Define el concepto de “unión dinástica” aplicado a Castilla y Aragón en tiempos de los Reyes Católicos y describe las características del nuevo Estado


DECIMOSÉPTIMO ESTÁNDAR DEL TEMARIO QUE, DE ACUERDO CON LO ESTIPULADO POR LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN DE CASTILLA Y LEÓN, PODRÁ SER OBJETO DE EXAMEN EN LA EBAU, ANTIGUA SELECTIVIDAD.

Un correcto análisis de la monarquía de los Reyes Católicos requiere, en primer lugar, definir en profundidad el término político de “Unión Dinástica”. Una vez explicado este concepto se procederá a aplicarlo a la realidad histórica de las Coronas de Castilla y Aragón a lo largo de la Edad Moderna. Por último se explicaran las principales características del Estado Moderno.

La reunión de varios reinos, estados o dominios bajo un mismo soberano o gobernante por derecho sucesorio es lo que comúnmente se conoce como una “Unión Dinástica”. Como consecuencia, una única persona –o un matrimonio, como fue el caso de los Reyes Católicos- los gobierna sin que estos pierdan sus instituciones, leyes e identidad; los llamados particularismo. Es decir, no se fusionan, sino que mantienen su independencia a pesar de tener al mismo monarca.

Este concepto se aplica, en el caso peninsular, a la entidad política que englobó a las Coronas de Castilla y de Aragón. En los siglos XVI y XVII esta recibió la denominación de Monarquía Hispánica, donde cada reino mantuvo sus propias instituciones hasta la aprobación de los Decretos de Nueva Planta que siguieron a la Guerra de Sucesión (1701-1713).

Una vez asegurada su posición en Castilla y Aragón, los Reyes Católicos procedieron reorganizar políticamente sus reinos con el objetivo de reforzar el poder de la monarquía y establecer la uniformidad religiosa. Este último aspecto se concretó, fundamentalmente, en dos medidas:

  • Con permiso papal crearon, en 1478, el Santo Oficio o Inquisición para controlar la uniformidad religiosa.
  • Con el fin de controlar el nombramiento de los obispos (Patronato Regio), fomentaron las regalías.

La uniformidad religiosa a la que aludíamos anteriormente se concretó en la expulsión de los judíos decretada en 1492. El resultado de esa medida fue la salida de la Península de 70.000 sefardíes -los judíos llamaba Sefarad a España- y la conversión al cristianismo de cerca de 50.000. También se ejerció presión sobre los mudéjares para lograr su conversión, especialmente en el territorio granadino.

Además, durante su reinado los Reyes Católicos crearon otros instrumentos para aumentar su poder. Entre ellos cabe destacar el reclutamiento de un ejército permanente pagado por el Estado y un cuerpo de funcionarios reales. La política institucional se orientó al fin de establecer una monarquía autoritaria y fuerte. Isabel y Fernando trataron de socavar los privilegios políticos de la nobleza, la Iglesia y las ciudades con el objetivo de reforzar el poder central. Para ello reformaron instituciones ya existentes, especialmente en Castilla:

  • En 1480 se reorganizó el Consejo Real de Castilla, principal órgano de gobierno.
  • Las Cortes de Castilla perdieron buena parte de su poder y sus funciones.
  • Los municipios contaron con un funcionario dotado de amplios poderes y al servicio de la Corona, el corregidor.
  • Se potenció la Santa Hermandad, encargada de velar por la seguridad en los caminos y el entorno de los municipios.

ESTRUCTURA DEL VÍDEO:

  • 0:33. Definición de Unión Dinástica.
  • 0:59. El origen de la Monarquía Hispánica.
  • 1:27. La uniformidad religiosa: Santo Oficio y Patronato Regio.
  • 1:46. La expulsión de los judíos (1492).
  • 2:06. Los instrumentos del poder.

BIBLIOGRAFÍA:

  1. Historia de España 2 – Editorial Anaya.
  2. Historia de España – Editorial Vicens Vives.
  3. La guerra y el nacimiento del Estado Moderno; Leandro Martínez y Manuela Fernández – Véritas.

DIAPOSITIVAS DEL VÍDEO:

El reinado de Isabel la Católica


Isabel I, casada con Fernando de Aragón subió al trono en 1474, tras la muerte de Enrique IV. Sin embargo, nada más comenzar su reinado tuvo que hacer frente a una guerra civil contra su sobrina Juana, hija de Enrique IV, que se prolongó a lo largo de cuatro años (1475-1479). Este fue un conflicto que afectó a todo el reino castellano, ya por su extensión territorial como por su influencia en todos los estratos sociales –especialmente en la nobleza-; pero también a los reinos vecinos, ya que Portugal apoyo a Juana y Aragón a Isabel.

Tras unos comienzos favorables a la causa de Juana, el bando isabelino logró cambiar la situación de la guerra tras su victoria en la batalla de Toro (1476). Después de estos hechos la mayoría de los grandes nobles se adhirió a la causa de Isabel, lo que con el tiempo acabó facilitando la derrota de los portugueses; confirmada en los tratados de Alcaçovas. En virtud de estos acuerdos, además del reconocimiento portugués de Isabel como reina de Castilla, se concertaron varios compromisos matrimoniales entre ambos reinos. De esta manera, se inició en este reino una etapa de clara estabilidad que se prolongó hasta la muerte de la reina en 1504.

En lo que se refiere a la estructura del Estado, durante la etapa isabelina asistimos a un fortalecimiento de los mecanismos judiciales y administrativos. Las Cortes, a pesar de que se reunieron muy poco a lo largo de este reinado, tuvieron una gran importancia en los inicios del mismo, marcado por las reuniones de Madrigal (1476) y Toledo (1480). El Consejo Real, liberado del peso de los distintos bandos nobiliares, continuó siendo el principal órgano político del Estado, aunque funcionó de una manera más profesionalizada gracias a la reorganización administrativa llevada a cabo por las Cortes de 1480.

Por su parte, la centralización de la administración de justicia estuvo marcada por la reorganización y consolidación del sistema de Audiencias y Chancillerías, donde los pleitos eran divididos entre criminales y civiles antes de pasar a manos de los alcaldes y oidores.

La Hacienda siguió asentándose en los mismos impuestos que los reinados anteriores; hasta el punto de que, el creciente peso que en aquellos habían tenido las alcabalas, continuó aumentando. No obstante, la etapa isabelina también tuvo sus innovaciones fiscales, como fueron el sistema recaudatorio de encabezamiento, o la utilización de la Santa Hermandad para tal fin. Esta organización, fundada en 1476 con el fin de asegurar el orden público, adquirió, especialmente tras perder su carácter militar, funciones de recaudación fiscal.

Hemos de destacar dos factores fundamentales para entender la estabilidad reinante durante este periodo: los aciertos en política económica y el amplio apoyo social a los monarcas. En lo relativo a este último punto hemos de destacar que todos los grupos sociales se mostraron favorables a los reyes: la nobleza por la confirmación real de sus posesiones señoriales, la oligarquía urbana por el respeto de la Corona hacia sus privilegios, y las capas populares por la eficacia que mostraba el gobierno en las labores administrativas y judiciales. Además, a lo largo de buena parte de su mandato, los Reyes Católicos utilizaron en su favor un complejo, para esa época, aparato propagandístico, mediante el que supieron mostrar sus triunfos más de cerca de sus súbditos.