Realidad y representación del desempleo de masas durante la Gran Depresión III


“Antaño construí una vía férrea y la hice funcionar / la hice luchar en rapidez con el tiempo. / Antaño construí una vía férrea, ahora se acabó. / Hermano, ¿puedes darme diez centavos? / Antaño construí una torre, hacia el sol, / ladrillo, remaches y cal; / Antaño construí una torre, ahora se acabó; / Hermano, ¿puedes darme diez centavos?”. Así comienza Hermano, ¿puedes darme diez centavos? (1932), de E. Y. Harburg y J. Gorney, una de las más famosas composiciones musicales sobre el desempleo de los años treinta. Sin embargo, no es la única letra que encontramos transcrita en las páginas dedicadas a la cuestión laboral en los Estados Unidos. En la página sesenta y uno podemos disfrutar de las estrofas de Lamento de Detroit (V. Spivey, 1936).

Al relatar la Gran Depresión en los Estados Unidos, José Ramón Díez Espinosa sigue un esquema parecido al que en las páginas anteriores utilizó al tratar de Gran Bretaña. El epígrafe se inicia con una cita de la novela de J. T. Farrell –El día del juicio, 1935-; sin embargo, tras explicar brevemente el argumento de esta obra, el autor nos conduce de nuevo al campo de los valores estadísticos. La comprensión de los mismos viene facilitada por dos tablas situadas en las páginas cincuenta y cuatro –evolución del desempleo en los Estados Unidos (1929-1939)- y cincuenta y cinco –diversas estimaciones sobre los valores máximos del desempleo en los Estados Unidos (Marzo de 1933)-.

En las páginas dedicadas a los Estados Unidos no encontramos ninguna fotografía, pero si referencias a novelas y artículos de opinión del momento. Al la ya citada El día del juicio hemos de destacar: La ciudad automática –J. Camba, 1932-, El paraíso norteamericano –E. E. Kisch, 1931-, y Hotel América –M. Leitner, 1930-. El autor también se sirve del cine y del teatro para ilustrar su explicación. Comenta dos películas de K. Vidor, The Crowd –1928- y Our daily bread –1934-, y una obra teatral de Clifford Odets, Waiting for Lefty –1935-. Finalmente, hemos de resaltar el trato especial que, lógicamente, se da en estas páginas a la crisis en la industria automovilística.

Bibliografía:

[1] El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 2006.

Realidad y representación del desempleo de masas durante la Gran Depresión II


Tras analizar el desempleo en el continente europeo, el autor dedica un epígrafe a las islas británicas. En esta ocasión es G. Orwell con Sin blanca en París y Londres el que nos sirve de guía al comienzo del capítulo: “Alrededor de las seis menos cuarto, el irlandés me acompañó al asilo nocturno… Había ya una cola de harapientos esperando que la verja se abriera. Los había de todos los tipos y edades, desde el muchacho de dieciséis años de mejillas sonrojadas, hasta la vieja momia desdentada y enconvada de setenta y cinco años. Algunos eran vagabundos empedernidos, reconocibles por sus bastones y sus rostros ennegrecidos por el polvo. Otros eran obreros sin trabajo, algunos trabajadores del campo, uno era un oficinista con cuello y corbata, dos eran sin duda imbéciles”.

A la hora de abordar el desempleo en Gran Bretaña, Díez Espinosa utiliza los mismos elementos que en el epígrafe anterior: novelas, cine, música, fotografías y estadísticas oficiales. Sin embargo, en esta ocasión, el orden en que estos se nos presentan es radicalmente distinto. Al leer las páginas dedicadas a la cuestión continental nos encontrábamos en primer lugar con las “palabras, imágenes y sonidos”, con la vida corriente de tantas personas de la época. Sólo al final aparecían los datos estadísticos y el análisis histórico de los mismos. En las páginas que describen el desempleo británico el orden es exactamente el inverso. El autor comienza su discurso con un completo análisis numérico basado fundamentalmente en el informe de la Cambridge University Press Men without work (1938). Estos datos vienen acompañados en las páginas cuarenta y dos y cuarenta y tres por tres cuadros estadísticos con los siguientes títulos: evolución del desempleo en Gran Bretaña (1921-1938), la disparidad del desempleo en Gran Bretaña (1929-1937), y contrastes regionales del desempleo en Gran Bretaña en los años treinta.

Una vez hecha la descripción estadística de la realidad laboral británica, el libro se sumerje de nuevo en el mundo de la novela del desempleo. A partir de ese punto, las referencias a obras como Amor en el paro -Walter Greenwood, 1933-, Granito gris –Lewis Grassic Gibbon, 1934-, Rhondda Roundabout –Jack Jones, 1934-, Tiempos como estos –Gwin Jones, 1936-, y Cwmardy, la historia de un valle minero galés –Lewis Jones, 1937- son una constante en el discurrir del capítulo. Es más, Díez Espinosa facilita al lector la comprensión de esos acontecimientos cotidianos al agrupar las citas literarias por sectores económicos. Siguiendo este esquema, la obra describe con detenimiento la crisis en la construcción naval, la minería y la industria textil.

En lo que se refiere al aspecto lírico, encontramos transcritas en la página cincuenta las estrofas que Gordon Comstock, personaje de Keep the Aspidistra flying – G. Orwell, 1936-, dedica en esa novela a los valores materialistas. Más adelante –en la página cincuenta y dos- otro personaje de la literatura -Ewan Tavendale- nos permite conocer de primera mano cómo eran los cánticos en las “marchas de hambre”. También encontramos en este capítulo la imagen de una cola de desempleados escoceses frente a una oficina de contratación (página cuarenta y cinco).

