Las fases del conflicto: el hundimiento de los Imperios Centrales


La derrota militar.

El 9 de enero de 1918, el presidente T. W. Wilson hizo público un programa de paz sin vencedores ni vencidos. Este incluía, entre otras cosas, el derecho de autodeterminación de las nacionalidades y un proyecto para una organización internacional.

Sin embargo, libres del frente oriental desde marzo, los alemanes hicieron un último esfuerzo bélico en el oeste. Lanzaron cuatro ofensivas sucesivas, pero no lograron triunfar.

A comienzos de agosto, las tropas aliadas –incluidas las norteamericanas- iniciaron su ofensiva. El frente alemán se desmoronó ante la superioridad del enemigo, pero también por la baja moral de las tropas.

La rendición.

Entre septiembre y noviembre se rindieron los aliados de Alemania. Bulgaria en septiembre, el Imperio Otomano en octubre (armisticio de Mudros) y Austria-Hungría en noviembre (armisticio de Villa Giusti).

Cuando la derrota militar era inevitables, el 8 de noviembre estalló en Berlín un movimiento revolucionario. Cayó la monarquía y un nuevo gobierno, encabezado por el socialdemócrata Friedrich Ebert, firmó el armisticio el 11 de noviembre de 1918.

Las fases del conflicto: la guerra de trincheras


Durante estos años la guerra consistió en lanzar ofensivas contra las líneas enemigas para romper el frente. Los soldados eran detenidos por las alambradas y diezmados por el fuego de ametralladora.

Las batallas ocasionaban cientos de miles de muertos por el empleo de las nuevas armas: tanques, gases asfixiantes, ametralladoras, aviación… No obstante, las posiciones permanecieron inalterables.

Ofensivas y guerra de desgaste.

En 1915, los franceses atacaron a los alemanes en Artois y en la Champaña, pero no consiguieron romper sus líneas. En el frente oriental, y en el mismo año, los austro-alemanes lanzaron tres ofensivas contra los rusos (mayo, julio y agosto), conquistando toda Polonia. De esta manera, a finales de septiembre, las tropas germanas ocuparon un frente desde el mar Báltico hasta el río Dniéster.

Desde febrero hasta junio de 1916 tuvo lugar la batalla de Verdún, que fue planteada como batalla de desgaste. Los alemanes perdieron 240.000 hombres y los franceses 275.000, sin que hubiera alteraciones importantes en el mapa. En julio los franceses atacaron en el Somme, momento que fue aprovechado por Rusia para recuperar parte de Polonia.

En busca de aliados.

Las enormes pérdidas humanas y de material llevaron a los dos bandos a buscar nuevos aliados.

  • En mayo de 1915 Italia se incorporaba a la Entente a cambio de recuperar los territorios irredentos (Triestre, Trentino e Istria) y parte de la costa Dálmata.
  • En septiembre de 1915 fue Bulgaria la que se unió a los imperios centrales.
  • Rumania se unió a la Entente a finales de agosto de 1916, pero fue rápidamente invadida por Alemania.

El estallido de la Guerra


El 28 de junio de 1914 un estudiante bosnio asesinó en Sarajevo al heredero de la corona austro-húngara, el archiduque Francisco Fernando, y a su esposa.

Los austríacos acusaron al gobierno serbio de estar detrás del atentado: era la ocasión para atacarlos y liquidarlos militarmente. Austria se aseguró, en primer lugar, el apoyo alemán y posteriormente presentó a Serbia un ultimátum con condiciones difícilmente aceptables para un Estado soberano.

Los serbios buscaron la conciliación, pero el gobierno austríaco declaró la guerra el 28 de julio de 1914. En ese momento entró en funcionamiento el sistema de alianzas:

  • El 1 de agosto Alemania declaró la guerra a Rusia, que a su vez había hecho lo propio antes con Austria.
  • El 3 de agosto era Francia la que, en virtud de sus acuerdos con Rusia, le declaraba la guerra a Alemania.
  • La entrada británica en la guerra se produjo el 4 de agosto, como consecuencia de la invasión de Bélgica por parte de Alemania.
  • Italia, a pesar de ser aliada de Austria y Alemania, se mantuvo neutral al comienzo.

La relación de fuerzas en el inicio de la guerra.

En los primeros días de agosto se enfrentaron los imperios centrales (Alemania y Austria-Hungría) contra la Entente (Francia, Reino Unido y Rusia). Los imperios centrales contaban con 116 millones de habitantes y la Entente con 240 millones.

