Debates sobre la Transición

Artículo publicado por Historia en Presente el 24 de noviembre de 2008


En la mayor parte de los estudios sobre los procesos democratizadores se distinguen, al menos, dos fases: transición y consolidación. La primera de ellas se caracteriza por el paso de un régimen autoritario a otro de carácter democrático. Por tanto, toda definición de la transición política española debe hacer referencia, en primer lugar, a la sustitución de la Dictadura del General Franco por un régimen democrático de monarquía parlamentaria; con la universalización de la participación, la desaparición de la represión y la división de poderes que ello conlleva [2].

Esto nos conduce al segundo de los puntos fundamentales del concepto de transición: la sustitución de la legalidad franquista por la democrática. Proceso que alcanza su culmen en la aprobación de la Constitución de 1978.

Existe un acuerdo global a la hora de situar la transición política española dentro de la “tercera ola” democratizadora enunciada por Samuel P. Huntington [5]. Asimismo, también se observa un amplio consenso en torno a la labor realizada: “desmantelar el viejo régimen, dar voz institucional a la oposición democrática que ya no podía ser silenciada en las calles, reconocer a los partidos políticos que habían sido la bête noir del régimen, reconocer los derechos políticos de los sindicatos y los derechos nacionales de los catalanes y de los vascos a ser culturalmente diferentes y políticamente autónomos, todo esto sin provocar una reacción autoritaria por parte del ejército y del búnker franquista, sin desatar los viejos demonios históricos de la primera y de la segunda República española y de todas las guerras civiles de la España contemporánea” [1].

Sin embargo, las discrepancias historiográficas surgen a la hora de determinar si se trató de un proceso de carácter reformista o rupturista.

El debate reforma-ruptura nos remite a la situación política del país a la muerte del General Franco. En ese contexto distinguimos tres grandes proyectos: continuismo, reforma y ruptura. Desde el primer momento se hizo evidente que los ciudadanos deseaban, de forma mayoritaria, la democratización del país, pero sin sacrificar la paz y el orden [12].

Esto sólo dejaba una posibilidad, la reforma, que fue el camino a seguir por el proceso de transición hasta la aprobación, el 15 de diciembre de 1976, de la Ley para la Reforma Política. En ese periodo de casi trece meses, los españoles fueron testigos de como, tanto el búnker como la oposición al régimen, fracasaban en sus respectivos proyectos.

No obstante, una vez llevada a cabo la reforma legal desde arriba, los reformistas del régimen no podían continuar la transición a un orden democrático sin la ayuda de la oposición [1]. Necesitaban atraerse a los sectores más moderados de entre las filas rupturistas, lo que supuso aceptar buena parte de sus postulados.

De esta manera, el cambio político pudo llevarse a cabo porque ambos proyectos, reformista y rupturista, cedieron en determinados aspectos con el fin de constituir un régimen democrático. De hecho, la democratización del país era la meta común de los dos grupos, que tan sólo diferían en la manera de llevarlo a cabo. A este respecto, podemos decir que en un principio, por la lógica del momento ya enunciada anteriormente, se impuso la vía reformista; sin embargo, más adelante comenzaron a integrarse también algunos rasgos del proyecto rupturista.

La fase de consolidación es el desarrollo mediante el cual el régimen democrático va generando su propia estructura institucional distinta a la dictatorial.

En opinión de Adam Przeworski, la implantación de un régimen democrático, y por tanto el inicio de la consolidación, finaliza en el momento en que se han producido los siguientes fenómenos: desvinculación con el régimen anterior, reforma económica, aprobación de una constitución, y control del ejército por parte del poder civil. Por su parte, a la hora de dar por concluida la fase de transición, Juan J. Linz y Alfred Stepan hacen especial hincapié en la existencia de un gobierno surgido de unas elecciones democráticas libres, así como en su capacidad para generar nuevas políticas dentro del marco constitucional vigente.

En lo que respecta al caso español, surge el problema de determinar la difusa frontera entre las dos etapas a las que nos hemos venido refiriendo. Raimond Carr y Juan Pablo Fusi dan por terminada la transición con la celebración de las elecciones generales de 1977, opinión que comparte Victoria Prego. Sin embargo, Javier Tusell y Álvaro Soto sostienen que el proceso no finaliza hasta la incorporación de España a las Comunidades Europeas en el año 1986. Entre ambas fechas se sitúan el resto de posturas.

Así, Charles Powell y Salvador Sánchez-Terán [13] opinan que la transición termina con la aprobación de la Constitución; si bien el primero de ellos abre las puertas a prolongar esta fecha hasta los primeros estatutos de autonomía. Otros autores se inclinan por la toma de posesión del presidente Leopoldo Calvo Sotelo en febrero de 1981, el golpe de Estado del 23-F, e incluso el triunfo electoral del PSOE en octubre de 1982.

Sea como fuere, tanto la definición de consolidación democrática que hemos aceptado anteriormente, como las teorías de Adam Pzeworski, Juan J. Linz y Alfred Stepan, nos llevan a las concluir que la transición toca a su fin en el periodo que va del 6 de diciembre de 1978 al 5 de abril de 1979. El desarrollo de una estructura institucional propia precisa de la existencia de un texto constitucional.

Por tanto, la consolidación no podría iniciarse antes de la aprobación por referéndum de la Constitución, cuya existencia es uno de los requisitos básicos expuestos por Pzeworski.

Pero, además, la necesidad de un gobierno elegido democráticamente que genere nuevas políticas dentro de ese marco legal, tal como exigían Linz y Stepan, nos remite a la formación del cuarto gobierno de Adolfo Suárez en la primavera de 1979.

Bibliografía:

[1] Las enseñanzas de la transición democrática en España, José Casanova en Manuel Redero San Román, La transición a la democracia en España, revista Ayer nº 15-1994.

[2] De las Cortes orgánicas a las Cortes democráticas, Álvaro Soto Carmona en Manuel Redero San Román, La transición a la democracia en España, revista Ayer nº 15-1994.

[3] La transición a la democracia en España como fenómeno de Historia política, Javier Tusell en Manuel Redero San Román, La transición a la democracia en España, revista Ayer nº 15-1994.

[4] Transición política y consolidación de la democracia, José María Maravall y Julián Santamaría en José Félix Tezanos, Ramón Cotarelo y Andrés de Blas, La transición democrática española.

[5] La Tercera Ola. La democratización a finales del siglo XX, Samuel P. Huntington.

[6] Games of Transition, Adam Przeworski.

[7] Problems of democratic transition and consolidation: Southern Europe, South America and post-communist Europe, Juan J. Linz y Alfred Stepan.

[8] La Transición política, Raúl Morodo.

[9] España de la dictadura a la democracia, Raimond Carr y Juan Pablo Fusi.

[10] Así se hizo la Transición, Victoria Prego.

[11] Historia de la transición 1975-1986, Javier Tusell y Álvaro Soto.

[12] España en democracia, 1975-2000, Charles Powell.

[13] La Transición. Síntesis y claves, Salvador Sánchez-Terán.