Compara las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz, y especifica los objetivos de una y otra


CUADRAGÉSIMO TERCER ESTÁNDAR DEL TEMARIO QUE, DE ACUERDO CON LO ESTIPULADO POR LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN DE CASTILLA Y LEÓN, PODRÁ SER OBJETO DE EXAMEN EN LA EBAU, ANTIGUA SELECTIVIDAD.

La desamortización de Juan Álvarez Mendizábal (1836) coincidía con la llevada a cabo por Pascual Madoz (1855) en varios puntos. El primero de ellos es la filiación política los protagonistas, ambos miembros de partido progresista. Además, tanto los objetivos –analizados más abajo- como las consecuencias socioeconómicas de estos procesos, fueron muy similares. Por último, es necesario destacar que las desamortizaciones favorecieron especialmente a una clase social: la burguesía.

A la hora de establecer diferencias entre estos dos procesos, hay que detenerse primero analizar la situación de la Hacienda Estatal en cada uno de esos momentos. Mientras la desamortización de Mendizábal estuvo espoleada por la urgente necesidad económica de la Primera Guerra Carlistas, la de Madoz se desarrolló sin esos apuros. De esta manera, los ingresos de esta última no se destinaron a un esfuerzo bélico, sino a la industrialización del país y al trazado ferroviario.

En segundo lugar, se ha de hacer referencia a los afectados por estas medidas. Mientras en 1836 se desamortizaron solo bienes del clero, la de 1855 puede considerarse de carácter general, pues se incluyeron propiedades municipales y de la Iglesia.

Podemos resumir los objetivos de ambas desamortizaciones agrupándolos en cuatro grandes grupos:

  • Económicos; ampliar la cantidad de tierra disponible en el mercado.
  • Financieros; mejorar la Hacienda pública a través del dinero recaudado.
  • Políticos; ampliar el número de simpatizantes del liberalismo, creando un sector de propietarios que se sintieran unidos al régimen liberal isabelino, en el caso de la de Mendizábal.
  • Sociales; crear una clase media agraria de campesinos propietarios.

Resume las etapas de la evolución política del reinado de Isabel II desde su minoría de edad, y explica el papel de los militares


CUADRAGÉSIMO SEGUNDO ESTÁNDAR DEL TEMARIO QUE, DE ACUERDO CON LO ESTIPULADO POR LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN DE CASTILLA Y LEÓN, PODRÁ SER OBJETO DE EXAMEN EN LA EBAU, ANTIGUA SELECTIVIDAD.

Si bien distinguimos cinco etapas en el reinado de Isabel II (1833-1868), hay que tener en cuenta que las dos primeras corresponden a la minoría de edad de la reina. Por tanto, el gobierno del país no recaía sobre su persona, sino en una regencia, ejercida en primer término por su madre y, más adelante, por el general Espartero. A continuación se describen brevemente cada una de ellas, haciendo especial hincapié en el protagonismo del estamento militar durante esos años.

En 1833, al fallecer el rey Fernando VII, se inició en España un periodo de convulsión política marcado por la minoría de edad de Isabel II, así como por el estallido y desarrollo de la Primera Guerra Carlista. Hasta 1840 la regencia estuvo en manos de la mujer del difunto monarca, la reina viuda María Cristina. De esta etapa cabe destacar, además del contexto bélico, la aprobación del Estatuto Real (1834), la desamortización de Mendizábal (1836) y la Constitución de 1837.

Ahora bien, el progresivo desgaste de la figura de la regente, unido al ascenso y popularidad del Baldomero Espartero, llevó a un relevo en la dirección de los asuntos del Estado tras la revolución de 1840. De esta manera, este general de ideología progresista llevó, de un modo autoritario, las riendas del país durante los siguientes tres años.

Ante los problemas políticos del final de la regencia de Espartero, se proclamó la mayoría de edad de Isabel II. De esta forma, en 1844 se inauguró el periodo que conocemos como la Década Moderada, caracterizada por el predominio en el gobierno de ese partido. Su principal representante, también un militar, el general Ramón María Narváez, el cual modeló un Estado centralizado y uniforme. Además, en 1845 se aprobó una nueva Constitución acorde a la ideología moderada.

En 1854, una revolución de carácter progresista obligó a la reina a nombrar un gobierno dirigido por ese partido. Este se mantuvo en el poder durante todo el Bienio Progresista (1854-1856), promoviendo medidas de corte económico como la desamortización de Madoz o la Ley de Ferrocarriles.

