En un marco como el descrito, cargado de incertidumbre, el 2 de enero de 1993 se presentó en Ginebra el llamado “plan Vance-Owen”, que en sustancia preveía la preservación de la integridad territorial de Bosnia; su división en diez cantones -los responsables políticos de cada uno de ellos debían designarse con arreglo a un criterio demográfico-étnico-; un gobierno descentralizado con un parlamento común elegido democráticamente; una presidencia tripartita, y una paulatina democratización supervisada por la ONU y la Comunidad Europea.
José Carlos Lechado y Carlos Taibo, Los conflictos yugoslavos, p. 107.