La verdadera reforma política IV

La primera respuesta de ETA a la reforma de Suárez fue el asesinato del presidente de la Diputación de Guipúzcoa y Consejero del Reino Juan María Araluce, y de sus tres acompañantes: dos inspectores de policía y un conductor.

Esto ocurre en San Sebastián, a plena luz del día, el 4 de octubre. Es el primer atentado de ETA bajo el Gobierno Suárez, y éste, en medio de gran expectación, decide no declarar el estado de excepción en el País Vasco, lo que habían hecho en ocasiones similares gobiernos anteriores.

El Gobierno, en un comunicado oficial de siete puntos, asegura que «no caerá en la trampa que se le quiere tender, y mantendrá la firmeza y la serenidad por proseguir, con el apoyo de todos los ciudadanos, el proceso de democratización que el país ha iniciado.

Salvador Sánchez-Terán, La Transición. Síntesis y claves, p. 150-151.

Desarrollo urbanístico guipuzcoano

Esta entrada forma parte de un conjunto de artículos sobre las villas vascas en la Edad Media. Para leer los restantes textos dedicados a esta cuestión, haz clic aquí.


En un primer momento las villas fueron surgiendo en el territorio guipuzcoano como agrupaciones de población motivadas por fines defensivos.

Es decir, se huía del endeble poblamiento disperso con el objeto de ponerse bajo la protección del recinto urbano. Estos, para facilitar su defensa y abastecimiento, solían buscar su emplazamiento en la falda de pequeños montes y a las orillas de los ríos. Aunque también fue común que se situaran en valles estrechos.

De entre estos cabe destacar el de Deva, con núcleos como Mondragón, Deva, Vergara, Eibar y Plasencia; el de Urola, donde destacaron Azcoitia, Azpeitia y Zumaya; y el de Uria, con Segura, Villafranca, Tolosa y Hernani. Así se fue dotando a esos primeros poblamientos de una Carta-Puebla, que los convirtió, de facto, en villas.

Beatriz Arizaga distingue cinco etapas en el desarrollo de esos núcleos guipuzcoanos.

Con el fin de facilitar nuestro estudio en torno a esta cuestión, vamos a servirnos de su clasificación en este trabajo. En primer lugar sitúa la formación de San Sebastián, a la que siguió la de el resto de villas del mar: Guetaria, Bermeo, Lequeitio (segundo periodo). La tercera etapa vendría representada por las villas interiores situadas en dos vía comerciales: la que iba de Vitoria a San Sebastián pasando por Segura, Villafranca y Tolosa; y la que desde Vitoria -atravesando Mondragón, Vergara, Deva y Zumaya- llevaba a Guetaria. En cuarto lugar nos presenta aquellos núcleos surgidos en la frontera con Vizcaya. Posteriormente –quinta etapa- sólo se fundaron villas de forma esporádica.

Por tanto, salvo en el último caso, la aparición de esos núcleos obedeció a una necesidad concreta, bien de carácter comercial o de tipo defensivo. Y, en los cinco casos, existió una clara coincidencia cronológica entre las villas de cada grupo.

En lo referente a la situación de las villas guipuzcoanas –atendiendo a lo expuesto anteriormente- podemos distinguir tres tipos de núcleos urbanos: fronterizos, costeros y del interior.

Y, generalizando tal vez en exceso, tres funciones relacionadas con la situación: defensa, comercio y tránsito. Estas necesidades, como es lógico, generaron una red urbana adecuada a las características de Guipúzcoa. Se formó una estructura no condicionada por un estrato previo de carácter tardorromano, de tipo lineal y con villas relativamente cercanas entre sí. Además, en el caso de la costa hay que incidir en el condicionamiento que el mar imponía a esas fundaciones, tanto en las relaciones entre ellas como en el plano de las mismas.