El Muro de Berlín


¿Sabías que, durante casi tres décadas, la ciudad de Berlín estuvo dividida por un muro de 155 kilómetros de diámetro? Pues sí, así fue. El 13 de agosto de 1961, el gobierno de la República Democrática Alemana, con el respaldo de la Unión Soviética, iniciaba uno de los experimentos más terribles de la Europa moderna: del país que una vez pretendió dominar el mundo, surgieron dos pueblos separados por un muro hasta el 9 de noviembre de 1989.


Con el fin de entender por qué se levantó un muro en la capital de Alemania, es necesario remontarnos a los primeros años de la Guerra Fría. Como quedó explicado en el vídeo que dedicamos a esa cuestión (pondría una tarjeta enlazándolo), al término de la Segunda Guerra Mundial, tanto Alemania en su conjunto como la ciudad de Berlín, quedaron divididas en cuatro zonas de ocupación.

Sin embargo, esos territorios nunca llegaron a formar un único país. En abril de 1949, los EE.UU., Gran Bretaña y Francia unificaron sus zonas en un Estado: la República Federal de Alemania. Por su parte, en octubre de ese mismo año, surgía bajo el patrocinio soviético la República Democrática Alemana.

A pesar de esa división y de las tensiones propias del conflicto entre ambos bloques, la frontera entre Berlín Occidental y Berlín Oriental se mantuvo abierta hasta el verano de 1961. Eso la convirtió en la principal vía de escape existente al otro lado del Telón de Acero. De esta manera, desde 1949, más de tres millones de personas emigraron a Alemania Occidental pasando la frontera existente en la ciudad.

La constante pérdida de población llevó a las autoridades de la República Democrática Alemana –es decir, la cúpula del Partido Socialista Unificado- a buscar soluciones que evitaran la salida masiva de personas. De hecho, en las dos semanas previas a la construcción del Muro, se estima que cruzaron la frontera unas 50.000 personas. De esta manera, el día 13 de agosto comenzó la construcción del Muro bajo la atenta mirada y la protección de la policía y el ejército de la Alemania comunista; en total cerca de 15.000 efectivos.

Mientras tanto ¿qué hizo Occidente? Lo primero de todo es aclarar que los aliados de la OTAN fueron informados de los planes para acordonar Berlín Occidental por parte de los responsables de la República Democrática Alemana. Además, los servicios secretos de la RFA conocían buena parte de los detalles desde el mes de julio. Sin embargo, cuando se inició la construcción, les sorprendió tanto el calendario como las dimensiones de las barreras.

Lógicamente, la propaganda comunista trató de justificar la medida alegando que era un sistema de defensa contra la amenaza fascista de Occidente. En definitiva, culpaban a la República Federal de Alemania y a sus aliados de mantener un enclave dentro de su territorio –Berlín Oeste- que resultaba una amenaza para el modelo socialista. Sostenían que, sin la presencia occidental, el Muro no hubiera sido necesario.

Por su parte, Occidente reaccionó de diversas maneras y a ritmos muy distintos frente a la construcción del Muro. Desde la enérgica protesta y la manifestación convocada por el entonces alcalde de Berlín Oeste, Willy Brandt, a la prudencia del presidente alemán Konrad Adenauer y su viaje a la ciudad unas semanas después. Además, la diplomacia de los países de la OTAN mostró su indignación, al tiempo que se tomaron las medidas oportunas para mantener la independencia del enclave.

Ahora bien, como en tantos otros episodios de la Guerra Fría, la tensión inicial fue relajándose progresivamente con el fin de evitar un conflicto abierto. De hecho, en 1963 se llegó a un primer acuerdo para dejar pasar población de forma temporal aprovechando la celebración de Año Nuevo. Y, en la década siguiente, se agilizaron los trámites de tránsito para situaciones especiales.

Expuestos los antecedentes y la cuestión diplomática, ha llegado el momento de hablar del Muro en sí mismo. El primer punto a tener en cuenta es que la construcción se llevó a cabo en varias fases y sufrió varios procesos de remodelación que llevaron al perfeccionamiento de su estructura. De hecho, a partir de 1975 se fueron instalando más de 40.000 secciones de hormigón armado con una altura de 3,6 metros.