La última etapa del reinado de Isabel II se desarrolló de 1856 a 1868. Se caracterizó por el retorno del moderantismo al poder de la mano de la Unión Liberal, un grupo político fundado por el general Leopoldo O´Donnell. Fue un periodo de relativa estabilidad pero con gobiernos autoritarios que terminaron llevando a la Gloriosa Revolución de 1868 y al exilio francés de Isabel II.

Describe las características de los partidos políticos que surgieron durante el reinado de Isabel II


CUADRAGÉSIMO PRIMER ESTÁNDAR DEL TEMARIO QUE, DE ACUERDO CON LO ESTIPULADO POR LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN DE CASTILLA Y LEÓN, PODRÁ SER OBJETO DE EXAMEN EN LA EBAU, ANTIGUA SELECTIVIDAD.

Durante el reinado de Isabel II (1833-1868), los partidos políticos más importantes fueron el demócrata, el progresista, la Unión Liberal, el moderado y el carlista. El orden de la relación anterior obedece a un criterio ideológico, siendo el primero de ellos el que se situaría en una posición más de izquierdas y el último el más a la derecha.

Los partidos decimonónicos presentaban numerosas diferencias con los actuales, pues se trataban de agrupaciones de personas influyentes y poderosas, los llamados notables. Es decir, tenían un fuerte componente individualista, cuyas principales consecuencias eran la división interna y el enfrentamiento entre sus líderes. Además, los partidos contaban con empresas de prensa afines a su ideología que estaban al servicio de sus intereses.

Estos partidos apenas tenían contacto con la realidad social de los grupos sociales más humildes, a los que, por lo general, tendían a ignorar. Esta circunstancia se veía favorecida por la escasa participación en las elecciones de una población mayoritariamente analfabeta y sumida en la pobreza, mera espectadora de la vida política centrada en Madrid y sus élites. Estas trataron por todos los medios de mantener vigente un sistema electoral en el que solo participaban los mayores contribuyentes y los grupos que contaban con una formación superior. El porcentaje de votantes osciló entre el 0,1 % y el 25% de los españoles entre 1834 y 1868.

Representa una línea del tiempo desde 1833 hasta 1874, situando en ella los principales acontecimientos históricos

CUADRAGÉSIMO ESTÁNDAR DEL TEMARIO QUE, DE ACUERDO CON LO ESTIPULADO POR LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN DE CASTILLA Y LEÓN, PODRÁ SER OBJETO DE EXAMEN EN LA EBAU, ANTIGUA SELECTIVIDAD.

1833-1868. Reinado de Isabel II.
1833-1840. Regencia de María Cristina.
1833-1839. Primera Guerra Carlista.
1834. Estatuto Real.
1835. Insurrección popular progresista.
1836. Desamortización de Mendizábal.
1836. Motín de La Granja.
1837. Constitución progresista.
1839. Pacto de Vergara.
1840-1843. Regencia de Espartero.
1843. Mayoría de edad de Isabel II.
1842. Insurrección popular en Barcelona.
1844-1854. Década Moderada.
1844. Fundación de la Guardia Civil.
1845. Constitución moderada.
1846-1849. Segunda Guerra Carlista.
1849. Fundación del Partido Demócrata.
1851. Concordato con la Santa Sede.
1854. Pronunciamiento de Vicálvaro.
1854. Fundación de la Unión Liberal.
1854-1856. Bienio Progresista.
1855. Desamortización de Madoz.
1855. Ley General de Ferrocarriles.
1856. Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias.
1856. Constitución progresista (no aplicada).
1858. Gobierno de la Unión Liberal.
1858. Expedición franco-española a Indochina.
1859. Guerra de Marruecos.
1861. Expedición a México.
1864. Inicio de la crisis económica.
1865. Sucesos de la noche de san Daniel.
1866. Pacto de Ostende.
1868. Gloriosa Revolución.
1868-1874. Sexenio Democrático.
1870. Asesinato del general Prim.
1871-1873. Reinado de Amadeo de Saboya.
1872. Comienzo de la Tercera Guerra Carlista.
1873. Proclamación de la Primera República.
1873. Presidencia de Figueras.
1873. Presidencia de Pi i Margall.
1873. Estallido de la Revolución Cantonal.
1873. Presidencia de Salmerón.
1873. Presidencia de Castelar.
1874. Golpe de Estado: presidencia del general Serrano.
1874. Pronunciamiento de Sagunto.
1874. Alfonso XII es proclamado rey de España.

