Si bien es verdad que en esos siglos la monarquía puso las bases para futura centralización, no es menos cierto que para el triunfo de este proceso era también necesario el consentido y apoyo de las distintas fuerzas del reino. Por esa razón, hasta que estas, a mediados del XIV, no dejaron de mirar el proceso con recelo, los intentos de la monarquía fracasaron a pesar de estar los cimientos del nuevo Estado puestos. Los monarcas tuvieron que esperar a que, la nobleza, que entre el XIII y el XIV estuvo sumida en una enorme crisis, viese como necesario un cambio en el modelo de Estado; especialmente en la forma de obtener rentas.
La compleja crisis económica de la nobleza estuvo, principalmente, ligada al desarrollo de los sistemas de villa y tierra, y el ascenso a la propiedad de los caballeros villanos, que les imposibilitaron aumentar el número de tierras y vasallos. Además, las tierras señoriales, a causa de sus estructuras no resultaban tan rentables como las nuevas villas de realengo. Sin embargo, entre otras manifestaciones de esta crisis hay que destacar el problema demográfico de los linajes y el surgimiento de una baja nobleza en auge.
De esta manera, con los Trastámara fue surgiendo una nueva nobleza, mezcla entre ambas. Esta fue la aristocracia que se unió al gran proyecto monárquico, gracias al que lograron mantener su hegemonía social, obtener beneficios por su apoyo y reestructurar sus obsoletas formas de organización. Demostración de todo esto es su control sobre el Consejo Real, órgano desde el que, de hecho, se gobernaba. Además, lograron favorecerse de la nueva fiscalidad, bien por donaciones reales o por la recaudación de los mismos; de los cargos territoriales y cortesanos, que rápidamente coparon; de la institución del mayorazgo; y de la señorialización de los rentables realengos.
El ascenso de los nobles se vio contrarrestado, no obstante, por otras fuerzas gracias a las que, el de proceso de construcción de Estado Moderno y su resultado final, no estuvo monopolizado y dirigido totalmente por este pequeño grupo. Hablamos del mundo concejil, los caballeros villanos, los mercaderes, y los cuadros vecinales; todos estos, de alguna manera, se hicieron un lugar de privilegio en el nuevo Estado en construcción. Así pues, como sacrificados en este proceso nos encontramos tan solo a la baja nobleza rural del norte castellano y a los pequeños y medianos concejos villanos, que, por lo general, fueron señoralizados.