Además, el conjunto se completaba con alambradas, cables de alarma, cercas de púas, trincheras, una treintena de búnkeres y 300 torres de vigilancia.

Por supuesto, eso no evitó que muchas personas trataran de salir del Berlín Oriental. De hecho, desde la construcción del Muro hasta su desaparición en 1989, se produjeron más de 5.000 fugas. La mayoría, como es lógico, se produjeron en los primeros meses, pues la estructura no estaba perfeccionada. Además, en el intento murieron 192 personas y el número de heridos supero las dos centenas.

Finalmente, como hemos comentado antes, el Muro de Berlín cayó en la noche del 9 de noviembre de 1989. Ese acontecimiento hay que enmarcarlo en el contexto de la Perestroika, emprendida por Mijaíl Gorbachov en la URSS desde 1985. Con el tiempo, la renuncia de Moscú a intervenir como hasta entonces en sus países satélites llevó a que Hungría retirara las alambradas de su frontera en mayo de 1989.

Eso produjo una avalancha desde la Alemania Oriental a ese país que, solo en el mes de septiembre, recibió a casi 15.000 alemanes. A esa cifra hay que añadir la del creciente número de refugiados en las embajadas de la Alemania Federal en Praga y Varsovia.

La cascada de acontecimientos llevó a la sustitución de Erich Honecker por Egon Krenz al frente del Partido Socialista Unificado de la Alemania comunista a mediados de octubre.

Sin embargo, la causa última de la caída del Muro fue la confusión que se produjo en la conferencia de prensa de Günter Schabowski, miembro del Comité Central del SED. El político alemán anunció por error que la nueva ley de permisos de viaje entraba en vigor esa noche y, a partir de esa información, varios medios del Berlín Occidental anunciaron que el Muro se había abierto.

Todo eso llevó a miles de berlineses a tratar de cruzar la frontera, ante la confusión de la policía que no sabía si debía actuar o no. La avalancha se hizo imparable y, en las horas siguientes, los habitantes de Berlín comenzaron a destruir varios sectores del Muro sin que nadie lo impidiera.

Finalmente, después de un largo proceso negociador y no pocos estudios económicos y sociológicos, el 3 de octubre de 1990 desaparecía la República Democrática Alemana, integrándose su territorio en la RFA.

Abolición de autonomía y resistencia civil VII

En un terreno distinto, la relación de los serbios de la calle con el régimen de Milosevic era ambigua. Si por un lado, y sometidos a la influencia de unos medios de comunicación que difundían una imagen visiblemente edulcorada de los ocurrido en Croacia, en Bosnia-Hercegovina y en Kosova, aceptaban genéricamente la versión oficial en lo que a los conflictos correspondientes se refiere, por el otro no podían sustraerse a un conocimiento material de la corrupta condición del régimen y de sus redes. Téngase presente al respecto que la situación económica en la que Serbia se iba degradando de tal suerte que a los efectos de una crisis que venía arrastrándose desde bastante tiempo atrás se sumaban los de la desintegración de Yugoslavia, el embargo internacional y el esfuerzo de la guerra, de tal suerte que ganaba terreno, y visiblemente, un capitalismo mafioso. De resultas, mientras una minoría de la población -de la que participaba, naturalmente, el grueso de la élite política- se enriquecía visiblemente, el poder adquisitivo de los salarios se dividía nada menos que por cinco entre 1989 y 1994, en un escenario marcado por la hiperinflación, la dramática reducción en los niveles de producción de la industria y la extensión del desempleo. Todos estos fenómenos tenían un significado eco en la forma de un creciente rechazo hacia los refugiados serbios procedentes de Bosnia-Hercegovina o de la Krajina.

Carlos Taibo, Guerra en Kosovo. Un estudio sobre la ingeniería del odio, p. 103.

