Boceto de hoja de Christoph Probst


Tras la detención de los hermanos Scholl, la policía procedió a registrar su vivienda. Allí encontraron el último escrito de este grupo opositor redactado en territorio alemán –desde el exilio continuó, muy debilitada, esta actividad-; se trataba de un boceto firmado por Christoph Probst. Esto sirvió como prueba para el encarcelamiento y la ejecución de este miembro de la Rosa Blanca, pero también como muestra póstuma de la valentía de estos jóvenes. En el siguiente escrito vuelve a surgir la cuestión de Stalingrado, pero con un matiz nuevo. Probst da a elegir a los lectores: levantarse contra los nazis forjando así un futuro esperanzador, o vincularse definitivamente a la locura de Hitler que, de seguro, los ha de llevar a un hundimiento similar al del frente oriental.

¡Stalingrado!

200.000 hermanos alemanes han sido sacrificados en aras del prestigio de un impostor militar. Las condiciones humanas de la capitulación que han impuesto los rusos se han ocultado a los soldados sacrificados. El general Paulus ha recibido, por ese asesinato en masa, el distintivo de mariscal. Altos mandos se han salvado de la batalla de Stalingrado saliendo en avión.

Hitler prohibió a los cercados que se retiraran hacia las tropas de la retaguardia. Ahora, la sangre de los 200.000 soldados sacrificados clama acusando al asesino Hitler.

¡Trípoli! Se entregó sin condiciones al VIII ejército británico ¿Qué hicieron los ingleses? Permitieron que la vida de los ciudadanos continuara su ritmo. Incluso dejaron a la Policía y a los funcionarios en sus cargos. Sólo una cosa la hicieron a fondo: limpiaron la mayor ciudad colonial italiana de todos los falsos cabecillas e infrahombres. Con toda seguridad se abalanzan las fuerzas, muy superiores, de todos los lados. Mucho menos que Paulus capitulará Hitler ¡Ojalá ya no haya escapatoria para él! ¿Queréis ser engañados como los 200.000 hombres que defendieron Stalingrado en puestos perdidos? ¿Ser masacrados, esterilizados o que os quiten a vuestros hijos? Roosevelt, el hombre más poderoso del mundo, dijo el 26 de enero en Casablanca: “nuestra lucha de aniquilamiento no se dirige contra los pueblos, sino contra los sistemas políticos. Sólo luchamos hasta la capitulación sin condiciones” ¿Se precisa reflexionar para tomar una decisión?

Se trata de millones de vidas humanas ¿Ha de sufrir Alemania el mismo destino que Trípoli?

Hoy, toda Alemania esta cercada como lo estuvo Stalingrado. Todos los alemanes serán sacrificados al mensajero del odio y de la voluntad de destrucción. A él, que ha torturado a los judíos hasta la muerte, que ha aniquilado media Polonia, que quiso destruir Rusia, a quien os robó la libertad, la paz, la felicidad de las familias y la alegría y os dio en contra la inflación ¡No puede ser! Hitler y su régimen deben caer para que Alemania siga viviendo. Decidíos: Stalingrado y el hundimiento o Trípoli y un futuro esperanzador. Y cuando os hayáis decidido, actuad.

Bibliografía:

[1] La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler; José M. García Pelegrín – Madrid – LibrosLibres – 2006.

Sexta hoja de la Rosa Blanca II


Continuamos con el repaso de la sexta hoja de la Rosa Blanca, el último escrito que estos universitarios muniqueses lograron difundir entre los jóvenes alemanes. Este segundo fragmento mantiene las líneas esbozadas en el artículo anterior: rechazo de la formación educativa nacionalsocialista y de sus organizaciones juveniles que desde niños han sufrido, denuncia de los desastres acaecidos en el frente ruso, y exaltación de la individualidad de la persona atacada por la ideología nazi desde sus inicios.

