La visita de los Reyes a Cataluña en 1976

En el ámbito simbólico, tuvo especial resonancia la visita de los reyes a Cataluña, en el transcurso del cual el monarca utilizó repetidamente el catalán en sus discursos. Durante la misma se anunció la creación de una comisión para estudiar la implantación de un régimen administrativo para las cuatro provincias catalanas, impulsada por el presidente de la diputación barcelonesa, Juan Antonio Samaranch, que pretendía una cierta institucionalización de Cataluña como región. A sugerencia de Pujol, recogida por Sánchez-Terán, también se acordó permitir la inscripción en el registro civil de nombres vernáculos «en cualquier lengua de la nación».

Charles Powell, España en democracia, 1975-2000, p. 154.

Las claves de la Transición XIV

En la Historia quedará escrito que una generación ayuna de libertad durante treinta años trajo a España la democracia; que una generación que no pudo viajar al extranjero hizo de Europa su objetivo; que una generación hija de la guerra dijo desde lo más profundo de su ser «no más guerras civiles». Paz, democracia y Europa, son los pilares de la Generación de la Concordia, que constituye la clave más profunda de la Transición.

Salvador Sánchez-Terán, La Transición. Síntesis y claves, p. 326.

Las claves de la Transición XIII

En el discurso del citado Salón del Ciento hice esta definición de la generación: «Los que no hicimos la guerra, pero vivimos sus inmediatas consecuencias de paz y de tristeza, de austeridad y de esperanza; los que trabajamos y estudiamos en silencio, no en manifestaciones y huelgas; los que forjamos en el interior de nuestro corazón el propósito de no volver jamás a protagonizar un enfrentamiento entre hermanos; los que compartimos la amistad juvenil de los hijos de ambos bandos; los que hemos aportado nuestra competencia profesional, forjada en la paz, para hacer la España del desarrollo; los que expresamos nuestra rebeldía juvenil ante el contraste de las consignas triunfales y las realidades pobres de nuestro pueblo; quienes fuimos llamados «la generación silenciosa» y hoy, precisamente, hacemos oír nuestra voz desde el gobierno o desde la oposición; quienes formamos la llamada «generación puente» y estamos realizando, precisamente, el puente entre el pasado y el futuro, desde la gerencia de las empresas o desde sus jurados de trabajadores, desde la Administración, desde las organizaciones sindicales, desde el Gobierno Civil y desde la alcaldía de Barcelona, desde el Consejo de Ministros y desde el Palacio de la Zarzuela».

Salvador Sánchez-Terán, La Transición. Síntesis y claves, p. 322.

Las claves de la Transición XII

Los Gobiernos de UCD dieron un impulso decisivo al desarrollo de la radio en las emisoras y en las cadenas privadas. La apertura a la libertad radiofónica se realiza a través del Decreto 2468/1978, de 27 de octubre, conjunto de los Ministerios de Cultura y de Transportes y Comunicaciones, por el que se aprueba el Plan Técnico de Radiodifusión Sonora, que reserva las ondas largas y las cortas para servicios del Estado, y establecía unos amplios cupos de Onda Media y de FM para adjudicar a las radios públicas y a las privadas. Este Decreto se basaba en la Convención de Ginebra de 1975, que había establecido la regulación internacional de las ondas y que entraba en vigor el 23 de noviembre de 1978.

Salvador Sánchez-Terán, La Transición. Síntesis y claves, p. 310.

Las claves de la Transición XI

Otro dato imprescindible para situar el fenómeno de la liquidación de la censura es la desaparición definitiva del NO-DO -la auténtica imagen informativa del franquismo- en mayo de 1978, después de haber dejado de ser obligatorio algún tiempo antes.

Salvador Sánchez-Terán, La Transición. Síntesis y claves, p. 309.

Las claves de la Transición X

En el final de UCD, influyen un grupo de dirigentes centristas que, a toda costa, querían ir a la derecha e integrarse en Alianza Popular. Y otro que tenía perfectamente programada su adscripción al PSOE. Ambos grupos eran minoritarios, pues la mayoría de los dirigentes queríamos mantenernos en un partido de centro: la UCD.

Salvador Sánchez-Terán, La Transición. Síntesis y claves, p. 300.

