Votos del hambre, marchas de dolor


Nos sumergimos ahora en el quinto y último capítulo de El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos. Tan sólo dos fotografías adornan sus páginas. La primera está en la 228, y pertenece a la serie Desempleo de Walter Ballhause. Lleva el siguiente pie de foto: “¡Vota Hitler! Una pintada sobre la pared, a la izquierda, invita a los desempleados de Hannover a poner fin a su miseria”. En la imagen podemos contemplar, desde cierta altura, una gran fila de desempleados frente a un muro. Allí, además de decenas de bicicletas apoyadas, se lee perfectamente esta pintada: “¡Vota Hitler”. Con esta imagen Díez Espinosa trata de remarcar la importancia del desempleo de masas en el auge de los grupos antisistema en Alemania. En esta misma página tenemos también el índice del capítulo; el lugar donde se nos anuncia su división en tres epígrafes: Pardos y rojos se disputan la última esperanza de Alemania, Apatía y marchas del hambre del desempleado británico, y El hambre no conduce a la revuelta en Estados Unidos.

La otra fotografía a la que nos referíamos anteriormente se encuentra en la parte final del capítulo (página 265). Encontramos un grupo de niños manifestándose contra la situación laboral de sus padres. No se trata, como la anterior, de una imagen panorámica, sino de un primer plano. Por esa razón se ven a la perfección los rostros de los cuatro pequeños de las primeras filas, y se leen también los cartelones que portan. Uno de ellos dice así: “Why can´t you give my dad a job?”. Bajo la imagen el autor indica lo siguiente: “Movilización infantil organizada por el Consejo de Desempleados de Chicago”. Una vez más se comprueba que las cuestiones laborales afectaban a toda la familia.

Bibliografía:

[1] El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 2006.

Y, además, transtornos psicológicos


El cuarto capítulo de El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos aborda las consecuencias psicológicas de una situación de desempleo prolongado. El autor distingue, y así lo demuestra en los epígrafes del capítulo, dos fenómenos: el tiempo como peor enemigo del desempleado, y el viaje del pesimismo al fatalismo. En la página ciento sesenta y ocho nos encontramos con una fotografía de Dorothea Lange. En ella observamos a un hombre, más o menos mayor, apoyado en la pared junto a un escaparate. Viste con pantalón vaquero de tirantes, lleva sombrero y tiene las manos metidas en los bolsillos. Su mirada está fija en el suelo, perdida. No parece tener nada que hacer, sólo esperar. El pie de foto dice: “El paro paraliza y altera las estructuras mentales del trabajador”

Encontramos tres fotografías más a lo largo del capítulo cuarto, y todas pertenecen a la obra de Walter Ballhause. La primera de ellas –página ciento setenta y tres- lleva por título: Las horas pasan para el desempleado Kart Döhner en casa. En ella vemos a este parado sentado en una silla junto a la mesa del comedor. Tiene un armario enfrente y al fondo una ventana por donde entra la luz. Le sucede lo mismo que al personaje de Dorothea Lange: la mirada fija en el suelo, y la pasividad del que no tiene nada que hacer. En la página ciento ochenta nos encontramos con la imagen de varios hombres apoyados en un barandilla y mirando lo que pasa al otro lado de la calle. Todos llevan sombrero, pero no es eso lo único que tienen en común: son desempleados, y no saben que hacer con su tiempo. El pie de foto dice: “La calle como universo del desempleado Kart Döhner”. La tercera de las fotografía del Walter Ballhause muestra a un hombre sentado junto a una alcantarilla. Su rostro está oculto por el sombrero, pero adivinamos que está, como tantos otros, mirando al suelo. El autor lo titula así: El desempleo de larga duración: un viaje del pesimismo al fatalismo.

Bibliografía:

[1] El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 2006.

Las preguntas de cada día: ¿qué comer?, ¿dónde dormir?


El tercer capítulo de El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos se ocupa de dos cuestiones fundamentales en la vida de toda persona: la alimentación y la vivienda. En este epígrafe, el profesor Díez Espinosa se sumerje en la realidad cotidiana referida a esos dos aspectos del desempleao. Y lo hace, como hasta ahora, apoyándose en fotografías, canciones, testimonios, literatura y estadísticas oficiales. Todo este material le sirve al autor para describir la cara más miserable de la Gran Depresión. Él mismo divide en dos grandes apartados el capítulo: el referido a la alimentación –“Cuando el estómago vacío es un problema”-, y el que aborda la cuestión de la vivienda –“Un techo y cuatro paredes donde cobijarse”-. En los próximos días dedicaremos un artículo a cada uno de ellos. No obstante, en esta introducción vamos a comentar las cuatro fotografías con las que Díez Espinosa ilustra su trabajo; tres se refieren al “¿qué comer?”, y una al “¿dónde dormir?”. En la página ciento dieciocho del libro –primera de el tercer capítulo- nos encontramos con una fotografía de Dorothea Lange realizada en el año 1933. Bajo la imagen se puede leer: “El rostro del desempleo y de la miseria en San Francisco”. Un hombre de aspecto descuidado, y tal vez algo entrado en años, apoya sus brazos en una barandilla de madera.

