La escuela de Europa


En este conjunto de citas se adivina la preocupación de Robert Schuman por el desarrollo de la conciencia europea entre los ciudadanos y los gobiernos miembros. No se trata, como bien muchas veces afirmó, de negar las identidades nacionales, sino de reconocer la europeidad de todas ellas y enterrar los antagonismos existentes.

Nunca se dirá bastante: Europa no se hará ni únicamente ni principalmente con instituciones europeas; su creación marchará por el camino del espíritu con que se vaya haciendo. De ahí la importancia de una libre circulación de las ideas y de los hombres entre los países europeos; los países que se nieguen a ello se excluyen por principio ellos mismos de Europa. Al formular este principio, no ignoramos que de ningún modo la preocupación razonable por la seguridad, las precauciones temporales que se han de tomar contra el para, la necesidad de salvaguardar el secreto profesional, la propiedad literaria y artística. Lo que reprobamos es el proteccionismo sistemático practicado en detrimento de un libre intercambio que significa emulación, selección automática y confianza.

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La desintoxicación de los manuales de Historia es una de las primeras necesidades. No está en contradicción ni con la libertad de pensamiento y de expresión de los adultos, ni con el verdadero patriotismo que debe ser enseñado a la juventud.

Con el pretexto de servir al sentimiento nacional y al culto de un pasado glorioso, se ignora con frecuencia el deber de ser imparcial y de ser veraz; se cree que hay que hacer sistemáticamente apología de lo que en realidad fue perfidia, explotación cínica de la fuerza y del terror; con demasiada frecuencia se achacan los errores a la nación rival.

Por el contrario, se debería enseñar las causas profundas de los antagonismos que han desgarrado a la humanidad; lo absurdo d elos sacrificios que tantas guerras dinásticas han impuesto a los pueblos que han pagado las ambiciones frívolas y el fanatismo.

Sin deseo de corregir retrospectivamente la Historia, nos resistimos al fatalismo que se resigna con una inevitable alternancia de demostraciones de fuerza.

La enseñanza debe predisponer al alumno para una visión menos pesimista, más constructiva del futuro.

La Europa de la mundialización


En este quinto artículo dedicado al pensamiento de Robert Schuman recojo una cita del político francés que, a pesar de su brevedad, tiene una importancia vital y una actualidad sorprendente. A mi las palabras del Padre de Europa me recuerdan a ese asunto del que tanto se habla en Bruselas: cohesión. Lo que viene a decir, al fin y al cabo, es que la eliminación de las barreras -de mercancías, personas y capitales- dentro de la Unión ha de estar precedida por la armonía entre sus miembros. Esto evitará que la competencia de unos -los más desarrollados, fuertes y cualificados- ahogue a los otros. Y para lograr esto será necesario recurrir a la solidaridad fraternal de la que Schuman hablaba en anteriores fragmentos de estos discursos.

Son necesarias cláusulas de salvaguardia para limitar los riesgos, cuando se lanza uno a la prueba de una concurrencia nueva. Hay que igualar, armonizar las condiciones de producción, las legislaciones, la masa de salarios y de cargas, con el fin de que cada país participante esté en condiciones de soportar la libre confrontación con los otros. Toda comunidad viable exige que primero sean atenuadas , y si es posible eliminadas, las diferencias de situación, para que una industria o una producción, que ha dejado de estar resguardada por el anterior proteccionismo, no se encuentre en peligro de ser aplastada.