Alemania era la segunda potencia industrial del mundo, pero Francia y el Reino Unido poseían inmensos imperios coloniales que les abastecían de materias primas, alimentos y hombres.

Efectivos y capacidad militar de acción.

La Entente disponía de ejércitos numerosos, pero el alemán estaba mejor armado. Los imperios centrales estaban agrupados en un bloque territorial unido, lo que facilitaba las comunicaciones y los movimientos de tropas.

La Entente dominaba los mares, ya que la poderosa marina británica bloqueaba la salida al mar de las naves alemanas y austríacas.

Los antecedentes y causas de la Primera Guerra Mundial


Las rivalidades económicas y coloniales.

Al empezar el siglo XX, cada país pretendía asegurarse mercados para elevar el rendimiento de sus capitales y asegurar el crecimiento de su producción industrial. Las colonias cumplían ese fin.

Reino Unido y Francia poseían en ese momento los más importantes imperios coloniales. A su vez, Alemania había superado al Reino Unido como potencia industrial y sus mercancías desplazaban a los productos británicos en Europa. Pero Alemania sólo poseía algunos territorios en África y en el Pacífico.

Los capitalistas alemanes, por tanto, deseaban un nuevo reparto del mundo, pero los británicos no estaban dispuestos a ceder. Las rivalidades entre el imperio británico y el alemán fueron una de las causas de la I Guerra Mundial.

Sistemas de alianzas y crisis internacionales.

En la guerra franco-prusiana de 1870, Francia había sido humillada y además había perdido los territorios de Alsacia y Lorena. Los franceses deseaban recuperarlos, por lo que cualquier pretexto, en caso de contar con aliados poderosos, serviría para intentar recuperarlos.

Los conflictos coloniales.

En 1904 el Reino Unido firmó un acuerdo con Francia, por el que esta última renunciaba a Egipto a cambio de obtener el apoyo británico en lo relativo al protectorado de Marruecos. En 1907 el Reino Unido repartió con Rusia las zonas de influencia en Persia y Afganistán.

El nacionalismo serbio.

Tras las crisis que estallaron en los Balcanes, los austríacos llegaron a la conclusión de que debían anular el nacionalismo serbio. El enfrentamiento no podía afectar sólo a Serbia y a Austria, la primera estaba aliada con Rusia (a su vez aliada a Francia) y Austria con Alemania.

Los sistemas bismarckianos


Entre 1872 y 1890, el canciller prusiano Bismarck impuso un potente sistema de alianzas, convirtiéndose en el árbitro de la política internacional. Esencialmente pretendía aislar diplomáticamente a Francia, su enemiga desde que Prusia le arrebatara Alsacia y Lorena en la guerra franco-prusiana.

El primer sistema bismarckiano.

Alemania pretendía, además de aislar a Francia, asegurar la neutralidad del Reino Unido y de Italia. Aprovechó los recelos de Víctor Manuel de Saboya, el primer rey de Italia, contra Francia por haber dificultado, con su apoyo al papa Pío IX, la incorporación a Italia de los Estados Pontificios.

Además, Bismarck deseaba la alianza con Austria y Rusia. En 1873 firmó con Rusia la Convención militar secreta ruso-alemana y con Austria el Acuerdo pruso-austríaco. Esto originará la Entente de los tres emperadores, a la que se unió Italia en 1874.

El acuerdo se rompió por los enfrentamientos entre rusos y austríacos sobre los Balcanes.

Tras la guerra ruso-turca de 1878, se creó la gran Bulgaria por el Tratado de San Estéfano.
Austria sintió perjudicados sus intereses y solicitó una revisión del pacto. El resultado fue la disolución de la gran Bulgaria, Austria recibió Bosnia Herzegovina y fortaleció su entendimiento con Alemania mediante la alianza secreta conocida como Dúplice Alianza.

El segundo sistema bismarckiano.

Comenzó a gestarse en 1881, cuando ocupaba el trono de Rusia Alejandro II, antiliberal y opuesto a la III República francesa. Bismarck consiguió renovar la alianza de los tres emperadores. Ese mismo año, Italia buscó el apoyo de Alemania contra Francia que le impedía su expansión en el norte de África.

En 1882, ambas suscribieron un acuerdo que incluía también a Austria, que fue conocido como la Triple Alianza. La Alianza de los tres emperadores se fue renovando hasta 1887, siendo cancelada por el zar como consecuencia de sus rivalidades con Austria en los Balcanes.

