ¿Necesitáis capital para vuestra reconstrucción? Quizá lo tengamos; pero naturalmente, costaría intereses. Ya sabemos que no os gustamos. Pero parece que podríamos resultarnos útiles mutuamente”.

Así describe el autor, de una manera amena y desenfadada, la mentalidad de los alemanes de posguerra y sus sentimientos hacia el mundo soviético. Eran antibolcheviques. Sin embargo, su rencor hacia Occidente, unido a la idea de una Alemania poderosa, les empujaba irremediablemente a acercarse a los rusos.

Bibliografía:

[1] El pacto con el diablo; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2007.

[2] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] Sociedad y cultura en la República de Weimar: el fracaso de una ilusión; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 1996.

Rathenau y la reinserción en Occidente


Walter Rathenau fue el verdadero arquitecto de la cumbre de Génova; sin embargo, no tenía más remedio que ceder el protagonismo al premier británico Lloyd George. En 1922 Alemania no estaba en disposición de proponer nada; necesitaba que una potencia triunfadora en la Gran Guerra le respaldase. Por esa razón, en el acuerdo entre el dirigente alemán y el británico ambos ganaban algo: la idea concebida por Rathenau salía a la luz, pero bajo la estela de Lloyd George. Sebastian Haffner nos narra así el pensamiento del canciller alemán:

“…Walther Rathenau, incluso creía poder lograr un nuevo elemento que aglutinara Alemania y Occidente precisamente a partir de la victoria del bolchevismo en Rusia: al fin y al cabo, ¿acaso no compartían el interés de desactivar la bomba que de pronto había entre ellos? Había que conseguir que ambos se encargaran juntos de la reconstrucción de Rusia; así matarían dos pájaros de un tiro: sin que se notara pero irremisiblemente, Rusia volvería a entrelazarse en la red de la economía mundial capitalista; Alemania podría ganar en Rusia lo que tenía que pagar a modo de reparación a Francia e Inglaterra; y Alemania y Occidente podrían (sin que se notara, pero irremisiblemente) dejar de considerarse mutuamente deudora y acreedor y convertirse en socios”.

Bibliografía:

[1] El pacto con el diablo; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2007.

[2] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] Sociedad y cultura en la República de Weimar: el fracaso de una ilusión; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 1996.

El fortalecimiento del bacilo soviético


“Las cosas habían cambiado respecto a 1917, cuando Rusia le había puesto el bolchevismo como una mosca detrás de la oreja a fin de inocularle una enfermedad que le haría languidecer. Increíblemente, los bolcheviques se habían convertido en un gobierno de verdad, en marcha, se habían impuesto, habían creado un ejército de la nada y habían vencido una terrible guerra civil: ahora había que tomarlos en serio”.

El primer pacto entre el diablo soviético y el alemán tenía, por parte de esto últimos, un claro objetivo: debilitar a Rusia con el fin de vencer la guerra en el frente oriental. Para ello los dirigentes del II Reich se habían sevido de lo que ellos consideraban una “enfermedad política”: el bolchevismo. En opinión del alto mando alemán, Lenin y sus seguidores eran incapaces de gobernar la gran nación rusa; el experimento soviético tenía que acabar, a todas luces, en desastre.

No obstante, los alemanes se equivocaron. Los bolcheviques no sólo lograron asentar su poder en Rusia, sino que poco a poco la estaban convirtiendo de nuevo en una nación poderosa. Fue entonces cuando la relación entre los dos diablos cambió. El germano empezó a tomarse en serio a su compañero de viaje.

Bibliografía:

[1] El pacto con el diablo; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2007.

[2] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] Sociedad y cultura en la República de Weimar: el fracaso de una ilusión; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 1996.

El camino de Versalles a Rapallo


La desconfianza alemana hacia Occidente, ese odio mezclado con recelo que había producido la humillación de Versalles, les impedía llegar a ningún tipo de acuerdo con sus verdugos. Era tan poderosa esa fuerza que, incluso, estaban dispuestos a pactar con el diablo antes que hacerlo con los británicos y franceses. Sebastian Haffner lo describe en su libro de la siguiente manera.

“Lo que no consiguió la revolución alemana lo logró Versalles: un giro hacia Rusia y el sentimiento de una auténtica comunidad de intereses germano-rusa. El sentimiento no era generalizado, nada más lejos; y todavía se hallaba en conflicto con un profundo, instintivo y casi insuperable antibolchevismo. Pero ahí estaba. Era un embrión susceptible de desarrollo. De ese embrión surgiría Rapallo”.

