Programas de Radio Historia


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Radio Historia: programa sobre la revolución industrial


A finales del mes de enero pusimos en marcha una actividad de radio dedicada a la revolución industrial. El objetivo era aprovechar los contenidos del temario para hacer un programa especial que nos permitiera, a su vez, practicar la expresión escrita a la hora de elaborar el guión y la oral en la fase de grabación.

Ha sido un largo camino, entre otras cosas porque hemos combinado este proyecto con otras actividades y con los exámenes de las diferentes unidades. Sin embargo, mes y medio después, al fin está disponible el audio completo:

Un guión para Radio Historia


Hace tres semanas, en la última publicación de esta bitácora de 4º de ESO, describí el planteamiento general de la actividad Radio Historia. Desde entonces, el alumnado ha dedicado dos sesiones al trabajo de cada uno de los apartados del programa, quedando todo recopilado y cohesionado en el guión que presento en esta entrada: Guión de Radio Historia

Al respecto, debo aclarar que el retraso en la elaboración del proyecto se ha debido, fundamentalmente, a diversas actividades y exámenes que no nos han permitido ir al ritmo previsto. Finalmente, hemos tenido las dos sesiones de trabajo a principios de febrero, a las que habría que añadir un ensayo general -con especial atención a la entonación- y un boceto de grabación usando un micrófono externo, un programa de grabación y, como es lógico, un ordenador.

El guión que presentaba más arriba es fruto del trabajo de investigación y redacción de mi alumnado. Ahora bien, como casi todo lo que terminamos haciendo, el texto final ha sido corregido por el profesor. Eso explica la ausencia de faltas de ortografía, la presencia de términos complejos para su edad y, sobre todo, que las frases estén bien construidas.

Programando la evaluación del curso II


Después de escribir hace unos días sobre la deconstrucción del examen, mi intención con esta entrada es darle otra vuelca de tuerca a la evaluación para acercarme más a la evaluación continua. Los tres epígrafes de esta entrada siguen la misma filosofía: dar la oportunidad al alumnado de que, una vez realizada una prueba, tenga la posibilidad de mejorar la calificación que ha obtenido. Evidentemente, como se verá a continuación, eso está sujeto a una serie de condiciones. Además, no se aplica a todas las actividades del curso.

Conviene aclarar que, en ningún caso, se tratan de exámenes extraordinarios, sino de “segundas oportunidades” que modifican la nota media de los estudiantes en cualquier momento del curso. La recuperación existe al margen de este planteamiento, y a ella deberán presentarse en junio aquellos que no hayan logrado superar una o más evaluaciones.

Un proceso acumulativo para afianzar conceptos

A lo largo del curso académico, el alumnado ha de enfrentarse a nueve pruebas donde se evalúa su conocimiento de los términos de las distintas unidades didácticas. Previamente, como viene siendo habitual en las asignaturas que imparto, se les facilita la lista de esos conceptos, y se les informa de su valor en la nota: un 12%.

Ahora bien, lo previsto no es examinarse en cada unidad únicamente de los términos que le son propios, sino también de los de temáticas previamente dadas. Es decir, en la segunda prueba del curso también habrá conceptos de la primera, en la tercera de la primera y la segunda, en la cuarta de las tres anteriores y así hasta la novena unidad didáctica.

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Mi objetivo con esta medida es doble: por un lado pretendo afianzar conocimientos básicos y por el otro poner fin a la costumbre de que un contenido dado se olvida después del examen. También es verdad que, entre el profesor y el alumnado, existe un acuerdo para que, al menos, el 40% de los términos sean del último tema explicado.

De cara a la cuestión que pretendo explicar en esta entrada, la acumulación de términos históricos también tiene consecuencias. De hecho, en una prueba de conceptos los estudiantes pueden modificar la nota obtenida en pruebas anteriores. Para que se me entienda bien, quizá lo mejor sea poner un ejemplo:

Imaginemos una persona que ha obtenido una calificación baja en la prueba de una unidad didáctica y que, semanas después, se enfrenta a la de otra. No sé, qué tal si la primera fue del tema tres y esta última del cinco, por ejemplo. Pues bien, si responde bien a un porcentaje alto de los conceptos de la tercera unidad, verá mejorada aquella nota.

Como es lógico, todo esto no se deja al azar, sino que está concretado de la siguiente manera:

  • Si el alumno responde correctamente a todos los conceptos propios de una unidad ya explicada, se le añaden dos puntos a la nota que tenía en la prueba de términos.
  • Si el alumno responde correctamente a dos tercios de los conceptos propios de una unidad ya explicada, se le añade un punto a la nota que tenía en la prueba de términos.
  • Si el alumnos responde correctamente a la mitad de los conceptos propios de una unidad ya explicada, se le añade medio punto a la nota que tenía en la prueba de términos. Ahora bien, para ello ha de tener, al menos, un siete en el examen que está realizando en ese momento.

Exámenes orales: elige tu propia aventura

Al igual que en el caso de los conceptos, los alumnos pueden modificar la nota que han obtenido en las pruebas orales. El sistema en este caso, todo hay que decirlo, es bastante menos complejo.