Las claves de la Transición IX

La UCD empezó a desarrollarse como partido con una estructura organizativa basada en seis secretarías: Organización, Salvador Sánchez-Terán; Relaciones Económicas, Álvaro Alonso-Castrillo; Programa, Manuel Fraile; Acción Cultural, Carmela García Moreno; Acción Electoral, Arturo Moya; y Organizaciones Cívicas, Gonzalo Casado. Poco después se crearía la de Relaciones Internacionales, asumida por Javier Rupérez. Además, se constituyó un Comité de Programación presidido por Suárez, e integrado por Álvarez, Arias- Salgado, Calvo Sotelo, Clavero, Fontán y Mayor Zaragoza.

Cuando dejé la Secretaría de organización, en febrero del 78, por ser nombrado ministro, la asumió Rafael Arias-Salgado. En ese momento, UCD tiene 50 comités provinciales, 1300 comités locales y 40000 militantes.

Salvador Sánchez-Terán, La Transición. Síntesis y claves, p. 292.

Las claves de la Transición VIII

El cardenal Tarancón no fue un hombre que asumiera el Concilio Vaticano II, sino que era ya un obispo plenamente conciliar y eclesial mucho antes del Concilio. Tuve el privilegio de conocer a «don Vicente» en el año 58, al asumir la Presidencia Nacional de la Juventud de Acción Católica, cuando él era obispo de Solsona y secretario de la Conferencia de Metropolitanos -un organismo distante-. Hemos hablado docenas de veces durante nuestras vidas. Siempre defendió la apertura de la Iglesia al mundo moderno, las libertades de los ciudadanos, la autonomía respecto al Régimen de los movimientos obreros y juveniles del apostolado seglar; la entrega de la Iglesia a los más necesitados. Sin él no hubiera sido posible el cambio de rumbo metodológico y de acción que tomó la Acción Católica en los años 60. Luchó hasta el límite de sus fuerzas por evitar la «crisis de la Acción Católica» decretada por sus hermanos en el Episcopado, y nos defendió a los dirigentes de los ataques de «filomarxismo» lanzados desde el Régimen y «afirmó que en los movimientos de A. C. hay una voluntad firme de aplicar el Concilio y que el papa Pablo VI está con ellos».

Acompañé a Tarancón muchas veces en momentos importantes de su vida. Era un hombre clarividente, cordial, con sentido del humor, muy fumador. Pero recuerdo especialmente aquella tarde del 21 de diciembre de 1973, en el entierro de Carrero Blanco, cuando el Príncipe Juan Carlos marchaba detrás del féretro y el cardenal vivía su particular «vía dolorosa», rodeado de jóvenes «ultras» enloquecidos que vociferaban «Tarancón al paredón». Yo iba a escaso metros suyos. Su cara era una emotiva síntesis de profundo dolor, de resignación y de perdón.

Salvador Sánchez-Terán, La Transición. Síntesis y claves, p. 275-276.

Las claves de la Transición VII

Tarancón y la Jerarquía, en su mayoría, no querían que la Iglesia apoyara a ningún partido y desaconsejaron a varios líderes políticos utilizar el nombre de «cristiano». En esto, estábamos plenamente de acuerdo con la Jerarquía los dirigentes de los movimientos seglares obreros y juveniles más influyentes. Después de cuarenta años de «nacionalcatolicismo» no queríamos constituir un partido cuasi confesional.

Salvador Sánchez-Terán, La Transición. Síntesis y claves, p. 274.

Las claves de la Transición VI

De todas la grandes instituciones presentes en la vida española -Gobierno, Justicia, Ejército, Fuerzas de Seguridad, banca, grupos o partidos políticos, Iglesia, etc.-, seguramente, la Iglesia católica era la mejor preparada para afrontar el advenimiento de la Monarquía, la Transición a la democracia.

Y ello por dos motivos fundamentales: el primero, porque bastante antes de la transición política, la Iglesia había hecho ya su propia «triple transición» -religiosa, cultural y política-, tal como la ha definido José María Martín Patino; y el segundo, porque tuvo un líder de excepcional calidad, el cardenal Tarancón, plenamente compenetrado en la línea eclesial a seguir con el papa Pablo VI y muy bien ayudado por el excelente nuncio de su Santidad, monseñor Dadaglio.

Salvador Sánchez-Terán, La Transición. Síntesis y claves, p. 270.