La situación de las Repúblicas I

Con el control del poder republicano en sus manos, y una influencia indiscutible en Montenegro, Kosovo y Voivodina, Milosevic dio un paso adelante al reivindicar un cambio profundo en el texto constitucional con el objetivo de dotar a las instituciones serbias de un poder todavía más decisorio en el conjunto de la Federación y de anular competencias de sus provincias autónomas. Así, en los primeros meses de 1989, la Asamblea de Serbia introdujo en la Constitución de la República una serie de enmiendas que ponían fin a la autonomía de Kosovo y Voivodina. Las huelgas y manifestaciones de estudiantes y trabajadores albaneses convocadas en febrero y marzo, muy secundadas por la población de Kosovo, acabaron de forma violenta con el encarcelamiento de los líderes albaneses de las protestas. La represión, con saldo de muertos y heridos, desencadenó la crisis final al abandonar sus puestos la mayor parte de los albaneses que desempeñaban cargos de responsabilidad en la Liga de los Comunistas de Kosovo.

Ricardo Martín de la Guardia y Guillermo Pérez Sánchez, Europa balcánica. Yugoslavia, desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, p. 103-104.

La caída del muro de Berlín

Yo estaba en Berlín el 11 de noviembre de 1989, la noche en que se abrió el muro. Las personas que pasaban del este al oeste nos enseñaban sus planos de la ciudad. Todo Berlín Occidental había sido eliminado de ellos: en su lugar sólo aparecía un espacio vacío. Pero, aún así, lo sabían todo sobre el otro lado de Berlín porque lo habían visto en los programas de televisión occidentales que sintonizaban. La democratización cotidiana no es lo mismo que el consumismo. Evidentemente, muchas personas de la Europa del este y de la Unión Soviética querían los bienes de consumo y la riqueza en general de la que se disfrutaba en Occidente. pero también querían, según mostraban las encuestas, una mayor movilidad y autonomía (libertad, en definitiva) en sus vidas diarias.

Anthony Giddens, Europa en la era global, p. 257.

Sándor Kopácsi

Este texto forma parte de un conjunto de breves biografías que he elaborado sobre la Revolución Húngara de 1956. Para ver la lista completa, pincha aquí.


Sandor_Kopacsi(1922-2001) Militar de carrera, el coronel Kopácsi había sido nombrado en 1953 jefe de la policía de Budapest. Aliado de Imre Nagy, se comprometió activamente con la insurrección de otoño de 1956 y colaboró en la organización de la Milicia Nacional. Formó parte de la comisión gestora del Partido Socialista Obrero Húngaro presidida por Kádár. Procesado en 1958 como miembro del grupo de Nagy, fue condenado a cadena perpetua. La amnistía de 1963 lo dejó en libertad. En 1975 emigró a Canadá y sólo regresó a Hungría en 1989 al desplomarse el sistema socialista.

Béla Király

Este texto forma parte de un conjunto de breves biografías que he elaborado sobre la Revolución Húngara de 1956. Para ver la lista completa, pincha aquí.


Bela_Kiraly(1912-1989) Militar de carrera e historiador, Király combatió en la Segunda Guerra Mundial y al finalizar esta se integró en el Ejército Popular húngaro, en donde alcanzó el grado de teniente general y fue miembro de Estado Mayor. En 1951 cayó en desgracia y, acusado injustamente, fue procesado y condenado a muerte, pena que se le conmutó por la de cadena perpetua. En 1956 quedó en libertad. En el levantamiento popular de otoño de 1956 se sumó a los insurrectos y fue comandante de las fuerzas armadas de Budapest y de la Milicia Nacional. Con la derrota de la insurrección se exilió en los Estados Unidos y entre 1968 y 1982 fue profesor universitario en diferentes centros superiores estadounidenses. En 1989 regresó a Hungría. Entre sus publicaciones destaca, por sus aportaciones autobiográficas y documentales, especialmente significativas en el caso del levantamiento de octubre y noviembre de 1956, el libro Honvédségböl néphadsereg (Del Ejército Nacional Húngaro al Ejército Popular), Budapest, Co-Nexus, 1986.

Miklós Vásárhelyi

Este texto forma parte de un conjunto de breves biografías que he elaborado sobre la Revolución Húngara de 1956. Para ver la lista completa, pincha aquí.