En el vídeo que elaboré para #AsíFlipeoEn3Minutos comentaba que cada estudiante se enfrenta a un examen oral cada dos semanas. Eso supone que al final de curso van a tener dieciocho oportunidades, mientras que las unidades didácticas, como ya comenté, son únicamente nueve.

 

Es decir, una vez hayan superado todas las pruebas previstas para un momento determinado del curso, podrán aprovechar los días sobrantes para mejorar las calificaciones obtenidas en los anteriores.

Rebobinando las respuestas de EdPuzzle

Aunque la visualización de los vídeos no entra del 80% de la nota que mi departamento marca para los exámenes –se sitúa dentro del otro 20%-, sí que es otro elemento clave en esta extraña evaluación continua que vengo explicando.

Todas y cada una de las explicaciones teóricas que tengo grabadas están subidas a EdPuzzle. De esta manera, gracias a las preguntas que introduzco en esta aplicación, cada vídeo me aporta una nota de todos los estudiantes.

Pues bien, existe la posibilidad de que, en cualquier momento del curso, los alumnos puedan mejorar la calificación que han obtenido en tres de ellos. Únicamente pongo una condición: deben haber hecho la tarea de vídeos dos semanas seguidas. Una vez cumplan eso, escogen tres explicaciones para que yo las desbloquee y ellos puedan volver a contestar.

¿De qué porcentaje de nota estamos hablando?

Este procedimiento con el que pretendo acercarme a la evaluación continua permite que la nota media del alumnado se actualice cada vez que mejoran su calificación en cualquiera de las tres pruebas descritas. Ahora bien, únicamente afecta a estas, por lo que cabe plantearse cuál es su peso real en la nota final.

En la entrada anterior señalé que los exámenes orales constituían el 20%, mientras que las pruebas de conceptos se quedaban un poco por debajo: un 12%. La cuestión de EdPuzzle es más compleja, pues no todas las unidades didácticas tienen la misma cantidad de vídeos. Sin embargo, suele situarse en torno al 3% en las tres evaluaciones.

En definitiva, este sistema de corrección de la nota afectaría a un 35% del total. Una cantidad que, si bien dista de ser decisiva, no es ni mucho menos despreciable.

Cuestionarios: exámenes orales y flipped classroom


En mi opinión, una de las principales ventajas de dar la vuelta a la clase es que el docente cuenta con tiempo suficiente en el aula para atender a los alumnos de manera individualizada. Como bien sabemos, eso es posible porque la teoría está en vídeos y textos a los que los estudiantes tienen acceso desde cualquier sitio y en cualquier momento. En definitiva, quedo liberado de la explicación los cincuenta minutos que paso con ellos, y eso me permite centrarme más en sus dudas, problemas, curiosidades…

El modelo flipped classroom me ha llevado a emprender un nuevo proyecto que busca mejorar la expresión oral del alumnado, al tiempo que les ayuda profundizar en los contenidos de la materia.

Dos días a la semana –los martes y los viernes en concreto-, mis alumnos de 1º de Bachillerato se enfrentan a los cuestionarios. Estos evalúan los conocimientos de los alumnos sobre un conjunto de vídeos, y están formados por cuatro preguntas cortas (muy concretas), con un valor de un punto cada una, y dos de relación que se califican sobre los seis restantes.

De esta manera, mientras el conjunto de la clase está realizando distintas actividades, el profesor les va llamando de uno en uno para realizar la prueba. Al margen de lo beneficioso que resulta enfrentarse semanalmente a una experiencia novedosa relacionada con la expresión oral, considero que, además, los cuestionarios les ayudan a trabajar al día.

Un progreso personalizado

Ahora bien, la gran novedad de mis cuestionarios, y sin duda lo que menos ha gustado a mis alumnos –aunque a la postre les beneficia-, es que para aprobarlos no basta un cinco: les exijo un siete.

La idea la saqué de una conferencia TED de Salman Khan en la que abogaba por un aprendizaje centrado en los ritmos de aprendizaje de cada estudiante. En concreto, criticaba que se les permitiera aprobar con un cinco, ya que eso supone que en sus conocimientos hay lagunas que pueden llegar al 50% de la materia.

No pretendo profundizar en el contenido de su ponencia, y mucho menos entrar a valorar si su propuesta es viable cuando uno tiene más de dos docenas de alumnos en un aula. Sin embargo, reconozco que las palabras de Salman Khan me hicieron reflexionar. En concreto, extraje dos conclusiones:

  • Cada cuestionario debe repetirse las veces que haga falta hasta que cada estudiante demuestre tener unos conocimientos amplios de la materia.
  • Para cumplir esa primera premisa es necesario que el número de días dedicados a pruebas orales sea muy superior al de los cuestionarios.
En definitiva, gracias a esas medidas, el temario se adapta al ritmo de cada alumno, y no al contrario.

A su vez, el hecho de que se exija un siete para cerrar una prueba y pasar a la siguiente, evita en gran medida que se generen lagunas en los conocimientos del alumnado.