La clase media baja, o pequeña burguesía, estaba constituida por los descendientes de los gremios de artesanos y de comerciantes que durante siglos habías estado protegidos contra los azares de la vida por un sistema cerrado que prohibía la competencia y que en última instancia se hallaba bajo la protección del estado. En consecuencia, culparon de su infortunio al sistema de Manchester, que les había expuesto a las asperezas de una sociedad competitiva y privado de toda protección especial y de los privilegios otorgados por las autoridades públicas. Fueron, por eso, los primeros en clamar por el “estado benefactor”, del que esperaban no sólo que les protegiera contra la adversidad, sino que les mantuviera en las profesiones y oficios que habían heredado de sus familias. Y dado que el acceso de los judíos a todas las profesiones fue una característica destacada del siglo de la libertad de comercio, era casi corriente considerar a los judíos como “representantes del sistema de Manchester aplicado hasta sus últimos extremos”, aunque nada distaba tanto de la verdad.
Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, p. 105.