Para nosotros sólo hay un lema: ¡la lucha contra el partido! ¡Fuera de las formaciones del partido, en las que se nos quiere hacer callar políticamente! ¡Fuera de las aulas de los jefecillos de la SS y de los aduladores del partido! ¡Lo que nos importa es la verdadera ciencia y la auténtica libertad de espíritu! Ninguna amenaza nos puede atemorizar, ni tampoco que nos cierren nuestras universidades. Se trata de la lucha de cada uno de nosotros por nuestro futuro, nuestra libertad y nuestro honor en un Estado consciente de su responsabilidad moral.

¡Libertad y honor! Durante diez largos años, Hitler y sus compadres han exprimido hasta el hastío estas dos magníficas palabras alemanas, las han manido y tergiversado como sólo lo pueden hacer diletantes que echan a los cerdos los mayores valores de una nación. Lo que para ellos significan la libertad y el honor lo han demostrado suficientemente en diez años de destrucción de toda libertad material y espiritual, de toda la sustancia moral del pueblo. Hasta al alemán más torpe le ha abierto lo ojos la horrible carnicería que han causado en toda Europa en nombre de la libertad y el honor, y que causan de nuevo cada día. El nombre alemán permanecerá para siempre mancillado si la juventud alemana no se alza para vengar y expiar, al mismo tiempo; para aniquilar a sus opresores y construir una nueva Europa espiritual.

Estudiantes: ¡nos mira el pueblo alemán! De nosotros espera, como en 1813, cuando arrojó de sí el terror napoleónico, que del mismo modo arrojemos el terror nacionalsocialista en 1943. Beresina y Stalingrado se alzan en llamas en el Este; ¡los muertos de Stalingrado nos conjuran!

“Levántate, pueblo mío, los signos de las llamas humean”.

Nuestro pueblo se alza contra la esclavitud de Europa por parte del nacionalsocialismo, en una nueva victoria creyente de la libertad y del honor.

Bibliografía:

[1] La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler; José M. García Pelegrín – Madrid – LibrosLibres – 2006.

Sexta hoja de la Rosa Blanca


La sexta hoja de la Rosa Blanca representó para este grupo opositor al nazismo el culmen y la caída al mismo tiempo. El desastre alemán en Stalingrado fue aprovechado por los jóvenes estudiantes de Munich para lanzar sus más duras críticas contra Hitler y su régimen. Estaban consiguiendo su objetivo último: incomodar a los nazis con su actividad opositora. Sin embargo, estos éxitos se vieron empañados por la detención de los hermanos Scholl mientras distribuían los escritos por la universidad de su ciudad. Este fue el comienzo de las persecuciones, detenciones y ejecuciones. Tras este hecho la Rosa Blanca desapareció, pero con el importante logro de haber despertado la conciencia de muchos contemporáneos alemanes y de tantos otros en la época de postguerra.

¡Compañeras! ¡compañeros!

Nuestro pueblo se encuentra conmocionado por el hundimiento de los hombres en Stalingrado. Trescientos treinta mil hombres alemanes han sido abocados a la muerte, sin sentido e irresponsable, por la genial estrategia del cabo de la Guerra Mundial. Führer, ¡muchas gracias!

El pueblo alemán está en efervescencia ¿Vamos a seguir confiando el destino de nuestros ejércitos a un aficionado? ¿Vamos a sacrificar al resto de nuestra juventud alemana a los más bajos instintos de poder de una camarilla de partido? ¡Nunca jamás! El día del ajuste de cuentas ha llegado, el ajuste de cuentas de la juventud alemana con la tiranía más execrable que haya soportado jamás nuestro pueblo. En nombre de todo el pueblo alemán exigimos del Estado de Adolf Hitler que nos devuelva la libertad personal, el bien más preciado de los alemanes, que nos ha quitado del modo más infame.

