Corrientes historiográficas en torno a la Revolución Francesa


En el presente artículo trataremos de abordar una cuestión compleja que, aún hoy día, genera grandes debates y controversias dentro del gremio de los historiadores. Explicar la realidad de los sucesos revolucionarios que tuvieron lugar en Francia a caballo entre el siglo XVIII y el XIX es, en la actualidad, una tarea compleja. Poco sabemos de algunos de los aspectos fundamentales; y, por si fuera poco, son abundantes las valoraciones contrapuestas de aquellos que conocemos al detalle.

No obstante, la mayor parte de los autores coinciden al afirmar que el proceso histórico abierto el 14 de julio de 1789 fue heredero del pensamiento político del XVIII y, al mismo tiempo, padre del desarrollo del siglo XIX.

Sin lugar a dudas, la Revolución Francesa tuvo consecuencias negativas; fueron abundantes los errores y excesos de sus protagonistas. Sin embargo, una visión global de todos esos acontecimientos nos llevan a concluir que el global de la misma arroja un resultado positivo; gracias a ella la transformación política y social de signo liberal y burgués experimentó un gran impulso.

Tampoco coinciden los autores a la hora de enumerar las causas de la revolución. A mi juicio, además del desarrollo del pensamiento político citado anteriormente, jugaron un papel fundamental el descontento de los privilegiados, el endeudamiento de la hacienda francesa, la derrota en la Guerra de los Siete Años, y las crisis campesionas finiseculares.

Tal vez por influencia de la historiografía marxista suele afirmarse que los acontecimientos revolucionarios franceses evolucionaron desde una situación de prerrevolución aristocrática a una revolución del Tercer Estado. Sea como fuere, la mayor parte de los autores coincide en la triple periodización de estos hechos históricos:

  • El constitucionalismo moderado (1789-1791).
  • La Convención, con el predominio de los girondinos (1791-92) y de los jacobinos (1793-94).
  • El Directorio (1795-1799).

Además, existe un amplio consenso dentro de la comunidad científica a la hora de destacar la importacia histórica de la Revolución Francesa. No obstante, por cuestiones ideológicas o de escuela, este se convierte en disenso al explicar los hechos o establecer valoraciones. A continuación trataremos de explicar este desacuerdo analizando brevemente las principales corrientes historiográficas con sus respectivos autores.

Corrientes historiográficas más destacadas

Sobre la historiografía conservadora del XIX poco diremos. Tan sólo destacar que con autores como Burke, Taine, Gaxotte o Aubrys, se iniciaron los estudios sobre la Revolución Francesa; y que, a consecuencia de la época y de las ideas de estos estudiosos, fue con una visión un tanto negativa hacia esos hechos.

Los historiadores liberales, especialmente Michelet y Aulard, pretendieron elevar a los revolucionarios al situarlos como herederos de la intelectualidad ilustrada.

Por tanto, la historiografía liberal trató por todos los medios de dignificar los acontecimientos franceses. Trataron de explicarlos como una necesidad histórica: un nuevo sistema político que se abría paso a expensas de otro caduco. Por esa razón, sin olvidar aspectos negativos como “el Terror”, hicieron especial hincapié en los textos más importantes -Declaración de Derechos y sucesivas constituciones- y en los hechos más atrayentes para la mentalidad romántica de la época (El pueblo en la calle, la Bastilla el 14 de julio).

Blanc, Jaurès, Mathiez, Labrousse, Rudé, Soboul y Lefebvre son los principales representantes de historiografía socialista en Francia.

El primero de ellos nos deja una visión más positiva de los jacobinos, al tiempo que considera muy negativa la etapa napoleónica. El segundo centra sus estudios en la lucha de clases de la Francia finisecular, prestando especial atención al ascenso de la burguesía.

Otros autores socialistas prefirieron prestar menos atención a la Historia de los grandes acontecimientos para centrarse en aspectos socioeconómicos. Ese fue el caso de Labrousse, volcado en el estudio de los salarios y los precios, y Rudé, especialista en mentalidades y opinión pública.

La mayor parte de los miembros de esta escuela considera que los verdaderos protagonistas de la Revolución Francesa fueron los pequeños productores. Según su visión, la burguesía siempre fue a la zaga de estos personajes, juegando un papel moderador. Así explican su apoyo a la monarquía constitucional y, con la caída de esta, a los girondinos.

Los historiadores marxistas suelen distinguir dos etapas a la hora de estudiar la Revolución Francesa: ascendente (1789-1794) y descendente o de reacción burguesa (desde 1795).

Tanto Mazauric como Markow, principales expertos de esta escuela en la cuestión que nos ocupa, basan sus estudios en los postulados del materialismo histórico. En lo que se refiere a la lucha de clases como motor de la Historia, afirman que, debido a la existencia de varios grupos dentro de la propia revolución, esta estuvo marcada por una constante lucha entre los mismos.

Además, aplican los conceptos de estructura y superestructura al Antiguo Régimen, llegando a afirmar que la caída del mismo fue fruto del desfase de las mismas. Estos autores prestan especial atención en sus estudios a los “sans culottes”, a los que atribuyen un pensamiento proto-comunista. No obstante, reconocen que, en la coincidencia coyuntural de intereses, los burgueses fueron los grandes beneficiados.

La postura revisionista y los principales controversias

Tras haber analizado los planteamientos teóricos de cuatro grandes visiones historiográficas, nos centraremos en el repaso de las Interpretaciones revisionistas.

En primer lugar, los autores revisionistas -grupo complejo en el que encontramos estudiosos que van desde mediados del XIX a mediados del XX- atacan duramente la concepción de la revolución como una crisis exclusivamente política. Algunos de ellos, caso de Tocqueville, Godechot, Fouret y Richet, recalcan la herencia de la Ilustración, y consideran la etapa jacobina como un exceso de la revolución. Además, dan gran valor a los hechos posteriores a 1795.

Finalmente, enumeraremos los que, actualmente, son los núcleos de conflicto en la investigación histórica; las cuestiones que marcan el debate historiográfico.

En primer lugar, la controversia sobre los cambios estructurales que la inician; a lo que hemos de añadir la confrontación sobre la clase social “motor” del proceso. También son importantes aspectos como la cuestión de la refeudalización como causa de la revolución, la teoría de las revoluciones atlánticas, y la polémica jacobina. Los autores tampoco se ponen de acuerdo a la hora de definir los acontecimientos francese como un conjunto de revoluciones o como evolución temporal de la misma.