40 meses de flipped classroom: YouTube


El 11 de febrero de 2016 emprendí una aventura que ha cambiado de forma drástica mi manera de entender la educación. Si bien la decisión estaba tomada desde mes y medio antes, ese día grabé el primero de los vídeos que me iban a permitir desarrollar el modelo flipped classroom en mis asignaturas. Por tanto, en el momento de escribir este texto, se cumplen cuarenta meses desde entonces.

Considero que es un periodo suficientemente largo como para hacer balance de la decisión tomada.

Ahora bien, son tantos los aspectos a tratar, que me ha parecido conveniente dividirlos en pequeños artículos. Por tanto, a lo largo de este mes iré abordando por separado las cuestiones más interesantes.

SER DOCENTE EN YOUTUBE

Siempre he sostenido -y siempre sostendré- que lo importante del modelo flipped classroom es lo que sucede en el aula y no el hecho de grabar vídeos para que los alumnos tengan acceso a la explicación. Ahora bien, el material audiovisual es condición sine qua non para contar con más tiempo de trabajo en horario lectivo y, sobre todo, es la forma más sencilla de abrir esta serie de artículos sobre mi experiencia.

Por tanto, aunque empiece mi repaso por YouTube, me gustaría dejar claro que esta plataforma no es, ni de lejos, la clave del modelo.

En primer lugar, me gustaría establecer una clara diferencia entre los docentes que utilizamos YouTube y los youtubers que difunden materiales educativos y culturales por la red. Ambos cumplimos una función y todos somos muy respetables. Sin embargo, los profesores no grabamos a granel, sino que orientamos nuestro trabajo a alumnos concretos: personas a las que conocemos bien y con las que nos cruzamos a diario.

Esto no quiere decir que el trabajo de esos youtubers no pueda ser de utilidad a nuestros estudiantes. En líneas generales hay personas que, sin ser docentes, están haciendo un fantástico trabajo en la red y ayudan mucho al alumnado de diversas materias. Ahora bien, cuando he grabado vídeos a lo largo de estos cuarenta meses, siempre he tenido en mente qué podía resultar más útil a las veinte o treinta personas de mi aula.

Evidentemente, por muy filantrópico que sea, por muy buenas que sean sus intenciones, un youtuber no puede hacer eso.

Con esto no planteo un problema de utilidad, ni mucho menos, pues sé que mis vídeos los ven muchos alumnos a los que no conozco. Más bien es una diferencia de orientación: ellos graban para la generalidad y nosotros pensando en personas concretas; y lo cierto es que a ambos grupos no nos queda más remedio que hacer eso.

El segundo aspecto que me gustaría comentar está muy relacionado con el anterior, pues en el fondo no es más que una consecuencia directa. A lo largo de estos cuarenta meses he tomado decisiones sobre mis vídeos que perjudicaban de manera evidente el crecimiento del canal o la posibilidad de obtener más visualizaciones. Una medida que, como es lógico, jamás tomaría un youtuber.

Esto no es, ni mucho menos, una crítica a su trabajo. Al fin y al cabo, al no contar con un alumnado a diario en clase, hacen muy bien en buscar consumidores de su producto por la red. Sin embargo, eso que para ellos está bien, en mi caso hubiera sido un grave error y una injusticia para mi propio alumnado.

Siempre he tenido muy claro que, a la hora de grabar, no podía anteponer mi «popularidad» en YouTube a las necesidades de los estudiantes.

¿En qué aspectos se ha visto perjudicado Historia en Comentarios por cubrir las necesidades de mis alumnos? Pondré algunos ejemplos concretos:

  1. Cualquier persona que conozca un poco el funcionamiento de YouTube, sabe que a la plataforma le interesa más el tiempo de visualización de un vídeo que el número de visitantes al mismo. Aunque en no pocas ocasiones pueden estar relacionados, la clave son los minutos, no los visionados. De esta forma, siempre y cuando tenga cierta retención de la audiencia, un vídeo largo estará mejor situado en las búsqueda de Google y YouTube; se le privilegia en detrimento del producto de corta duración. Si esto es así ¿por qué me he dedicado a hacer vídeos de 3 minutos durante los últimos tres años? Es simple, entendí que se adaptaba mejor a las necesidades de mi alumnado (y ellos mismos lo pedían).
  2. Unas explicaciones grabadas tan cortas me han obligado, al menos en los dos primeros años, a subir los materiales a YouTube con una distancia temporal muy pequeña. Es más, con el fin poder avanzar con el temario según lo previsto, algunos días he llegado a elaborar dos o tres vídeos. Eso ha hecho que muchos hayan pasado casi desapercibidos para el público de mi canal -no para mis alumnos-, obteniendo muy pocas visualizaciones en las primeras horas, que son claves para posicionarse bien en las búsquedas.
  3. Otra consecuencia «negativa» del primer punto es la que tiene que ver con los títulos. Es evidente que en YouTube los usuarios buscan mucho más «Segunda Guerra Mundial» que «Política expansionista de Japón», por lo que un vídeo con el primer título tendrá más posibilidades de triunfar. Sin embargo, cuando nos decidimos por dividir el conflicto bélico en pequeños audiovisuales de 3 minutos, los títulos tienden más a la segunda opción. Es decir, anteponer las necesidades de los alumnos perjudica nuevamente el crecimiento del canal.
  4. El último ejemplo tiene que ver con el negocio de la publicidad. Hasta donde yo sé, los dueños de Google no son las Hermanitas de la Caridad: como todo buen empresario, buscan obtener beneficios y estos vienen de los anuncios. Es cierto que, con el fin de sufragar algunos gastos relacionados con la grabación, la edición y el audio, al final me he decidido a monetarizar mi trabajo. Sin embargo, durante dos años no me pareció buena idea pedirles a mis alumnos que vieran unos vídeos que me reportaban beneficios económicos. Por los motivos que he comentado, ahora eso ha cambiado, pero durante un tiempo bastante largo la plataforma ha visto mis vídeos como algo poco rentable. En fin, aunque Google lo niegue una y otra vez, es un hecho que privilegia los vídeos donde puede meter anuncios.

Podría poner unos cuantos ejemplos más que justifiquen lo que decía más arriba en lo relativo a dar prioridad al alumnado. Sin embargo, pienso que estos cuatro son muy claros.

Al respecto, debo confesar que volvería a hacer lo mismo si tuviera que empezar nuevamente.

Como comentaba más arriba, un profesor debe anteponer las necesidades de sus alumnos al éxito de sus vídeos. De igual modo, el youtuber, al no tener alumnos reales -sí virtuales- tiene que buscar justamente lo contrario: audiencia.

CURIOSIDADES Y NUEVAS PERSPECTIVAS

Por seguir comentando algunas de mis experiencias en YouTube, debo confesar que la plataforma me ha deparado no pocas sorpresas. La verdad es que siempre es emocionante recibir mensajes de agradecimiento desde distintos puntos de España y de casi todos países americanos. A lo que hemos de añadir las propuestas de colaboración en diversos proyectos docentes y de difusión cultural.

Ahora bien, una de las cosas que más me sorprenden es ver cómo mi primer vídeo -hoy se cumplen 40 meses-, que no hay por donde cogerlo, ha superado ampliamente las setenta mil visualizaciones. No me explico que algo tan aburrido pueda atraer a tantas personas y tener casi 800 likes ¿Alguien me lo explica?

En cambio, mientras semejante bodrio sigue sumando minutos de visualización, otros materiales de más calidad siguen sin llegar a las 10.000 visitantes. Es el caso, por ejemplo, del vídeo dedicado al arte del Renacimiento:

Entiendo que los designios de YouTube son inescrutables, pero a veces se pasa tres pueblos. Pero bueno, unas veces te dan -caso del Imperialismo- y otras te quitan. Por cierto, otra de las grandes alegrías que me ha dado el canal tiene que ver con el número de visualizaciones: hace diez meses supere el millón, y lo lógico es que esta misma semana alcance los dos millones.

Es un privilegio que tanta gente vea estos materiales -¡Muchas gracias!-, pero sobre todo me sorprende el incremento del crecimiento mes a mes.

Para terminar este repaso de mi experiencia en YouTube, me gustaría hacer una serie de comentarios relativos al futuro del canal. Después de casi tres años y medio grabando, la realidad es que tengo mis asignaturas prácticamente terminadas. Es cierto que quedan algunos contenidos, pero son poca cosa en comparación con lo hecho hasta la fecha. Teniendo en cuenta eso, se me presentan varias posibilidades:

  1. Dejar Historia en Comentarios como un mero repositorio de contenidos audiovisuales sin nuevas actualizaciones.
  2. Tomar la vía del repositorio añadiendo nuevos vídeos de mejor calidad que vayan sustituyendo a los antiguos.
  3. Sin descartar la sustitución de los materiales existentes con otros nuevos, generar nuevas series de vídeos sobre temáticas que se alejen un poco de mi labor docente.