Hemos crecido en un Estado de despiadado sometimiento de la libre expresión. HJ (Juventudes Hitlerianas), SA y SS han intentado uniformarnos, revolucionarnos y narcotizarnos en los años más fértiles de nuestras vidas. “Formación ideológica” se llamaba el deplorable método para sofocar el pensamiento autónomo y los valores personales en la nebulosa de frases vacías. Una selección de caudillos tan demoníaca y torpe a la vez como es imposible de concebirse, intentaba formar a los futuros cabecillas del partido en castillos, para hacer de ellos explotadores sin Dios, sin vergüenza y sin conciencia, asesinos, secuaces estúpidos del Führer. Nosotros, “trabajadores del intelecto”, éramos para ellos meros instrumentos para esa nueva capa de dominadores. Soldados que han luchado en el frente son tratados como niños por los jefes de los grupos de aspirantes a gobernadores; los Gauleiter atacan con burlas lascivas el honor de los estudiantes. Los estudiantes de la Universidad de Múnich han dado a la profanación de su honra una respuesta digna; los estudiantes alemanes han defendido a sus compañeras y han sabido resistir… Este es el principio de nuestra libre determinación, sin la cual no se pueden crear valores espirituales ¡Nuestro agradecimiento es para las valientes compañeras, para los valientes compañeros que nos han precedido con su ejemplo!

Bibliografía:

[1] La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler; José M. García Pelegrín – Madrid – LibrosLibres – 2006.

Quinta hoja de la Rosa Blanca II


En este segundo fragmento de la quinta hoja los autores buscan aprender del pasado para construir un futuro mejor. Sacan sus conclusiones de los dos grandes conflictos del siglo XX, y eso les lleva a ver la necesidad de enterrar dos peligrosos fantasmas: el imperialismo y el militarismo prusiano. Además, también vislumbran la futura cooperación europea y el federalismo alemán.

¿Qué nos enseña el desenlace de esta guerra, que nunca fue una guerra nacional?

La idea imperialista, venga de donde venga, ha de ser desterrada para siempre. Nunca más debe llegar al poder un militarismo prusiano. Sólo en la cooperación generosa de los pueblos europeos se han de sentar las bases sobre las que será posible un nuevo comienzo. Todo poder centralista, como ha intentado ejercerlo en Estado prusiano en Alemania y en Europa, ha de ser ahogado en su germen.

La futura Alemania sólo puede ser federalista. Sólo un sano orden federalista es capaz de dar nueva vida a una Europa debilitada. Los trabajadores han de ser liberados de su estado de ínfima esclavitud por un socialismo racional. El espejismo de la economía autárquica ha de desaparecer de Europa ¡Todos los pueblos, cada persona individual tiene derecho a los bienes de la tierra!

Libertad de expresión, libertad de confesión, protección del ciudadano individual frente a las arbitriariedades de los Estados violentos y criminales: esta es la base de la nueva Europa.

¡Apoyad el movimiento de resistencia, repartid las hojas!

Bibliografía:

[1] La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler; José M. García Pelegrín – Madrid – LibrosLibres – 2006.

Quinta hoja de la Rosa Blanca


En esta quinta hoja los jóvenes de la Rosa Blanca iniciaban su exposición con lo que, a esas alturas del conflicto, les parecía una evidencia: el III Reich caminaba inevitablemente hacia la derrota en la Guerra Mundial. También afirmaban que, a pesar de seguir luchando, Hitler sabía que todo estaba perdido. Sin embargo, su objetivo no era ya la victoria, sino la destrucción de Alemania; esa nación que, según su peculiar visión del mundo, no había sabido imponerse a sus enemigos. Dicho esto, hacen un llamamiento a la rebelión del pueblo alemán; les piden que, de una vez por todas, abandonen el barco del Führer. Les aseguran que el destino de Alemania no está irremediablemente unido al de los nazis, que la derrota de estos no es la de todo el pueblo. Es, al fin y al cabo, insistir en la idea de que no se encontraban ante una guerra nacional, sino nacionalsocialista.

Hojas del movimiento de resistencia en Alemania

Llamamiento a todos los alemanes

La guerra se acerca a su fin seguro. Como en 1918, el gobierno alemán intenta dirigir toda la atención al creciente peligro de los submarinos, mientras que en el Este los ejércitos están en continua retirada y en el Oeste se espera la invasión. El armamento americano no ha alcanzado todavía su punto máximo, pero ya hoy sobrepasa todo lo que conoce la Historia. Con matemática seguridad, Hitler lleva al pueblo alemán al abismo. Hitler no puede ganar la guerra, sino sólo prolongarla. Su culpa, y la de sus cómplices, ha superado infinitamente toda medida ¡El justo castiga se acerca más y más!