Sin embargo, se firmó el Tratado ruso-alemán, pro el cual Alemania se comprometía a mantener la neutralidad en caso de conflicto entre Austria y Rusia. A cambio, Rusia no intervendría en un guerra franco-germana.

Entre 1887 y 1889, el sistema resultó perfecto para Alemania, pues permanecían en vigor:

  • La Dúplice Alianza, suscrita por Alemania y Austria en 1879.
  • La Triple Alianza de 1882, firmada por Austria, Alemania e Italia.
  • El Tratado de Reaseguro de 1887 con Rusia.
  • Por último, el Reino Unido se acercó a la Triple Alianza a partir de 1887, por temor al papel preponderante que estaba adquiriendo Francia en el Mediterráneo.
En conclusión: Francia carecía de aliados para enfrentarse a Alemania con el fin de recuperar Alsacia y Lorena.

Los balcanes en el siglo XX (1918-1999)

Artículo publicado por Historia en Presente el 21 de junio de 2008.


En los tres meses de vida que tiene este blog he dedicado muchos artículos a la problemática balcánica. Dos hechos han sido los responsables de esa atención especial: la independencia de Kosovo, que recientemente ha aprobado su Constitución, y las elecciones serbias del pasado mes de mayo, con sus consecuencias para la futura adhesión de ese país a la UE. Con el fin de aportar una visión global acerca de las cuestiones tratadas, me ha parecido oportuno publicar el presente artículo en mi blog. Lo escribí en febrero de 2008 para la Tribuna del Club Lorem-Ipsum.

El final de la Gran Guerra acabó con el sueño de la Monarquía Dual austrohúngara. Su derrota en el conflicto puso fin al estado de los Habsburgo, surgiendo a partir de este un nuevo mapa de la Europa centro-oriental. Serbia, gran rival de los austriacos en los territorios balcánicos, fue una de las grandes beneficiadas en su proceso de descomposición.

Bajo el nombre de Yugoslavia surgió un gran estado que agrupaba en su seno a croatas, eslovenos, albaneses, macedonios, montenegrinos, italianos, bosnios y serbios. Se trataba de una estructura política artificial, una cesión de las potencias de la Triple Alianza a las pretensiones expansionistas de los serbios.

Los postulados nacionales de tipo wilsoniano no se tuvieron en cuenta a la hora de establecer este nuevo estado; y, por si fuera poco, en lugar de procederse al reparto del poder entre los grupos que lo integraban, todo quedó bajo la batuta de Serbia. A lo largo de este artículo trataremos de explicar el desarrollo histórico de Yugoslavia: un Estado que surgió de manera artificial al término de una guerra y que, en medio de una década conflictiva, desapareció sin dejar rastro.

La situación yugoslava durante el periodo de entreguerras (1918-1939) nos puede ayudar a entender mejor el papel jugado por serbios y croatas en la Guerra Nacionalsocialista (1939-1945). Estos últimos, como segunda etnia más importante dentro del estado, mostraron su malestar -cuando no insubordinación- ante el fuerte centralismo serbio.

De esta manera, al comienzo de las operaciones militares llevadas a cabo por alemanes e italianos en los Balcanes, no dudaron en unirse a las potencias del Eje en calidad de fuerzas colaboracionistas. Surgió así, bajo el amparo del Reich hitleriano, el estado ustacha. Este se mantuvo, en constante enfrentamiento con los chetniks y los partisanos serbios, hasta el repliegue de las tropas alemanas.

El final de la II Guerra Mundial dejó paso a la denominada Europa de Yalta, en donde se daba carta de naturaleza a la división del Continente.

Los soviéticos, mediante la táctica frentepopulista, amparada por la presencia en media Europa del Ejército Rojo, establecieron gobiernos afines en Hungría, Rumania, Bulgaria, Polonia, Checoslovaquia, Alemania Oriental y Albania. Yugoslavia no se quedó al margen del fenómeno bipolar que afectó al mundo entre 1945 y 1991. Sin embargo, siguió un desarrollo un tanto peculiar.

El poder alcanzado por los partisanos de Jose Broz (Tito) durante el conflicto, hizo innecesaria la presencia de la URSS para liberar los territorios yugoslavos. A esto hay que añadir las buenas relaciones que, por aquel entonces, tenían Stalin y Tito. De esta manera, Yugoslavia siempre vivió un poco al margen de las directrices soviéticas.

