Los films dramáticos

Dar cuenta de la historia mediante una forma dramática implica algunos cambios importantes respecto del relato escrito. La cantidad de información «tradicional» que puede ser presentada en la pantalla con una cinta de dos horas (o en una serie de ocho) siempre será limitada en comparación con una versión impresa del mismo tema, lo cual dejará insatisfecho a cualquier historiador. Pero esta limitación no implica que el cine sea eficaz para plasmar en imágenes la historia. Sobre no importa qué tema histórico se pueden encontrar obras de diverso volumen, ya que la cantidad de material utilizado depende de los objetivos perseguidos. Dos ejemplos: ni el reciente libro de Denis Bredin, «The Affair«, es más «histórico» que el de Nicholas Halsz, «Captain Dreyfus» -a pesar de que el número de sus páginas sea cuatro veces mayor-, ni la versión en un solo volumen de la biografía de Henry James escrita por Leon Edel es más rigurosa que la edición completa de seis tomos.

Aunque con poca información «tradicional», la pantalla reproduce con facilidad aspectos de la vida que podríamos calificar como «otro tipo de información». Las películas nos permiten contemplar paisajes, oír ruidos, sentir emociones a través de los semblantes de los personajes o asistir a conflictos individuales y colectivos. Sin denigrar el poder de la palabra, se debe defender la capacidad de reconstrucción de otros medios.

Robert A. Rosenstone, El pasado en imágenes. El desafío del cine a nuestra idea de la historia, p. 34.

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