El arte de reciclar


A menos de 48 horas para que comience oficialmente el curso académico 2018-2019, tengo la sensación de tener demasiadas tareas pendientes. En fin, supongo que a muchos docentes les sucede lo mismo, si bien en mi caso existe la excusa de impartir Economía e Iniciativa Emprendedora por primera vez.

Me da la sensación de que el año pasado tenía todo mejor «atado y bien atado», y eso me da un poco de miedo, pues sé el «caos controlado» que terminó siendo a partir de noviembre.

Si eso sucedió con unas asignaturas programadas al detalle, no quiero ni pensar qué puede pasar en las circunstancias actuales. Eso sí, sospecho que buena parte de los problemas del 2017-2018 se debieron a la propia rigidez de la organización que plantee; pero bueno, eso es otra historia.

De momento cuento con la ventaja de tener el material que, a lo largo de los dos últimos cursos, he elaborado para 1º de Bachillerato. Eso me ha permitido ir adaptándolo a 4º de ESO en estas dos primeras semanas de septiembre, pues el temario es casi idéntico. Quizá más adelante cuente con detalle los criterios que he seguido para rebajar un poco el nivel de los contenidos y la exigencia -también me gustaría dedicar una entrada al sistema de evaluación que tengo en mente (y en la programación)-, pero de momento me conformo con dejar por escrito esa dependencia con respecto al curso superior.

En pocas horas comenzará todo y, a pesar de esa desorganización de la que hablaba antes, tengo la certeza de haber hecho una buena labor de reciclaje de materiales.

Emulando a Odiseo


Durante el curso 2016-2017, siguiendo el ejemplo del profesor Vicente Alemany un año antes, decidí llevar una especie de diario de la asignatura con los dos grupos de 1º de Bachillerato.

Estoy convencido de que aquella experiencia, aunque exigente, favoreció notablemente mi labor docente y la buena marcha de la materia.

Desde luego me ayudó mucho a reflexionar sobre lo que hacía, el modo de hacerlo y los objetivos que perseguía. Además, me permitió conocer con más profundidad mis puntos débiles y poner, en la medida de mis posibilidades, remedio a esas carencias.

La importancia de aquellas treinta y cinco entradas se puso de manifiesto al curso siguiente cuando, pensando quizá que era algo superado, decidí no continuar con el diario.

Debo confesar que lo eché bastante de menos, pues percibí que me faltaba una herramienta muy valiosa para orientar la asignatura y reflexionar por escrito sobre su marcha.

Ese es el motivo que me ha llevado a retomar la bitácora de la asignatura a comienzos de este nuevo curso. Ahora bien, con el cambio de centro educativo he perdido el 1º de Bachillerato, por lo que centraré mis reflexiones en los dos grupos de 4º de ESO. Al igual que Odiseo trataba de regresar a Ítaca en la obra de Homero, yo trato de retomar lo perdido para volver a experimentar una experiencia de aprendizaje memorable.


A continuación pueden ir leyéndose las distintas entradas pertenecientes a esta bitácora docente de 4º de ESO:

El arte de reciclar
El retorno al itinerario libre
Un examen atomizado y de libre configuración
Diario de la Historia: un proyecto a largo plazo
Convención. Juicio a Luis Capeto
Analizando el juicio a Luis Capeto
Autoevaluación en mi bitácora docente
Encuesta al alumnado con Google Forms
Poniendo en marcha Radio Historia
Un guión para Radio Historia
Radio Historia: programa sobre la revolución industrial
#Versalles100. Conmemorando un centenario en las redes sociales
Los memes son historia
Conferencia de Paz de Versalles 
Con la mirada puesta en el próximo curso
Nuestro Tratado de Versalles

 

Programando la evaluación del curso I


Hace unas semanas, @eneko_fc inició un hilo en Twitter que ha generado un sinfín de reacciones y casi una decena de interesantes aportaciones en formato de vídeo. Con el hashtag #AsíFlipeoEn3Minutos, varios docentes nos lanzamos a explicar cómo programamos un curso siguiendo el modelo de aprendizaje inverso.

Aunque esta entrada recoge la lista de reproducción donde pueden consultarse esos vídeos, el verdadero objetivo de las siguientes líneas es profundizar en algunos aspectos mencionados en mi propia explicación sobre 1º de Bachillerato. Y, más en concreto, en la relación existente entre todas esas actividades, así como en su proceso de evaluación.

