Dejando de lado esa prematura iniciativa, el primer autor que planteó la cuestión de las relaciones entre el cine y la historia de manera consistente fue Siegfried Kracauer con sus sugerente y debatido ensayo sobre el cine en la República de Weimar. En él afirmaba que “las películas de una nación reflejan su mentalidad de forma más directa que otros medios artísticos”. Por dos razones, la primera “que las películas nunca son el resultado de una obra individual” y la segunda, que “se dirigen e interesan a la multitud anónima” por lo que puede suponerse que “los filmes populares satisfacen deseos reales de las masas”. En su obra, Kracauer intentaban demostrar que las películas de los años veinte anunciaban el nazismo y ponían al descubierto el alma alemana: “Más que credos explícitos, lo que las películas reflejan son tendencias psicológicas, los estratos profundos de la mentalidad colectiva que -más o menos- corren por debajo de la dimensión consciente”.
José-Vidal Pelaz López, El pasado como espectáculo: reflexiones sobre las relación entre la Historia y el cine, p. 1-2.