Pero, ¿qué hace el pueblo alemán? No ve ni oye. Cegado sigue a sus seductores a la perdición ¡Victoria a cualquier precio!, han dicho. Lucharé hasta el último hombre, dice Hitler. Pero la guerra ya está perdida.

¡Alemanes! ¿Queréis sufrir, vosotros y vuestros hijos, el mismo destino que han tenido los judíos? ¿Queréis ser juzgados por el mismo rasero que aquellos que os han seducido? ¿Hemos ser el pueblo odiado y repudiado por todo el mundo, para siempre? ¡No! Por tanto, apartaos de los infrahombres nacionalsocialistas ¡Demostrad con hechos que pensáis de otro modo! Comienza una nueva guerra de liberación. Lo mejor del pueblo lucha a nuestro lado. Romped el manto de la indiferencia que rodea vuestro corazón ¡Decidíos antes de que sea demasiado tarde! No creáis en la propaganda nacionalsocialista, que os ha metido miedo con el bolchevismo. No créais que la salvación de Alemania está unida para bien o para mal con la victoria del nacionalsocialismo. Unos criminales no pueden conseguir la victoria alemana ¡Separaos a tiempo de todo lo relacionado con el nacionalsocialismo! Depués vendrá un tribunal horrible, pero sobre los que se han mantenido cobardes e indecisos.

Bibliografía:

[1] La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler; José M. García Pelegrín – Madrid – LibrosLibres – 2006.

Cuarta hoja de la Rosa Blanca III


En este último comentario dedicado a la cuarta hoja de la Rosa Blanca querría llamar la atención sobre tres elementos. En primer lugar, la cita inicial en la que Novalis platica sobre Europa, el cristianismo y la purificación del Viejo Mundo por medio de la sangre. Durante la inmediata postguerra esos planteamientos se expandieron por buena parte del continente. El resurgir del sentimiento religioso a lo largo del pontificado de Pío XII es buena prueba de ello, pero también iniciativas como la CECA de Robert Schuman. En definitiva, un europeísmo cristiano consciente de sus pecados pasados y del peligro real de su repetición en el futuro. En segundo lugar, los jóvenes de la Rosa Blanca dejan claro -de una manera tajante- que sólo buscan con su actividad lo mejor para el pueblo alemán; no están al servicio de ninguna potencia enemiga que trata de debilitar a Alemania mediante la propaganda interna. Por último, nos encontramos con una afirmación dura pero, según ellos, necesaria para que el pueblo alemán y Europa entera quede libre de culpa: todos los responsables, hasta el menor de ellos, han de pagar el precio de sus actos criminales.

Novalis: “Una verdadera anarquía es el elemento generador de la religión. De la destrucción de todo lo posible, levanta esta su gloriosa cabeza cual nueva creadora del mundo… ¡Si Europa quisiera despertar de nuevo, si un Estado de los Estados, una doctrina política de la ciencia nos amenazase! ¿Debiera ser acaso la jerarquía… el principio de la unión de los Estados como visión intelectual del yo político?… La sangre correrá por Europa hasta que las naciones descubran su terrible locura que las hace correr en círculo, y, alcanzadas y calmadas por una música sagrada, vayan hasta los antiguos altares en una mezcla multicolor, se propongan obras de paz y se celebre un ágape, cual fiesta de paz en los humeantes campos de batalla, con ardientes lágrimas. Sólo la religión puede despertar otra vez a Europa y dar a los pueblos seguridad, e instalar con nuevo esplendor la Cristiandad visible sobre la tierra, en su antigua y pacificadora función”.

