El retrato más conocido del Luis XIV es el elaborado en 1701 por el pintor francés Hyacinthe Rigaud. Por entonces, el monarca llevaba casi seis décadas reinando y contaba con sesenta y dos años de edad. En el cuadro su cuerpo se sitúa de perfil, pero el rostro se vuelve hacia el espectador.
Tanto la presencia de los atributos del poder -espada, cetro y corona- como el marco en el que el autor le sitúa buscan resaltar su poder. Así, vemos al Rey Sol bajo una cortina carmesí con ribetes dorados, similar a la pintada por Van Loo en La familia de Felipe V y en su retrato de Luis XV. Sus pliegues se prolongan en el manto de armiño del rey, bajo el cual lleva sus ropajes azules bordados con la flor de lis, símbolo de la familia Borbón. Este mismo elemento decorativo se repite en el trono, el cojín y la mesa que está en la parte inferior izquierda del cuadro. La indumentaria de Luis XIV se completa con una peluca de pelo natural, medias blancas de tafetán, encajes en las muñecas y tacones rojos. Para aclarar este último aspecto, se recomienda visitar la entrada titulada Luis XIV, el rey de los tacones rojos.
La obra de Hyacinthe Rigaud estaba destinada a ser enviada a España, como regalo para Felipe V, nieto del Rey Sol. Ahora bien, gustó tanto al monarca francés que finalmente se quedó en Versalles como parte de su colección personal. Allí permaneció hasta que, en 1793, con motivo de la proclamación de la república en Francia, fue llevado al Museo Central de Artes, conocido actualmente como Museo del Louvre.
Felipe V de España terminó recibiendo otro retrato de Luis XIV pintado también por Hyacinthe Rigaud. El cuadro se conserva actualmente en el Museo del Prado, y puedes visitar su ficha técnica en el siguiente enlace: Luis XIV, Colección del Museo Nacional del Prado.