[CAUSAS] DE LA REVOLUCIÓN AGRARIA
Desde comienzos del siglo XVIII, la agricultura británica experimentó un considerable progreso que, a su vez, fue fundamental para el crecimiento demográfico. La influencia de los grandes terratenientes en el Parlamento permitió transformar, de forma progresiva a través de medidas legislativas, la estructura de la propiedad. Esto vino acompañado de cambios relevantes en las formas y técnicas de explotación, con el consiguiente aumento de la producción.
En el ámbito de la propiedad, cabe destacar la sustitución del openfield o sistema de campos abiertos, dominado por los métodos tradicionales y las prácticas comunitarias, por las enclosures o campos cerrados. Estas permitían ignorar las restricciones tradicionales de tipo comunitario, iniciándose un proceso de crecimiento en las explotaciones que corría paralelo a su modernización. En lo que se refiere a las técnicas cabe destacar, en primer lugar, la aplicación en Gran Bretaña de los sistemas procedentes de los Países Bajos. Nos estamos refiriendo, fundamentalmente, a los drenajes y a la llamada agricultura convertible, que combinaba complejas rotaciones de alimentos, forrajes y pastos. Esto permitía a las fincas sustentar un mayor número de cabezas de ganado, lo que aportaba una mayor cantidad de fertilizante y, por consiguiente, reducía o eliminaba el barbecho. También merece una mención especial el sistema Norfolk, que surgió a finales del siglo XVII y está íntimamente relacionado con lo que se acaba de comentar. Este se basaba en la aplicación de una rotación cuatrienal, eliminando el barbecho y permitiendo la incorporación, además de los cereales, de plantas forrajeras y leguminosas que ayudaban a fijar el nitrógeno y recuperar la fertilidad en la tierra. De esta forma, los forrajes permitían estabular el ganado y aumentar su peso, al tiempo que aumentaba la producción de cereales.
En esos años también se introdujeron nuevas herramientas en la agricultura británica, como el arado Rotherham y la trilladora mecánica, así como nuevos cultivos, siendo el maíz y la patata los más importantes. El resultado fue un gran aumento en la productividad que permitió a los agricultores orientar la producción, no sólo hacia el consumo doméstico, sino hacia el mercado nacional e internacional. La consecuencia de todo este proceso que acabamos de describir fue triple:
- En primer lugar, la producción aumentó, lo que permitió abastecer de alimentos a la población, incluso con excedentes para la exportación de cereal, y al mismo tiempo suministrar crecientes cantidades de lana a una manufactura textil en plena expansión.
- Otra consecuencia fue la intensificación del trabajo en las explotaciones modernizadas, con nuevas rotaciones y sistemas de mejora de la tierra como los drenajes y el abonado.
- Y, por último, la creciente orientación del mundo agrario-rural hacia el mercado.
[VÍDEO] SOBRE LA TEMÁTICA
[INFORMACIÓN] PARA AMPLIAR
El proceso de industrialización experimentado por Gran Bretaña desde el segundo tercio del siglo XVIII llevó a una serie de transformaciones en la estructura económica que afectaron tanto al ámbito de las innovaciones tecnológicas como a las fuentes de energía y a la forma de producir. También se vieron afectados la demografía y la importancia relativa de los distintos sectores económicos. De manera progresiva, la agricultura y la ganadería fueron perdiendo peso dentro de la producción total, dejando paso al predominio de la industria textil, la metalurgia y las actividades financieras.
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