Queremos advertir expresamente que la Rosa Blanca no se encuentra a sueldo de ningún poder extranjero. A pesar de que sabemos que el poder nacionalsocialista ha de ser destruido militarmente, intentamos conseguir una renovación del espíritu alemán, herido de gravedad, desde dentro. Pero a ese renacimiento ha de preceder un claro reconocimiento de toda la culpa que el pueblo alemán ha cargado sobre sí, así como la lucha sin cuartel contra Hitler y todos sus cómplices, miembros del partido, secuaces, etc. Se ha de abrir con toda brutalidad el abismo que existe entre lo mejor del pueblo y todo lo relacionado con el nacionalsocialismo. Para Hitler y sus seguidores no hay en la Tierra ningún castigo adecuado a sus hechos. Pero por amor a las generaciones venideras se ha de erigir un ejemplo después de la guerra, para que nadie, nunca más, tenga ganas de volver a intentar nada semejante ¡No olvidéis tampoco a los pequeños canallas de este sistema; grabaos su nombre para que ninguno se escape! ¡Que no consigan cambiar de bandera en el último momento, después de esas atrocidades y hagan como si no hubiera pasado nada!

Para su tranquilidad deseamos añadir que no se han recogido por escrito en ningún lugar las direcciones de los lectores de la Rosa Blanca. Ha sido extraídas arbitrariamente de guías telefónicas.

¡No callamos, somos vuestra mala conciencia!; ¡la Rosa Blanca no os deja tranquilos!

¡Por favor, reproduzca y difunda la hoja!

Bibliografía:

[1] La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler; José M. García Pelegrín – Madrid – LibrosLibres – 2006.

Cuarta hoja de la Rosa Blanca II


En la segunda entrega de la cuarta hoja de la Rosa Blanca se hace más evidente la visión cristiana de estos jóvenes universitarios. Es una cuestión recurrente a lo largo de todos los escritos de este grupo de oposición al nacionalsocialismo; se caracterizan por su profundo sentimiento cristiano. Los hay católicos y protestantes, pero todos coinciden en una serie de aspectos básicos que les permiten ver detrás del nacionalsocialismo la larga mano de Satanás. El comienzo de esta selección es de por sí una declaración de intenciones: “Cualquier palabra que procede de la boca de Hitler es mentira” ¿No dice acaso el Evangelio que el diablo es el padre de la mentira? Los jóvenes de la Rosa Blanca no dudan en calificar al líder nazi de enviado del Anticristo. El segundo párrafo no tiene desperdicio; tiene como finalidad despertar la conciencia de los cristianos alemanes e impulsarlos a actuar. Por último, se nos ofrece una cita del Antiguo Testamento.

Cualquier palabra que procede de la boca de Hitler es mentira. Cuando dice “paz” está pensando en la guerra, y cuando de modo blasfemo menta el nombre del Todopoderoso, está pensando en el poder del maligno, del ángel caído, de Satanás. Su boca son las fauces malolientes del infierno. Su boca son nauseabundas fauces del infierno y su poder está condenado. Sin embargo aún hay que combatir con medios racionales el estado terrorista nacionalsocialista; quien hoy en día duda de la existencia real de los poderes demoníacos, no ha comprendido el trasfondo metafísico de esta guerra. Tras lo concreto, tras lo perceptible por los sentidos, tras todas las reflexiones objetivas y lógicas se encuentra lo irracional, la lucha contra el demonio, contra los enviados del Anticristo.

En todo lugar y en todos los tiempo, los demonios han estado al acecho y han esperado la hora en que el hombre se torna débil, en que abandona arbitrariamente el lugar fundado en la libertad que Dios le ha dado en el orden, que claudica ante la presión del mal, que se separa de las fuerzas de un orden superior y así, después de haber dado el primer paso libremente, se ve impelido a dar el segundo y el tercero, cada vez a una mayor velocidad. En todo lugar y en todas las épocas de mayor necesidad se han alzado los seres humanos, profetas, santos que han de conservado su libertad y que han hecho referencia a un único Dios y que con su ayuda advirtieron al pueblo para que se convirtiera. el hombre es libre, pero no tiene defensas contra el mal sin el verdadero Dios; es como un barco sin timón, expuesto a las tormentas, como un niño pequeño sin madre, como una nube que se deshace.

A ti que eres cristiano, te pregunto: en esta lucha por tus más preciados bienes ¿hay aún vacilación, un juego con intrigas, un retrasar la decisión, con la esperanza de que sea otro el que alce las armas para defenderte? ¿No te ha dado Dios mismo la fuerza y el ánimo para luchar? Tenemos que atacar el mal allí donde es más poderos y lo es en el poder de Hitler.

