Puerilismo IV

Desde luego no comprendemos el deporte moderno entre las mencionadas aficiones y juegos de sociedad. Es cierto que el ejercicio físico, la caz, los certámenes son, por excelencia, funciones de juventud en las sociedades humanas; pero aquí se trata de una juventud saludable y salvadora. Sin certámenes no hay cultura. El hecho de que nuestro tiempo haya encontrado en el deporte y sus certámenes una nueva forma internacional de satisfacer las antiguas grandes necesidades agonales, es quizá uno de los elementos que más puedan contribuir a conservar la cultura. El deporte moderno es en gran parte un regalo hecho por Inglaterra al mundo; regalo que el mundo ha llegado a manejar bastante mejor que otro regalo, también de Inglaterra, que es la forma de gobierno parlamentaria y la administración de la justicia realizada por tribunales de jurados. El nuevo culto a la fuerza corporal, la destreza y el valor, para las mujeres y los hombres, tiene en sí mismo indudablemente considerable importancia como factor positivo de cultura. El deporte crea fuerza vital, afán de vivir, orden y armonía, todas cosas sumamente valiosas para la cultura.

Y, sin embargo, también en la vida de los deportes se ha insinuado el puerilismo actual de varias maneras. Surge el puerilismo cuando el certamen toma formas que reprimen por completo el interés en los espiritual, como sucede en algunas universidades americanas. Insinúase cautelosamente en la organización excesiva de la vida deportiva misma y en la importancia exagerada que va tomando la rúbrica de deportes en los periódicos y revistas y que muchos consideran como su alimento espiritual. Se muestra de forma elocuentísima allí donde la buena fe del certamen tropieza con las pasiones nacionales u otras.

Johan Huizinga, Entre las sombras del mañana, p. 157

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.