Este texto forma parte de un conjunto de breves biografías que he elaborado sobre la Revolución Húngara de 1956. Para ver la lista completa, pincha aquí.
(1896-1958) A la hora de elaborar la reseña bibliográfia de Imre Nagy me ha parecido conveniente recurrir a un artículo de The New York Times. Su título es “Retrato de Imre Nagy” y fue publicado en octubre de 1956. Por tanto, teniendo en cuenta que la muerte del estadista húngaro acaeció poco tiempo después, nos encontramos ante una biografía inconclusa. No obstante, puede completarse con nuestra obra de referencia: La Batalla de Budapest. Historia de la insurrección húngara de 1956.
“Incluso durante los últimos años que pasó en Moscú como refugiado comunista, el nuevo Primer Ministro de Hungría, Imre Nagy, era considerado por sus camaradas un comunista extraño. Expresaban la perplejidad que les producía mediante el apodo que le daban, kulak, que es la palabra rusa que designa al campesino rico de la clase de los que exterminó Stalin al comienzo de la década de 1930.
Los compañeros comunistas del señor Nagy le llamaban kulak porque sus antecedentes, su aspecto y sus gustos les recordaban a los campesinos ricos y sólidamente burgueses que había conocido en Hungría. Hombre corpulento (…) no hacía un secreto de su afición a la buena comida, la buena bebida y la buena ropa.Cuando caminaba por las calles de Moscú parecía un campesino húngaro próspero ataviado con su mejor traje dominical y que se dirigía a la iglesia antes des que lo que era realmente: el técnico agrícola del Partido Comunista húngaro que se dirigía a su puesto de especialista del Instituto Agrario soviético. Cuando en 1944 volvió a Budapest con el Ejército Rojo y se convirtió en uno de los principales gobernantes húngaros, mantuvo sus costumbres extrañas. Dejó que su hija se casara con un ministro protestante en ejercicio. Le gustaba sentarse en los cafés de Budapest y discutir sobre política o los méritos de los distintos equipos de fútbol húngaros.Su esposa, con la que se había casado hacía más de 35 años, era hija de un empleado de pueblo.
Ya en 1945 los amigos del señor Nagy se dieron cuenta de que era políticamente “peculiar” y quizás hasta peligroso. Aunque había pasado más de una cuarta parte de su vida en la Unión Soviética y se había hecho ciudadano soviético en torno a 1930, les decía a sus amigos de Budapest que no era necesario que Hungría siguiera a la Unión Soviética en todo.Esto constituía una herejía notoria, pero al comienzo del período de la posguerra los comunistas húngaros preparados eran demasiado pocos y estaban demasiado diseminados como para que nadie pudiera permitirse el lujo de depurarlos. Imre Nagy nació en 1896 en una familia campesina con firme fe calvinista. De joven aspiraba a llegar a ser cerrajero y fue aprendiz de cerrajero hasta la Primera Guerra Mundial, cuando ingresó en el ejército austro-húngaro. Lo capturaron los rusos, que lo llevaron a su patria. Allí luchó con los bolcheviques en la guerra civil y luego volvió a su país para tratar de establecer en él el “gobierno de los obreros y los campesinos”.Siguió un cuarto de siglo en el que su vida fue semejante a la de otros revolucionarios profesionales de la Europa Oriental. Desempeñó un papel de poca importancia en el breve gobierno comunista húngaro de Béla Kun y luego actuó clandestinamente como agitador comunista hasta que tuvo que huir a la Unión Soviética en 1929. En Moscú siguió estudiando la situación de Hungría y observó como Stalin transformaba la Unión Soviética mediante la fuerza y la violencia. De vuelta a Hungría después de la Segunda Guerra Mundial fue el autor de la primera reforma agraria de la posguerra, dividiendo las grandes propiedades y concediendo pequeñas parcelas a los campesinos y peones de granja. Como buen comunista, se hizo cargo de la policía política durante un tiempo y actuó contra los antianticomunistas. Pero siempre, en lo recóndito de su pensamientos, conservaba, al parecer, la esperanza de que se podría alcanzar un camino húngaro para llegar al socialismo”.