“yo me volví y vi todos los actos de opresión que se cometen debajo del sol: he allí las lágrimas de los oprimidos, que no tienen quien los consuele. El poder está de parte de de los opresores, y no tiene quien los consuele.

Entonces yo elogié a los difuntos, los que ya habían muerto, más que a los vivos, los que hasta ahora viven…” (Eclesiastés).

Bibliografía:

[1] La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler; José M. García Pelegrín – Madrid – LibrosLibres – 2006.

Cuarta hoja de la Rosa Blanca


Comenzamos el análisis de la cuarta hoja de este grupo opositor a Hitler con cuatro párrafos que transmiten dos aspectos básicos para entender la sociología del III Reich. En plena II Guerra Mundial, cuando los ejércitos alemanes parecen perder fuelle, los líderes nacionalsocialistas deciden volcar todo su potencial en el campo de batalla, no con el fin de lograr avances estratégicos, sino como arma propagandística para convencer a su propio pueblo del triunfo de su causa. Ese interés del régimen por mostrarse fuerte y sólido no repara en las consecuencias de esos actos irresponsables -cientos de miles de muertos-, sólo se centra en ganar la batalla de las apariencias. El segundo aspecto que se comenta en este texto es el que se refiere a las repercusiones de esa propaganda en la población civil. Sobre esta cuestión les recomiendo dos de mis comentarios a las obras de Sebastian Haffner: La omnipresencia de la propaganda y La situación de los no-nazis.

Es una vieja sabiduría que se repite una y otra vez a los niños, que quien no escucha acaba por escarmentar en cabeza propia; sin embargo, un niño prudente sólo se quemará los dedos una vez en el fogón.

En las últimas semanas, Hitler ha cosechado éxitos tanto en África como en Rusia. Como consecuencia de ellos creció con una rapidez impropia de la pereza alemana el optimismo por un lado y la conmoción y el pesimismo en el otro lado del pueblo. Entre los enemigos de Hitler, es decir entre lo mejor del pueblo, se oían lamentos, palabras de decepción y de desánimo, que en no pocos casos terminaban con la pregunta: “¿Y si al final Hitler…?”

Entre tanto, el ataque alemán a Egipto se ha paralizado; Rommel ha de mantenerse en una situación muy peligrosa; sin embargo, aún sigue el avance en el Este. Este éxito aparente se ha obtenido a costa de los más horribles sacrificios, con lo que no puede considerarse como ventajoso. Por eso advertimos contra cualquier optimismo.

¿Quién ha contado los muertos, Hitler o Goebbels? Ninguno de ellos. Todos los días caen miles de soldados en Rusia. Ha llegado el tiempo de la siega y el segador pasa su guadaña con todas sus fuerzas por el fruto maduro. Vuelve el duelo a las cabañas de la patria; y no hay nadie que enjuague las lágrimas de las madres. Sin embargo, Hitler engaña a aquellas a quienes ha quitado el bien más preciado, llevándoles a una muerte sin sentido.

Bibliografía:

[1] La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler; José M. García Pelegrín – Madrid – LibrosLibres – 2006.

Tercera hoja de la Rosa Blanca II


Como anuncié en la introducción de la primera parte de esta hoja, en el segundo fragmento de la misma los autores señalan cómo se ha de desarrollar la oposición ciudadana al régimen nacionalsocialista. La respuesta se llama resistencia pasiva, y tiene bastante de sabotaje en tanto que el objetivo último de esta ha de ser acelerar la derrota del III Reich en la guerra. Para ello piden una colaboración masiva en todos los campos productivos y de la administración estatal, ya que sólo ese carácter masivo podría acabar con el régimen. En el fondo están convocando un especie de huelga general clandestina (si fuera manifiesta conllevaría la represión de los participantes). El escrito termina con una cita de Aristóteles muy sugerente. La resumo: los tiranos duplican el trabajo de sus súbditos para evitar que estos tengan tiempo de conspirar; les hacen pasar necesidad e incluso declaran guerras.

