Tarancón y la Jerarquía, en su mayoría, no querían que la Iglesia apoyara a ningún partido y desaconsejaron a varios líderes políticos utilizar el nombre de “cristiano”. En esto, estábamos plenamente de acuerdo con la Jerarquía los dirigentes de los movimientos seglares obreros y juveniles más influyentes. Después de cuarenta años de “nacionalcatolicismo” no queríamos constituir un partido cuasi confesional.
Salvador Sánchez-Terán, La Transición. Síntesis y claves, p. 274.