Reflexiones sobre el curso III: solucionando el segundo fracaso


En los siguientes párrafos pretendo dar solución a uno de los tres problemas enunciados en “El fracaso final”, el referido a los itinerarios libres y abiertos. Teniendo en cuenta que esa fue una de mis principales apuestas a comienzos de curso, no creo que extrañe a nadie que, sin dejar de lado la coherencia y sentido común, ponga especial empeño en “salvarla”.

Se trata de una cuestión que he abordado a lo largo de dos textos en esta bitácora: Los itinerarios libres I y Los itinerarios libres II. Pequeñas correcciones introducidas a lo largo del año que, a la postre, han permitido que el edificio no se desmorone. Ahora bien, aunque esos parches pueden ser útiles de cara al curso que viene, entiendo que es necesario levantar una estructura sólida. Un modelo que, basándose en la idea inicial de septiembre, contemple la experiencia de estos últimos nueve meses.

No elijas tu propia aventura

Una de las claves del modelo que planteaba a principio de curso consistía en abrir itinerarios al alumnado a partir de los vídeos de la asignatura. Es decir, tomando como modelo aquellos libros de “Elige tu propia aventura”, dejar a su disposición numerosos enlaces que pudieran utilizar a su gusto para ampliar materia siguiendo sus inquietudes y preferencias.

Reconozco que en ese punto he obtenido un sonoro fracaso, y no veo solución posible a corto plazo.

En primer lugar porque, de forma ingenua, partía de la idea de que la mayoría de los estudiantes mostraría ciertas inquietudes por determinados aspectos de la materia. Una visión utópica en alto grado si tenemos en cuenta su edad y el tiempo que les ocupan las restantes asignaturas. Y, en segundo término, porque para mí resulta imposible elaborar o supervisar todo el material que, según ese modelo, debería poner a su disposición.

Por tanto, considero que no tiene sentido continuar con esa idea si, por un lado, no puedo proporcionarles esos itinerarios desde los vídeos y, por el otro, un alto porcentaje de ellos no está dispuesto a seguirlos en caso de que los hubiera.

La transformación del ensayo histórico

A pesar de todo, como he indicado al principio, considero que el modelo propuesto en septiembre puede mantenerse si se aplican una serie de cambios. De entre ellos, sin duda el principal es el que tiene que ver con los ensayos históricos. Se trata de una cuestión que ha sido tratada en varias entradas de esta bitácora, así que no me detendré a explicar cómo se han desarrollado a lo largo del curso 2016-2017. Sin alguien tiene interés en saber más sobre ellos, puede consultar los siguientes enlaces:

Desde mi punto de vista, el gran error que he cometido este curso es asociar los ensayos históricos a los exámenes. Pues obligó a el alumnado desarrollase uno por prueba, contando con poco tiempo para elaborarlo en el aula. Eso llevó a que me presentaran investigaciones que, sin dejar de ser meritorias para su edad, no profundizaban lo suficiente en la materia escogida.

Ahora que me he parado a reflexionar, me percato de lo difícil que resulta interesarse por una temática en la que apenas se ha trabajado un par de semanas.

Al final se han acostumbrado a generar pequeñas investigaciones históricas “como churros”. No se me escapa que eso tiene mucho mérito, y más cuando han tenido que buscar, leer, seleccionar y escribir algo relativamente original. Sin embargo, mis objetivos a principio de curso iban más allá de unos ensayos breves que trataran la materia de forma algo superficial.

Con el fin de recibir esos ensayos profundos –a nivel 1º de bachillerato, claro está- de los que estoy hablando, he decidido tomar las siguientes medidas para el próximo curso:

  1. Elaborar únicamente un ensayo por trimestre; esto permitirá que le dediquen más tiempo a su tema de investigación y que, por el hecho de convertirse en pequeños expertos, disfruten más de él.
  2. Separar la investigación del examen; se trata de algo que, en cierto modo, viene exigido por el punto anterior. Además, con eso ganaremos más tiempo para la propia prueba escrita, que podría usarse quizá para ejercicios prácticos como análisis de textos, mapas, gráficas… En definitiva, ampliaría el horizonte práctico de la asignatura, dotándolo de un mayor protagonismo en la nota final.
  3. Desarrollo de la expresión oral; el hecho de sacar el ensayo histórico del examen permite utilizar varios días para su exposición. Y, desde el momento en que se tiene más tiempo, esta puede pasar de ser escrita a oral. En definitiva, tengo la intención de dedicar los últimos días de cada trimestre a presentaciones orales de todos los ensayos.
  4. Una ampliación del temario puesta en común; el hecho de presentar oralmente los ensayos frente a todos sus compañeros, no solo les permitirá acostumbrarse a hablar en público, sino que todos participarán, de alguna manera, de lo que han aprendido los demás en su labor de investigación. Esto, multiplicado por más de veinte ensayos, constituye una gran riqueza.
  5. El blog reflejará la evolución de la investigación; tal como ha sucedido a partir del mes de enero, seguiré pidiendo que reflejen en sus bitácoras la evolución de su ensayo. Además, este debe contener también una entrada para la versión definitiva.

En resumen, el alumnado contará con varios meses para realizar en el aula una investigación consensuada con el profesor. Esta quedará reflejada, por escrito, en el blog en forma de diario de aprendizaje y como versión definitiva. Y, en su momento, esta última se presentará de forma oral ante los compañeros.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.