Bibliografía:

[1] El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 2006.

Realidad y representación del desempleo de masas durante la Gran Depresión I


“El desempleo de masas, enfermedad social de Europa y América”; y sobre este texto una fotografía que ocupa casi toda la página. En ella podemos ver una larga cola de desempleados a la puerta de una fábrica con la esperanza de ser contratados. La fila carece de orden. Se trata de una informe masa de hombres –todos con su reglamentario sombrero- que, en algunos puntos, parecen formar pequeñas tertulias con las que amenizar la espera. Sin embargo, esos grupos de personas que conversan desaparecen en los puestos más avanzados. Allí un guardia de uniforme parece poner orden con su mera presencia. De él en adelante los desempleados caminan en fila de uno para dirigirse al puesto de contratación. Nos hayamos en la página veinte, al inicio del capítulo. Más adelante –en la cuarenta y cinco- el libro nos ofrece una escena similar. El pie de foto es el siguiente: “Cientos de desempleados hacen cola en una oficina de contratación en Clydebank, Escocia”.

Este primer capítulo se divide en tres epígrafes. El primero está dedicado a la Europa continental –Hombrecillo, ¿y ahora qué?-, el segundo a Gran Bretaña –Sin blanca en Londres-, y el último a los Estados Unidos –El día del juicio-. Para abordar la cuestión europea nos introducimos en la vida de Hans Pinneberg, protagonista de la novela de H. Fallada Hobrecillo, ¿y ahora qué? (1932). Sin embargo, no va a ser este el único personaje literario utilizado por Díez Espinosa para mostrarnos la realidad del desempleo. Gisela –Gilgi, una de nosotras (1931)-, y Doris –La muchacha de la seda artificial (1932)- son dos figuras femeninas de la Gran Depresión cuya historia nos narra I. Keun. También nos encontramos en el mundo de desempleo a los personajes de L. Frank –Tres entre tres millones (1932)- y E. Kästner –Fabian, historia de un moralista (1931)-. Sin olvidar las descripciones de viajeros como C. Isherwood y D. Guérin: “cansados de estar mano sobre mano en su barrio triste, de ser una carga para sus padres, salen en primavera y van dando tumbos hasta el final del otoño. Algunos deambulan así desde hace varios años, sin norte, viviendo de limosnas, pernoctando en los asilos o en los establos” (D. Guérin. Antes de la catástrofe).

Díez Espinosa dedica también es este primer epígrafe una mención a los largometrajes de la época. Kuhle Wampe, del director búlgaro S. Dudow, es la película elegida para mostrarnos cómo percibían el desempleo los profesionales del mundo del cine. En lo que se refiere a la música dos son las letras transcritas en las páginas del libro: La canción del desempleado compuesta por H. Eisler y D. Weber en 1929, y Sombrío domingo obra de R. Seress y L. Jávor que vio la luz en 1932. Sobra decir que el pesimismo y la tristeza constituyen un elemento común en todas estas expresiones artísticas.

Todo este material compuesto por palabras, imágenes y sonidos, se vertebra a partir de un esquema fácilmente perceptible. En los primeros párrafos el autor nos de una visión general del desempleo en el continente europeo. Posteriormente nos introduce, con más o menos detalle en función de su peso nacional, en la realidad de cada país. La situación de Alemania, Austria, Hungría, Checoslovaquia, Polonia, Francia, Holanda y Bélgica, desfila ante los ojos de lector en forma de texto y mediante cuadros estadísticos. De estos últimos encontramos dos en las páginas veintidós y treinta y cinco del primer capítulo: el desempleo en Alemania durante la Depresión (1930-1933), y el desempleo en algunos países durante la Depresión.

Bibliografía:

[1] El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 2006.

Criando la sierpe en el seno


El milagro militar alemán operado desde la llegada al poder del líder nacionalsocialista en enero de 1933 no hubiera sido posible sin los años de trabajo paciente y escondido de los altos mandos de la Reichswehr en lo más profundo de Rusia. Sebastián Haffner se muestra plenamente convencido de ello tal como se ve en el siguiente fragmento:

“…en seis años, entre 1933 y 1939, crear de la nada las más potentes fuerzas aéreas y la artillería más combativa del mundo de entonces hubiera resultado imposible incluso para el mayor genio de la organización militar. El aparente milagro militar del rearme bajo el gobierno de Hitler sólo fue posible porque durante los once años anteriores se sentaron las bases para ello mediante un trabajo paciente e incesante. En Rusia”.

Si esta era la situación real, cabe plantearse el porqué del empeño soviético por facilitar a los alemanes la ocultación de su rearme ante las potencias vencedoras de la Gran Guerra. Lógicamente, detrás de esto estaban las necesidades económicas del régimen soviético; sin duda uno de los factores fundamentales también del acuerdo alcanzado en Rapallo. Sin embargo, sorprende que Stalin no se diese cuenta de que, dentro de su propio territorio se estaba levantando una maquinaria militar que en pocos años iba a invadir el país de los soviets.

Bibliografía:

[1] El pacto con el diablo; Sebastian Haffner – Barcelona – Destino – 2007.

[2] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] Sociedad y cultura en la República de Weimar: el fracaso de una ilusión; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 1996.