Entre ellos sostiene un vaso metálico; recipiente que, seguramente, utiliza a la hora de comer. Al parecer lo lleva todo encima; no tiene hogar, y tampoco parece bien alimentado. Sus ojos están ocultos bajo un sombrero viejo y sucio. A su alrededor se agolpan otras personas; quizás también desempleados. Sin embargo, todos parecen tener mejor aspecto. Unas páginas más adelante –ciento veintitrés- tenemos una fotografía de Walter Ballhause perteneciente a la serie Un día en la vida del desempleado Karl Döhner. En ella podemos ver a una familia compuesta por tres personas: un hombre –el desempleado Karl Döhner-, su mujer, y un niño que seguramente no supere los dos años. Están comiendo sopa en su vivienda, cuya decoración y mobiliario es a primera vista muy pobre. El pie de foto dice así: El hambre en la mesa del desempleado Karl Döhner. El reparto de la sopa popular en un local de Washington es el objeto de la fotografía que encontramos en la página ciento treinta y ocho. Cinco desempleados y un cocinero intervienen en la escena. Los primero forman una fila para recibir su alimento, mientras el segundo, con un cucharón en la mano derecha, se encarga de distribuirlo. Sus rostros son los del desempleo y el hambre: delgados, con la mirada perdida, despeinados, sin esperanza… El local en el que se encuentra tiene muy poca luz, así que sus sombras se proyectan al fondo de la escena. Bajo la misma puede leerse: “Reparto de la sopa popular entre los desempleados de Washington. Administración para el Progreso de los Trabajos Públicos. Año 1936”. “Una cuerda garantiza la estabilidad y el descanso nocturno de los desempleados”. Esta es la frase que encontramos bajo la última fotografía del capítulo tercero. Abandonamos la cuestión del “¿qué comer?” para abordar en imágenes el “¿dónde dormir?”. Cinco hombres sin techo descansan con las cabezas apoyadas en una cuerda que cumple la función de barandilla. Sus brazos culgan también de la misma.

Bibliografía:

[1] El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 2006.

El desempleo de masas en la Gran Depresión

Artículo publicado por la web Club Lorem Ipsum el 23 de febrero de 2007.


“Se ven grupos de gente con vestidos descoloridos y caras lívidas; son los sin trabajo, que esperan algo sin saber qué, pues, ¿quién espera hoy día encontrar trabajo? Pasean sin plan, sin objeto, ya que no pueden soportar la casa donde también todo es malo, todo es miseria, ¿por qué no pasearse entonces? ¿A qué volver a casa, si automáticamente se llega a ella, sin quererlo y siempre demasiado pronto?”

Con esta cita comienza José Ramón Díez Espinosa, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Valladolid (UVa), su última obra: El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos. En ella, este estudioso del periodo de Entreguerras -experto también en Historia de Alemania- realiza una excelente radiografía de la crisis en los años treinta del siglo pasado y sus consecuencias sociales. Se trata de un recorrido por el convulso mundo del desempleado en unos tiempos en los que serlo llegó a resultar casi habitual.

Trece millones en EE.UU., seis en Alemania, cuatro en Gran Bretaña… de la mano de los protagonistas de las llamadas “Novelas del desempleo” el lector se sumerge en la vida de esos millones de personas.

Se trata de un viaje que nos lleva por la Europa Central y el mundo anglosajón, introduciéndonos en las fábricas, en los hogares, en los lugares de ocio y recreo. En definitiva, el autor, mediante un ingente trabajo de recopilación –utiliza numerosas narraciones, películas, canciones, fotografías, crónicas…-, es capaz de transportarnos a la cotidianeidad de los desempleados y sus familias.

El trabajo de Díez Espinosa es imposible de confeccionar con el simple dato; sólo puede realizarse si antes se ha comprendido al objeto del mismo: los hombres y mujeres de los años treinta. El tipo de Historia que nos presenta posee, pues, un marcado carácter cualitativo. Consigue que el lector, además de conocer esa realidad, la sienta, la huela, la viva. No obstante, su labor no se queda ahí. El autor sabe conjugar todo esto con un bien trazado esquema argumental y unos datos numéricos –también abundantes como se refleja en las tablas y gráficos que acompañan al texto- que hablan por si solos.

