La guerra vista por Milestone y Remarque

La película trata de mostrarnos el impacto de esa guerra brutal tiene en la generación de jóvenes soldados enviados a combatir en ella. Inbuídos de una educación patriótica, llegan al frente pensando en la guerra como algo heroico para encontrarse con la terrible realidad que va a desautorizar todas sus convicciones ciudadanas. Los hechos del frente desmienten lo que se pretende como verdad en la retaguardia, en un proceso doloroso que destruye todo el sistema de convicciones políticas de los combatientes, que sólo siguen adelante por lealtad. Pero una lealtad que si tenía por objeto a la Patria, poco a poco sólo encuentra justificación en la lealtad a los compañeros de combate del frente, especialmente a los de la propia unidad. De esa forma, algunos se adaptan como pueden, otros mueren y otros, aunque sobreviven quedan marcados para siempre tal como se dice en el rótulo del comienzo de la película, siguiendo casi siempre al pie de la letra la entradilla de la novela que citábamos al principio: el relato de sus hechos de guerra es también el relato de su íntima destrucción en aras de una supervivencia que termina por parecer sin sentido.

Precisamente por eso, el contraste con la retaguardia es brutal. Los soldados están solos. Esto se ve claramente en las escenas que suceden durante el permiso de Paul, cuando regresa a su hogar, donde su madre está profundamente preocupada, pero su padre se enorgullece de ver a su hijo de uniforme, y junto con sus amigos discute sobre un mapa la mejor manera de ganar la guerra, como si los soldados fueran meros peones. Y sobre todo, cuando regresa a su antigua escuela para ver cómo su profesor alecciona a los nuevos alumnos, relatándoles el esplendor y la gloria que les espera. Así, resulta que el soldado está dando su vida por un sistema de valores en el que él ya no puede cree, precisamente por lo que se ha visto obligado a hacer para defenderlo. Por eso, paradójicamente el único lugar donde el soldado se siente comprendido es en el frente, donde están y han caído sus compañeros, los únicos iguales que le quedan. Se anuncia ya el drama de la posguerra donde la inadaptación de millones de desmovilizados tendrá graves consecuencias, y será causa del surgimiento de los primeros grupos fascistas.

Pablo Pérez López, Una generación destruida por la guerra: Sin novedad en el frente, p. 75.

La destrucción de una generación

Con frase tomada de la entradilla de la novela en la que se inspira la película, se puede decir que ésta trata de la destrucción de una generación por la guerra. Pero mirando con algo más de amplitud cronológica, me parece que convendría hablar de la evidencia de la destrucción en Europa de algunos elementos humanos esenciales y la huella que esto dejó en la cultura occidental. Dentro de ella destacaría la conciencia que ésta adquiere de estar dañada en sus raíces: no cabe pensar otra cosa cuando se ha dado un fruto tan amargo como la Gran Guerra. Por eso se entiende que los historiadores, al hablar de las consecuencias de la prolongación de la guerra y de las intensidad con que se vivió, hablen de un cambio en las mentalidades.

Sin novedad en el frente habla del fracaso de nacionalismo como religión del Estado, del fracaso de cierta forma de entender la solidaridad nacional y el patriotismo, y de la muerte de un proyecto optimista que se suele identificar con el espíritu de progreso decimonónico, estrechamente vinculado al proyecto nacional. Sin novedad en el frente habla, en definitiva, de cómo todo el esfuerzo por construir un mundo más habitable dio lugar a todo lo contrario, a una realidad que destruía o vaciaba de sentido algunos elementos de la vida de los hombres sin los cuales la vida no merecería ese nombre.

Pablo Pérez López, Una generación destruida por la guerra: Sin novedad en el frente, p. 65.

Europa y las patrias


En los siguientes fragmentos Robert Schuman defiende con gran habilidad la idea de que el constructo europeista no es contrario al patriotismo. Es más, el estadista francés asegura que la integración de las diversas naciones dentro de Europa tiende a reforzar su identidad particular; fomentado el desarrollo de cada una de ellas y de la federación en su conjunto. Se trata, pues, de mantener el equilibrio entre el sentimiento nacional y, como indica en el último párrafo, la solidaridad entre los pueblos. Se aprecia en estas líneas el origen alsaciano de Schuman; ese que le permitía ser ciudadano del mundo al tiempo que de su pequeño rincón geográfico.

La política europea, según nuestro pensamiento, no está en absoluto en contradicción con el ideal patriótico de cada uno de nosotros.

(…)

No somos, no seremos jamás negadores de la patria. Pero por encima de cada patria reconocemos cada vez con mayor claridad la existencia de un bien común, superior al interés nacional, ese bien común en el que se fundan y en el que se confunden los intereses individuales de nuestros países.

(…)

La ley de la solidaridad de los pueblos se impone a la conciencia contemporánea. Nos sentimos solidarios unos con otros en la conservación de la paz, en la defensa contra la agresión, en la lucha contra la miseria, en el respeto de los tratados, en la salvaguarda de la justicia y de la dignidad humana.