Miklos_Vasarhelyi(1917-2001) Periodista y militante comunista, fue colaborador de Imre Nagy contrario al sector estalinista-rákosista, lo que le costó la expulsión del Partido. En 1956 fue jefe de prensa del Gobierno de Nagy. Compañero de reclusión de éste, fue procesado y condenado a cinco años de prisión. En 1960 quedó en libertad y desde ese momento impulsó la oposición al kádárismo. Fue uno de los fundadores de la “Comisión para la Reparación Histórica”, uno de cuyos objetivos fundamentales fue la rehabilitación moral y política de los insurrectos de 1956 represaliados y condenados por el régimen comunista. Miklós Vásárhelyi perteneció a la Alianza de Demócratas Libres desde su creación en 1989 y durante la década de los noventa fue diputado en el nuevo Parlamento democrático húngaro.

Gyula Kállay

Este texto forma parte de un conjunto de breves biografías que he elaborado sobre la Revolución Húngara de 1956. Para ver la lista completa, pincha aquí.


Gyula_Kallai(1910-1996) Estaba vinculado de antiguo al círculo de confianza más próximo a János Kádár, y fue Ministro de Asuntos Exteriores entre 1949 y 1951. Abandonó el cargo acusado injustamente de actuaciones contra el Partido, pero en 1954 fue rehabilitado. Dos años más tarde, en julio de 1956, fue elegido miembro del Comité Central del Partido Obrero Húngaro. En la insurrección de 1956 apoyó a Kádár, que el 4 de noviembre lo nombró miembro de su Gobierno. Por decisión de Kádár presidió la Comisión gubernamental encargada de negociar con Nagy y sus compañeros una vez recluidos éstos en Rumania. El 5 de abril de 1957 Kállay presentó en nombre del Gobierno la acusación que abrió el proceso criminal contra el grupo de Nagy. Años más tarde, entre 1965 y 1967, ocupó el cargo de Primer Ministro y se mantuvo como miembro del Comité Central del Partido Socialista Obrero Húngaro hasta 1989.

János Kádár

Este texto forma parte de un conjunto de breves biografías que he elaborado sobre la Revolución Húngara de 1956. Para ver la lista completa, pincha aquí.


Janos_Kadar

(1912-1989) Militante comunista desde los primeros tiempos, János Kádár dirigió el Partido Comunista en el interior de Hungría desde la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar ésta entró en el Comité Central y en Politburó del Partido con el cargo de vicesecretario general. Entre 1948 y 1950 fue Ministro del Interior. Un año después fue detenido y procesado bajo acusaciones falsas. Rehabilitado en 1954, se reincorporó a la organización comunista como responsable del distrito XIII de Budapest. En julio de 1956 recuperó su puesto en el Comité Central y el Politburó del Partido. Al comenzar el Gobierno de Nagy de octubre de 1956 fue designado Ministro de Estado y el 25 de octubre el Comité Central lo nombró secretario general del Partido. El desarrollo de la revuelta y el papel del Partido en los tiempos más recientes lo llevaron el 1 de noviembre a plantear su disolución para crear uno nuevo: el Partido Socialista Obrero Húngaro (PSOH).

En su comisión gestora participaron, además del propio Kádár como presidente, Imre Nagy, Zoltán Szánto, Géza Losonczy, Ferenc Donáth, Sándor Kopácsi y el prestigioso filósofo marxista György Lukács. Al mismo tiempo, Imre Nagy nombró un nuevo Gobierno en el que aparecía Kádár, quien a su vez preparaba un Gobierno alternativo. En esfecto, el 4 de noviembre János Kádár anunció en Szolnok la creación de un Gobierno “revolucionario, obrero y campesino” encabezado por él y auspiciado por la URSS. En su primer mensaje a través de Radio Szolnok al pueblo de Hungría, Kádár anunció que había solicitado ayuda militar a los soviéticos para terminar con la insurrección. Desde el 4 de noviembre de 1956 y hasta mayo de 1988 János Kádár fue el máximo dirigente del régimen socialista de Hungría en calidad de secretario general del PSOH; desde esa fecha hasta su muerte en junio de 1989 ocupó el cargo de presidente del Partido.