La deconstrucción del examen

Al término del pasado curso detecté dos problemas que tenían su origen en mi forma de evaluar la asignatura. El primero de ellos tenía que ver con lo poco que aprovechaban los alumnos es tiempo que se les daba para trabajar en el aula. Mientras que el otro guardaba relación con la tendencia a esforzarse únicamente en el estudio de los exámenes.

En su momento escribí una entrada en este blog en la que hablaba de la necesidad de deconstruir el examen. No me detendré a explicarlo de nuevo, pero sí a comentar cómo se ha plasmado esto en mi programación para este curso.

En lugar de realizar exámenes cada dos unidades didácticas, he recurrido a la fórmula de hacer una única prueba al final de cada trimestre. Ahora bien, con el fin de no darle un valor decisivo en la nota de la evaluación, supone únicamente el 26% de la misma.

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A partir de ahí, teniendo en cuenta que el acuerdo de mi departamento establece que el 80% de la nota deben ser exámenes, me las ingenié para distribuir una gran cantidad de pequeñas pruebas a lo largo de cada trimestre. Con esto lo que pretendo alcanzar dos objetivos:

  1. Que el trabajo del alumnado sea continuo y no fruto de la urgencia provocada por un examen puntual.
  2. Hacerles ver que muchas pocas cosas hacen algo muy grande.

Un mini-examen semanal de carácter plural

La idea que tengo en mente es que mis alumnos, en cada unidad didáctica, se enfrentarán a una prueba de conceptos, un kahoot, un test y un pequeño examen oral. Evidentemente, cada uno de esos ejercicios se realiza distanciado varios días del anterior y del posterior. Eso permite que cada semana tengan que demostrar, en una prueba sencilla, sus conocimientos.

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Otra ventaja que destacaría de ese sistema es la variedad de los sistemas que se utilizan. Al fin y al cabo, no es lo mismo enfrentarse a un examen oral que a uno escrito, a una prueba de conceptos que a una tipo test o a una actividad donde basta con acertar que a otra donde cuenta también la competencia.

Al final, ese conjunto de pequeñas pruebas completa el 80% de la nota dedicada a los exámenes de la siguiente manera:

– Cada uno de los tres exámenes de conceptos es un 4%.
– Cada uno de los tres test es un 6%.
– Cada uno de los cuatro kahoots es un 1%.
– Cada uno de los cuatro exámenes orales es un 5%.

Las ventajas del itinerario libre y abierto


En el primer artículo de esta bitácora plantee los rasgos fundamentales del modelo que pretendo implantar en la asignatura de Historia del Mundo Contemporáneo para el curso 2016-2017. Inicié la explicación desarrollando la idea de itinerario libre y abierto, usando como ejemplo los libros de la colección Elige tu propia aventura. Y, a continuación, relacioné esa forma de llevar la materia con un modo concreto de realizar los exámenes.

El objetivo de este segundo texto es mostrar las ventajas de un sistema que compagina contenidos obligatorios con otros de libre elección.

Ahora bien, debo recordar que me muevo en un plano teórico: aún no he puesto en práctica este modelo. Precisamente esta bitácora tiene como objeto dar testimonio de los problemas, aciertos, fracasos y descubrimientos que puedan producirse en el proceso de implantación de un itinerario libre y abierto.

Elige tu propia aventura

Como ya he explicado anteriormente, los itinerarios libres y abiertos tienen dos grandes elementos:

  • Una parte de la materia obligatoria y común a todo el alumnado que, al término del curso académico, nos permitirá garantizar que tienen los conocimientos históricos básicos para todo estudiante de 1º de Bachillerato.
  • Un porcentaje de contenidos optativos que los alumnos elegirán según sus preferencias, gustos o necesidades. Este segundo grupo, como no podía ser de otro modo, se basa en la parte obligatoria.

En definitiva, según vayan avanzando por los apartados obligatorios, la asignatura les irá ofreciendo una serie de itinerarios opcionales que les permitan profundizar en algunos elementos de los aspectos comunes. Los alumnos podrán tomar uno de esos caminos o continuar por la ruta central; eso sí, al llegar a su destino final deben demostrar que han completado un porcentaje mínimo de la parte opcional. Es decir, están obligados a “desviarse” de la parte obligatoria en algún momento.

Este modelo tiene, a mi entender, tres grandes ventajas:

1. La asignatura se hace más llevadera para los alumnos, pues pueden centrarse en las cuestiones que más les atraen.

Como docentes, en no pocas ocasiones, habremos tenido que frenar su curiosidad porque se salía de los límites del temario y era necesario seguir avanzando para cumplir con la temporalización.