Hoy por hoy me inclino por la tercera de esas opciones, y de hecho ya la he empezado a poner en práctica con los materiales dedicados a las técnicas de estudio y al fracaso escolar:

En ese sentido puede hablarse de una doble vertiente del canal:

  1. Por un lado, su uso para el desarrollo del modelo flipped classroom en mis asignaturas. Es decir, tal como he comentado anteriormente, más centrado en mi alumnado que en el posicionamiento de mis materiales en YouTube.
  2. Por el otro, la elaboración de unos materiales genéricos pensados para cualquier usuario de internet. De hecho, como se puede apreciar en uno de mis últimos vídeos, la duración es mayor, pues no está orientado a mis alumnos. Eso permite, a su vez, que desaparezcan todos aquellos elementos que perjudicaban su posicionamiento en los buscadores. En definitiva, en estos nuevos materiales si puede decirse que me acerco a la mentalidad de los youtubers de ámbito educativo-cultural.

Encuesta al alumnado con Google Forms


Después de publicar la pasada semana una entrada con mis reflexiones sobre la marcha del trimestre, clausuro el año 2018 en mi bitácora de 4º de ESO con las opiniones del alumnado.

Las imágenes que presento a continuación son una selección de las treinta y seis preguntas que, de forma anónima, han respondido mis estudiantes. Ese cuestionario está dividido, a su vez, en los siguientes apartados: evaluación de la actividad docente y sus contenidos, método de trabajo, relación con el alumnado, cumplimiento de las normas del centro y valoración general.

 

Si bien en esta ocasión me han sorprendido un poco los resultados -los esperaba peores por los diversos problemas a los que hice referencia en mi autoevaluación-, es una encuesta con la que ya estoy bastante familiarizado. No en vano, la suelo realizar todos los cursos al finalizar la primera evaluación.

En líneas generales se trata de un cuestionario que aborda la materia y el desarrollo de la actividad docente en su conjunto, pero sin profundizar demasiado. Eso me permite tener una idea global de cómo los estudiantes perciben la materia y el método de trabajo. A su vez, si considero que están suficientemente justificadas, puedo tener en cuenta sus opiniones para introducir cambios.

Para terminar, diré que no tengo por costumbre repetir otra vez esas mismas preguntas a lo largo del curso. En las dos evaluaciones restantes procuro plantear cuestionarios acerca de actividades concretas sobre las que me interesa tener feedback. En fin, cuando llegue el momento daré más detalles sobre esa cuestión.

Reflexión sobre las herramientas para generar test


Después de dos días escribiendo sobre la utilización de los test en el proceso de evaluación –En defensa de las pruebas tipo test y Evaluando con test: apuntar es acertar-, pretendo ahora analizar el uso de aplicaciones que autocorrigen las pruebas.

No pretendo explicar de forma pormenorizada el uso de Socrative, Grade Scanner, Drive o Moodle. Entre otras cosas porque solo trabajo con una de esas aplicaciones, no con todas. Mi objetivo es otro: reflexionar sobre lo que aporta a la labor docente, así como sus peligros.

Ganando en tiempo y objetividad

Después de publicar mi primera entrada, varias personas comentaron que era una buena opción porque se ganaba tiempo en la corrección. Además, destacaban el carácter objetivo de los test en comparación con otro tipo de preguntas más abiertas a interpretación.

Considero que una buena rúbrica ayuda a alcanzar cierta objetividad en la corrección de cualquier prueba. Pero parece evidente que, aún así, los test mantienen su posición privilegiada en ese aspecto.

En lo que al tiempo se refiere, también debo darles la razón. Aunque es verdad que se tarda mucho más en preparar un cuestionario que en escribir el título de un tema para desarrollar, no es menos cierto que, una vez tienes una base de datos con preguntas de test, ese proceso es bastante sencillo.

A todo esto hemos de añadir el tiempo que nos permiten ahorrar aquellas aplicaciones que corrigen automáticamente los test. Conocer la nota de un alumno escaneando la hoja con el iPad, tal como permite Grade Scanner, es todo un lujo.

¿Ahorrar tiempo para trabajar menos?

No soy enemigo de las aplicaciones auto-correctoras, sino todo lo contrario. Ahora bien, la búsqueda de una fórmula de corrección más rápida puede llevarnos a tener docentes “comodones” e incapaces de detectar las necesidades reales del alumnado.

Una buena fórmula para evitar esos peligros es dedicar al análisis de los resultados el tiempo que nos ahorramos en la corrección. Con esa dedicación, además de evitar convertirnos en profesores aburguesados, adquirimos un conocimiento de las carencias, puntos fuertes y problemas de nuestros estudiantes que difícilmente podríamos tener sin contar con esas herramientas.

Con la información que aporta ese análisis tendremos más posibilidades de saber cómo ayudarles a mejorar.

