El romanticismo dentro del mundo cultural decimonónico


La cultura de Occidente a lo largo del siglo XIX giró en torno a cuatro movimientos: la herencia ilustrada, el romanticismo, el progreso científico-técnico, y el socialismo.

Estas corrientes del pensamiento, en ocasiones contrapuestas y enfrentadas, fueron ensambladas por el liberalismo progresista a finales del XIX, dando lugar así a una cultura sustentada por un marcado optimismo antropológico –la idea de progreso sin límites esgrimida por los ilustrados- y por la conciencia de autorrealización humana originaria del romanticismo.

A su vez, cabe destacar también dentro de la cultura decimonónica la confianza en el avance científico y tecnológico -propia del positivismo-, y el rechazo activo del cristianismo heredado de la doctrina socialista.

A estas líneas maestras de la cultura occidental, hay que añadir su mayor amplitud difusiva, tanto social como territorial. Esto se vió, sin duda, muy favorecido por la extensión de la enseñanza y de la prensa, así como por el dominio europeo del mundo.

Por tanto, en pleno siglo XIX, de la mano del liberalismo, nació el movimiento cultural romántico. Ambos movimientos provenían de la Ilustración. El primero de sus excesos, manifestados en las jornadas revolucionarias francesas, y el segundo de sus principios.

Los antecedentes del Romanticismo

Si bien fueron abundantes los antecedentes del Romanticismo, podemos resaltar dos de entre ellos como influencias fundamentales: el pensamiento de Jean Jacques Rousseau y la corriente de pensamiento conocida como Sturm und Drag.

El pensamiento de Jean-Jacques Rousseau, filósofo francés de mediados del XVIII enmarcado dentro del racionalismo ilustrado, presenta numerosos rasgos que podrían ser considerados precursores del Romanticismo.

Además de resaltar el papel de los sentimientos –denostados por el racionalismo imperante-, Rousseau concebía una sociedad guiada por la voluntad general, lo cual diluía totalmente la libertad individual en la colectividad.

La corriente de pensamiento Sturm und Drag, cuyos principales representantes fueron Goethe, Schiller, Herder y Jacobi, surgió en Alemania en la década de 1770.

Encontramos dentro de su doctrina dos elementos fundamentales: la Naturaleza, no como orden –Ilustración-, sino como fuerza y vitalidad; y la figura del genio, poseedor de una fuerza creadora individual, desordenada e impulsada por el sentimiento.

Clasicismo y Romanticismo

La Ilustración había encumbrado la cultura clásica hasta el punto de imitarla en todo lo posible. El Romanticismo heredó también esa tendencia a admirar lo clásico y valerse de ello como modelos, sin embargo, los románticos entendieron esto de una manera distinta.

No se contentaron con imitar, sino que buscaron también conocer y superar a los clásicos en los referente a campos tan diversos como la literatura, la música, la arquitectura y la filosofía. Además, encontramos dentro del movimiento cultural romántico una lógica idealización de lo griego.

No obstante, la principal aportación de la cultura clásica al Romanticismo fue, sin duda, su carácter armónico y ordenado, que sirvió para templar el inicio radical de los románticos.

Rasgos generales del Romanticismo

A la hora de establecer las características del término Romanticismo encontramos serias dificultades a causa de su difuminación temporal y territorial. Sin embargo, partiendo de la base de que nos encontramos ante un fenómeno que surge como reacción al racionalismo ilustrado, podemos establecer una serie de rasgos comunes:

  • En contraposición a la abstracción propia del racionalismo, los románticos ensalzaron la realidad concreta.
  • Frente al universalismo de los ilustrados, surgió la concepción de pueblo.
  • La visión antropológica romántica ligó estrechamente al hombre con su entorno social e histórico; esto se presentó como una clara negación del individualismo.
  • Búsqueda del deseo insatisfecho, y anhelo de la libertad y la infinitud.
  • Religión basada en la relación de lo humano con lo infinito y lo eterno, y en las experiencias religiosas donde predominaba el carácter sentimental.

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