Un itinerario libre y abierto, unido al modelo flipped classroom, es la mejor solución a ambos problemas: ellos pueden detenerse en los aspectos que decidan, mientras que el profesor, al dejar la explicación grabada, está más libre en el aula para atender a las necesidades de los estudiantes y asesorarles en su elección.

2. Al escoger buena parte de los contenidos, pasan a ser protagonistas de un porcentaje grande de su aprendizaje.

Un itinerario libre y abierto facilita el tránsito de un rol pasivo a otro activo por parte del alumnado. En definitiva, estamos dando respuesta a una de las grandes carencias del sistema educativo: la falta de iniciativa y el “pasotismo” de los adolescentes. Dos fenómenos cuya responsabilidad nos empeñamos en achacarles a ellos, pero en los que probablemente tengamos mucha culpa los adultos.

3. La existencia de varios itinerarios enriquece al conjunto de la clase a través del intercambio de ideas entre los alumnos.

De hecho, al margen de las interacciones que se puedan desarrollar en el aula mientras profundizan en la ruta escogida, está previsto que algunos de ellos presenten sus avances ante el resto. Esto no permite únicamente que unos participen de los descubrimientos de otros, sino que los ponentes desarrollen algo tan importante –y tan marginado en nuestro sistema educativo- como la expresión oral.

Ahora bien, quizá lo más importante es que no se sacrifica, en ningún caso, el conocimiento global.

Los alumnos pueden ampliar materia en los aspectos que más les atraen, pero el hecho de que sea imprescindible aprobar la parte obligatoria en los exámenes, evita una especialización excesiva o peligrosa. La visión de conjunto de un determinado periodo histórico no está en riesgo.

Desarrolla tu propio ensayo histórico

La segunda ventaja tiene que ver con la capacidad del alumnado para construir un texto coherente, estructurado y, al mismo tiempo, creativo.

En la primera entrada de esta bitácora señalé que una parte del examen consistiría en desarrollar un tema a partir de los contenidos libremente elegidos. No se trata de repetir en este epígrafe lo escrito entonces, pero es conveniente remarcar que esos párrafos han de salir de su pluma, no de su memoria.

En definitiva, los alumnos deben desarrollar un ensayo basado en su itinerario personal. Un texto que, además de datos históricos, puede contener referencias a obras literarias, películas, esculturas, pinturas, composiciones musicales u otras manifestaciones artísticas que guarden relación con la temática.

Además, se les animará a establecer relaciones entre ese aspecto de la historia y el mundo actual.

Por supuesto, la elaboración de su creación, de esta especie de collage, no puede ser caótica. Se les pedirá cierta coherencia interna y una estructura más o menos clara para el conjunto del texto ¿Demasiado para unos alumnos de 1º de Bachillerato? Es posible, de ahí que el profesor deba ser comprensivo a la hora de evaluar su trabajo. Ahora bien ¿os imagináis qué pasaría si les enseñáramos a trabajar así?

Alea iacta est


Con esta entrada inicio el cuaderno de bitácora que, a imitación de otros docentes blogueros, voy a realizar de mi experiencia flipped classroom en la Historia del Mundo Contemporáneo de 1º de Bachillerato. Por delante esperan nueve meses en los que narraré las peripecias de mis dos grupos del IES Juan Martín el Empecinado de Aranda de Duero (Burgos).

#Flipdebate: buscando ideas entre docentes

Antes de explicar cómo voy a llevar a cabo esa tarea, he de referirme a los contenidos y participantes de los debates que tuvieron lugar en Twitter durante la segunda mitad del mes de agosto. Sin duda, abusando de la amabilidad y la buena disposición de otros profesores, lancé a la red de los 140 caracteres varias preguntas sobre su forma de aplicar el modelo de la clase invertida.

Debo reconocer que, además de aprender bastante con las respuestas, me pareció una forma muy útil de intercambiar experiencias.

Cuestiones como la duración de los vídeos, la forma de compaginar estos con las explicaciones teóricas en el aula, el recurso a aplicaciones educativas o las ventajas de usar plataformas fueron algunos de los temas tratados. De ahí he extraído algunas ideas que tomarán forma en mi asignatura de 1º de Bachillerato. Otras no las he podido incluir, pero es bastante probable que haga uso de ellas en otros cursos.

