“Una alianza cuyos objetivos por ambas partes estaban enormemente alejados: Lenin quería la revolución mundial, incluida la revolución contra el imperio del káiser alemán, y sus socios alemanes perseguían la victoria y la hegemonía en Europa de dicho imperio. Sin embargo, los objetivos inmediatos coincidían: ambas partes deseaban un gobierno revolucionario en Rusia y una oferta de paz por parte del mismo; y las dos esperaban aprovecharse de la otra parte para alcanzar sus objetivos”. Mediante esta cita Sebastian Haffner nos muestra como, a pesar de su coincidencia circunstancial, los fines de ambas partes eran diametralmente opuestos. Cada una de ellas tenía la sensación de estar llegando a un acuerdo con su peor enemigo, con el diablo; y eso les llenaba –en ese momento y en las décadas posteriores- de vergüenza.
Lenin incluso llegó a declinar la oferta alemana para colaborar en semejante proyecto. No obstante, las pobres circunstancias personales, el estallido de la revolución burguesa de febrero, y el convencimiento de que sin la ayuda del Reich no podría regresar a Rusia a tiempo, le impulsaron a aceptar los términos del acuerdo. El líder de la revolución de octubre tuvo que aceptar la humillación que suponía someterse a uno de sus grandes enemigos. Sin embargo, aún a riesgo de que le colgaran el sanbenito de agente alemán, participó en semajante experimento.
Bibliografía:
[1] El pacto con el diablo; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2007.
[2] Los siete pecados capitales del Imperio Alemán en la Primera Guerra Mundial; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2006.
[3] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.
[4] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.
[5] La Primera Guerra Mundial; Hew Strachan – Barcelona – Crítica – 2004.