El origen de la sociedad en Rousseau


Para Rousseau, el origen de la sociedad, con sus instituciones, formas de organización y leyes, está en la defensa de la propiedad individual.

Sin embargo, a diferencia de otros pensadores liberales, como Locke o Voltaire, no lo considera como algo propio de la naturaleza humana, sino como una ruptura del estado de naturaleza inicial.

El filósofo francés afirma que la propiedad privada se encuentra en la base de los males de su tiempo.

Por esa razón dedica buena parte de sus esfuerzos a explicar el origen de este fenómeno y sus consecuencias.

Primera etapa de la socialización

Rousseau distingue dos periodos dentro del proceso de socialización.

El primero de ellos supone el abandono del estado de naturaleza inicial, una etapa en la que el hombre, en una situación muy cercana a la de los animales, se preocupaba únicamente por la supervivencia.

El ser humano fue alejado de esa situación como consecuencia de factores naturales -tales como cambios climáticos u otros desastres que endurecieron las condiciones de vida- y demográficos. La necesidad de adaptarse a esa situación cambiante, de superar las limitaciones impuestas por la naturaleza, llevó a una multiplicación y especialización de las tareas.

El citado aumento de los trabajos conduce, en este primer momento de la socialización, a estrechar las relaciones entre los hombres en base a la dependencia.

A su vez, en ese mismo contexto, aparecen uniones más complejas que la propia familia: los poblados.

En definitiva, la aparición de grupos humanos con tareas especializadas en su seno no es mala de por sí; es artificial, pero no va contra la naturaleza humana.

Sin embargo, esa unión a la que conduce la necesidad va abriendo, poco a poco, las puertas de la desigualdad. Y ésta se hará patente en la segunda etapa de la socialización.

Segunda etapa de la socialización

La aparición de la agricultura marca el inicio del segundo periodo de la socialización.

El ser humano abandona el estado de barbarie, basado en la caza y en una ganadería muy primaria, para dar lugar a la civilización.

Con la civilización no sólo se intensifica la división del trabajo surgida en la etapa anterior, sino que aparece la propiedad.

La desigualdad social, por tanto, toma forma, y con ella aparece también la rivalidad entre los hombres por acaparar bienes y recursos.

En ese contexto de inseguridad latente, la apropiación va unida a la violencia, siendo los fuertes los que someten a los débiles.

Y una vez asentado su poder, imponen las leyes y la organización política, que obliga a toda la sociedad a cooperar para mantener el orden establecido.

Se pasa, pues, de una desigualdad basada en la fuerza a otra fundamentada en la riqueza, el poder y una educación orientada a mantener el sistema.

La crítica de la sociedad

Rousseau nos presenta una crítica de la sociedad de su tiempo. Se opone al progreso material, la propiedad, la riqueza, el desarrollo de la ciencia, la educación… es decir, todo aquello que contribuye a mantener la desigualdad social.

De esta manera, tanto en el Discurso sobre las artes y las ciencias como en el Discurso sobre el origen de la desigualdad, pone en cuestión la fuerza –base del régimen señorial- y la riqueza –fundamento del orden burgués- como formas justas de organizar la sociedad.

En definitiva, no sólo critica a la sociedad y a la economía, sino también a la cultura, a la que acusa de encubrimiento ideológico.

No obstante, Rousseau cree que, una vez abandonado el estado de naturaleza, es imposible volver a él. Por tanto, no se trata de volver al hombre natural anterior a los procesos de socialización, sino que se ha de tomar un camino distinto dentro de la civilización; un camino que elimine la desigualdad.