Muchos, quizá la mayoría de los lectores de estas hojas, no saben cómo pueden ejercer la resistencia. No ven la posibilidad de hacerlo. Nosotros vamos a intentar explicarles cómo cada persona individual está en condiciones de contribuir a derribar este sistema. No mediante una enemistad individualista al modo de una amarga vida anacoreta será posible preparar el terreno para derrocar a este “gobierno” o para conseguir que su caída se consiga lo antes posible, sino mediante la colaboración de muchas personas convencidas y que colaboren activamente. Personas que están de acuerdo sobre los medios con los que pueden alcanzar su objetivo. No disponemos de una amplia selección de dichos medios; sólo tenemos uno a nuestro alcance: la resistencia pasiva.

El sentido y el objetivo de esta resistencia es conseguir que caiga el nacionalsocialismo. Y en esta lucha no se puede retroceder ante ninguna posibilidad, ante ninguna actuación, estén donde estén. Hay que atacar al nacionalsocialismo en todos los lugares donde es vulnerable. Hay que conseguir terminar cuanto antes con este Estado ilegítimo: una victoria de la Alemania fascista en esta guerra tendría consecuencias incalculables y terribles. La preocupación de cada alemán no ha de ser la victoria militar sobre el bolchevismo, sino la derrota del nacionalsocialismo. Esto ha de encontrarse necesariamente en primer lugar. La necesidad de esta última exigencia se la demostraremos en nuestras próximas hojas.

Ahora, todo enemigo del nacionalsocialismo ha de plantearse la siguiente pregunta: ¿cómo puede luchar de modo más eficaz contra el actual “Estado”; cómo puede darle los golpes que más le afecten? Mediante la resistencia pasiva, sin lugar a dudas. Está claro que es imposible dar directrices para el comportamiento de cada persona individual; sólo podemos hacer alusiones generales; el camino concreto a la realización lo tiene que encontrar cada uno.

Sabotaje en las fábricas de armamento y otros productos bélicos, sabotaje en todas las reuniones, manifestaciones, celebraciones y organizaciones creadas por el partido nacionalsocialista. Impedir que funcione sin fricciones la maquinaria de la guerra (una maquinaria que sólo funciona para una guerra en la que se trata únicamente de salvar y mantener el partido nacionalsocilista y su dictadura). Sabotaje en todos los campos científicos e intelectuales, que permiten continuar la guerra, ya sea en las universidades, escuelas superiores, laboratorios, centros de investigación u oficinas técnicas. Sabotaje en todos los actos de índole cultural, que puedan elevar el “prestigio” de los fascistas en el pueblo. Sabotaje en todas las ramas de las artes plásticas, que estén en ralación con el nacionalsocialismo y a su servicio. Sabotaje en todo lo que se escriba, en los periódicos que estén a sueldo del “gobierno”, que luchen por sus ideas, por la difusión de la mentira nazi. No deis ni un céntimo en las cuestiones públicas (ni siquiera bajo la apariencia de tratarse de fines caritativos, pues se trata de un camuflaje). En realidad, no se benefician de ellas ni la Cruz Roja ni los necesitados. El gobierno no necesita ese dinero, no tiene necesidad económica de esas cuestiones, pues las máquinas impresoras siguen acuñando tanto dinero como se necesite; pero el pueblo ha de ser mantenido continuamente en tensión; no se debe rebajar la presión del candado. No deis nada cuando se recolecte metal, tejidos o cualquier otra cosa. Dirigíos también a todas las personas que conozcáis en las capas bajas para convencerlas del desatino de que continúe esta guerra, de su initualidad, de la esclavitud intelectual y económica que supone el nacionalsocialismo, de la desestructuración de los valores éticos y religiosos, y lograd que ejerzan resistencia pasiva.

