La lentitud de las reformas

La tardía Constitución es un espejo de la situación política actual en Serbia: las reformas democráticas han sido lentas e insuficientes. El mayor problema interno es la corrupción, que no ha cesado de aumentar en los últimos tres años, como informan los analistas de la UE. A ello se une el estancamiento económico en niveles de pobreza (el sueldo medio en Serbia es de 250 Euros). Esta pésima situación , así como el fracaso en el cumplimiento de las exigencias de la UE, los ha intentado disimular el actual gobierno de Vojislav Kostunica (Partido Democrático Serbio) con un nuevo discurso sobre la cuestión de Kosovo, aunque sin prometer batallas, como lo hizo su antecesor. Según Kostunica, los serbios no pueden aceptar el chantaje que ya les había propuesto el «arquitecto de paz en los Balcanes», Richard Hoolbrok: la renuncia a Kosovo como condición necesaria para el ingreso en la UE.

Mira Milosevich, ¿Un nuevo Trianon?, p. 2.

El lugar de las actividades humanas

La bondad, por lo tanto, como consistente forma de vida, no es sólo imposible dentro de los confines de la esfera pública, sino que incluso es destructiva. Quizá nadie ha comprendido tan agudamente como Maquiavelo esta ruinosa cualidad de ser bueno, quien, en un famoso párrafo, se atrevió a enseñar a los hombres «como no ser buenos». Resulta innecesario añadir que no dijo ni quiso decir que a los hombres se les debe enseñar a ser malos; el acto criminal, si bien por otras razones, también ha se huir de ser visto y oído por los demás. El criterio de Maquiavelo para la acción política era la gloria, el mismo que en la antigüedad clásica, y la maldad no puede brillar más gloriosa que la bondad. Por lo tanto, todos los métodos que lleven a «ganar más poder que gloria» son malos. La maldad que surge de lo oculto es impúdica y destruye directamente el mundo común; la bondad que surge de lo oculto y asume un papel público ya no es buena, sino corrupta en sus propios términos y llevará la corrupción a cualquier sitio que vaya. Así, para Maquiavelo, la razón por la que la Iglesia tuviera una corruptora influencia en la política italiana se debía a su participación en los asuntos seculares como tales y no a la corrupción individual de obispos y prelados.

Hannah Arendt, La condición humana, p. 82.