Especifica las causas y consecuencias de las dos primeras guerras carlistas


TRIGÉSIMO NOVENO ESTÁNDAR DEL TEMARIO QUE, DE ACUERDO CON LO ESTIPULADO POR LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN DE CASTILLA Y LEÓN, PODRÁ SER OBJETO DE EXAMEN EN LA EBAU, ANTIGUA SELECTIVIDAD.

La primera Guerra Carlista fue un conflicto civil que se desarrolló en España entre 1833 y 1840. La causa principal era que los carlistas querían que el rey fuese el infante Carlos María Isidro y que se mantuviese el absolutismo, mientras que los liberales deseaban que fuese Isabel II para así implantar el liberalismo. Por su parte, la Segunda Guerra Carlista tuvo lugar entre 1846 y 1849, y se debió al menos en teoría, al fracaso de los intentos de casar a Isabel II con el pretendiente carlista, Carlos Luis de Borbón. El conflicto se limitó a un levantamiento popular en distintos puntos de Cataluña.

Las consecuencias de las guerras carlistas deben ser tenidas en cuenta para poder entender gran parte del siglo XIX español, tanto en cuestiones políticas, como económicas. En primer lugar, hay que señalar que, la primera de ellas, fue un conflicto muy sangriento, generando un alto coste en vidas humanas. Además, en el plano político contribuyó a la definitiva inclinación de la Monarquía española hacia el liberalismo, pues el agrupamiento de los absolutistas en torno a la causa carlista convirtió a los liberales en el único apoyo al trono de Isabel II

Estos conflictos también condujeron al reforzamiento del protagonismo de los militares en la política española, pues el ejército fue un elemento fundamental para la defensa del sistema liberal. En lo económico, hay que destacar los enormes gastos generados por la Primera Guerra Carlista, que pesaron como una losa sobre la pésima situación de la Hacienda española. Estas dificultades condicionaron la orientación de ciertas reformas, como la desamortización, ya que terminaron por primar las necesidades financieras del Estado.

Detalla las fases del conflicto entre liberales y absolutistas durante el reinado de Fernando VII


TRIGÉSIMO QUINTO ESTÁNDAR DEL TEMARIO QUE, DE ACUERDO CON LO ESTIPULADO POR LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN DE CASTILLA Y LEÓN, PODRÁ SER OBJETO DE EXAMEN EN LA EBAU, ANTIGUA SELECTIVIDAD.

 En el reinado de Fernando VII cabe distinguir tres etapas: el Sexenio Absolutista (1814-1820), el Trienio Liberal (1820-1823) y la Década Ominosa (1823-1833). Cada una de ellas guarda relación con el régimen político imperante en el país, siendo clara manifestación de la lucha entre liberales y absolutistas que se vivía, no solo en España, sino en la Europa de la época.

Como su nombre indica, el Sexenio Absolutista inaugurado en 1814, estuvo marcado por la supresión de la obra liberal de Cádiz. Este proceso ha de relacionarse con el régimen de la Restauración, impuesto por las potencias europeas en el Congreso de Viena (1815) tras la derrota de Napoleón Bonaparte y la Francia revolucionaria.

Una vez finalizada la Guerra de Independencia y firmado el Tratado de Valençay (1813), Fernando VII regresó a España. Sin embargo, no aceptó las reformas liberales, sino que restauró el absolutismo y persiguió a quienes participaron en la obra legislativa de Cádiz. Como consecuencia de ello, se produjo el primer exilio de la España contemporánea, que afectó tanto a los afrancesados como a los liberales.

Ahora bien, entre 1814 y 1820 hubo hasta ocho pronunciamientos militares de corte liberal, de entre los cuales terminó por alcanzar su objetivo el protagonizado por Rafael del Riego. De esta manera, Fernando VII no tuvo más remedio que jurar la Constitución de 1812 y formar un gobierno integrado por destacados liberales. Además del texto constitucional, en esta etapa se recuperó también parte de la obra legislativa de Cádiz.

Esta breve experiencia liberal en España tocó a su fin en 1823 con la intervención de la Santa Alianza a través del ejército francés, los llamados Cien Mil Hijos de San Luis. Estos invadieron el país y, mediante la restauración de Fernando VII en su trono absoluto, pusieron fin al régimen surgido en 1820.

Los primeros años tras la vuelta al absolutismo fueron de una acentuada represión política. Se exiliaron en torno a veinte mil liberales, entre los que se encontraba lo más selecto de las clases medias ilustradas y liberales. Ahora bien, al final del reinado de Fernando VII los más absolutistas se organizaron en torno al hermano del rey, Carlos María Isidro, mientras que los liberales apoyaron a la regente María Cristina, esperando así la posibilidad de implantar el liberalismo en España.