En resumen, no cabe duda que la tecnología es un gran aliado en nuestra tarea docente. Sin embargo, en la medida que vaya asumiendo cargas que hasta la fecha recaían únicamente en nosotros, hemos de ir abriendo nuevos campos a nuestra actividad. Lo contrario supondría no avanzar en la calidad de la educación: mera sustitución del profesor por la máquina.

Llegaríamos a una situación en la que, salvo la pérdida del elemento humano, no habría cambios reales en el proceso de evaluación. Y eso es una verdadera pena, una gran oportunidad desaprovechada.

Experiencias de Google Certified Educator


Después de un tiempo preparándome, hoy por fin he superado la prueba y me he convertido en un docente con certificación del Nivel 1 de Google for Education. Por ese motivo, y pensando que quizá haya compañeros interesados en saber de qué va, me he lanzado a escribir lo que me hubiera gustado leer cuando empecé mi preparación.

El artículo se centra en tres aspectos: cuestiones previas a tener en cuenta, funcionamiento del Training Center y consejos para afrontar el examen. Sin embargo, antes de entrar a eso, me gustaría aclarar algunos aspectos:

  • Google for Education tiene Niveles 1 y 2, así como certificados de Trainer e Innovator. Es cierto que todos, sobre todo el segundo, tienen cosas en común con el que ahora poseo. Sin embargo, para evitar malentendidos, quiero remarcar que me referiré única y exclusivamente a la preparación del certificado que poseo: Nivel 1.
  • Aunque los certificados se centran en Google Classroom y las aplicaciones que facilitan el trabajo en ella, el contenido del curso va mucho más allá. Dicho de otro modo, si alguien piensa que va a aprender únicamente cuestiones relacionadas con esa plataforma educativa, se equivoca.
  • Puede haber personas que, por sus conocimientos informáticos, piensan que no necesitan este tipo de formación. Al menos ese era mi caso. Solo ahora, una vez terminado, me he dado cuenta de lo mucho que he aprendido. Utilizando una analogía con el inglés, se puede decir que yo antes me defendía con el idioma, mientras que ahora lo controlo.

Cuestiones a plantearse antes de comenzar el viaje

En este epígrafe voy a hablar mucho de mí, así que pedir disculpas me parece un buen comienzo. De todos modos ese egocentrismo tiene un motivo, y no creo que haya mejor manera de exponerlo que contando mi experiencia ¿A dónde quiero llegar? Es sencillo: antes de meternos en la aventura de Google for Education debemos plantearnos a dónde queremos llegar y si este camino es el adecuado.

Si entramos por el mero hecho de probar o por colgarnos un medalla más, habremos perdido el tiempo.

Durante el curso 2014-2015 parte de mi labor docente estuvo dedicada al Bachillerato a Distancia. Aunque ya antes había oído hablar de las plataformas educativas, esa fue mi primera experiencia en la materia. Terminé tan satisfecho que no estaba dispuesto a prescindir de ella cuando, al año siguiente, volví a la educación presencial.

Sin embargo, la plataforma oficial de la Consejería de Educación estaba reservada a los cursos de Distancia. Empecé entonces una búsqueda en la que, después de descartar Moodle y la propia Google Classroom, acabé llegando a Schoology. No es el momento de echar flores a esta última, pero tras descubrirla en septiembre de 2015, sigo pensando que es la que mejor se adecúa a mis necesidades.

Puede parecer contradictorio que, en un texto donde se pretende narrar las bondades de Google for Education, reconozca que lo descarté hace doce meses.

Ahora bien, puedo asegurar que no lo es, y para ello solo tengo que remitirme al primer párrafo de este epígrafe. En septiembre de 2015 yo buscaba una plataforma sencilla e intuitiva que me ofreciera una serie de servicios básicos. Y esa, por su complejidad, no era Google Classroom ni ninguna de las aplicaciones que lleva asociadas.

En cambio, un año después, y una vez asegurado eso con Schoology, entendí que era el momento de aprender el funcionamiento de Google. Porque, si algo tengo claro, es que al margen de ese gigante no se puede vivir. Luego puedes usar sus productos o no, pero siempre es bueno conocerlos. En resumen, antes de meternos en este berenjenal quizá debiéramos plantearnos si es realmente lo que necesitamos.

5738772_orig

Bienvenido al Training Center

En la pantalla principal del Training Center está el acceso a los cuatro certificados a los que nos hemos referido anteriormente. Una vez seleccionado el Nivel 1 se plantean tres opciones: «Obtén capacitación», «Obtén práctica» y «Obtén certificación». Teniendo en cuenta que la segunda apenas contiene un mísero folio con ejemplos de preguntas de examen, y que la tercera conduce directamente a iniciar la prueba, vamos a centrarnos en la primera.