Sirvan, por tanto, estas líneas para agradecer su colaboración a docentes como @virgicapil, @teachermsisabel, @vialap69, @juanfisicahr, @manueljesusF, @Juanmaprofe74, @cunahalicarnaso, @profesor_jesus, @dchicapardo, @dantethx70, @CuevasAlv, @jlred1978, @acalvoserrano, @carmonamaqueda, @martingvalle, @MPiedadOrozco, @VivesEstefania, @lc_pastor, @caotico27, @SansPatxo, @AlfredoPrietoMa, @eneko_fc, @raulmirandal, @ManelTrenchs, @pailar15, @PatxoPB, @ManoliFM y @jesusvelez84 entre otros.

Un itinerario libre y abierto

¿Recordáis Elige tu propia aventura? Eran libros en los que, al llegar a un punto determinado, la novela se interrumpía y te ofrecía varias alternativas; es decir, te invitaba a asumir un rol activo en la trama. Una vez tomada la decisión, debías ir a la página donde el texto continuaba según lo escogido. Pues bien, ese es el modelo de experiencia flipped que seguiré este curso.

Me explico. Al comenzar un apartado del temario, los alumnos deberán visualizar un vídeo breve –no más de 7 minutos- y de carácter obligatorio. Será este el que les abrirá las puertas a que escojan su propio itinerario de aprendizaje. Es decir, al terminar la explicación les daré la opción de profundizar en las partes del temario que más les atraigan, ya sea a través de nuevos vídeos o textos que publicaré en este mismo blog.

A todo esto hay que añadir la posibilidad de que, por su cuenta, busquen información en la red, libros, novelas, películas…

De esta manera, se enfrentarán a unos contenidos mínimos obligatorios y, al mismo tiempo, podrán diseñar un itinerario acorde a sus preferencias. El objetivo final es que todos tengan esos conocimientos comunes enriquecidos por cierta especialización escogida voluntariamente. En definitiva, el temario tendrá una parte común y otra libre y abierta.

Esta es, a grandes rasgos, la idea de este curso flipped abierto o de libre configuración. Evidentemente, esto tiene una serie de aplicaciones prácticas que, para evitar alargarme en esta entrada, no voy a plasmar aquí. Mi única intención, por ahora, es explicar la filosofía basada en Elige tu propia aventura. Ahora bien, entiendo que hay una cuestión en la que si debo detenerme: la forma de evaluar este modelo.

Cómo evaluar en un itinerario abierto

Una vez expuesta la dinámica de la asignatura, es bastante probable que más de uno se pregunte cómo voy a examinar a unos estudiantes que han seguido distintos itinerarios en su aprendizaje. La actitud, los trabajos, el cuaderno… no parece que presenten grandes problemas a la hora aplicar este modelo. Sin embargo, no sucede lo mismo con las pruebas escritas.

Me consta que algunos docentes han empezado a eliminar los exámenes de sus asignaturas. Es una decisión respetable siempre que esté bien fundamentada, pero en mi caso los tiros van por otro lado. Como indicaba más arriba, el alumnado se enfrenta a unos contenidos comunes y a otros de libre elección. Pues bien, lo lógico es que las pruebas de evaluación vayan en esa línea.

En concreto, mis estudiantes deberán superar una parte del contenido obligatorio que será igual para todos. Si no obtienen un 50% de la nota de ese apartado, de poco les valdrá lo que saquen en el resto del examen: es condición sine qua non aprobar la parte común.

Después elegirán y redactarán un texto relacionado con el itinerario que han seguido. Es decir, la segunda parte del examen la ponen ellos ¿Fácil? Daré dos razones para justificar que no lo es:
  • Teniendo en cuenta que la idea de los itinerarios está pensada para que profundicen en determinados aspectos de la asignatura, los textos no podrán centrarse en cuestiones generales o temas tratados de manera superficial.
  • La libertad que se les ha otorgado a la hora de concretar su aprendizaje, debe plasmarse también en esas redacciones. Se procurará no copiar la estructura de los apuntes, vídeos o material que se pueda encontrar en la red. A su vez, se valorará positivamente la referencia a obras literarias, películas, obras de arte, artículos de actualidad… que guarden relación con la temática escogida. En definitiva, ha de ser un texto propio y, en la medida de lo posible, creativo.

En fin, pienso que por hoy es bastante. En los próximos días, aprovechando que aún no han empezado las clases, trataré de resolver en esta bitácora las dudas u objeciones que otros docentes me transmitan al leer estos párrafos. En el caso de no haberlas, dedicaré una entrada a explicar las ventajas –de momento solo teóricas- que le veo a este modelo.