La etapa de consolidación del fascismo italiano (1922-1925)


En estos años, sin un plan especialmente premeditado, Mussolini fue imponiendo la dictadura.

La existencia de críticas al régimen en la prensa y el Parlamento, nos permiten hablar de una coexistencia entre un sistema parlamentario en crisis y el auge fascista.

Al principio, Mussolini actuó hábilmente formando un gobierno de coalición con pocos ministros fascistas, pero controlando la mayoría de las Secretarías de Estado. Además, el hecho de poseer las carteras de Interior, Asuntos Exteriores, Finanzas y Justicia le daba un amplio poder.

En 1924, Mussolini modificó la ley electoral para dotarse de un Parlamento dócil, obteniendo los fascistas en las elecciones de ese mismo año el 65% de los escaños. Sin embargo, la oposición, aunque debilitada, dejó oír su voz y el socialista Matteotti con una documentación irreprochable, denunció el fraude electoral.

 

El asesinato de Matteotti por bandas fascistas provocó la llamada de la oposición a la nación y el rey exigió la vuelta a las normas constitucionales y la prohibición de la milicia fascista. El abandono del Parlamento por parte de la oposición (sedición del Aventino), con la pretensión de que el rey destituyera a Mussolini, puso las instituciones en manos de los fascistas.

A finales 1925 se aprobó una ley que otorgaba plenos poderes a Mussolini.

Pronto se suprimió el derecho de huelga y se estableció el sindicato fascista como el único representante de los trabajadores. Más tarde, con la Ley de defensa del Estado fueron eliminados, de hecho, los partidos políticos. El Partido Nacional Fascista se convirtió en el partido único.

Además, se creó un tribunal especial y una policía política, la OVRA, para detener y juzgar a todos los opositores. Como consecuencia del atentado fallido contra Mussolini, se cerraron los periódicos de la oposición, se restauró la pena de muerte y se creó un tribunal especial para juzgar este hecho.