Tercera hoja de la Rosa Blanca


Iniciamos ahora el repaso a la tercera hoja de la Rosa Blanca. En ella nos encontramos, en primer lugar, con los requisitos que ha de cumplir un Estado para ser bueno y ganarse así el respeto y obediencia de sus ciudadanos. Los jóvenes autores dejan claro desde el inicio que no van a entrar al debate sobre las diferentes formas de Estado; tan sólo exigen de este que respete los derechos del individuo y cree las condiciones necesarias para el desarrollo de sus ciudadanos. Tampoco se detienen a explicar las razones por las que el régimen de Hitler no cumple esos requisitos; les parece evidente (y a mi también). Por último, instan al pueblo alemán a rebelarse contra ese Estado malvado que gobierna Alemania; buscan despertarlos de su sueño de miedo e indiferencia. En la segunda parte de esta hoja explicarán cómo.

“salus publica suprema lex”

Todas las formas ideales del Estado son utopías. Un Estado no puede construirse de un modo puramente teórico, sino que ha de crecer y madurar como cada persona individual. Pero no se debe olvidar que al comienzo de cada cultura había una forma previa al Estado. La familia es tan antigua como el hombre mismo y, partiende de esa convivencia primigenia, el hombre racional ha creado un Estado cuyo fundamento es la justicia y cuya ley suprema es el bienestar de todos. El Estado ha de representar una analogía al orden divino; la mayor de todas las utopías, la “civitas Dei”, es el modelo al que en último término ha de acercarse. aquí no queremos emitir un juicio sobre las diferentes formas posibles de Estado: la democracia, la monarquía constitucional, la monarquía, etc. Sólo un aspecto ha de ser resaltado inequivoca y claramente: toda persona individual tiene derecho a un Estado operativo y justo, que asegure tanto la libertad del individuo como el bienestar de la comunidad. Pues según la voluntad de Dios, el hombre debe buscar libre e independientemente, en la convivencia y la cooperación de la comunidad estatal, su fin natural, su felicidad terrena.

Nuestro “Estado” actual es la dictadura del mal. “Esto lo sabemos desde hace tiempo ya –te oigo objetar- y no necesitamos que nos lo vuelvan a repetir aquí”. Pero, te pregunto: si ya lo sabéis ¿por qué no reaccionáis, por qué permitís que los que detentan el poder se adueñen paso a paso, abiertamente o de modo oculto, de un dominio de vuestro derecho tras otro, hasta que un día no quede nada, pero absolutamente nada más que el engranaje mecanizado del Estado, mandado por criminales y borrachos? ¿Ha sucumbido vuestro espíritu a la violación de tal modo que olvidáis que destruir este sistema no sólo es vuestro derecho, sino vuestra obligación moral? Cuando una persona no tiene ya la fuerza para reclamar su derecho, entonces sucumbirá necesariamente. Nos mereceríamos ser dispersados por todo el mundo, como el polvo por el viento, si en esta última hora no nos alzáramos y no tuviéramos por fin la valentía de la que hemos carecido desde entonces ¡No ocultéis vuestra cobardía bajo el manto de la prudencia! Pues cada día que esperáis y no resistís a este engendro del infierno crece vuestra culpa según una curva parabólica, cada vez más y más.

Bibliografía:

[1] La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler; José M. García Pelegrín – Madrid – LibrosLibres – 2006.

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