Poco a poco las relaciones entre Moscú y Belgrado se fueron enfriando hasta el punto de llegar al nivel de enemistad en 1948. La no aceptación de varios puntos de la doctrina estalinista supuso la expulsión de Yugoslavia del Kominform. El gobierno de Tito recuperó entonces sus relaciones con Occidente, y pasó a formar parte del grupo de estados no alineados. A lo largo de las décadas siguientes las relaciones entre Yugoslavia y la URSS estuvieron marcadas por la desconfianza y por los reproches mutuos.

Los yugoslavos apoyaron en la medida de lo posible cualquier tipo de autonomía con respecto a Moscú por parte de los gobiernos orientales (Hungría, Polonia, Checoslovaquia…), mientras que los soviéticos siempre mantuvieron su amenaza militar sobre los territorios balcánicos. Tan sólo la muerte de Tito y la llegada al poder de Mijaíl Gorbachov destensaron un tanto las relaciones de dos estados que, por aquel entonces, se encontraban ya en un periodo terminal.

El final del comunismo en Yugoslavia coincidió cronológicamente con el del resto de países del bloque soviético. Sin embargo, el cambio de régimen disto mucho de ser pacífico.

Entre los condicionantes históricos de la guerra de Yugoslavia hay que destacar, en primer lugar, los problemas generados en el proceso de sustitución del estado comunista. Los restantes países de la Europa central y oriental también se enfrentaron a este reto, pero otros factores, como el nacionalismo de los distintos territorios balcánicos o la actitud de algunas potencias occidentales, imposibilitaron ese proceso.

Dentro de la cuestión nacional, hay que destacar los siguientes aspectos: el problema religioso, el viraje ideológico de los comunistas hacia el nacionalismo, la identificación de divisiones étnicas como fronteras políticas, y el papel desestabilizador de las oligarquías y del nacionalismo populista.

Las presiones serbias sobre la autonomía de Kosovo y Vojvodina marcaron el inicio de la descomposición de Yugoslavia como edificio estatal unificado. Los nacionalistas de Slobodan Milosevic alcanzaron el objetivo de hacerse con la mayoría de los votos dentro del entramado federal, pero despertaron con esto el sentimiento nacional entre los demás miembros.

De esta manera, y a pesar de que el Ejército Popular yugoslavo actuó a lo largo de esos años como prolongación del gobierno serbio, Eslovenia y Croacia abandonaron Yugoslavia entre 1991 y 1992. No obstante, Milosevic no renunció a su idea de la Gran Serbia; es más, la ausencia de Croacia y Eslovenia le permitía actuar con más libertad en favor de sus propios intereses. Le llegó entonces el turno a Bosnia, territorio que serbios y croatas no dudaron en repartirse.

Sólo la actuación internacional pudo poner fin a un conflicto que en 1995 llevaba ya tres años sembrando de cadáveres los Balcanes. La ineficaz intervención europea, y el colapso de la ONU ante el veto de Rusia, obligaron a los norteamericanos a intervenir de manera unilateral. Los acuerdo de Dayton y la presencia militar internacional pusieron fin a la guerra de Bosnia, que se establecía como estado independiente. Perdida también Macedonia, las apetencias del nacionalismo serbio se dirigieron de nueva hacia Kosovo, donde los movimientos en favor de la autonomía de la región iban tomando fuerza.

Finalmente, los serbios se decidieron a iniciar una guerra que tenía como fin último expulsar a la etnia albanesa del territorio kosovar. Una vez más, la reacción de la comunidad internacional, hacia lo que de hecho era una limpieza étnica, fue lenta e ineficaz. Tan sólo la actuación de los EE.UU. evitó la catástrofe. En 1999, Belgrado era sometido a un duro bombardeo; poco después caía el régimen de Milosevic.

Bibliografía:

[1] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[2] Postguerra. Una historia de Europa desde 1945; Tony Judt – Madrid – Taurus -2006.

[3] La Europa balcánica. Yugoslavia, desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días; Ricardo M. Martín de la Guardia y Guillermo A. Pérez Sánchez – Madrid – Síntesis – 1997.

[4] La trampa balcánica; Francisco Veiga – Barcelona – Grijalbo – 2002.

[5] Los conflictos yugoslavos. Una introducción; Carlos Taibo y José Carlos Lechado – Madrid – Fundamentos – 1993.

[6] Guerra en Kosovo; Carlos Taibo – Madrid – Catarata – 2002.

[7] Los conflictos de los Balcanes a finales del siglo XX; Enrique Fojón -GEES – 18 de septiembre de 2002.

[8] Adiós, Milosevich, no vuelvas; Manuel Coma – GEES – 15 de marzo de 2006.