La comunidad internacional, es decir, los Estados Unidos seguidos con temor y temblor por sus aliados europeos, sólo se decidió a pararle los pies cuando se enfrentó con la perspectiva de acoger a más de un millón de refugiados kosovares albaneses, en su mayoría musulmanes, continuar con una posible quinta guerra en Montenegro y una segura sexta en Macedonia, centro de bajísimas presiones que atraería indefectiblemente a Bulgaria, Grecia y Albania. Los enteros Balcanes en llamas. Tamaña hoguera podía ya resultar incontrolable.
Manuel Coma, Adiós, Milosevich, no vuelvas, p. 1.