Aproximadamente hasta la mitad del siglo XIX, la presencia europea en África se había limitado a enclaves costeros, algunos de ellos con varios siglos de existencia, como ocurría con las plazas portuguesas y españolas.
A partir de ese momento, la expansión colonial se intensificó, dando comienzo la ocupación del interior del continente.
Las vías de penetración fueron los grandes ríos:
- Los belgas se expansionaron por el Congo.
- Los franceses por el Senegal.
- Los ingleses por el Níger.
La exploración inicial de aquellos territorios dio paso inmediatamente a la apropiación colonial de los mismos. El inicio de las rutas de penetración coincide con la conversión del Mediterráneo en un escenario de rivalidades, especialmente entre Francia e Inglaterra. La tensión, ya de por si notable, aumentó con la apertura del Canal de Suez.
Gran Bretaña estaba interesada en el control del Mediterráneo Oriental, que le aseguraba su ruta hacia La India. A su vez, esto le proporcionaba la ocasión de crear un eje continuo que uniese El Cairo con El Cabo.
Francia, desde sus iniciales bases de Argelia pretendía expansionarse por el noroeste africano, por lo que necesitaba establecer su control sobre el Mediterráneo Occidental. Esa posición le hubiera permitido, asimismo, enlazar con sus posesiones en Senegal.