Marx y la ideología alemana II


Los siguientes párrafos parten de cuatro planteamientos marxistas explicados en artículos anteriores*:
  • La identificación entre lo material y lo real, y su oposición a la ideología.
  • La concepción de la historia como la relación y evolución entre fuerzas y formas de producción.
  • El papel de la ideología como fuente legitimadora de las reglas que rigen el sistema de producción.
  • La noción de clase y su relación con la interacción de las fuentes y formas productivas.

A partir de esos puntos, el marxismo desarrolla el concepto de materialismo histórico, clave para entender los escritos posteriores a La ideología alemana (1845). Estamos ante un término que deriva de la descripción de la serie de condiciones materiales sin las cuales no habría historia. Es decir, Marx desarrolla una forma de interpretar la vida humana sobre la base de sus condiciones materiales.

La división del trabajo

En La ideología alemana no hay mención a la idea de alienación a la que tanta importancia concedió Marx en Manuscritos económicos y filosóficos (1844). Sin embargo, la idea está presente a lo largo del texto, siendo las páginas dedicadas a la división del trabajo la mejor muestra de esa referencia indirecta.

La división del trabajo, que en obras anteriores no era más que un efecto de la alienación, aparece en 1845 como una causa.

Marx entiende que la fragmentación del trabajo lleva a la pérdida del objeto por parte de la persona y, por tanto, al primer tipo de las alienaciones definidas en Manuscritos económicos y filosóficos.

La división del trabajo, en tanto que causa de esa primera alienación, se sitúa en el origen también de los otros tres extrañamientos. Y, de manera especial, en el que se refiere a la humanidad del trabajador.

La sociedad comunista según Marx

Los planteamientos que hemos ido desarrollando en los cuatro artículos dedicados al origen del pensamiento marxista, terminaron por llevar a su autor a la descripción de la sociedad comunista. Es más, en La ideología alemana no solo esboza esa idea, sino que la ve como algo posible.

A pesar de no existir experiencias históricas de ese estilo, el Marx de 1845 no lo ve ya como una utopía. Eso sí, considera que para alcanzar ese objetivo es condición sine qua non superar la división del trabajo.

La noción de sociedad comunista, como el resto de su teoría, se irá desarrollando hasta llegar a su cenit dos décadas después. Sin embargo, La ideología alemana marcó el inicio de la conversión del marxismo en un cuerpo científico, sustituyendo la ciencia a la realidad como contraposición a la ideología.


*Artículos sobre el origen del pensamiento marxista:

[1] El concepto de ideología en Marx y su crítica a Hegel.

[2] La relación entre ideología y alienación en Marx.

[3] Marx y la ideología alemana I.

Prólogo: conocimiento científico y vida humana

Desde hace algún tiempo, los esfuerzos de numerosos científico se están encaminando a producir vida también “artificial”, a cortar el último lazo que sitúa al hombre entre los hijos de la naturaleza. El mismo deseo de escapar de la prisión de la Tierra se manifiesta en el intento de crear vida en el tubo de ensayo, de mezclar “plasma de germen congelado perteneciente a personas de demostrada habilidad con el microscopio a fin de producir seres humanos superiores”, y de “alterar (su) tamaño, aspecto y función”; y sospecho que dicho deseo de escapar de la condición humana subraya también la esperanza de prolongar la vida humana más allá del límite de los cien años.

Este hombre futuro –que los científicos fabricarán antes de un siglo, según afirman- parece estar poseído por una rebelión contra la existencia humana tal como nos se ha dado, gratuito don que no procede de ninguna parte (materialmente hablando), que desea cambiar, por decirlo así, por algo hecho por él mismo. No hay razón para dudar de nuestra capacidad para lograr tal cambio, de la misma manera que tampoco existe para poner en duda nuestra actual capacidad de destruir toda la vida orgánica de la Tierra. La única cuestión que se plantea es si queremos o no emplear nuestros conocimientos científicos; se trata de un problema político de primer orden y, por tanto, no cabe dejarlo a la decisión de los científicos o los políticos profesional.

Hannah Arendt, La condición humana, p. 22.

El desafío de las imágenes

Casi un siglo después del nacimiento de Séptimo Arte, las películas plantean a los historiadores un desafío que aún no ha sido afrontado: el reto de pensar en cómo utilizar todas las capacidades del medio para informar, yuxtaponer imágenes y palabras y, quizá, crear estructuras analíticas visuales. Como las normas cinematográficas son tan rígidas y, al principio para el historiador, tan desconcertantes, el medio audiovisual pone en evidencia las convenciones y limitaciones de la historia escrita. El cine ofrece nuevas posibilidades de representar la historia, posibilidades que podrían ayudar a la narración histórica a retomar el poder que tuvo en la época en la que estaba más unida a la imaginación literaria.

Esto no implica abandonar nuestros conocimientos o que estos sean falsos, sino reconocer que existe más de una verdad histórica, o que la verdad que aporta el medio audiovisual puede ser diferente, pero no necesariamente antagónica, de la verdad escrita.

La historia no existe hasta que no se reconstruye, y su creación es fruto de las ideas y valores subyacentes. Nuestro rigor, nuestra “historia científica” es fruto de la misma disciplina histórica, de una concepción de la historia…

Robert A. Rosenstone, El pasado en imágenes. El desafío del cine a nuestra idea de la historia, p. 40.