La República de Weimar y la cooperación militar con la Unión Soviética


Continuando con nuestro estudio de las relaciones entre la Reichswehr y el Ejército Rojo, cabe plantearse otra pregunta: ¿cómo fue posible la colaboración, de manera tan estrecha y en los años veinte y treinta, de un régimen democrático con la Unión Soviética? Sorprende ver a una democracia tan avanzada en cuestiones constitucionales enrolada en semejante colaboración militar. Además, hay que tener en cuenta que el alemán era un estado que para sobrevivir había tenido que derrotar a los comunistas en su propio territorio.

¿Qué sucedió para que todo esto fuera posible? ¿Qué llevó a la República de Weimar a romper lo que de manera sincera pactado en Versalles? Realmente, tal como nos dice Sebastián Haffner, no paso nada. No fueron los políticos republicanos los que suscribieron semejantes acuerdos. Ellos firmaron, no sin cierto cargo de conciencia, los papeles de Rapallo, nada más. Fue el ejército el que se mostró partidario de la colaboración con la Unión Soviética. Y lo pudo hacer porque, gracias a las maniobras de Erich Ludendorff al término de la Gran Guerra, la Reichwerh era un estado dentro del propio estado. Veamos como explica esto el autor:

“…durante la República de Weimar, el ejército alemán fue un estado dentro de otro estado hasta tal punto que, protegido frente al Parlamento y el gobierno podía llevar a cabo su propia política: una empresa del calibre de la política militar en Rusia por parte de la Reichwehr no hubiera sido posible de forma totalmente independiente de la política general”.

Bibliografía:

[1] El pacto con el diablo; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2007.

[2] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] Sociedad y cultura en la República de Weimar: el fracaso de una ilusión; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 1996.

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