Desde mi punto de vista, la obtención de capacitación es lo más interesante que te ofrece Google for Education.

Se trata de un temario dividido en trece unidades con una prueba de evaluación al final de cada una de ellas. Es cierto que un docente con conocimientos informáticos encontrará muy sencillos algunos contenidos, pero no conviene dar por hecho que lo sabemos todo. Cada apartado contiene algún aspecto capaz de sorprendernos.

Por tanto, recomiendo leer todas y cada una de las partes del temario, así como practicar con Google Drive, Gmail, YouTube y demás herramientas lo que vamos aprendiendo con el curso. Sin embargo, esa tarea, que puede llevar en torno a treinta horas, no es suficiente para obtener la capacitación.

Es necesario repetir esa operación al menos una segunda vez –en mi caso fueron tres-, de tal modo que el tiempo dedicado puede terminar situándose entre las sesenta y las noventa horas.

Una vez finalizadas las trece unidades y sus respectivos repasos, la mejoría en el manejo de Google y sus aplicaciones educativas es más que evidente. Puede que aún no tengamos el certificado, pues es necesario pasar el examen, pero sí los conocimientos. Llegados a este punto, podemos decidir quedarnos aquí, pues al fin y al cabo ya hemos aprendido lo que queríamos, o continuar para que Google respalde con su sello nuestras capacidades.

innovator-program-elements-header.gif

Cosas que debes saber antes de enfrentarte a la prueba

Reconozco que inicié el curso de capacitación por el mero hecho de aprender a utilizar Google Classroom y sus aplicaciones educativas. Sin embargo, al terminar las trece unidades didácticas empecé a plantearme si merecía la pena hacer el examen. Sabía de sobra que tenía los conocimientos, pero también que solo una certificación demostraría eso a terceras personas. Al final me lancé a ello, y no me arrepiento.

El examen del Nivel 1 cuesta 10$ y, una vez aprobado, tiene una validez de veinticuatro meses. Es decir, pasado ese tiempo hay que renovarlo mediante una nueva prueba.

Para realizarlo hay que ir a la pantalla principal del Training Center, y acceder al apartado “Obtén certificación”. A partir de ahí simplemente debemos seguir los pasos que se indican, rellenar los datos personales y realizar el pago.

Una vez hecho eso, Google envía un correo electrónico con las instrucciones y el enlace para acceder al examen. En teoría se compromete a mandarlo antes de cuarenta y ocho horas, pero la realidad es que suele llegar en menos de cinco. Desde ese momento contamos con siete días para realizar la prueba. Pasado ese periodo el enlace, y por tanto el examen, deja de funcionar.

La prueba tiene dos grandes bloques, y contamos con un límite de tres horas para completarlos.

Una vez que el tiempo empieza a correr, no se puede parar. Por tanto, antes de pinchar en el enlace es fundamental asegurar que no tenemos ninguna tarea pendiente que pueda obligarnos a dejarlo a medias. También hemos de tener en cuenta que, para obtener la certificación, hemos de superar la prueba con un 80% de preguntas correctas.

El primer apartado está formado por veinte preguntas cortas –test, selección múltiple, unir cuadros…- similares a las pruebas de evaluación que se realizan al final de cada una de las trece unidades.

Recomiendo ir con calma en ese punto y, sobre todo, leer muy bien el planteamiento y las posibles respuestas. No pasa nada por consumir cuarenta y cinco minutos en esa parte, aunque lo normal es que con media hora sea suficiente.

El segundo bloque tiene un carácter eminentemente práctico, en donde se nos plantearán once situaciones a resolver con Classroom, Gmail, Calendario, Tareas, YouTube, Sites, Drive, Formularios, Hojas de Cálculo, Documentos, Groups

Esta parte, que puede durar entre hora y media y dos horas, es bastante sencilla si antes hemos practicado con todas esas herramientas.

Una vez terminado el examen, si aún queda tiempo, se nos da la posibilidad de revisarlo y de corregir lo que consideremos oportuno. Podremos volver, por tanto, a esas preguntas cortas en las que dudábamos al principio y revisarlas con más calma.

En definitiva, se trata de una prueba larga –en torno a tres horas- en donde la tranquilidad es un elemento clave. Es fundamental leer atentamente lo que se nos plantea, así como revisar bien nuestras respuestas. Además, aunque tengamos la sensación de que estamos haciéndolo bien, no hemos de confiarnos.

La mayor dificultad del examen de Google for Education no está en las preguntas, sino en el estrecho margen de error que tenemos: solo podemos equivocarnos en un 20% del total.