En mi entrada de ayer, partiendo de la necesidad de enriquecer el proceso de evaluación, defendía la presencia del test como un elemento más –al menos en las Ciencias Sociales- de los exámenes de Secundaria y Bachillerato. Además de aportar argumentos a favor de ese procedimiento, establecía matices al respecto, al tiempo que señalaba algunas de las principales variantes existentes.
En el presente texto me limitaré a narrar una experiencia reciente. Una modalidad de test que he puesto en marcha con los estudiantes de Historia del Mundo Contemporáneo en las pruebas finales del curso.
Alumno dubitativo vs alumno bet365
En 1º de Bachillerato, a partir del segundo examen del curso, suelo bajar puntos por escoger una opción incorrecta. Con eso pretendo evitar que los alumnos que no han estudiado obtengan, por azar, una calificación inmerecida. El mero hecho de saber que pueden perder nota por fallar, les frena a la hora de “jugársela”.
De esta manera, la pregunta acertada les otorga una décima (0.1), mientras que los errores les penalizan en cinco centésimas (0.05). Al respecto, he de aclarar que esa última cifra va evolucionando a lo largo del curso, pues en la primera evaluación solo es una centésimas (0.01) y en la segunda tres (0.03). Evidentemente, una pregunta no contestada no penaliza, pero tampoco bonifica.
Hasta ahí todo normal, pues es una modalidad de test común en el sistema educativo; una variante que permite anular a los amigos del azar, a los alumnos que suelo denominar “bet365”. Sin embargo, había algo en mis test que no terminaba de cuadrar.
Me preguntaba si no estaría perjudicando a los estudiantes que dudaban (“dubitativos”) únicamente entre dos respuestas.
Desde mi punto de vista, no es lo mismo estar entre dos opciones que entre cuatro. Y, en un sistema donde se bajan décimas por fallar, lo más normal es que ambos –dubitativo y bet365- lo dejen en blanco. En definitiva, mis test no establecían diferencias entre los alumnos que habían estudiado sin demasiada profundización y los que no habían tocado el temario.
Dando color al sistema
Teniendo en cuenta que, como docente, mi deber es tratar de valorar en su justa medida el esfuerzo de los estudiantes, empecé a pensar cómo podía alcanzar una mayor exactitud en el test. Fue entonces cuando ideé el sistema de las dos respuestas; una opción que, todo hay que decirlo, fue del agrado del alumnado.
Se trata de una variante en la que, con distintos colores, se les permite marcar dos opciones. Una de ellas es la que llamamos “respuesta directa”, y su acierto supone alcanzar la décima (0.1) que se otorga como máximo en cada pregunta. El segundo color corresponde a la “respuesta secundaria” que, en caso de resultar correcta, les permite ganar tres centésimas (0.03).
Como es lógico, previamente han de indicar en la parte superior de la hoja a qué color corresponde cada una de las respuestas.
Las conclusiones que puedo ofrecer a día de hoy son escasas y se basan en un único examen. Ahora bien, el breve análisis que he realizado de los test me lleva a pensar que he conseguido separar la paja del trigo: se aprecia claramente quiénes son “bet365” y quiénes “dubitativos”. Y, por tanto, considero que la puntuación de la pregunta es más justa con estos últimos.
Todo gira en torno al valor que les sigas dando a ess pruebas. En mi caso no representan más de un 5% del conjunto de notas que tengo dentro de cada evaluación. Además mi manera de integrar los test este año me ha venido dado al repasar en clase el trabajo previo de los vídeos. Una forma de “motivar” al personal venía con un test de socrative, además con retroalimentación, ya que dentro de cada pregunta, existía una explicación. Por tanto se realizaba la prueba y se seguía repasando y viendo contenido. En 2º de bachillerato ésa era la dinámica. Para terminar el curso en 1º de bachillerato sí que he puesto una prueba a modo de examen global con 60 preguntas tests (V o F y selección múltiple), cuyo valor global de la calificación era del 30% sobre el total. La idea era hacer otro tipo de prueba (comentarios de texto, gráficas..), pero no ha habido tiempo. Y otra vez, la clave ha sido en el repaso previo. Por último, respecto a tu idea, si te ha funcionado para discernir el “dubitativo” del “bwin” (le he cambiado el nombre), me parece muy acertado. En mi caso, cuento que hay un margen de probatura, ya que no me he tomado tan en serio (igual debería hacerlo), los resultados de dichos tests como prueba real de conocimiento adquirido del alumno, ya que como has podido comprobar no era mi planteamiento inicial.
Gracias por tu comentario, pues se me ha ocurrido algo al hilo de lo que indicas sobre Socrative. Seguiré dándole vueltas y, cuando lo tenga más claro, te lo cuento. En mi caso la diferencia es que el Test tiene bastante peso en el examen; en concreto de 3 a 4 puntos. Evidentemente, si aplicamos el porcentaje que suponen sobre el total los exámenes, y de ahí quitamos las pruebas orales y los ensayos históricos, se queda en torno al 10% de la nota de cada evaluación. El problema es que, como el alumnado tiende a fijarse solo en los exámenes escritos, para ellos el Test es algo vital. En fin, todavía no he logrado meterles en la cabeza que la nota se compone de pruebas orales, investigaciones en forma de ensayo, trabajos, bitácora individual, vídeos… y también Test, claro está.
Hola,
Estoy planteando crear un taller de historia para chavales de bachillerato.
Consistiría en un curso completo, sobre un tema. En el taller, expondría las ideas, recursos, imágenes y explicaciones pertinentes. Luego haría ejercicios y tests. La idea es explicarlo al detalle para que se pillen bien las conexiones entre los datos, ya que, por poner un ejemplo, en la Revolución rusa se estudian las cosas de manera sintética, pero no se establecen las conexiones lógicas entre los hechos para llegar a “ponerse en situación”. No sé si me explico.
Mi pregunta es si ves bien ese taller y si crees que puede servir de complemento. No pretendo hacer un curso más, sino fortalecer la asociación y conexión de ideas, multiplicando los ejercicios para crear hábitos.
Por cierto, los ejercicios se harían con los apuntes delante, y se repetirían las veces necesarias hasta que los alumnos lo entendieran todo. No entiendo los exámenes como “castigos” donde te sabes lo que te toca o has perdido. En mi taller se aprendería todo, y hasta que no se sepa, no se avanza.
Dejo mi mail para dudas: daninternet@hotmail.com
Saludos.
Hola, me parece una idea interesante, pues es una de las grandes lagunas de nuestra asignatura.No suelo organizar talleres de este estilo por falta de tiempo, pero sí dedico algunas actividades con esa orientación. La verdad es que es una labor muy costosa, pues no están acostumbrados y, a determinadas edades, ese tipo de conexiones cuesta más verlas. Diría que es un proceso de maduración lento, pero a la larga funciona muy bien. Algunos años me he desmoralizado un poco, pero aguantando el tirón, llegan a junio y ves los resultados. Mucho ánimo con tu proyecto. Saludos :-)