Al leer El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras imágenes y sonidos no nos encontramos ante un manual de Historia. Tampoco se trata de una monografía pensada para expertos; aunque a estos les dirá más este trabajo que a los no iniciados. Esta obra es, en cierto modo, una novela. O, mejor, varias a la vez.

El autor se sirve de personajes como Hans Pinneberg, Gisela Kron, Charlie Habble, los habitantes de Kuhle Wampe… –todos ellos protagonistas de las obras de literatos como Hans Falllada, Irgmard Keun, James Thomas Farrell, John Steinbeck…- para fabricar una “gran novela”. Esta mezcla de varias vidas ficticias -basadas en circunstancias reales- está engarzada por la exposición del autor.

Este va moviéndose a su antojo por los sucesos que rodean el quehacer cotidiano de estos personajes para mostrarnos los aspectos sobre los que desea incidir. De esta manera, tras describir la realidad del desempleo en ámbitos como la Europa continental, Gran Bretaña y los EE.UU. –capítulo primero-, nos introduce en cuestiones como la situación laboral y económica de estas personas –capítulo segundo-, la alimentación y la vivienda –capítulo tercero-, los transtornos psicológicos y el ocio como refugio –capítulo cuarto-, y las consecuencias políticas de este fenómeno en los tres ámbitos descritos al inicio –capítulo cinco-. Es, pues, un recorrido muy amplio que abarca prácticamente todos los ámbitos de la vida de estas personas.

Quiebras empresariales, zonas industriales deprimidas, seguros públicos de desempleo desbordados, familias destrozadas, desequilibrios físicos y psicológicos, suicidios… el gran logro del autor consiste en amenizar nuestro paseo por ese mundo con fragmentos –magistralmente escogidos- de obras literarias y películas. A estos añade los datos oficiales -fruto de una investigación de no menor valor- y un esquema fácilmente reconocible.

Sin embargo, Díez Espinosa no se queda en las palabras: su obra sobre el desempleo masivo incluye también imágenes y sonidos. El texto puede llegar a pintar una realidad de forma casi perfecta, pero nunca alcanzará el nivel de las fotografías de Walter Ballhause y Dorothea Lange. A lo largo del libro vamos encontrando estas pequeñas joyas en las que, con sólo un vistazo, percibimos la dureza de esos años en toda su complejidad. También la música ocupa un lugar privilegiado en este libro. La transcripción en castellano de canciones clásicas de ese momento ayuda notablemente a su mejor comprensión.

Cabe destacar de entre estas La canción del desempleo de H. Eisler y D. Weber, Sombrío domingo de R. Seress y L. Jávor, ¿Hermano, puedes darme diez centavos? de E. Y. Harburg y J. Gorney o Lamento de Detroit de V. Spivey.

El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos es una obra para leer con calma, y no precisamente por su complejidad o su extensión. Si realmente se quiere disfrutar de su lectura hay que ir sin prisas, deteniéndose en cada uno de los aspectos de la realidad que nos muestra el autor. No es un libro para descubrir ideas madre, sino más bien sensaciones.

Por esa razón, el que busque lo primero saldrá decepcionado. Encontrará sin duda numerosas ideas camufladas bajo la vestimenta literaria, pero le exasperará tanto ejemplo, tanto detenerse en la vida de las personas. Es más, se perderá en el desarrollo de las historias que acompañan la línea argumental de la obra. Sus protagonistas le serán extraños, indiferentes. Por el contrario, aquel que se haga con él para ojearlo con calma hallará en sus páginas un sinfín de recovecos curiosos.

En ese saborear cada detalle está la clave en la lectura de este trabajo, que muy probablemente conduzca al lector hacia las obras originales -literarias, cinematográficas, fotográficas y músicales- en las que se sustenta.

Bibliografía:

[1] El desempleo de masas en la Gran Depresión. Palabras, imágenes y sonidos; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 2006.

[2] Historia Universal Contemporánea II; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[3] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[4] El periodo de entreguerras en Europa; Martin Kitchen – Madrid – Alianza Editorial – 1992.

[5] Sociedad y cultura en la República de Weimar: el fracaso de una ilusión; José Ramón Díez Espinosa – Valladolid – Universidad – 1996.

[6] El mundo de ayer. Memorias de un europeo; Stefan Zweig – Barcelona – El Acantilado – 2002.