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Podemos distinguir dos fases dentro del Trienio Liberal. El un primer momento lo constituyó el levantamiento de Riego y su reclamación de los postulados gaditanos de 1812. La segunda estuvo marcada por el regreso de los exiliados y la convocatoria de unas nuevas Cortes. En este periodo Fernando VII, preso de la situación, no puede más que dejar hacer a los liberales. Sin embargo, estos pronto se dividieron en dos facciones: “doceañistas” y “veinteañistas”.
Finalmente, el régimen liberal fue aplastado por la intervención internacional venida de Francia. El contingente conocido como “Los cien mil hijos de San Luís” repuso a Fernando VII en su trono como rey absolutista.
A esta intervención militar siguió una década de rígido absolutismo. No obstante, la inviabilidad de este proyecto acabó por condenarlo al fracaso en los últimos años de vida de Fernando VII. Es esos momentos se produjo una escisión dentro de los defensores del absolutismo en torno a la cuestión sucesoria:
- Por un lado estaban los carlistas o realistas, defensores del establecimiento de un Antiguo Régimen radical y de la causa de Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII.
- Por otro los fernandinos o isabelinos, abiertos a la reforma del sistema. Por lo tanto, a la muerte del rey, el país estaba ante tres grandes problemas: el conflicto dinástico, el surgimiento de un absolutismo radical, y el deterioro económico.
Bibliografía:
[1] Historia Contemporánea de España II; Javier Paredes (Coord.) – Madrid – Ariel – 2005.
[2] Historia Contemporánea de España II; José Luis Comellas – Madrid – Rialp – 1986.
[3] Historia de España; José Luis Martín, Carlos Martínez Shaw, Javier Tusell – Madrid – Taurus – 1998.
[4] Las Cortes de Cádiz; Federico Suárez Verdeguer – Madrid – Rialp – 1982.