El hambre no conduce a la revuelta en los Estados Unidos


Al abordar el desempleo de masas en los Estados Unidos, Díez Espinosa señala otra de las diferencias entre el mundo germano y el anglosajón: la debilidad y falta de convicción de los grupos revolucionarios en el caso de estos últimos. De esta forma, a los dos factores señalados en los artículos anteriores hemos de sumar este: “Las calles de los Estados Unidos están repletas de desempleados, las sedes de las formaciones antisistemas vacías. Los revolucionarios son pocos y mal avenidos. El partido comunista, a la vanguardia del movimiento reivindicativo, apenas cuenta a principios de los años treinta con 10.000-15.000 miembros; el partido socialista, que inicialmente desestima la posibilidad de organizar a los desempleados, no es más numeroso (7.800 militantes en 1928); los trotskistas son, según las estimaciones de uno de sus dirigentes, apenas unos quinientos en 1934… Ardua resulta la tarea de concienciar a las masas desempleadas o atemorizadas por el desempleo”.

En nuestro repaso a las fuentes nos encontramos con algo poco común en este autor: apenas se sirve de la novela para elaborar este epígrafe. Tan sólo hace referencias a El día del juicio, de James T. Farrell. Tampoco encontramos cuadros estadísticos, aunque si se citan numerosos estudios: La Gran Depresión (Jean Heffer), Seeds of Revolt (M. Hallgren), Bread and Work. The experience of unemployment (Matt Perry), The Tenant Movemente in New Cork City 1904-1984 (R. Lawson), The Tenements of Chicago 1908-1935 (Edith Abbot y Sophonisba Preston Breckinridge), Historia contemporánea de los Estados Unidos (N. Iakovlev) y A New Deal (S. Chase). Por último, recordar que en la página 265 nos encontramos con la fotografía de una movilización infantil en Chicago. No obstante, al haberla descrito con detenimiento en Votos del hambre, marchas del dolor, me parece más oportuno no repetir mis palabras y remitirles directamente a ese artículo.

Bibliografía:

[1] El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 2006.

Un techo y cuatro paredes donde cobijarse


Una vez agotado el ámbito de la alimentación, el libro aborda otro de los aspectos fundamentales para las personas de la época: ¿dónde dormir? La vivienda, y más en concreto las dificultades económicas de los desempleados para costearse una, es la cuestión que trata Díez Espinosa en el último epígrafe de este tercer capítulo. Así nos narra el autor las dificultades de algunos personajes de El día del juicio en torno a esta cuestión: “Además, los Trent no eran los únicos inquilinos que habían dejado de pagarle la renta. También los O´Connell, del tercer piso, estaban en dificultades y llevaban ya tres meses sin pagar un centavo a Lonigan. El señor O´Connell había sido siempre un hombre serio y puntual en los pagos, pero las cosas iban mal en sus negocios y había perdido casi todos sus bienes (…) Por ingrata que fuera la decisión, Martin Lonigan debía comunicar a los Trent y a los O´Connell que abandonaran inmediatamente el inmueble”.

Las páginas dedicadas al “¿dónde dormir?” están divididas en tres apartados: Entre el desahucio y el hacinamiento; La arquitectura del desempleo: colonias, campamentos y hoovervilles; y Las rutas de los sin techo. En el segundo de ellos encontramos un cuadro de George Orwell con algunas anotaciones relativas a viviendas del norte de Inglaterra. En concreto son los hogares que se describen son los siguientes: casa en Greenough´s Row (Wigan), casa en la calle Peel (Barnsley), casa en Thomas Street (Sheffield), y casa en Mapplewell (pequeño pueblo minero). En el epígrafe dedicado a los sin techo encontramos una fotografía con el siguiente pie de foto: “Una cuerda garantiza la estabilidad y el descanso nocturno de los desempleados”. En ella podemos ver a cinco hombres dormidos cuyas respectivas cabezas descansan, dependiendo del caso, en el hombro de un compañero o en una cuerda.

En el ámbito literario, hemos de destacar las referencias a El día del juicio, de James T. Farrell; El camino a Wigan Pier y Sin blanca en París y Londres, de George Orwell; Adios a Berlín, de Christopher Isherwood; ¿Y ahora qué?, de Hans Fallada; La peste parda. Viaje por la Alemania nazi, de Daniel Guérin; La muchacha de seda artificial, de Irmgard Keun; Las uvas de la ira, de John Steinbeck; Los buenos camaradas, de John Boynton Priestley; y Waiting for Nothing, de Tom Kromer. Tras esta enumeración de obras y autores, coincidirán conmigo en calificar de sorprendente el control que el autor tiene sobre el mundo de la novela de entreguerras. Sin embargo, la riqueza documental de estas páginas no termina ahí: abundan las referencias a estudios teóricos y a obras cinematográficas. Dentro del primer grupo nos encontramos con The Tenant Movemente in New Cork City 1904-1984, trabajo de R. Lawson publicado en Rutgers University Press; The Tenements of Chicago 1908-1935, de Edith Abbot y Sophonisba Preston Breckinridge para la University of Chicago Press; La Gran Depresión, de Jen Heffer; La crise des societés impériales. Allemagne, France, Grande-Bretagne 1900-1940 de Christophe Charle; Von drei Millionen drei; y La democracia en Alemania. Historia y perspectivas. En lo que se refiere al cine, cabe destacar Our Daily Bread de King Vidor, y Kuhle Wampe de Slatan Dudow.

Bibliografía:

[1] El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 2006.