Bibliografía:

[1] El pacto con el diablo; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2007.

[2] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] Sociedad y cultura en la República de Weimar: el fracaso de una ilusión; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 1996.

Radek como cerebro de Rapallo


“…Radek se hizo con un abrigo del ejército austríaco y se coló en Berlín como si fuera un refugiado de guerra que regresa a su patria. (Hablaba tanto alemán austríaco como polaco y ruso a la perfección, aparte de otras tres o cuatro lenguas incorrecta pero fluidamente.) En Berlín no participó en el congreso de consejos, pero sí estuvo presente el día de la fundación del partido comunista alemán (KPD), vio el levantamiento de enero, el triunfo de la contrarrevolución y el asesinato de Liebknecht y Rosa Luxemburg, mantuvo contacto durante un par de semanas con sus compañeros de partido alemanes desde domicilios cambiantes y finalmente fue capturado durante una de las cazas de comunistas entonces frecuentes”.

Es bien sabido que Karl Radek no estuvo físicamente en Rapallo; es más, tampoco intervino desde la distancia en las negociaciones. No obstante, Sebastian Haffner dedica buena parte del capítulo que nos ocupa en narrarnos la historia de este curioso personaje. Esto se debe a que, gracias a la experiencia de Radek, los bolcheviques conocían perfectamente la herida que el tratado de Versalles había dejado en el corazón de los alemanes.

De vuelta a su Rusia natal, el prisionero comunista llevó consigo una información valiosísima para el desarrollo de la diplomacia soviética con respecto a Alemania. Karl Radek no intervino en Rapallo, pero sin el es posible que este tratado nunca hubiera llegado a buen puerto.

Bibliografía:

[1] El pacto con el diablo; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2007.

[2] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] Sociedad y cultura en la República de Weimar: el fracaso de una ilusión; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 1996.

Rapallo


Nos adentramos en un nuevo capítulo de El pacto con el diablo, sobre él podrán leer los siguiente artículos: Radek como cerebro de Rapallo, El camino de Versalles a Rapallo, El fortalecimiento del bacilo soviético, Rathenau y la reinserción en Occidente, El diálogo entre los dos diablos, y Las razones soviéticas.

En 1922 se reunieron en Génova los representantes de las principales potencias europeas. El pretexto era solucionar los problemas generados por el sistema de Versalles –perfeccionar algunos flecos del mismo-; sin embargo, el fin último de la cumbre no era ese. Mediante hábiles maniobras, británicos y alemanes pretendían alcanzar un doble objetivo: la reinserción de Alemania en Occidente, y la integración de los soviéticos en el sistema capitalista dominante. Por un lado, se trataba de hacer más liviana -o incluso eliminar- la carga de las reparaciones alemanas. En definitiva, que dejase de ser deudora para pasar a colaborar de tú a tú con los vencedores de la Gran Guerra. Por el otro, se buscaba aislar a los soviéticos con el fin de obligarles a aceptar la intervención económica occidental en su territorio.

Sebastian Haffner nos narra en este capítulo como la falta de entendimiento, la desconfianza entre alemanes y británicos, llevó a que todo terminara con la firma de un tratado germano-soviético en la localidad italiana de Rapallo. La perspicacia de los bolcheviques, unida al peculiar modo de llevar las negociaciones por parte de Lloyd George y al recelo de varios miembros del gabinete Rathenau hacia los británicos, permitió desbaratar los planes occidentales para acabar con el socialismo ruso. Así lo expresa el autor al comienzo del capítulo:

Rapallo sigue siendo hoy en día una palabra clave y un concepto fijo del lenguaje diplomático. Se trata de una fórmula cifrada que significa dos cosas: en primer lugar, que según las circunstancias una Rusia comunista y una Alemania anticomunista pueden reunirse y aliarse; en segundo lugar, que esto puede ocurrir súbitamente, literalmente de un día para otro. Este segundo significado ha convertido a Rapallo más que el primero en una palabra que infunde horror entre los occidentales, cuyo efecto de choque perdura”.

Bibliografía:

[1] El pacto con el diablo; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2007.

[2] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] Sociedad y cultura en la República de Weimar: el fracaso de una ilusión; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 1996.