Si sondeos realizados en la primavera de 1990 reflejaban una amplia mayoría favorable a tal permanencia, varios acontecimientos -el antecedente de Kosovo, la guerra en Croacia, la independencia de las dos repúblicas septentrionales y la propia creación de las regiones autónomas serbias en Bosnia- precipitaron un giro en la opinión pública, ahora más reacia a aceptar una ficción de federación que en mucho recordaba al proyecto de la “gran Serbia”. A mediados de octubre de 1991 el parlamento bosnio había aprobado una declaración de soberanía a la que había seguido un anuncio de retirada de la Federación Yugoslava.
José Carlos Lechado y Carlos Taibo, Los conflictos yugoslavos, p. 94.