Las ideologías de la desigualdad social


En el sistema económico capitalista y liberal el objetivo era la búsqueda del beneficio. Este fin implicaba reducir los costes de producción y, por tanto, los salarios de los trabajadores, cuyos ingresos descendieron hasta los límites de la subsistencia.

El propio Adam Smith había afirmado que la búsqueda del lucro individual era el motor de la economía.

Esta máxima era manifiesta en el capitalismo industrial, en el que el más fuerte prevalecía sobre el más débil. Como consecuencia, las desigualdades sociales se incrementaron: la riqueza se concentró en las clases altas y medias, mientras las condiciones de vida de las clases bajas empeoraron notablemente.

En la nueva sociedad de clases, la antigua división entre privilegiados y miembros del tercer estado se sustituyó por otra de propietarios (empresarios, comerciantes y hacendados) y asalariados (obreros y jornaleros).

La nueva desigualdad recibió el respaldo de las ideologías imperantes en la época, como era el caso del darwinismo social, que legitimó los contrastes entre ricos y pobres aplicando a los seres humanos la teoría de la selección natural formulada por Charles Darwin en 1859. De esta manera, los individuos, como las especies, eran naturalmente desiguales.

Por tanto, las diferencias sociales y económicas tenían su fundamento en la biología.