Aristóteles, “Sobre la política”: “…de la sustancia de la tiranía forma parte buscar que ni permanezca oculto nada de lo que dice o hace un súbdito, sino que por doquier haya espías que le escuchen… sembrar la discordia y la calumnia entre los ciudadanos; poner en pugna unos amigos con otros, irritar al pueblo contra las altas clases que se procura tener desunidas. A todos estos medios se une otro procedimiento de la tiranía, que es empobrecedor a los súbditos, para que por una parte no le cueste nada sostener su guardia, y por otra, ocupados aquellos en procurarse los medios diarios de subsistencia, no tengan tiempo para conspirar… Puede considerarse como un medio análogo el sistema de impuestos que regía en Siracusa: en cinco años, Dionisio absorbía mediante el impuesto el valor de todas las propiedades. También el tirano hace la guerra para tener en actividad a sus súbditos…”

¡Por favor, reproduzca y difunda la hoja!

Bibliografía:

[1] La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler; José M. García Pelegrín – Madrid – LibrosLibres – 2006.

Tercera hoja de la Rosa Blanca


Iniciamos ahora el repaso a la tercera hoja de la Rosa Blanca. En ella nos encontramos, en primer lugar, con los requisitos que ha de cumplir un Estado para ser bueno y ganarse así el respeto y obediencia de sus ciudadanos. Los jóvenes autores dejan claro desde el inicio que no van a entrar al debate sobre las diferentes formas de Estado; tan sólo exigen de este que respete los derechos del individuo y cree las condiciones necesarias para el desarrollo de sus ciudadanos. Tampoco se detienen a explicar las razones por las que el régimen de Hitler no cumple esos requisitos; les parece evidente (y a mi también). Por último, instan al pueblo alemán a rebelarse contra ese Estado malvado que gobierna Alemania; buscan despertarlos de su sueño de miedo e indiferencia. En la segunda parte de esta hoja explicarán cómo.

“salus publica suprema lex”

Todas las formas ideales del Estado son utopías. Un Estado no puede construirse de un modo puramente teórico, sino que ha de crecer y madurar como cada persona individual. Pero no se debe olvidar que al comienzo de cada cultura había una forma previa al Estado. La familia es tan antigua como el hombre mismo y, partiende de esa convivencia primigenia, el hombre racional ha creado un Estado cuyo fundamento es la justicia y cuya ley suprema es el bienestar de todos. El Estado ha de representar una analogía al orden divino; la mayor de todas las utopías, la “civitas Dei”, es el modelo al que en último término ha de acercarse. aquí no queremos emitir un juicio sobre las diferentes formas posibles de Estado: la democracia, la monarquía constitucional, la monarquía, etc. Sólo un aspecto ha de ser resaltado inequivoca y claramente: toda persona individual tiene derecho a un Estado operativo y justo, que asegure tanto la libertad del individuo como el bienestar de la comunidad. Pues según la voluntad de Dios, el hombre debe buscar libre e independientemente, en la convivencia y la cooperación de la comunidad estatal, su fin natural, su felicidad terrena.

Nuestro “Estado” actual es la dictadura del mal. “Esto lo sabemos desde hace tiempo ya –te oigo objetar- y no necesitamos que nos lo vuelvan a repetir aquí”. Pero, te pregunto: si ya lo sabéis ¿por qué no reaccionáis, por qué permitís que los que detentan el poder se adueñen paso a paso, abiertamente o de modo oculto, de un dominio de vuestro derecho tras otro, hasta que un día no quede nada, pero absolutamente nada más que el engranaje mecanizado del Estado, mandado por criminales y borrachos? ¿Ha sucumbido vuestro espíritu a la violación de tal modo que olvidáis que destruir este sistema no sólo es vuestro derecho, sino vuestra obligación moral? Cuando una persona no tiene ya la fuerza para reclamar su derecho, entonces sucumbirá necesariamente. Nos mereceríamos ser dispersados por todo el mundo, como el polvo por el viento, si en esta última hora no nos alzáramos y no tuviéramos por fin la valentía de la que hemos carecido desde entonces ¡No ocultéis vuestra cobardía bajo el manto de la prudencia! Pues cada día que esperáis y no resistís a este engendro del infierno crece vuestra culpa según una curva parabólica, cada vez más y más.

Bibliografía:

[1] La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler; José M. García Pelegrín – Madrid – LibrosLibres – 2006.