La expresión “Antiguo Régimen” la acuñaron los revolucionarios franceses de finales del siglo XVIII para designar la forma de organización política, económica y social vigente en la Edad Moderna.
El sistema político propio del Antiguo Régimen fue la monarquía absoluta que, en algunos países de Europa adoptó una modalidad nueva: el despotismo ilustrado.
La sociedad era jerarquizada y de tipo estamental. Ahora bien, la influencia sociopolítica de la burguesía no dejó de aumentar desde los inicios de la Edad Moderna.
La economía europea era de base agraria, pero en algunos países se introdujeron nuevas técnicas que aumentaron la productividad. Además, el comercio cobró una mayor importancia, al tiempo que la población creció gracias a la mejora de la alimentación y los avances en el campo de la medicina.
En política económica los estados se regían por el mercantilismo, una doctrina que fue desplazada primero por la fisiocracia y, más adelante, por el liberalismo económico.
En este contexto se desarrollaron las revoluciones inglesas del siglo XVII, que dieron lugar al parlamentarismo, y el movimiento cultural de la Ilustración, que terminó por cuestionar los fundamentos del Antiguo Régimen.